La Martona y el no-gol de Cardeñosa

Al Mundial de 1978 sí fuimos, por fin. Habíamos faltado a los del 70 y 74. Seguía de seleccionador Kubala, con el que no habíamos conseguido clasificarnos para el del 74. Ni para las fases finales de la Eurocopa del 72 y del 76. Kubala era animoso, los jugadores le querían, creaba buen ambiente en la selección, ganaba muchos partidos, pero fallaba en las instancias decisivas. Se dijo de él que «ganaba batallas, pero no guerras».

Pero esta vez lo logró, por fin. Para clasificarnos hubo que salir primero adelante en un grupo con Rumanía y Yugoslavia. ¡Otra vez Yugoslavia, la que nos había dejado sin ir a Alemania! Empezamos ganándoles en casa con apuros (1-0), luego fuimos a Rumanía y perdimos (1-0 también) en un campo pequeño y en partido con cierto carácter de encerrona. Después Rumanía ganó en Yugoslavia (0-2). Luego, ganamos a Rumanía en Madrid (2-0). Rumanía y España estaban empatadas a puntos, pero ellos tenían que recibir a Yugoslavia y nosotros al revés: visitarla. Era para tener miedo. Pero, sorpresa, Yugoslavia ganó en Rumanía ¡4-6! Eso nos colocaba relativamente bien ante nuestro último partido, la visita a Yugoslavia. Nos clasificábamos ganando, empatando o incluso perdiendo por un gol. Yugoslavia se clasificaba si ganaba por dos o más goles.

Fue un partido durísimo y dramático. En Yugoslavia se calentaron las vísperas por la presencia de Rubén Cano, argentino de nacimiento, pero oriundo español, en nuestras filas. Yugoslavia discutía que pudiera jugar. En un ambiente caldeadísimo en el Estadio del Estrella Roja, al que llamaban «el Pequeño Maracaná», Pirri fue lesionado al poco de comenzar el partido por una entrada alevosa de Kustudic. Le reemplazará Olmo, que estuvo imponente. Yugoslavia apretó mucho, estrelló dos tiros en los palos y sacó grandes paradas de Miguel Ángel, que había empezado a entrar en la selección no mucho antes como relevo del mítico Iríbar. España lo pasa mal hasta el 70’, cuando Juanito le mete un pase profundo a Cardeñosa, que llega hasta los fotógrafos, centra atrás y Rubén Cano, pegándole medio con la tibia, marca uno de los goles más célebres del fútbol español. 0-1. Quedan veinte minutos y harían falta tres goles yugoslavos para eliminarnos. Kubala cambia a Juanito por Dani en el 76’. Cuando el madridista se retira, hace un gesto al público con el pulgar hacia abajo y la respuesta es un botellazo en la cabeza que le deja inconsciente. Sale en camilla. Pero ya no habrá más goles y España vuelve al Mundial, del que falta desde 1966. La jornada ha sido épica.

El sorteo nos coloca en el grupo con Austria, Brasil y Suecia. No es un buen grupo. Hay que salir al menos segundos. Brasil es una potencia, siempre lo fue. Austria está en una buena época, con jugadores muy notables, particularmente el centrocampista Prohaska y el delantero Krankl, que el curso siguiente jugaría en el Barça. Suecia está en su acostumbrado nivel mediano tirando a bueno, del que rara vez se ha apartado, por arriba o por abajo.

La lista de Kubala fue discutida, como todas, sobre todo por la presencia de Guzmán, del Rayo Vallecano, mediocampista de gran trabajo pero escaso juego. Sorprendió que quedara fuera Chechu Rojo, el gran extremo del Athletic. Camacho, excelente lateral del Madrid, no pudo ir por lesión. La lista quedó así:

Porteros; Miguel Ángel (Madrid), Arconada (Real Sociedad) y Urruti (Español).

Defensas: De la Cruz (Barça), Marcelino (Atlético), Migueli (Barça), Olmo (Barça), Biosca (Betis), Uría (Sporting) y San José (Madrid).

Medios: Guzmán (Rayo Vallecano), Pirri (Madrid), Cardeñosa (Betis), Asensi (Barça) y Leal (Atlético).

Delanteros: Juanito (Madrid), Dani (Athletic), Quini (Sporting), Santillana (Madrid), Rubén Cano (Atlético), Rexach (Barça) y Marañón (Español).

Hubo partidos de preparación con buen tono en los que se ganó a Italia, Noruega y México y se empató con Uruguay, en el Centenario de Montevideo. Eso alimentó cierta esperanza. Pero en cuanto llegamos a Argentina llegaron noticias inquietantes: el lugar de concentración, una finca llamada La Martona, era una calamidad. Se trataba de una mansión campestre, a treinta kilómetros de Buenos Aires, rodeada de la nada. Había once habitaciones dobles (para los veintidós jugadores) y cinco individuales, para seleccionador, ayudante, médico, masajista y utilero. Solo diez cuartos de baño, y fuera de las habitaciones. No había calefacción y el frío era constante. Los jugadores dormían con el chándal puesto y colocaban sobre la cama toda la ropa de abrigo que tenían. Cerraban las rendijas de las ventanas con lo que podían, porque si no por ellas entraban continuos cuchillos de aire frío. La comida fue espaguetis y carne, carne y espaguetis. El chico de la cocina no sabía hacer otra cosa. Cuando recibían visitas de familiares, les pedían que trajeran fruta o verdura.

