ANÓNIMO
TIZIANO VECELLIO
Sala 24. Cat. P432. 1551-1554. Óleo sobre lienzo. 346 cm × 240 cm.
Es, según explica el doctor Luis Fovel en El maestro del Prado, la primera de las obras del arcanon de este museo. El «canon de los secretos» del Prado o arcanon es una forma de clasificación que data de principios del siglo XIX y que discute qué pinturas de esta pinacoteca sirvieron a propósitos sobrenaturales, espirituales o trascendentes, más allá de los convencionalismos religiosos de su época.
Curiosamente, La Gloria de Tiziano es una obra ante la que muchos visitantes pasan de largo sin reparar que nos habla muy íntimamente de los deseos y miedos del emperador Carlos V, que dio instrucciones precisas sobre cómo quería que fuese el cuadro.
De hecho, fue la obra que eligió el emperador para que lo acompañase a su retiro y muerte en Yuste (como luego haría Felipe II en El Escorial con El jardín de las delicias, entre otras), y no es de extrañar. A fin de cuentas, representa el paraíso abriéndose al completo para recibir su alma. El emperador solicitó que Tiziano lo pintase vestido únicamente con un sudario blanco, sin corona ni alhajas; sólo él ante la muerte. Fray José de Sigüenza escribió que, cuando el rey sintió próximo su fin, pidió que le llevaran el cuadro, y meditó ante él. Estamos, pues, ante otra obra que funciona como puerta al más allá.