No estoy seguro de actuar de la manera más acertada al publicar el manuscrito de mi hermano. Él nunca pensó sacarlo a la luz. Ni siquiera creía que llegaría a terminarlo.
Lo acabó, no obstante, y pese a ciertas inconsistencias del borrador, considero que merece la atención del público. Al fin y al cabo Richard era un escritor, aunque este fue el único libro que llegó a escribir. Por este motivo y a pesar de los interrogantes que todavía siguen ahí, lo envié para que lo publicaran.
Cediendo a las indicaciones de la editorial, he realizado una minuciosa poda en la primera sección del manuscrito. Insisto, no estoy convencido de haber actuado de la manera adecuada. No puedo negar el hecho de que esta parte se hacía interminable y, durante ciertos pasajes, tediosa. Así y todo, me siento culpable por ello. Si de mí dependiera, imprimiría el manuscrito con el cuerpo íntegro. Espero que por lo menos mis extirpaciones hayan sido fieles al propósito de Richard.
Aparte de opinar que el libro de mi hermano merece ser leído, existe otra razón para publicarlo.
La verdad es que su historia es inverosímil. Por mucho que me esfuerce no consigo creérmela. Espero que su publicación dé la oportunidad a alguien de creerla. Por lo que a mí respecta, sólo puedo aceptar un aspecto del escrito, eso sí, por completo: para Richard, ésta no fue una historia ficticia. Creyó, sin lugar a dudas, que vivió hasta el último minuto de la misma.
Los Ángeles, California
Julio de 1974