Cómo se pudo escoger un sitio tan malo fue un misterio. Se trataba de un espacio quizá agradable para el verano, un lugar para celebrar fiestas gaucheras y montar a caballo por los alrededores, pero en invierno era inhabitable. Y extremadamente aburrido. A los jugadores les produjo el ánimo lúgubre de una prisión. Vivían además protegidos por 300 militares, lo que contribuía a esa sensación. No podían hacer nada, sino sentarse en el comedor a charlar y darse calor. Los más animosos hicieron amistad con los soldados y se iban a cazar patos con metralleta, furtivamente. Tampoco había campo de fútbol para entrenar allí. Había que coger el autobús y recorrer cuatro kilómetros hasta un modestísimo campo, que pertenecía al SMATA, Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor. Un campo mal cuidado, generalmente con el suelo helado.

Salir de allí para los partidos era una liberación, pero ni por esas. El primer partido fue el 3 de junio, en el José Amalfitani de Buenos Aires, campo del Vélez Sarsfield.

Kubala sale con: Miguel Ángel; Marcelino, Migueli, Pirri (capitán), De la Cruz; San José, Asensi, Cardeñosa (Leal, 46’); Dani, Rubén Cano y Rexach (Quini, 60’). Esa alineación ya refleja muchas dudas, porque al dar la numeración fija para todo el campeonato, Kubala había dado dorsales del 1 al 11 a un grupo con seis jugadores distintos a los que salen ese primer día.

El partido se pierde. Marca Schachner en el 10’, empata Dani en el 21’, remacha Krankl en el 77’. Hemos jugado mal. La foto del partido es un paradón fabuloso de Miguel Ángel. Cunde el pesimismo. Hay mal humor.

Al menos, el segundo partido es en Mar del Plata, así que por tres días se podrá abandonar La Martona, dichosa Martona. Entre partido y partido solo se habló de eso. Ahora el contrario es Brasil, que cuenta entre los favoritos, como en cada Mundial, pero ha empatado el primer partido, 1-1 con Suecia, si bien le han quitado un gol en circunstancias extraordinarias.

Kubala hace cambios. Elimina cinco del primer día, entre ellos el ataque completo, Dani-Rubén Cano-Rexach. España juega con estos: Miguel Ángel; Marcelino, Migueli (Biosca, 51’), Olmo, Uría (Guzmán, 79’); San José, Cardeñosa, Leal, Asensi (capitán); Juanito y Santillana. El campo está muy blando, con el césped mal asentado. El partido es malo. A Brasil el campo le va muy mal, España juega con muchas precauciones. Pero llegamos a tener la victoria muy a mano, en una jugada que marcará a Cardeñosa, inteligente y menudo jugador, para los restos. Fue un centro de Uría desde la derecha, al área, pasado, hacia la zona del callejón del diez. Leão salió quizá con demasiado riesgo, midió mal, y Santillana le ganó con uno de sus prodigiosos saltos y dejó el balón muerto a pies de Cardeñosa, solo, y con la portería vacía. Pero Cardeñosa no quiso rematar de primera, sino que controló para asegurar, el suelo engrudoso le hizo tardar una décima de más en el control y cuando remató por fin, el líbero Amaral se había colocado bajo los palos. Cardeñosa tiró justamente hacia donde él estaba, como atraído por una fuerza fatal. Amaral despejó. Era el 77’, España se había salvado de un balón al palo, Miguel Ángel había hecho una parada enorme, Dirceu había fallado una ocasión clara, había pasado lo peor. Ese gol hubiera podido darnos el partido, Cardeñosa sería un héroe, protagonista nada menos que de una victoria ante Brasil. Pero se le escapó y su nombre quedó marcado por eso. «Eres más malo que Cardeñosa», o «Fallas más que Cardeñosa», fueron frases utilizadas durante muchos años.

Y no, no era malo. Era muy bueno. Pequeño, muy delgado, con una excelente zurda y gran inteligencia. Empezó en el Valladolid, pasó al Betis, donde estaba, y llegó a existir acuerdo con el Barcelona, pero el Betis se echó para atrás cuando cantidades enormes de socios enviaron sus carnés al club con aviso de baja si se le vendía.

En fin, 0-0 final y Cardeñosa en el imaginario doloroso de la selección. «Si hubiera marcado ese gol no sería tan famoso», comenta a veces con ironía. Pero no estoy seguro. Marcar ese gol quizá le hubiera reportado también gran notoriedad.

Y a nosotros un punto más, que nos hubiera valido. Porque mientras, Austria ha ganado a Suecia (1-0) y ante la última jornada (Brasil-Austria y España-Suecia), la cosa está así: Austria, cuatro puntos, Brasil, dos, España y Suecia, uno. Necesitamos ganar a Suecia, y que Brasil pierda con Austria. O que empate y luego echar cuentas con el goal-average.

Es el 11 de junio cuando regresamos al José Amalfitani, con la remota esperanza de que pase todo lo que nos conviene. Kubala repite casi íntegramente la alineación del segundo partido, que le ha convencido: Miguel Ángel; Marcelino, Biosca, Olmo (Pirri, 46’), Uría; San José, Cardeñosa, Leal, Asensi (capitán); Juanito y Santillana. Esta vez sí, ganamos, 1-0, gol de Asensi en el 78’. Pero no nos vale. Brasil ha ganado, también 1-0, a Austria, con gol de Roberto Dinamita, que más adelante fichará por el Barça. Tenemos tres puntos, Brasil cuatro, Austria cuatro. Somos terceros, nos volvemos.