Un día cualquiera, no sabes qué hora es,
te acuestas a mi lado sin saber por qué.
Las calles mojadas te han visto crecer
y con tu corazón estás llorando otra vez.
Me asomo a la ventana, eres la chica de ayer
jugando con las flores en mi jardín.
Demasiado tarde para comprender.
Chica, vete a tu casa, no podemos jugar.
NACHA POP
Viernes por la noche
Las Princess no van a pasar juntas esta noche de viernes. La ruptura de Marcos y Estela ha marcado al grupo, y parece como si todos estuvieran de luto. Salir de marcha y pasarlo bien sería inapropiado.
Estela no quiere saber nada de nadie, y las chicas lo respetan. Se ha pasado todo el viernes en pijama viendo series por Internet y comiendo marranadas. Encerrada en su habitación, no puede evitar sentir rabia y pena por el silencio de Félix. Decide meterse en la cama y no pensar en nada.
«Mañana será otro día».
En cambio, otra pareja, Ana y Crespo, decide salir. Han quedado en que Crespo se pase a buscarla. La idea es ir al Club a tomar algo. Ana está tranquila porque sabe que las chicas no salen: Silvia se quedará en casa de Sergio, Bea irá al cine con su hermana y Estela no quiere saber nada del mundo. O sea, que no hay peligro de que se encuentren con nadie. Ana es consciente de que todavía no ha superado lo de David, pues de lo contrario no mantendría en secreto su relación con Crespo. Y es que para ser sincera, una parte de ella todavía tiene esperanzas y sueña con recuperar a su chico.
Sentados a la mesa de las Princess, Ana se pide un chupito de melocotón mientras que él empieza fuerte la noche con un vodka con naranja. Cogidos de la mano, como si salieran desde hace mucho tiempo, se miran. Ana se siente un poco rara. No puede quitarse a David de la cabeza.
—¿En qué piensas? —pregunta él.
—En nada.
—¿En nada? Algo pasará por tu linda cabecita, ¿no? —le dice, acercándose a ella y tocándole el pelo. Como Ana no sabe qué decir, le da un beso. Y el beso se convierte en un morreo de esos largos que podrían durar horas. Mientras la besa, Crespo le acaricia el cabello y la nuca con la mano, y eso hace que Ana se estremezca. La chica se deja llevar y corresponde a esos besos y caricias con más pasión. El chico mete la mano debajo de su jersey. Ana nota el tacto de su mano que le acaricia el estómago con timidez, y nota un cosquilleo que no había sentido jamás. La mano de Crespo sube lentamente hasta llegar a su pecho. Lleva uno de esos sujetadores de hacer gimnasia, que son como un top. Ana sabe que, en cualquier momento, él irá a más y tocará algo que David no ha tocado nunca. Y antes de que eso pase, lo frena en seco y le dice:
—¡Vamos a bailar!
—¿Ahora? —pregunta él, incrédulo.
—¡Me encanta esta canción!
Ana se levanta.
—Espera. Creo que necesito otro vodka —dice Crespo, sofocado.
Dos horas más tarde, en casa de Estela
Es la una de la madrugada. El plácido sueño de Estela se ve interrumpido por un pitido de su móvil. Con los ojos entrecerrados, la Princess palpa la mesilla de noche, encuentra el teléfono, se lo acerca a la cara y lee:
Félix
En línea
¿Por dónde andas? Estamos en el VIP.
Estela pega un salto de la cama. Corre hacia el lavabo, se limpia la cara y contesta rápidamente:
Bella durmiente
En línea
Yo también. Te busco.
Mira la hora, abre el armario y se viste a la velocidad de un rayo. Tras maquillarse, sale pitando. ¡Hoy puede ser una gran noche!
Nada más llegar, entra por la puerta del Club y va directa al servicio. Allí se retoca. Sale, coge una cerveza medio vacía de la barra y sube la escalera del VIP.
En el mismo instante, en la pista
Ana y Crespo bailan como si les fuera la vida en ello. «Otra cosa buena que no tiene David, que baila fatal», piensa la joven, a quien le encanta cómo se mueve su compañero. Ana se pasa toda la noche comparando a los dos chicos, como si fuera una competición: «David es más educado», «Crespo sabe bailar», «David es más inteligente»…
—Ya basta de bailoteo, ¿no? Me muero de calor. ¿Vamos afuera? —pregunta Crespo.
—Vale. Yo también necesito un poco de aire.
La pareja sale del local y se sienta en la famosa esquina que hay al lado de la churrería. Una vez en el suelo, él saca su copa de vodka del bolsillo interior de la chaqueta.
