Los textos que Gabriel García Márquez ha reunido en este libro fueron escritos con la intención de ser leídos en público, y recorren prácticamente toda su vida, desde el que escribe a los diecisiete años para despedir a sus compañeros del curso superior en Zipaquirá, en 1944, hasta el que lee ante las Academias de la Lengua y los reyes de España, en 2007.
Ya en los primeros textos salta a la vista el rechazo que el escritor colombiano siente por la oratoria. «Yo no vengo a decir un discurso» es la advertencia que hace a sus compañeros del liceo la primera vez que se sube al estrado, y la frase que nuestro autor escogió como título de este libro. En el siguiente texto, «Cómo comencé a escribir», leído ya como el exitoso autor de Cien años de soledad, en 1970, previene a sus oyentes de su aversión al género: «Yo comencé a ser escritor en la misma forma que me subí a este estrado: a la fuerza». En su tercer intento, al recibir el premio Rómulo Gallegos, en 1972, confirma que ha aceptado «hacer dos de las cosas que me había prometido no hacer jamás: recibir un premio y decir un discurso».
Diez años después, Gabriel García Márquez recibió el premio Nobel de Literatura y se vio en la imperiosa necesidad de escribir el discurso más importante al que se puede enfrentar en su vida un escritor. El resultado fue una obra maestra: «La soledad de América Latina». Desde entonces, el género se volvió esencial en su carrera de autor admirado y galardonado, cuya presencia y cuyas palabras eran solicitadas a lo largo y ancho de este mundo.
En esta edición he tenido el privilegio de trabajar con el autor, literalmente codo con codo, en la revisión de los textos. Los cambios realizados han sido las correcciones ortotipográficas usuales y su decisión de poner títulos a algunos discursos que hasta ahora se conocían por la ocasión en que se dieron, como el del premio Rómulo Gallegos, que aquí tituló «Por ustedes». La relectura de estos textos dispersos u olvidados, de un género que siempre consideró «como el más terrorífico de los compromisos humanos», ha llevado a García Márquez a reconciliarse con ellos y a comentar: «Leyendo estos discursos redescubro cómo he ido cambiando y evolucionando como escritor». En ellos no sólo se encuentran los temas centrales de su literatura, sino también rastros que ayudan a comprender más profundamente su vida.
Nuestro agradecimiento a Gabriel García Márquez y a su esposa, Mercedes Barcha, por su continua hospitalidad y generosidad en las sesiones de trabajo, que han permitido terminar este libro. También a sus hijos Rodrigo y Gonzalo, por su apasionado interés desde la distancia, por descubrir un discurso olvidado y por compartir sus opiniones sobre títulos o portadas. Finalmente, mi agradecimiento al profesor Aníbal González-Pérez, de la Universidad de Yale, por acompañarme en la edición de este libro y por encontrar el discurso que lo abre.
CRISTÓBAL PERA