La nariz sangrante de Luis Enrique

Tras el Mundial de Italia, Luis Suárez siguió poco tiempo en la selección. Le remató una derrota con Rumanía en Cáceres. Villar le relevó por Vicente Miera, exjugador del Madrid y entrenador de trayectoria buena en equipos medios. Fracasó al no clasificar a España para la Eurocopa del 92, por culpa de una inesperada derrota en Islandia. Pasó a dirigir la selección olímpica, una degradación que se convirtió en el mayor éxito de su carrera, pues consiguió el oro en Barcelona’1992. Inmediatamente de eso, entró Javier Clemente como seleccionador.

Personaje extremadamente polémico y desagradable, gustaba de crear y fomentar enemigos exteriores para fortalecer el grupo. Todo su ciclo se caracterizó por eso. Sus enemigos fueron en aumento hasta hacer la atmósfera irrespirable hasta el punto de forzar a Villar a echarle, contra su propio deseo. Clemente había sido jugador del Athletic, de prometedores inicios, hasta que una lesión le apartó del fútbol. Luego entrenó al propio Athletic, al que volvió a hacer campeón de Liga, y por dos años consecutivos, cuando ya la memoria de la afición no alcanzaba casi al título anterior. Uno de esos años hizo doblete. Su estilo de juego era todo lo contrario de lírico: hombres fuertes, solidez, pocas ocasiones en las dos porterías. La doctrina era pillar todos los rebotes.

España se clasificó para el Mundial de Estados Unidos en un grupo largo, e in extremis. Un grupo de siete equipos, que compartimos con Eire, Dinamarca, Irlanda del Norte, Lituania, Letonia y Albania. El primer partido, 3-0 sobre Albania, se jugó aún con Miera como seleccionador, antes del verano. Fue clave una victoria en Dublín en el penúltimo partido, un 1-3 con dos goles de Julio Salinas, emblema del juego feo y práctico de Clemente, que había eliminado durante el proceso a la Quinta del Buitre y recibía grandes críticas por eso. Aun así, llegó al último partido con el agua al cuello. Dinamarca nos visitaba en Sevilla y había que ganar o ganar. En el minuto 9’, Zubizarreta, otro de los jugadores-emblema de Clemente, cometió un error garrafal. Sacó y le entregó la pelota a Laudrup, al que tuvo que derribar al borde del área para evitar el gol. Fue expulsado. Entró Cañizares y estuvo cumbre toda la noche. España, claro, jugó con diez desde la expulsión. En el 63’, Hierro marcó de cabeza el gol de la noche, aprovechando una falta de Bakero a Schmeichel, al que obstruyó en la salida.

Y a Estados Unidos. El 18 de mayo, el Barça perdía la final de la Copa de Europa ante el Milan por 4-0. Al día siguiente, Clemente dio su lista de mundialistas con nueve jugadores del Barça y sin Michel, que seguía teniendo muchos defensores y estaba jugando francamente bien en su club. Un día más tarde, Cruyff anuncia una lista de bajas en el Barça, que incluye a cuatro de los seleccionados por Clemente para el Mundial: Zubizarreta, Julio Salinas, Goicoechea y Begiristain, aunque finalmente este último se salvaría de la quema y seguiría un año más. Se forma la consiguiente polémica entre Clemente y Cruyff. «Con España jugarán Zubizarreta, Salinas y nueve más», anuncia enfáticamente el seleccionador, siempre listo para defender a los suyos.

La lista definitiva fue esta:

Porteros: Zubizarreta (Barça, en tránsito al Valencia), Cañizares (Celta, en tránsito al Madrid) y Lopetegui (Logroñés).

Defensas: Ferrer (Barça), Otero (Celta), Camarasa (Valencia), Abelardo (Sporting), Hierro (Madrid), Voro (Depor), Alkorta (Madrid), Nadal (Barça) y Sergi (Barça).

Centrocampistas: Guardiola (Barça), Caminero (Atlético), Bakero (Barça), Guerrero (Athletic) y Begiristain (Barça).

Delanteros: Goicoechea (Barça), Juanele (Sporting), Felipe (Tenerife), Julio Salinas (Barça) y Luis Enrique (Madrid).

Se observará en la lista gran abundancia de defensas. Seis de ellos son centrales. Clemente gustaba de utilizar para el medio campo jugadores que habitualmente jugaban de centrales en sus clubes. Valoraba mucho la estatura, la dureza, la atención y el sacrificio. No tenía mayor interés por la elaboración de juego en la media.

Hay una concentración en Puente Viesgo, con unos llamativos tratamientos de recuperación en barro y un par de amistosos, en Finlandia y Canadá, ganados ambos (1-2 y 0-2) hasta llegar a Estados Unidos. Allí nos esperan Corea del Sur, Alemania y Bolivia.

