Después del Mundial de EEUU, Clemente clasificó bien a España para la Eurocopa’96, en Inglaterra. Siempre en medio de las consiguientes broncas. Allí las cosas salieron regular. Empatamos con Bulgaria y Francia y ganamos a tres minutos del final a Rumanía con un gol de Amor sin el cual nos hubiéramos ido a casa. En cuartos caímos ante Inglaterra, en la tanda de penaltis, con fallos de Hierro, cuyo castañazo rebotó en el larguero y casi llega de vuelta hasta el medio campo, y de Nadal. De nuevo polémica. Clemente cada vez tenía más gente en contra y más radical, pero sus defensores también se radicalizaban a su vez.
La fase de clasificación fue buena, en grupo con Yugoslavia, Chequia, Eslovaquia (el sorteo emparejó a las recién separadas, cosas…), Islas Feroe y Malta. Quedamos campeones, con ocho victorias y dos empates. Yugoslavia tenía una gran generación, la mejor en muchos años, con Mijatovic entre otros: Djukic, Mihajlovic, Stojkovic… Clemente endulzó la fórmula, aunque no sus modos. Guardiola entró como eje en el medio campo, apareció Raúl, con su poder goleador, eran frecuentes Guerrero, Kiko, Alfonso… Ya no era todo puro hormigón, aunque seguía siendo un equipo combativo. Parecía anunciarse un ciclo brillante. Solo despertaba dudas Zubizarreta, que cumplía años (iba hacia los treinta y siete) y se le empezaba a ver tardo de reacción. Pero para Clemente eso era innegociable.
La lista, por supuesto, empezaba por él:
Porteros: Zubizarreta (Valencia), Cañizares (Madrid) y Molina (Atlético).
Defensas: Ferrer (Barça), Aguilera (Atlético), Alkorta (Athletic), Abelardo (Barça), Hierro (Madrid), Nadal (Barça), Iván Campo (Mallorca), Aranzábal (Real) y Sergi (Barça).
Centrocampistas: Guerrero (Athletic), Celades (Barça), Amor (Barça) y Luis Enrique (Barça).
Delanteros: Etxeberria (Athletic), Raúl (Madrid), Pizzi (Barcelona), Kiko (Atlético), Morientes (Madrid) y Alfonso (Betis).
Pocos centrocampistas, como se ve. Clemente seguía usando centrales (especialmente a Hierro) para el medio campo. Y hubo un contratiempo serio: una lesión de isquiotibiales de Guardiola, que le dio la lata durante demasiado tiempo. Se quedó sin ir.
Hay de nuevo concentración en Puente Viesgo, con el tratamiento de barros, y luego el grupo se instaló por todo lo alto en Chantilly, en el lujoso hotel Blue Green, donde Clemente podía jugar al golf cuanto le placiera. Allí empezó a incubarse lo que se llamó pronto «el espíritu de Chantilly», un estilo aislado, lujoso y arrogante de vivir, muy en contraste con la doctrina castrense que se desprendía de las palabras de Clemente. La Selección se empezó a convertir en un grupo de divinos que no habían ganado nada, pero que sentían encomiable autoestima por ellos mismos, en la misma medida que se alejaban de la sociedad. Fue un proceso muy perceptible. Villar se comportaba como un reyezuelo y Clemente como su visir, con derecho a todo. Y ese todo incluía mantener a Zubizarreta hasta que se derrumbara. Como pasó.
Compartimos grupo con Nigeria, Paraguay y Bulgaria. Nigeria tiene una buena generación, que dio el susto a Italia en el Mundial anterior y, dos años antes, la campanada al ganar el campeonato olímpico, frente a Argentina. Bulgaria tenía a Stoitchkov y otros buenos jugadores en un ambiente un poco golfo y desorganizado. Se les veía beber y fumar sin disimulo. Paraguay era firme atrás, con un portero de tremenda personalidad, Chilavert, y la velocidad de Benítez arriba.
