Kubala dejó el puesto de seleccionador nacional, en el que se mantuvo durante once años y sesenta y siete partidos, tras la Eurocopa de 1980, en Italia. Allí caímos en la fase de grupo, con un primer empate esperanzador ante Italia y sendas derrotas ante Bélgica e Inglaterra. Se cerraba un largo ciclo, el más largo hasta la fecha en tiempo.
Para el Mundial de España, Pablo Porta, presidente de la Federación, eligió a José Emilio Santamaría. Nacido en Uruguay, hijo de gallegos, había fichado por el Real Madrid en 1957. Ya entonces tenía doble nacionalidad. Formó parte del Madrid más glorioso, del que fue defensa central. Retirado, se hizo entrenador. Destacaron sus campañas con el Español (rozó un título de Liga) y luego fue encargado de las categorías inferiores de la selección. No extrañó su nombramiento, pues. Parecía una elección lógica.
Y no se puede decir que no se preparara el Mundial a fondo. Como al ser organizadores del campeonato no teníamos que pasar eliminatoria alguna, se preparó un amplio plan de amistosos, que incluyó una gira por Iberoamérica al término de la temporada 80-81. Al llegar el campeonato España había jugado diecinueve partidos en dos temporadas, los últimos en el Luis Casanova de Valencia, donde habríamos de jugar la primera fase. En aquel lote de amistosos entró una celebradísima victoria en Wembley, la primera de nuestra historia, más jubilosa aún porque ese mismo día Quini fue liberado de sus secuestradores. En total, fueron nueve victorias, seis empates y cuatro derrotas. Muchos partidos se jugaron fuera de casa y en general los resultados fueron a mejor. La sensación no era mala.
El sorteo nos proporcionó un grupo que no daba miedo. Yugoslavia, Irlanda del Norte y Honduras.
Pero algo no anduvo del todo bien. A Santamaría se le fue viendo más bien hosco, como excesivamente responsabilizado. Nunca fue un hombre alegre y dicharachero, pero sí exquisito y educado. Pero pronto se le vio incómodo.
La lista no tuvo demasiadas críticas. Eran años grandes de la Real y el Sporting, sobre todo de la Real y el grupo final tuvo mucho de ambos, más del Madrid y el Barça, que siempre pesan. Con dos incrustaciones del Valencia más los laterales Urkiaga y Gordillo, del Athletic y el Betis. El grupo final de veintidós fue:
Porteros: Arconada (Real), Miguel Ángel (Madrid) y Urruti (Barça).
Defensas: Urkiaga (Athletic), Camacho (Madrid), Tendillo (Valencia), Alexanko (Barça), Jiménez (Sporting), Maceda (Sporting) y Gordillo (Betis).
Centrocampistas: Alonso (Real), Joaquín (Sporting), Zamora (Real), Saura (Valencia), Sánchez (Barça) y Gallego (Madrid).
Delanteros: Juanito (Madrid), Satrústegui (Real), Santillana (Madrid), Quini (Barça), Uralde (Real) y López Ufarte (Real).
Seis de la Real, cinco del Madrid, cuatro del Barça, tres del Sporting, dos del Valencia, uno del Athletic y uno del Betis. Se discutió la exclusión a última hora del Atlético Quique, que había estado en una primera lista de 23 y fue baja porque entonces solo se aceptaban 22 y Santamaría prefirió ir con tres porteros y un jugador de campo menos. Quique era la única presencia del Atlético y su salida produjo algún alboroto. Además, se justificó mal. El doctor Guillén, de la Federación, dijo que estaba lesionado, cosa que negó el médico del Atlético, doctor Ibáñez.
Pero más que en la lista, las discusiones solían estar en el equipo titular. Eran años de gran rivalidad entre la Real y el Madrid y eso llevaba a frecuentes discusiones. No había dudas sobre Arconada (gran favorito de toda la afición española en esos años) y Miguel Ángel, pero sí, y muchas, en el caso de Santillana y Satrústegui. Por otra parte, en San Sebastián se repudiaba a Juanito y en Madrid y en otras partes de España se miraba con el mayor interés si los de la Real dejaban o no bien visible el dobladillo de la media, con los colores de España. Eran años duros de la ETA y parte de la afición desconfiaba del interés de algunos jugadores de la Real por cumplir en la selección. Eso emponzoñaba el ambiente. Aquel debate feo quizá fuera causa última del malhumor de Santamaría.
Hubo concentración en dos fases, para romper la monotonía: primero en los Pirineos, en la estación de La Molina, para oxigenar, y luego en El Saler, junto a Valencia. Pero siempre se desprendió un perceptible aire como de cierto hastío o convivencia no tan buena como fuera deseable. Nada estrepitoso, pero algo perceptible.
