Durante el campeonato de Sudáfrica se hizo extraordinariamente popular un pulpo de acuario, de nombre Paul, que se especializó en pronósticos de los partidos de Alemania desde la Eurocopa de 2008, con un índice final de aciertos de doce sobre catorce. Eliminada Alemania por España en la semifinal (como él pronosticó) también auguró la victoria de España sobre Holanda en la final. Puede decirse sin exageración que en ambos casos se tomó en España el pronóstico favorable como un anticipo de la victoria.
Paul era un pulpo común, especie de nombre científico octopus vulgaris, y pasó toda su vida en cautividad. Había nacido en el sur de Inglaterra, en el Sea Life Centre de Weymouth, pero pasó su vida en el Sea Life Centre de Oberhausen, en Alemania, donde sus cuidadores concibieron un curioso juego durante la Eurocopa. Los días de partido de Alemania le ponían en el fondo del acuario dos cajas, con sus respectivas tapas. Una tapa tenía los colores de la bandera alemana; la otra, los del país rival de Alemania en el partido inminente. En cada caja había un bivalvo, su comida. Se entendía que ganaría el equipo cuya caja escogiera el pulpo para extraer el correspondiente bivalvo.
Durante la Eurocopa apenas trascendió eso fuera de Alemania. Pero cuando llegó el Mundial y se insistió en el juego (y en el nivel de aciertos) el caso tomó un carácter extraordinario y llegó el momento que ocupó gran espacio en los telediarios, las radios, los periódicos y las conversaciones de los aficionados. Entre la predicción de la semifinal y la de la final, el presidente de España, José Luis Rodríguez Zapatero, llegó a decir que le enviaría protección oficial, para que los alemanes no tomaran con él ninguna represalia por haber apostado por nosotros. Pero no solo en Alemania (donde era conocido como «Krakenokarel», que significa «pulpo oráculo») y en España fue popular. En la cadena norteamericana CNN sus pronósticos para la semifinal y la final fueron incluidos entre las informaciones principales, y el de la BBC inglesa creó un debate para reivindicar la nacionalidad británica del prodigioso cefalópodo. En inglés fue conocido como «the psychic octopus» («el pulpo mentalista»). En China su popularidad fue tal que se emitió un sello con su figura y se rodó una película titulada Matar al pulpo Paul, un thriller dirigido por Xiao Jiang. En la India, Paul hizo que se pusiera de moda tener un pulpo como mascota. Fue utilizado como reclamo publicitario por importantes marcas comerciales, como la Pepsi Cola y la Citröen.
Por su parte, el entonces presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, aprovechó a Paul para lanzar duros ataques a Occidente, presentándolo como agente de la propaganda occidental, de la superchería y la superstición y símbolo de la decadencia y la podredumbre. «Quienes creen en cosas así no pueden ser líderes de las naciones mundiales», se despachó.
La ciencia conoce que los pulpos no distinguen colores, aunque sí formas y contrastes. Su nivel de acierto se debatió a posteriori en muchas universidades. Acertar doce veces de catorce en una elección de carácter binomial tiene una probabilidad del 0,6%, lo que dio lugar a muchas conjeturas. Para algunos, se trataba de un adiestramiento de sus cuidadores, que en ese caso habrían demostrado ser muy certeros en su capacidad para pronosticar. En la Eurocopa dio siempre como ganador a Alemania y falló en dos de las seis predicciones, las derrotas alemanas ante Croacia en la fase de grupos y hasta la final. Pero aquello no había trascendido. Hubiera podido tratarse solo de un adiestramiento para escoger la bandera alemana. Pero en Sudáfrica los acertó todos, dos de las veces apostando contra Alemania (a favor de Serbia en la fase de grupo y de España en la semifinal) y además apostó también por España en la final. Las dos veces que apostó contra Alemania fue por escoger banderas parecidas a la alemana en su diseño (recordemos que los pulpos no distinguen colores, pero sí contrastes), la serbia y la española. Pero la española tiene las barras de distinta anchura que la alemana. En esta, la negra, la amarilla y la roja son igual de anchas. En España, las dos rojas que acompañan a la amarilla son la mitad de anchas que esta.
Después del acierto en su predicción de la semifinal, su predicción para la final fue televisada en directo por varios canales españoles, y su apuesta por España acogida con verdadero júbilo. Después de la victoriosa final, hubo intentos de traerlo al Zoo Aquarium de Madrid, que hizo una oferta formal, pero el Sea Life Center de Oberhausen se negó a escucharla. Su popularidad aumentó mucho las visitas. Hubo también un movimiento ecologista, PETA (People for Ethical Treatment of Animals), que lanzó una campaña solicitando su liberación, su envío al medio natural. Pero el director del acuario alemán rehusó, alegando que moriría con seguridad, porque nunca había vivido fuera de un acuario. La ciudad orensana de Carballino, que cada verano celebra una muy concurrida fiesta del pulpo, le nombró «amigo predilecto». El propio alcalde de la ciudad viajó a Oberhausen para oficializar el acto.
El acuario anunció que retiraba a Paul de los pronósticos después del Mundial, ante la avalancha de peticiones de todo tipo que recibió. Paul duró poco después del Mundial: murió el 26 de octubre de 2010. Los pulpos vienen a vivir unos tres años, así que le sobrevino la muerte en su tiempo natural. En España se lamentó, como la muerte de un amigo lejano.
Y en la localidad italiana de Marina di Campo, en el sur de la isla de Elba, la misma de la que se escapó Napoleón para volver a organizarla, el ayuntamiento decidió en pleno dedicarle una calle.