—¡Mola! ¡No me lo puedo creer! —exclama Ana, quien no puede evitar volver a compararlo con David y pensar: «David sería incapaz de hacer esto. Es tan correcto. En cambio, Crespo es tan rebelde y transgresor…».
—¿Quieres un trago?
—Claro.
En vez de ofrecerle el vaso, Crespo le da un beso húmedo con sabor a vodka con naranja.
—Mmm… Qué rico —susurra Ana—. Me gusta.
—Pues hay más —dice él, que no deja de besarla.
En la zona VIP
Estela entra sin ningún problema y se acerca a la mesa de los famositos como si fuera una más.
—¡Hey, Estela! ¿Dónde estabas? Llevo horas buscándote —le dice Félix.
—¡Estaba bailando con mis amigas! —miente la chica.
—Siéntate con nosotros —la invita él, dejando un hueco a su lado.
—Gracias —contesta ella, quien por un momento se olvida de sus problemas y se siente como una princesa de verdad.
La noche pasa entre risas, bailes y famosos. Félix no deja a Estela ni un solo momento, y se la presenta a todo el mundo, gente famosa que en vez de preguntar cosas como: «¿Estudias o trabajas?», dicen: «Y ahora, ¿qué estás haciendo?».
Estela tiene clara la respuesta.
—Estoy trabajando en publicidad.
«En este mundo hay que ser algo, aunque sea de mentirijillas, para que te tomen en serio», piensa.
En la calle
Crespo y Ana siguen besándose apasionadamente, y la mano del chico vuelve al mismo punto donde lo habían dejado en el Club: a punto de atacar el pecho de Ana. Ésta se debate entre el deseo de que siga y el miedo a traspasar una frontera que aún no había cruzado. De repente, la mano del chico se detiene. Ana suspira aliviada: cree que, al final, el chico no se ha atrevido. Entonces él la sorprende con una pregunta clara y directa:
—¿Vamos al portal 101?
Ana se queda paralizada.
«No sabe que soy virgen —piensa—. Se lo tendría que decir, ¿no?».
—¿Qué me dices? —insiste él, y le da otro beso apasionado—. ¿Vamos? Dime que sí —le susurra, guiñándole el ojo.
—No, mejor que no —contesta ella, que sonríe para no hacer un drama de esto.
—¿Y por qué no, si se puede saber? Me da la sensación de que tienes tantas ganas como yo de… —Crespo deja de hablar para besarla en el cuello. Ana se estremece, pero se da cuenta de que las cosas están yendo demasiado lejos.
—Soy virgen —confiesa de manera directa, confiando en que eso frenará al chico.
—Mejor. ¡Más morbo! —contesta él, metiendo ya la mano dentro del sujetador sin miramientos ni delicadeza alguna.
—¡Qué haces! —le grita ella—. ¡Te digo que soy virgen! ¡Que no quiero seguir!
—Entonces… ¿por qué llevas toda la noche calentándome? —pregunta Crespo, impertinente.
—¿Cómo te atreves a decir eso? Creía que eras diferente, y que en el fondo, si se te conoce…, pero ya veo que sigues siendo el mismo capullo de siempre.
—Venga, Ana, no te pongas así. Si quiero hacerlo contigo es porque me gustas. Te quiero. Lo sabes, ¿no? Y tú me quieres a mí también. Puedo sentirlo en tus besos.
Y en ese mismo instante, después de haberse pasado toda la noche comparando a Crespo con David, Ana se da cuenta de que se había olvidado del detalle más importante de todos: ella quiere a David, y no a Crespo. Sí, besa muy bien, puede ser excitantemente atrevido, y divertido cuando se lo propone, y sabe bailar pero… NO LO QUIERE.
—¿Sabes una cosa? —responde, resuelta—. Voy a ser valiente y te voy a decir la verdad, como dices siempre.
—Confiesa que me quieres —insiste el chico, que parece que no entiende nada de nada.
—No, no te quiero. Lo siento.
Crespo se queda mudo. Sentado en el suelo, no reacciona cuando Ana se levanta y se pone bien el jersey.
—Lo siento, pero estoy enamorada de David, y voy a hacer lo que sea para recuperarlo —se despide la chica, dejándole las cosas claras.
Seis de la madrugada, en la zona VIP
El Club está a punto de cerrar. Aunque ya se han encendido todas las luces del local, los famosillos de la sala VIP pueden quedarse un rato más ahí. Mientras los camareros recogen, los Very Important People se terminan su última copa. Llega el maldito momento de: «¿Qué hacemos, adónde vamos?».
