En Suecia aparece Pelé

Si el de Suiza fue el primer Mundial en el que todo resultó convincente y sólido, Suecia fue la consolidación. El propio congreso de Zúrich, en 1954, había designado Suecia como sede para 1958. De nuevo se ignoraba a América, pero esta vez no lo tomaron tan mal. Se iban acostumbrando, se conoce. Además se deslizó la promesa de que la próxima vez, sí. Que la próxima vez se iría a América. Suecia, como antes Suiza, no había sufrido en la guerra, estaba en mejores condiciones que muchos otros países, todavía en reconstrucción.

Suecia, como anfitrión, y Alemania Federal, campeona, estaban clasificadas de oficio. Se trataba de buscar otras catorce. Se reservaban esas plazas para nueve europeos, cuatro americanos y un asiático. En la práctica fueron diez europeos (doce en total, contando los dos clasificados de oficio) porque en el grupo afroasiático hubo deserción general, para no jugar contra Israel, y esta acabó eliminándose con uno de los caídos en los grupos europeos, País de Gales, que ganó el sorteo para jugar esta repesca. Y Gales batió a Israel, convirtiéndose en el europeo número doce. (A los eliminados en América, entre los que estaba Uruguay, no se les metió en este sorteo. Solo a los europeos. Cosas…).

En la fase clasificatoria se incluyeron veintisiete europeos, distribuidos en nueve grupos de siete. Por primera vez se apuntó la URSS, y con ella el resto de su bloque casi al completo. Al 54 solo se había apuntado Hungría, que ya debía de andar en devaneos y acabó siendo reintegrada a la ortodoxia comunista, con los tanques por delante, a finales de 1956. También Yugoslavia, sí, país comunista, sí, pero al que Tito mantuvo alejado de la órbita de Moscú y adscrito durante la guerra fría al movimiento de los no alineados, con Egipto y la India.

De Sudamérica se apuntaron esta vez ocho países, todos menos Venezuela y Ecuador. Se apuntó por fin Argentina, ausente desde Italia-34, y cuya participación merece un capítulo aparte. Se clasificó, como Brasil y Paraguay. El grupo de Centro y Norteamérica (CONCACAF), dio un representante, México, tras pasar una criba en la que cayeron otras cinco.

Se jugó en doce ciudades distintas, más que nunca hasta la fecha: Solna (en la práctica, un arrabal de Estocolmo, fue allí donde se jugó la final), Halmstad, Helsingborg, Malmö, Norrköping, Eskilstuna, Boraas, Örebro, Sandviken, Uddevalla, Västeräs y Göteborg. El balón, de marca Sydsvenka, llevó el nombre de Gunnar Gren, una estrella del fútbol sueco, triunfador en el Milan de aquellos años.

El campeonato se disputó entre el 8 de junio y el 29 del mismo mes, por un sistema que pareció ser ya la superación de los debates anteriores. Una primera fase de cuatro grupos de cuatro equipos, en la que jugaban todos contra todos, descartado ya el experimento de Suiza, en el que los cabezas de serie no jugaban entre sí. Los primeros y segundos de grupo pasaban a cuartos de final, y ya se seguía por el sistema de eliminación directa hasta designar dos finalistas.

Hubo veintidós árbitros, solo dos de ellos americanos: el uruguayo Codesal y el argentino Brozzi. Por España acudió Juan Gardeazábal, que también lo hizo en 1962 y 1966. Estuvo seleccionado para el de 1970, pero poco antes sufrió un cáncer que le costó la vida. Para muchos, entre los que me cuento, fue el gran árbitro de la historia de España.

Partidos de este Mundial se ofrecieron por televisión a 63 países, si bien no siempre en directo. No había satélite. Buena parte de Europa estaba conectada a la red de Eurovisión, pero a otros países se trasladaron los partidos en magneto y fueron ofrecidos en diferido. Respecto a la radio, treinta y tres compañías de veinticuatro países pagaron por los derechos de transmisión. El día de la final, la compañía Panamericam, de Brasil, empleó seis horas y media de línea, para rodear el partido de un previo y de comentarios posteriores y vestuarios. El total de espectadores fue de 868 363, con récord en el Brasil-URSS, en el que hubo incluso más que en la final: 50 928. La final, Brasil-Suecia, tuvo 49 737. La lluvia dejó en casa a tres mil, pues todas las entradas estaban colocadas.

Los enviados especiales votaron el mejor equipo posible del torneo, que resultó ser este: Gregg (Irlanda del Norte); Bergmark (Suecia), Bellini (Brasil), Nilton Santos (Brasil); Blanchflower (Irlanda del Norte), Didí (Brasil); Garrincha (Brasil), Fontaine (Francia), Kopa (Francia), Pelé (Brasil) y Skoglund (Suecia). El equipo fuerza un poco la posición de Didí, que en Brasil jugó de interior derecho. El máximo goleador fue el francés Just Fontaine, con trece goles. Aún mantiene ese récord. Los treinta y cinco partidos dieron 126 goles, un promedio de 3,60, sensiblemente inferior al de Suiza (5,38).

Y es que los entrenadores empezaban a hacer ajustes…

Algunos equipos empezaron a abandonar la WM. Brasil, el campeón, jugó ya en este campeonato un mixto entre un 4-2-4 y un 4-3-3, con el medio defensivo convertido en la práctica en defensa, Zito y Didí en el medio con apoyo frecuente de Zagalo, el extremo izquierdo, que se retrasaba. Arriba, Garrincha, Vavá y Pelé. Todavía, no obstante, se recitaban las alineaciones en 1-3-2-5, aunque no respondieran ya estrictamente a la colocación en el campo.

Se jugaron 35 partidos, con 868 363 espectadores, 24 800 de media por encuentro.