La FIFA concedió a la Alemania reunificada este Mundial en julio de 2000, en dura pugna con Sudáfrica, que contaba con el apoyo de Blatter y de una corriente que se condensaba en el slogan: «Hagamos historia, llevemos el Mundial a África». Brasil, que era candidata también, se retiró y anunció que prestaba su apoyo a la candidatura africana. También se presentaban Marruecos e Inglaterra, a las que se concedían menos posibilidades. Pero Alemania, con Beckenbauer de embajador, hizo una fuerte campaña y al final ganó, en una votación discutidísima. Tras caer en las primeras rondas Marruecos e Inglaterra, quedaban Alemania y Sudáfrica, entre las que se calculaba un empate a doce votos, lo que hubiera dejado la decisión en manos de Blatter, partidario de Sudáfrica. Pero el resultado final fue 12-11 y una abstención, del representante neozelandés, Charles Dempsey, que sufrió acusaciones, posiblemente infundadas, de haberse dejado sobornar.
El campeonato fue la eclosión de la publicidad. Ya había patrocinadores desde antes, pero en esta ocasión la relación de los mismos amenazó con superar a la de equipos participantes. Adidas, Budweiser, Avaya, Coca-Cola, Continental, Deutsche Telekom, Fly Emirates, Fujifilm, Gillette, Hyundai, MasterCard, McDonald’s, Philips, Toshiba y Yahoo!. Ante la avalancha de críticas, Blatter decidiría reducir el número para el futuro.
Se jugaría bajo el lema «El mundo entre amigos», y la FIFA lanzaría un logo que ya ha permanecido como logo del Mundial. Diseño de la casa inglesa Whitehouse, consta de un dibujo estilizado de la Copa del que salen tres caras sonrientes, y utiliza los colores olímpicos. La mascota fue Goleo VI, marioneta de león antropomórfico al que acompaña Pille, un balón parlante. La empresa creadora quebró. El león, animal tradicionalmente asociado a Inglaterra, no gustó nada en Alemania. Las ventas calculadas de treinta millones de euros se quedaron en menos de la mitad.
Se inscribieron 197 de las ya entonces 204 federaciones inscritas en la FIFA. Tras la consiguiente criba, participaron 14 equipos europeos, cinco de África, cuatro de Sudamérica, cuatro de la CONCACAF, cuatro de Asia y uno de Oceanía. Se jugó en doce ciudades, distribuidas por todo el territorio alemán, incluyendo dos enclavadas en lo que había sido durante muchos años territorio de la RDA: Berlín y Leipzig. Las de la zona occidental fueron Colonia, Dortmund, Fráncfort, Gelsenkirchen, Hamburgo, Hannover, Múnich, Kaiserslautern, Núremberg y Stuttgart. Un detalle: solo dos selecciones, Alemania y Ucrania, escogieron para zona de alojamiento instalaciones de la antigua Alemania Oriental. Las otras treinta prefirieron la zona occidental.
Empezó el 9 de junio, con el Alemania-Costa Rica y terminó el 9 de julio, con la final Italia-Francia, resuelta a penaltis, como había pasado en Estados Unidos. Este fue el Mundial en el que se inauguran las fan zone, espacios públicos amplios, con grandes pantallas, para que los seguidores que se quedaran sin entrada pudieran ver el partido. Grandes masas de aficiones rivales convivían felizmente en esos espacios, consumiendo cerveza, cantando y disfrutando del fútbol y la amistad. Tuvieron gran éxito y quedaron como una institución para siguientes campeonatos.
Hubo nueve árbitros europeos, seis sudamericanos, tres de la CONCACAF, cuatro africanos, cuatro asiáticos y un oceánico. El número de árbitros se redujo porque a ellos se incorporaron cincuenta y dos árbitros asistentes, categoría a la que se elevó al antiguo linier, en busca de una especialización. Por España estuvo designado Mejuto González, pero no pudo ir y le reemplazó Medina Cantalejo. España también aportó dos asistentes, Giráldez y Medina Hernández. La UEFA exigía firmeza contra el juego duro, que cada vez preocupaba más, y se vieron 326 amarillas y veintiocho rojas.
Se jugó en una fase de grupos, ocho liguillas de cuatro, y los dos primeros de cada grupo pasaban a octavos, cruzándose en aspa: el primero de cada grupo contra el segundo de otro. El cruce de grupos quedaba preestablecido en el sorteo.
Se jugaron 64 partidos, que dejaron 147 goles, 2,30 por partido. El máximo goleador fue el alemán Klose, con cinco. Fue elegido mejor jugador del torneo Zidane, pese a su expulsión en la final, que puso un feo broche a su luminosa carrera. Por primera vez, y con patrocinio de Gillette, se instauró el premio al mejor jugador joven, que se le otorgó al alemán Podolski.