España, 1 - Honduras, 1
Al fin llegó el día. Es el 16 de junio y el Luis Casanova, nombre entonces de Mestalla, revienta, en una magnífica respuesta del público valenciano, que fue lo mejor (casi lo único bueno) que mostró España en todo el campeonato. El rival era Honduras, la cenicienta del grupo. Había sido campeona de la zona CONCACAF, cierto, en la que no había conseguido clasificarse México, pero el otro equipo clasificado de aquella región, El Salvador, había sido arrasado (10-1) por Hungría la víspera. Así que el partido se contemplaba a priori como otra goleada.
Santamaría sale con este equipo: Arconada (capitán); Camacho, Tendillo, Alexanko, Gordillo; Joaquín, Alonso, Zamora; Juanito, Satrústegui y López Ufarte. Coincide exactamente con los once primeros en la numeración, lo que da idea de que hasta entonces Santamaría tenía la idea clara.
Pero el partido es un espanto. España no conecta, juega agarrotada, muy por debajo del valor de sus jugadores. Para sorpresa de todos, se adelanta Honduras, en el 7’, con gol de Zelaya. España no juega ni a las tabas. En el descanso Sánchez sustituye a Joaquín y Saura a Juanito. En el 66’ hay un penalti a Saura, un poco de esos que se le pitan al de casa y al de fuera no. Lo transforma López Ufarte. Se supone que ahora España mejorará, pero nada de eso. Al final, 1-1 y sensación de oprobio.
(Ese empate y otro posterior, ante Irlanda del Norte, abrirán las puertas de España a varios jugadores hondureños. El meta Arzu y el medio Maradiaga ficharán por el Racing, el líbero Costly, por el Málaga, el medio o líbero Gilberto Yearwood, por el Valladolid, y el delantero Figueroa, por el Murcia).
Los días entre partido y partido son tremendos. Que si Satrústegui, que si Juanito, que si las medias, que si por qué Camacho (zurdo) en la derecha, que si este, que si el otro.
España, 2 - Yugoslavia, 1
El 20 de junio la afición valenciana renueva su presencia y su entusiasmo en el Luis Casanova. Ahora toca Yugoslavia. Santamaría repite equipo, salvo Sánchez por Joaquín en la media. O sea, salen estos: Arconada (capitán); Camacho, Tendillo, Alexanko, Gordillo; Sánchez, Alonso, Zamora; Juanito, Satrústegui y López Ufarte. Enfrente, Yugoslavia, que en el primer partido ha empatado (0-0) con Irlanda del Norte, el día en que el jovencísimo Norman Whiteside debutaba en el Mundial con diecisiete años y cuarenta días, superando el récord de precocidad de Pelé, que databa de Suecia’58. No ha parecido la Yugoslavia temible de otros tiempos.
Pero la cosa empieza mal. A los 10’, Gudelj marca el 0-1. En socorro de España llega pronto el árbitro, el danés Lund-Sorensen, que pita un penalti por derribo a Alonso un metro fuera del área. Muy escandaloso incluso para los hábitos caseros de los Mundiales. Lo lanza López Ufarte fuera, pero Lund-Sorensen lo hace repetir, porque el meta Pantelic se ha movido antes, como pasa en casi todos los penaltis. Cuando López Ufarte va a repetir el lanzamiento, Juanito le quita el balón de las manos, en un gesto que será muy comentado. Lo lanza, y marca el 1-1. Queda una sensación de bochorno. Daba la impresión de que si Juanito también hubiese fallado lo habría acabado tirando el árbitro.
Luego, España juega mal de nuevo. Con interés, pero mal. En el 62’, hay doble cambio: Saura por Sánchez y Quini por Satrústegui. España juega con desesperación y en el 66’ un córner lanzado por López Ufarte lo cabecea Quini, que gana el salto; el balón va demasiado cruzado, fuera, pero aparece providencialmente Saura y marca el 2-1. El partido acaba así. Al menos España ha ganado, aunque sin juego y con un penalti que mejor olvidar. De sus tres goles, dos han sido de penalti, uno casero, el otro inexistente. Saura ha sido el hombre providencial las dos veces, Valencia lo reclama como titular; en San Sebastián se critica el gesto de Juanito, en Madrid se critica a Satrústegui, que cierra el paso a Santillana. Toda España está aturdida.
España, 0 - Irlanda del Norte, 1
Llegamos al tercer día (25 de junio) con un empate y una victoria, después de todo. No está tan mal. Toca cerrar con Irlanda del Norte, que llega con dos empates. Esta vez, Santamaría mete al local Saura, en sacrificio de Zamora. Y repite con Sánchez en lugar de Joaquín: Arconada (capitán); Camacho, Tendillo, Alexanko, Gordillo; Sánchez, Alonso, Saura; Juanito, Satrústegui y López Ufarte.
La afición, que ha intentado ver la botella medio llena (estamos clasificados aun perdiendo por un gol de diferencia, la víspera han jugado Yugoslavia y Honduras (1-0) y eso nos permite esa tranquilidad), llena otra vez el Luis Casanova y sufre otra decepción. Porque esta vez España pierde. Vuelve a jugar fatal y en el 48’ Armstrong marca, aprovechando un mal rechace de Arconada hacia el punto de penalti, al interceptar un centro raso que venía de un costado. Santamaría cambia entonces a Satrústegui por Quini, en cuyo empuje para fases desesperadas confía más. En el 78’ entra Gallego por López Ufarte. Pero no pasa nada. España pierde. Pasa, pero como segunda de grupo, lo que le mandará a un grupo indeseado, por fuera de la trayectoria prevista.