España, 2 - Corea del Sur, 2

El estreno es el 17 de junio, en Dallas, ante Corea del Sur. No puede jugar Zubizarreta, que arrastra el partido de sanción desde su expulsión en el último partido clasificatorio. Clemente saca este coriáceo equipo: Cañizares; Ferrer, Alkorta, Abelardo, Sergi; Luis Enrique, Hierro, Nadal (capitán), Guerrero; Goicoechea y Julio Salinas. Como se ve, dos centrales, Hierro y Nadal, en la media, aunque ambos con alguna experiencia en esa zona.

Fútbol soso, muy luchado. Velocidad contra estatura. En el 40’ Caminero sustituye a Julen Guerrero. Más estatura para España. Al descanso llegamos 0-0. En el 51’, Julio Salinas, el hombre-talismán de Clemente, marca el 1-0 tras jugada de Caminero. En el 55’, Goicoechea cabecea un centro del propio Caminero y pone el 2-0. Parece que todo está hecho, pero en el 85’ descuentan los coreanos por medio de Hong Myung-bo y en el 90’ empatan con Seo Jung-woon. Se nos queda cara de tontos. Tantos centrales para que Corea nos clave dos a partido resuelto.

España, 1 - Alemania, 1

El 21 de junio toca jugar contra los alemanes en Chicago. Ellos han ganado a Bolivia, tienen un buen equipo, como siempre. Hay miedo antes del partido, aunque se piensa que con el empate ante Corea y una victoria final sobre Bolivia, que se ve fácil, se podrá pasar. Vuelve Zubizarreta. Clemente saca este once: Zubizarreta (capitán); Ferrer, Alkorta, Abelardo, Sergi; Luis Enrique, Hierro, Guardiola, Caminero; Goicoechea y Julio Salinas. Clemente, arrugado por el empate, cede algo ante el clamor general y al menos alivia un central de la media para colocar a Guardiola. Con él y Caminero, España tenía algo de juego en la media.

Y funcionó. Buena primera parte, con el golpe de suerte además de que en el 14’ un centro de Goicoechea desde la derecha se envenenó, salió muy cerrado y se le coló a Illgner por la segunda escuadra. Así llegamos al descanso. Pero a la vuelta, en el 48’, Klinsmann hace el 1-1 de cabeza, en una indecisión de Zubizarreta. Clemente sustituye a Goicoechea por Bakero, para refrescar, y en el 77’ no puede más porque la cabra tira al monte y saca a Camarasa, central, por Guardiola. Así navegamos hasta el final, aguantando. El mejor juego quedó en la primera parte. Pero hemos empatado con los alemanes, llevamos dos puntos y nos espera Bolivia, la cenicienta del grupo.

España, 3 - Bolivia, 1

27 de junio, otra vez en Chicago. Clemente afloja la cuerda y saca más jugones que nunca. Solo dos centrales. Quizá piensa que ante Bolivia se pueden hacer concesiones. Salen estos: Zubizarreta (capitán); Ferrer, Voro, Abelardo, Sergi; Felipe, Guardiola, Caminero, Guerrero; Goicoechea y Julio Salinas. A Bolivia la entrena un español, Xabier Azkargorta, el popular bigotón, que se ha convertido en un personaje en el país andino tras devolver a Bolivia al Mundial. Antes solo había participado dos veces, en las ediciones de 1930 y de 1950. Se nos hace raro verle como enemigo, porque es un personaje muy querido aquí.

Todo va bien. La suerte nos sonríe. En el 19’ hay un penalti dudoso a Felipe que el costarricense Badilla nos concede y Guardiola transforma en el 1-0. Así vamos al descanso. En la reanudación sale Hierro por Felipe: estatura y fuerza para la media. (Felipe es liviano y rápido, entre extremo y centrocampista de banda). Pero el dueño del partido es Caminero, que juega muy bien. En el 65’, marca el 2-0. En el 67’, Sánchez hace el 2-1 para Bolivia. Clemente retira a Guardiola en el 69’ para dar entrada a Bakero. En el 71’, otro gol de Caminero, el hombre del partido.

España pasa segunda, con una victoria y dos empates. El debate crece. Algunos defienden el modelo Clemente, que encuentran sólido: concede pocas ocasiones y demuestra eficiencia en el remate. Ha manejado bastantes jugadores y varias fórmulas. Para otros, es insufrible. Fuera del partidismo madridista (Clemente había degollado a la Quinta del Buitre y eso no se perdonaba), su modelo de fútbol carecía absolutamente de gracia. Las mismas críticas se le habían hecho antes, cuando entrenaba al Athletic.

España, 3 - Suiza, 0

Hay suerte en el cruce de octavos, que nos enfrenta a Suiza, equipo que no dice nada. Hay una preocupación: Caminero no podrá estar, por tarjetas. Es el jugador más en forma del equipo, lo reúne todo: estatura, fuerza y calidad. Clemente riza el rizo con la alineación, esta vez con ¡cinco! centrales (dos de ellos para la media) y solo Luis Enrique en punta. Viene a jugar un 5-2-2-1. Son estos once: Zubizarreta (capitán); Ferrer, Abelardo, Nadal, Alkorta, Sergi; Goicoechea, Hierro, Camarasa, Bakero; Luis Enrique. Cuando se conoce la alineación salta la indignación entre los detractores de Clemente.