España, 2 - Nigeria, 3
Empezamos en Nantes, el 13 de junio. La víspera ha habido un 0-0 en el Bulgaria-Paraguay. Viene bien. Que los otros empaten viene bien casi siempre. Hay optimismo, parece que esta vez el equipo puede llegar lejos. Clemente dispone este once: Zubizarreta (capitán); Ferrer, Iván Campo, Nadal, Alkorta, Sergi; Luis Enrique, Hierro, Kiko; Raúl y Alfonso. La idea, claro, es que suban los laterales. Empieza bien. Raúl tiene dos ocasiones hasta que en el 21’ Hierro, de golpe franco, marca el 1-0. Pero de inmediato, en el 22’, Adepoju, que jugaba en el Racing, cabecea a la red un centro de Lawal. 1-1. La cosa ya no parece tan fácil. Tras el descanso comparece Amor por Ferrer, en busca de más juego en la media, e Iván Campo se queda de lateral derecho. Enseguida, en el 47’, hay un centro muy largo de Hierro, por alto, que Raúl persigue y percute con el empeine a la red. 2-1. Todo en orden. Sigue el trámite cuando se produce la jugada decisiva: Lawal se va de Iván Campo por la izquierda y centra raso; Zubizarreta, que se ha abierto demasiado hacia su lado esperando el pase atrás, ve que el balón le pasa por la derecha, paralelo a la línea de fondo, se vuelca y lo manotea dentro de la portería. Es el 73’, es el 2-2, es, en realidad, autogol de Zubizarreta, porque el balón ni siquiera iba a portería. Clemente renueva el equipo retirando a Alfonso por Etxeberria (75’) y a Nadal por Celades (76’). Pero España está desconcertada, ha perdido el hilo. En el 79’ hay un buen tiro de Oliseh desde fuera del área al que tampoco llega Zubizarreta. 2-3. España no tiene reacción. Pierde. Clemente defiende a Zubizarreta en la sala de prensa, pero nadie deja de pensar que ha estirado demasiado el chicle.
España, 0 - Paraguay, 0
Ahora vamos a Saint-Étienne, el 19 de junio. Ha habido barullo los días previos. De repente, el optimismo se ha esfumado. Clemente hace algunos cambios: Zubizarreta (capitán); Aguilera, Abelardo, Alkorta, Sergi; Amor, Hierro, Luis Enrique; Etxeberria, Pizzi y Raúl. España carga con el peso del partido, exponiéndose a la velocidad de Benítez. Hay necesidad de ganar. La solidez de Paraguay, y en última instancia las paradas de Chilavert, nos lo impiden. El partido se desliza hacia un desesperante 0-0, que nos coloca en la tercera jornada con un punto.
España, 6 - Bulgaria, 1
Aún hay un resquicio, pero no depende solo de nosotros. Hay que ganar a Bulgaria y al tiempo esperar que Nigeria, ya clasificada por sus dos victorias, gane a Paraguay. Difícil, porque Nigeria aprovechará, como se suele, para dar descanso a sus titulares y actividad a sus suplentes. Esta vez salen: Zubizarreta (capitán); Aguilera, Alkorta, Hierro, Sergi; Luis Enrique, Amor, Nadal; Alfonso, Morientes y Etxeberria. Bulgaria es una banda, abandonados como están de todo rigor, según se ha visto en la concentración. España gana con facilidad: en el 6’, Hierro de penalti, 1-0; en el 19’, Luis Enrique, 2-0; en el 53’, Morientes, 3-0; en el 58’, Kostadinov, 3-1; en el 81’, Morientes, 4-1; en el 88’ Kiko, 5-1; y en el 90+4’, Kiko otra vez, 6-1. Set. En la segunda mitad han ido entrando Raúl por Etxeberria (52’), Kiko por Alfonso (65’) y Guerrero por Luis Enrique (70’). El seleccionador búlgaro, Hristo Bonev, dimite ese mismo día, en la sala de prensa, abochornado por el cante que han dado los suyos, cuya disciplina no ha podido mantener.
Goleamos, pero no sirve. Paraguay ha ganado a los suplentes de Nigeria 3-1, así que pasan esas dos selecciones. Zubizarreta se despide ese mismo día del fútbol, lo anuncia en la sala de prensa, con unas palabras bonitas. «Sonó el timbre, se acabó el recreo.»
La despedida fue bonita, sí, pero muchos pensamos que mejor si Zubizarreta no hubiera alargado tanto el recreo. Menos bonita fue la despedida de Clemente. De aquel Mundial salió enfrentado a todo el mundo. Polemizó incluso con la ministra de Cultura, Esperanza Aguirre a la sazón. Villar le mantuvo como pudo unas semanas. Estaba tan encabezonado él con Clemente como lo había estado Clemente con Zubizarreta. El 5 de septiembre empieza la fase de clasificación para la Eurocopa’2000 y empieza con una inesperada derrota en Chipre, la cenicienta del grupo, por 3-2. Poca gente lo sintió. Aquello sirvió para que por fin se marchara Clemente, después de seis años casi exactos y sesenta y dos partidos. Clasificando siempre a España para las fases finales y llegando siempre hasta los cuartos, para caer a esa altura. Ni muy bien ni muy mal. Pero fue demasiada bronca para ese fruto.
Salimos de aquello con los pies fríos y la cabeza caliente.