Colombia dijo no

México organizó el Mundial de 1986, repitiendo dieciséis años después, por una circunstancia excepcional: renunció Colombia. El de Colombia fue el primer y hasta ahora único caso de país al que se le concedió la organización y posteriormente renunció a ella. México sería el primero en repetir.

Colombia había sido designada en junio de 1974, en el congreso de la FIFA que coincidía con el Mundial de Alemania. Dentro de la alternancia de continentes, tocaba volver a América y un importantísimo personaje del fútbol colombiano, Alfonso Senior (el presidente del Millonarios que traspasó a Di Stéfano al Madrid), hombre de gran influencia en la FIFA, movió bien sus bazas y ganó. El país contempló feliz esa posibilidad. Senior había sido el fundador del Millonarios e impulsor de la célebre DiMayor, la liga pirata de Colombia que contrató jugadores de distintos países sin pagar traspaso, lo que dio lugar a que Colombia fuera expulsada de la FIFA. Pero también fue hombre clave para cerrar después aquel cisma y devolver a Colombia al organismo internacional. Durante aquellos años fue presidente de la Federación Colombiana y vicepresidente de la FIFA, en muchas de cuyas comisiones figuraba. Fue uno de los grandes personajes del fútbol en la segunda mitad del siglo pasado.

Pero más adelante, el Comité Ejecutivo de la FIFA, a la vista del volumen que iba tomando el Mundial, decidió emitir una carta oficial con nuevas exigencias a cumplir por el Comité Organizador local del evento. Las condiciones eran estas:

Las condiciones se consideraron draconianas. Ahora hace tiempo que se ven como normales, o nadie repara en ellas, pero en aquel momento el Gobierno de Colombia las vio como una imposición inaceptable e inasumible. El país estaba ya en problemas con la guerrilla y meterse en esos gastos para la organización de la Copa del Mundo de fútbol no le pareció responsable a Belisario Betancur, presidente del país. Se organizó un fuerte debate. El gran lobby financiero del país, Grancolombia, cuya figura principal era Jaime Miquelsen, era partidario del Mundial, en el que veía un beneficio directo para sus intereses. Por supuesto, la mayoría de la población también era partidaria de la celebración del campeonato, desde esa idea de que siempre habrá dónde encontrar el dinero, tan propia de las buenas gentes despreocupadas.

Finalmente, después de mucho debate y para disgusto de Senior y de gran parte de la población, la cuestión se votó en el parlamento y la decisión fue rechazar el campeonato. El 25 de octubre de 1982, el país renunciaba. El coste era excesivo y las condiciones de seguridad del país, malas, tampoco animaban. Betancur pensó, seguramente de forma acertada, que el Mundial no iba a contribuir a mejorar la imagen del país, sino quizá lo contrario, y además el coste se había disparado.

Se ofrecieron entonces cuatro candidatos, Canadá, Brasil, Estados Unidos y México, y la FIFA optó por México, que también tenía un buen padrino en las cumbres del fútbol, Guillermo Cañedo, vicepresidente de Televisa y a su vez de la FIFA. Él ya había sido el factótum de la celebración en México del Mundial de 1970 (que dejó un magnífico recuerdo) y lo volvería a ser de este. Cañedo ganó el Mundial para México nada menos que frente a Henry Kissinger, que lo quería para Estados Unidos. Por aquellos años se estaba perdiendo el impulso del gran Cosmos, y Kissinger esperaba que una Copa del Mundo celebrada en suelo norteamericano podría revivir allí el fútbol, deporte que le apasionaba. Él mismo había cooperado a convencer, tiempo atrás, a Pelé para que fichara por el Cosmos. Kissinger declararía años después: «Los enredos y las conspiraciones para la organización de la Copa del Mundo me hicieron nostálgico de las conversaciones de paz de Oriente Medio.»

Y, dicho sea de paso, en Colombia siempre se sospechó que fue Guillermo Cañedo el principal instigador del documento draconiano. Él sabía que México podía cumplir esas condiciones, y que Colombia posiblemente no. Pero el tiempo hizo que la decisión resultara razonable. En 1986, cuando se jugó el Mundial, estaba claro que Colombia no controlaba la guerrilla, que en ese año culminó varios atentados sonados. Entre otros, murieron un coronel, dos jueces y el director del periódico El Espectador.