Exilios
(La acústica de Epidauros)

Si se da un golpe en Epidauros Se escucha más arriba,

entre los árboles

En el aire.

ROBERTO FERNÁNDEZ RETAMAR

Estuvimos en epidauros veinticinco años después que roberto

y también escuchamos desde las más altas graderías

el rasgueo del fósforo que allá abajo

incendia la guía la misma gordita

que entre templo y templete

entre adarme socrático y pizca de termópilas

había contado cómo niarchos se las arreglaba

para abonar apenas nueve mil dracmas

digamos unos trescientos dólares de impuesto por año

y con su joven énfasis nos había anunciado

ante el asombro de cinco porteños

expertos en citas de

victoria próxima y segurísima del socialista papandreu

estuvimos pues en epidauros respirando el aire transparente

[y seco

y contemplando los profusos inmemoriales verdes

de los árboles que dieron y dan su espalda al teatro

y su rostro a la pálida hondonada

verdes y aire probablemente no demasiado ajenos

a los que contemplara y respirara polycleto el joven

cuando hacía sus cálculos de eternidad y enigma

y también yo bajé al centro mágico de la orquesta

para que luz me tomara la foto de rigor

en paraje de tan bienquista y sólida memoria

y desde allí quise probar la extraordinaria acústica

y pensé hola líber hola héctor hola raúl hola jaime

bien despacito como quien rasguea un fósforo o arruga un

[boleto

y así pude confirmar que la acústica era óptima

ya que mis sigilosas salvas no sólo se escucharon en las graderías

sino más arriba en el aire con un solo pájaro

y atravesaron el peloponeso y el jónico y el tirreno

y el mediterráneo y el atlántico y la nostalgia

y por fin se colaron por entre los barrotes

como una brisa transparente y seca