El penalti lioso del Brasil-Francia

El Brasil-Francia de cuartos de final de este campeonato fue una maravilla. Para algunos, el mejor partido de la historia de la Copa del Mundo. No sé si tanto, pero yo lo vi en directo y me pareció una maravilla. Y eso que se jugó bajo un sol de plomo, con una temperatura de más de cuarenta grados, en atención a los televidentes europeos. Francia era campeona de Europa, con la excelente generación de los Platini, Giresse, Tigana, Fernández, Rocheteau y demás. Brasil había deslumbrado en el campeonato de España, y aunque bastante renovada, mantenía algunas de sus señas de identidad. Y era, junto a México, la favorita del público.

Un partido hermoso, de ida y vuelta, cargado de estrellas, de grandes maniobras, de voluntad ofensiva, de ocasiones. A poco del final, con 1-1, Zico dispuso de un penalti, pero lo paró Bats. Fue necesaria la prórroga, que transcurrió con nuevos sobresaltos pero sin goles. Hubo que ir a los penaltis, entre sensaciones contradictorias de los aficionados. Era una lástima que un partido tan grandioso finalizara así, a los penaltis. Pero, por otra parte, de esa forma se apuraba más la duración de ese partido mágico, que nadie quería que terminara; y ninguno de los dos había merecido perder.

Lanza el primero Sócrates, el elegante y magnífico Sócrates; tira… y para Bats. Sócrates tenía ya 32 años, era consciente de que ese podía ser su último acto en la Copa del Mundo y regresa con una dignidad que impresiona. 0-0. Por Francia va Stopyra, cuyo tiro homicida sacude la red. Un lanzamiento por bando 1-0 para Francia. Luego van Alemão y Amorós, que convierten ambos, aunque con apuros. Dos lanzamientos por lado, 2-1 para Francia. Tercer turno. Zico marca con seguridad. Regresa con cara de rabia. Sabe que ese penalti vale la quinta parte del que falló. Ahora va Bellone y lo que sucede dará lugar a debates casi teológicos en torno al reglamento: lanza, el balón da en el palo, vuelve hacia el campo, pega en el cuello del meta Carlos y se mete. Edinho reclama, pero el árbitro da el gol.

La reclamación de Edinho tiene su base en la redacción de la época del reglamento del fútbol para los lanzamientos de penalti fuera de hora (el árbitro debe dejar que se tire un penalti aunque la hora se haya cumplido), norma que es igual que para los lanzamientos de las tandas. En esos penaltis, no hay rebote: el lanzador no puede rematar si el portero rechaza y lo deja a su alcance; igualmente, la regla disponía que el lanzamiento estaba concluido en el momento en que el balón pegara en el palo y volviera al campo… Si pegaba en el palo, y rebotaba sobre la raya de gol y después pegaba en el portero, sí debía darse gol.

No era el caso, el balón volvía al campo, oblicuamente, pegó en Óscar y entró. Edinho reclamaba la letra del texto, el juez, el rumano Igna, aplicó el criterio de que se trataba de una misma acción y dio el tanto. Es 3-2 para Francia.

En el cuarto viaje, marca Branco y falla Platini, que da una nueva ocasión a Brasil, porque la cosa queda 3-3. Pero en el quinto turno Julio César estrella su lanzamiento en el poste. Ahora le toca a Luis Fernández, que marca. Francia pasa a semifinales, 4-3. Tres de esos cuatro cuartos de final se resolvieron de esa forma, desde el punto de penalti. Así nos dejó fuera Bélgica a nosotros y así dejó fuera la RFA a México.

Brasil protestó. La protesta se desoyó. Se dio por bueno el criterio de Igna de que se trataba de una misma acción, pero al tiempo se pulió el texto, para evitar nuevos equívocos. En la redacción rehecha, lo de Bellone era gol. Pero en ese momento no estaba tan claro que lo fuera.