El fallo de Arconada provoca discusiones asfixiantes. Sobre todo por las medias. Arconada no se ponía las medias de la selección. Jugaba siempre con medias blancas. También en la Real, incluso cuando esta se ponía medias azules porque cambiaba su uniforme para jugar contra equipos de blanco, por ejemplo el Madrid. Para Arconada era una especie de cábala, pero eso daba lugar a una incesante comidilla que crecía cada vez que tenía un fallo con la Selección cosa que, dicho sea en su honor, pasó rarísimas veces.
En resumen, la segunda fase de grupo nos reúne con la RFA e Inglaterra, en lugar de Francia y Austria, que hicieron grupo con Irlanda del Norte, campeona. Este segundo grupo, que debió ser el nuestro, se jugó en el Calderón; el segundo, en el Bernabéu. Eran grupos de tres, con dos campeones del grupo previo y un subcampeón. Ganar el nuestro nos hubiera llevado al camino fácil de dos segundos, Francia y Austria. Quedar segundos cambió el trayecto tan bien preparado por el sorteo. En esta segunda fase, los campeones pasaban directamente a semifinales. Los otros dos quedaban fuera. Por supuesto, fuimos los terceros del grupo.
España, 1 - RFA, 2
Abrieron Inglaterra y la RFA, con empate a cero. El 2 de julio el Bernabéu se llena para ver el RFA-España. Nunca hay que perder la ilusión, piensa el aficionado. Santamaría retoca el equipo. Sale Urkiaga, lateral derecho nato, y Camacho se va a la media. Caen Satrústegui y López Ufarte, a favor de Santillana y Quini. Salen estos once: Arconada (capitán); Urkiaga, Tendillo, Alexanko, Gordillo; Camacho, Alonso, Zamora; Juanito, Santillana y Quini. Enfrente, la Alemania del madridista Stielike, de Breitner, que lo fue, del poderoso Briegel, el fantástico Rummenigge y el antipático meta Schumacher.
España ataca con brío en la primera parte, pero no hace daño. En el 45’, López Ufarte sale por Juanito, lo que no hace feliz al público local. En el 60’, Littbarski sienta a Arconada en una jugada rápida y marca. 0-1. En el 65’ sale Sánchez por Quini, que se está estorbando con Santillana. En el 75’, la RFA, que ya es claramente superior, marca por medio de Fischer. 0-2. Al menos, en el 82’ Zamora marca el gol de la honrilla, con un cabezazo perfecto. 1-2. Final. Alemania tiene tres puntos, nosotros cero. Estamos eliminados antes de jugar el último día, contra Inglaterra. Solo nos queda ser jueces en ese partido. Si Inglaterra nos gana por dos goles de diferencia, o por uno, pero marcando tres o más, pasará Inglaterra. Si no, los alemanes estarán en la semifinal.
España, 0 - Inglaterra, 0
Santamaría prescinde esta vez de Juanito y López Ufarte y sale sin extremos, con Santillana y Satrústegui arriba. El equipo es este: Arconada (capitán); Urkiaga, Tendillo, Alexanko, Gordillo; Saura, Alonso, Zamora, Camacho; Santillana y Satrústegui. La sensación es triste, el partido pasa y pasa sin que suceda apenas nada. España no está mal esta vez, pero tampoco bien. Hay algo de fúnebre en el ambiente. No se mueve el marcador. Nos vamos a casa con una sensación de vacío. El Mundial va a seguir sin nosotros. Y sin Brasil, que nos había enamorado, y que a su vez cayó en Barcelona ante Italia.
No, no fue lo que esperábamos. Con el tiempo he hablado con bastantes de los protagonistas de aquello. La idea de que los vascos jugaron deliberadamente mal por orden de ETA es descabellada. Y lo de las medias de Arconada y todo eso. Pero sí es cierto que todos vivieron incómodos por la amenaza de ETA, rodeados de escoltas armados. En los días libres, eran acompañados por vigilancia policial cuando iban a casa, y no solo los vascos. Camacho, por ejemplo, me contó que si en los días libres se desplazaba de localidad tenía que avisar al cuartelillo de la Guardia Civil correspondiente de que iba o venía. Por otra parte, la impresión de todos es que la preparación física no fue buena. Demasiada carga de trabajo, no se sintieron veloces. Esa sensación fue común. Eso les produjo un agarrotamiento y una pérdida de confianza que fueron a más. Por eso el único partido de verdad decente que hicieron fue el último, cuando ya estaban eliminados. Ya no les podía pasar nada malo.
El Corte Inglés había establecido un voto para el mejor jugador español de la competición. Lo tenían que votar periodistas. Gordillo reunió cinco votos, pero todos de Sevilla. Se decidió declararlo desierto.