En memoria de Leigh Hunt. Sí, en realidad hubo un Leigh Hunt. Un querido amigo, bon vivant, ingenioso y atolondrado donjuán que tenía una manera de ser con las mujeres que lo convirtió en la envidia de todos los hombres de la ciudad. Lo maté en el prólogo de diez novelas de Dirk Pitt. Siempre quería tener un protagonismo mayor en las historias, pero nunca se quejó, porque disfrutaba de la fama. Adiós, viejo amigo, se te echa mucho de menos.