Pero le va a salir bien. El partido empieza con un paradón de Zubizarreta. Pero pronto, en el 15’, Hierro se desprende de la maraña de hormigón, avanza con regate y cruza el 1-0. Suiza ataca, pero España es un bloque impenetrable del que de cuando en cuando salen en contraataque los laterales, Ferrer y Sergi, ambos del Barça del Dream Team. Pequeños y rápidos les llamaban cariñosamente «los poneys». Llevan peligro. En el 62’ entra Begiristain por Goicoechea, para refrescar. En el 73’, una de las escapadas de Sergi acaba en pase a Luis Enrique, que hace el 2-0. En el 76’ entra Otero por Hierro. En el 86’, escapada ahora de Ferrer que acaba en penalti. Lo transforma Begiristain en el 3-0. Listo. Estamos en cuartos.

Clemente se crece. Todas las críticas le alimentan. El equipo marca goles (lleva 2,25 por partido, récord para España en una fase final de la Copa del Mundo), es sólido, ha empatado dos partidos (uno con Alemania) ha ganado dos, está en cuartos, ha barajado varias fórmulas, ha rotado jugadores. Cuanto más fuerte es el ruido exterior que él mismo provoca, más cohesión crea en el grupo, que se le entrega. Hay algo de fanatismo feroz que puede llevar al equipo a cualquier éxito, piensan ya muchos.

España, 1 - Italia, 2

Cuartos de final, 9 de julio, Boston. Enfrente está Italia, que viene de pasar las de Caín en octavos con Nigeria, excelente equipo. Roberto Baggio, la vedette del equipo, alcanzó el empate en el 89’, luego marcará de penalti en el 103’. Ya había sufrido antes para pasar en su grupo, con una victoria, un empate y una derrota, ante Noruega, México y Eire, respectivamente. Pero Italia nunca es de fiar, se recuerda bien cómo salió campeona en España, tras empatar sus tres partidos de la primera fase. Siempre se va entonando sobre la marcha. A Baggio le acompañan varios jugadores del gran Milan de aquel tiempo, entre ellos Maldini y Donadoni.

Clemente saca su quinta alineación diferente en el quinto partido: Zubizarreta (capitán); Ferrer, Abelardo, Nadal, Alkorta, Otero; Goicoechea, Bakero, Caminero, Sergi; Luis Enrique. Quedan fuera Hierro y Julio Salinas, que entrarán sobre la marcha. Se incorpora Otero al lateral, pasando Sergi a jugar como medio izquierdo.

El partido es cauteloso por las dos partes. Un plomo, al que solo salva la emoción propia de un trance tan importante. En el 25’, Dino Baggio agarra un gran disparo desde 25 metros ante el que Zubizarreta quizá pudo hacer más. 1-0. España no juega bien, solo Caminero parece suelto y convencido de lo que hace en ataque. La defensa, eso sí, es sólida. Pero también la italiana. No hay más goles hasta el descanso. En el 59’, Caminero, que ya había rozado el gol en la primera parte, alcanza un centro de Sergi al que no ha llegado Otero y su remate se cuela tras pegar en Benarrivo. 1-1. Clemente mete ahora a Julio Salinas por Sergi. Y en el 64’, a Hierro por Bakero. El equipo parece mejor configurado y Julio Salinas dispone de una ocasión espléndida que falla estrepitosamente. Casi de inmediato, hay un balón largo a Roberto Baggio ante el que Zubizarreta duda: da un paso adelante, uno atrás y cuando se decide a salir es tarde; Baggio llega antes que él al balón, se le va por un lado y, sin apenas ángulo, marca. Es el 2-1 en el 88’. Parece definitivo. A Clemente le han fallado sus dos hombres bandera, Julio Salinas y Zubizarreta.

Todavía hay una ocasión: en el 94’, con España mandando ollazos, Tassotti le pega un codazo a Luis Enrique y le parte la nariz. Hubiera correspondido penalti y expulsión, el probable paso a una prórroga con once contra diez. Pero el húngaro Puhl no lo vio o se hizo el despistado. Tampoco le avisó el linier de ese lado. El balón iba por el aire, es posible que no lo vieran. O que sí. El caso es que el partido acaba entre protestas e indignación. La imagen final es la de Luis Enrique con la nariz rota, sangrando abundantemente, mientras los italianos se abrazan. Sentimos impotencia e indignación. Estamos fuera.

Y el equipo vuelve dejando sensaciones equívocas y el debate abierto. No ha complacido su juego, pero los resultados han sido buenos y la caída, digna. El ruido en torno a Clemente seguirá unos años más…