Estela desea marcharse con Félix y que el resto de la gente desaparezca de una vez. Llevan toda la noche juntos, y lo máximo que han hecho es cogerse de la mano. La chica está triste y necesita sentirse deseada, saber que le gusta a alguien. Lo tiene clarísimo. Necesita que la abracen, que la amen y que la cuiden, aunque lo haga un extraño como Félix.
Se levanta para intentar pedir una última copa aunque sean ya las seis y, de pie, esperando en la barra y de espaldas a la mesa, puede sentir como la observa Félix. «Venga, atrévete, ven a por mí», piensa. A los pocos minutos siente como la agarran por detrás. Las manos de Félix le rodean la cintura, y Estela siente que el chico hunde la cabeza en su cuello. Estela aguanta y se vuelve. Él le aparta el pelo y empieza a besarle el cogote. «¡Por fin!», piensa la chica, que no puede evitar volverse de golpe para empezar a besar al chico desaforadamente.
Los amigos de Félix pillan el plan de la pareja y se largan. El local está vacío. Deberían marcharse, pero no pueden parar. Si alguien no les llama la atención en breve, son capaces de hacer el amor encima de la mesa.
—Vamos a tu casa —susurra Estela.
—Sí, vamos —contesta éste con la voz ronca. Casi no puede hablar de lo excitado que está.
Salen de la puerta corriendo y, de camino a casa, se besan en cada esquina, se detienen en cada farola, se magrean en cada portal… El deseo es irrefrenable.
Por fin, llegan. Durante el trayecto en ascensor hasta el piso, siguen enrollándose. Félix abre la puerta de la casa como puede, mientras Estela le muerde el cuello. Una vez dentro, todo es pasión, sexo y desenfreno. No hay amor. Es exactamente lo que ella necesitaba.
Después se quedan dormidos hasta que, a eso de las diez y media de la mañana, un portazo despierta a Estela. Desorientada y medio dormida, recuerda dónde está.
—¡Félix, despierta! ¡Hay alguien en casa! —le susurra a su ligue, y lo sacude.
—Tranquila, es Fátima.
—¿Fátima? —pregunta ella.
—Sí, la «keli».
—¿La «Kelly»? —Estela no entiende nada.
—La «keli», la-que-lim-pia. La chacha, la fregona —dice, riéndose con desprecio.
A Estela no le gusta nada el tono que ha usado Félix para dirigirse a la señora de la limpieza, y no puede evitar decírselo.
—Un poco de respeto, ¿no? Es un trabajo tan digno como otro cualquiera.
—Sí, claro. Tú de mayor quieres ser limpiadora, ¿verdad? ¡No me jodas!
—Eres un idiota —dice Estela. Lo cree realmente.
—Pero ¿qué te pasa? No seas hipócrita. ¿Te gustaría yo si no fuera un actor famoso? ¿Crees que me habría acostado contigo si fueras una chacha?
—Pues resulta que lo soy —contesta ella muy ofendida, y se levanta y se viste a toda prisa.
—¿Que eres qué?
—Una chacha, como dices tú.
—Me estás vacilando, ¿no?
—No, te estoy diciendo la verdad. Hoy mismo tengo que limpiar una casa. Mi madre tiene una empresa de limpieza y, ¿sabes?, en una cosa te equivocas, Félix de la Torre, y es que no me gustas. No me gustas nada. Ya puedes salir en la tele, hacer películas y ganar un Oscar, que lo que pienso de ti te haría sentir un mandril. Así que lo siento, baby, pero esta vez es la limpiadora la que te manda a la mierda. Adiós, capullo, y hasta nunca —dice, y se marcha sin ni siquiera mirarlo a la cara.
Estela se siente bien por lo que acaba de hacer y, a la vez, también se le ha quedado un mal cuerpo tremendo. Ha intentado solucionar su angustia sin las Princess, y no le ha salido bien. Al contrario: ¡está peor que antes! Se arrepiente de su desliz con Félix.
Está claro: necesita ver a las chicas. Abre el móvil y busca el grupo que tienen las cuatro.
Bella Durmiente
En línea
Chicas?
Yasmin
En línea
Princesa, qué haces despierta tan pronto? Es sábado!
Bella Durmiente
En línea
Os necesito. RPU yaaaaa!!!
Blancanieves
En línea
Hey! Por fin. Qué ganas de verte.
Bella Durmiente
En línea
He leído tu post, princesa. Gracias. Te quiero.
Yasmin
En línea
Sí, precioso. Yo tbien te kiero.
Blancanieves
En línea
¿RPU esta noche en tu casa, Silvia?
Yasmin
En línea
OK. Llamo a Bea, que parece que está durmiendo
Bella Durmiente
En línea
Gracias, Princess. Hasta luego
Yasmin
En línea
OK. @diós
Blancanieves
En línea
¡Hasta luego!