CAPÍTULO 19

El movimiento en la pantalla apenas fue visible un instante. En pura lógica, el guardia de seguridad aleutiano no tendría que haberlo visto. Una mirada fortuita a la hilera de monitores de vídeo solo mostró una ligera ondulación en el agua filmada por una de las cámaras que apuntaban un poco más allá de la popa del barco. El guardia se apresuró a pulsar el botón del teleobjetivo de la cámara montada en el techo de la garita, y alcanzó a ver un objeto oscuro en el agua segundos antes de que desapareciese debajo de la superficie. Lo más probable era que se tratase de una foca extraviada, pensó, pero le ofrecía una buena excusa para aliviar el aburrimiento y salir del pequeño recinto.

Cogió la radio y llamó al vigilante que estaba a bordo del Chichuyaa.

—Aquí seguridad de la planta. La cámara ha registrado un objeto en el agua a vuestra popa. Voy a dar una vuelta para echar una ojeada.

—Recibido, costa —respondió una voz somnolienta—. Mantendremos las luces encendidas.

El guardia se puso una chaqueta, cogió una linterna y fue hasta el armario donde guardaban las armas. Observó por un momento un fusil de asalto HK negro, pero se lo pensó mejor y acabó decidiéndose por una pistola automática Glock que guardó en la funda.

—Más vale no disparar a las focas a esta hora de la noche —murmuró para sí mismo, y salió de la garita para ir hacia el muelle.

El transporte de GNL emitía una multitud de sonidos mecánicos mientras el gas licuado pasaba por los tubos conectados a las válvulas en la cubierta. Dirk sabía que habría algunos trabajadores controlando el flujo, y lo más probable era que estuviesen en el interior de la nave, o delante de un panel de control en la estación de bombeo. Aunque en la zona del muelle la luz era escasa, el barco estaba iluminado de proa a popa, lo que significaba que el riesgo de ser descubiertos era muy grande. Dirk calculó que solamente necesitarían un par de minutos para subir a bordo y saber si las bombas estaban funcionando.

Sigilosamente, avanzaron agachados por el muelle hasta la escalerilla principal, colgada casi en mitad del barco. El chapoteo de los trajes de neopreno empapados acompañaba sus pasos, pero no hicieron ningún intento de disimular el ruido. El estrépito de la estación de bombeo era todavía más fuerte que antes, por lo que apagaba el sonido de sus movimientos. También ocultaba el sonido de un motor fueraborda de una embarcación que se acercaba al muelle cubierto.

El guardia llegó al muelle con las luces de navegación apagadas. Permaneció cerca de la popa sin ser visto durante varios minutos, y a continuación navegó a lo largo de la banda exterior del barco. Después de rodear la proa, cuando ya comenzaba a virar, vio los equipos de buceo colgados de una cornamusa en el borde del muelle. Se apresuró a apagar el motor y esperó a que el impulso lo llevase hasta el muelle, donde amarró la embarcación y observó los equipos.

Summer fue la primera en verlo; detectó un movimiento por el rabillo del ojo cuando se disponía a subir la escalerilla. Dirk ya había subido unos cuantos travesaños.

—Tenemos compañía —susurró, y movió la cabeza en dirección al guardia.

Dirk se apresuró a mirar al hombre que estaba de espaldas a ellos.

—Subamos a bordo. Será mucho más fácil despistarlo en el barco, si nos descubre.

Agachado, subió los travesaños de la escalerilla de dos en dos. Summer avanzaba al mismo ritmo, pero un poco más atrás. Desde donde se encontraba el guardia eran visibles, por lo que esperaron escuchar un grito que les ordenase que se detuvieran, pero no llegó. En cambio, alcanzaron la parte superior, sin que el aleutiano descubriese su presencia. Cuando Dirk estaba acabando de pasar por encima de la borda, una débil sombra apareció en la cubierta, seguida por un relámpago oscuro. Demasiado tarde, Dirk se dio cuenta de que el relámpago era una porra que le apuntaba a un lado del rostro. Intentó esquivarla, pero no pudo evitar el golpe. La porra de madera le alcanzó en la coronilla con una fuerza considerable. La capucha suavizó lo que había sido un golpe mortal. Un caleidoscopio de estrellas flotó ante sus ojos mientras se le aflojaban las rodillas. El brutal impacto le hizo perder el equilibrio, y al tambalearse hacia un costado, su cadera golpeó contra la barandilla. Llevado por la fuerza del impulso, medio cuerpo pasó por encima de la borda al tiempo que se le levantaban los pies.

Durante una fracción de segundo vio que Summer hacía un desesperado intento por sujetarlo, pero fracasó. Entrevió que abría la boca y profería un breve grito, que no alcanzó a escuchar. En un instante, su hermana había desaparecido y él caía al vacío.

El impacto pareció tardar una eternidad en llegar. Cuando por fin chocó contra el agua, para su sorpresa no sintió ningún dolor. Solo el frío de la oscuridad antes de que todo se volviese negro.