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CAMINO hacia la comisaría, llego sin prisas, espero que no haya mucha gente, pienso mientras me abrocho una zapatilla. Un agente me sonríe y me hace pasar. Hoy es el tercer año que no llueve, hoy es el tercer año que vivo en León, hoy es el tercer año que Croacia entró en mi vida. Hoy hace semanas, que comencé a tomar ácido fólico. Si eres alérgico o hipersensible a este medicamento aléjalo de tus manos, mantenlo fuera del alcance de los niños. Puede producir urticaria y picores. Los efectos secundarios pueden ser nocivos.

Pienso en León. Ya no huyo. La tierra me retiene.

Allí está Soran, la persona que me ha hecho creer de nuevo en eso que llaman amor, y que parecía solo propiedad de una asociación que pagó unos derechos. Me he pasado la mitad de mi vida intentando saltar y llegar a la estantería donde estaba aquel tarro, pero siempre se me ha roto en las manos. Ahora sé que las estanterías están a mi altura.

Adiós a los atascos, ya no estoy con Cortázar en los cruces, aquí nadie llega corriendo con prisas sin saber adónde va, en esta ciudad sabemos dónde llegamos y conocemos lo que son los ritmos pausados, todo se cocina de forma al dente. Las dependientas del supermercado saludan de forma amable y se paran ante el código de barras.

Estoy en mitad de las montañas tomando tapeos a deshoras, me siento que salgo de la pluma de Johanna Spyri, y voy de la mano con Heidi.

Hoy he recibido una carta de las chicas, me han hecho firmar mi admisión. Les he pedido clemencia:

—Por favor si me vuelvo miembro activo de la asociación Ácido Fólico que alguien me rescate, le daré una buena recompensa.

Mi número aparece en la pantalla. Ya me toca. Voy a pasar.

¡No dejaré de renovar mi pasaporte!