Gol de Zarra y cuartos al final

España regresó a la Copa del Mundo en 1950. Aislada de la comunidad internacional, la FIFA era al menos un espacio en el que podíamos movernos. Y aun en ese ámbito futbolístico no era fácil tener amigos. En esos años de la posguerra España apenas jugó partidos, nadie tenía tratos con nosotros. Portugal, Irlanda… Y poco más.

Así que se vio la Copa del Mundo como una oportunidad, y se trabajó bien. Una gira del San Lorenzo de Almagro por aquí a finales del 46 y comienzos del 47, más una derrota, la primera de la historia, ante Portugal, nos hizo ver que nuestro fútbol estaba atrasado. Seguíamos jugando de una forma como ya no se jugaba en ninguna parte. La fórmula de la WM (3-2-2-3), inventada por Chapman en el Arsenal en 1925, había viajado por todas partes, pero se había parado a las puertas de España. Y, ni corta ni perezosa, la Federación Española, que presidía el aguileño Muñoz Calero, impuso por decreto que a partir de la 48-49 aquí se adoptara esa fórmula. Y el seleccionador nacional, Guillermo Eizaguirre (célebre portero del Sevilla en la preguerra, notable por sus espectaculares jerséis y continua sombra de Zamora) nombró entrenador del equipo nacional a Benito Díaz, un pequeño y astuto guipuzcoano que había trabajado con la WM en Burdeos, donde pasó la guerra. Y la había traído ya a España, a través de la Real Sociedad. Al final de esa temporada 48-49 se jugaron dos amistosos, con sendas victorias espectaculares: 1-4 en Dublín y 1-5 en París. Gran comienzo de ciclo.

La clasificación se disputaba por zonas geográficas, así que de nuevo nos tocó eliminarnos, a ida y vuelta, con Portugal. No se contaban los goles, sino las victorias. Si cada uno ganaba un partido, o se empataban los dos, habría que recurrir a un desempate. El primer partido se jugó en casa, en Chamartín, el 2 de abril, ante 80 000 espectadores, estadio repleto, con Franco en el palco. Fue una tarde jubilosa, coronada con victoria final por 5-1.

La vuelta fue siete días más tarde, en el Estadio Nacional de Lisboa. España pasó sus apuros: empezó marcando por medio de Zarra. Luego llegó a ir perdiendo por 2-1 e incluso Portugal dispuso de un penalti que falló, pero finalmente Gaínza, en el 85’, hizo el 2-2. España estaba clasificada.

La preparación se hizo bien. Como entonces la Liga terminaba antes que la Copa y los jugadores de los equipos que caían en ella quedaban inactivos, se organizó un viaje a México de una especie de Selección B, limitada a aquellos que habían sido eliminados antes de las semifinales. Eso le dio su gran ocasión al joven meta barcelonista Ramallets. Había comenzado esa temporada, la 49-50, como un desconocido. Pudo jugar los últimos partidos de Liga por una lesión ocular del titular, Velasco. Como el Barça cayó, sorprendentemente, en octavos ante el Racing de Santander (todavía en Segunda, aunque con el ascenso logrado) Guillermo Eizaguirre contó con él para esta minigira. Y cumplió.

Terminada la Copa, el seleccionador concentra treinta hombres en El Escorial. La preparación se completó con dos amistosos en Madrid, uno en Chamartín y otro en el Metropolitano, ambos contra el Hungaria, aquel equipo de exiliados del Este de Europa que entrenaba Daucik y en el que deslumbraba Kubala. (Ambos se acabarían quedando aquí, en el Barcelona). El primer partido, el 9 de junio, lo perdió España, por 1-2, lo que creó una oleada de pesimismo. El segundo, el 14, lo ganó (6-3), aunque en un partido que tuvo cierta informalidad por el alto número de cambios.

Al final de ese partido, y en el mismo vestuario, Eizaguirre da la lista definitiva de veintidós, en la que están duplicadas todas las posiciones excepto una, el extremo izquierda. El valencianista Seguí se queda en casa; a cambio, España llevará tres porteros, una precaución que no todo el mundo tomaba. La lista fue esta:

Porteros: Eizaguirre (Valencia), Acuña (Depor) y Ramallets (Barça).

Defensas: Gabriel Alonso (Celta), Asensi (Valencia), Antúnez (Sevilla), Parra (Espanyol), Gonzalvo II (Barça) y Lesmes II (Valladolid).

Medios: Gonzalvo III (Barça), Silva (Atlético), Puchades (Valencia) y Nando (Athletic).

Delanteros: Basora (Barça), Juncosa (Atlético), Igoa (Valencia), Rosendo Hernández (Espanyol), Zarra (Athletic), César (Barça), Panizo (Athletic), Molowny (Madrid) y Gaínza (Athletic).

La expedición voló el 17 de junio, repartida en dos aviones. Por la mañana salieron los directivos, el seleccionador y los jugadores Gonzalvo II y Eizaguirre. Por la tarde, el resto de jugadores. Todos con uniforme consistente en chaqueta azul, pantalón gris, zapato negro, camisa blanca y corbata azul. El valencianista Puchades cargó en el avión un montón de paellas enlatadas. Una vez me contó que ni un día del año podía dejar de comer paella, porque si lo hacía se le descomponía la tripa. Se las hacía enlatar, y según él, estaban buenísimas. El vuelo hizo escalas en Lisboa, Dakar y Recife, hasta rendir viaje en Río. Y de ahí a Curitiba, donde tocaba debutar, el día 25, ante Estados Unidos.

El sorteo nos enfrentaba a Estados Unidos, Chile e Inglaterra. Desde el principio se pensó que el problema era Inglaterra. Problema grave, casi pensábamos que de imposible solución. Ganar a los otros dos, quedar bien ante Inglaterra… Esa era un poco la idea. Sólo pasaba el campeón del grupo, que después jugaría una segunda y última fase, también una liguilla entre los campeones de grupo, que daría al campeón.

España, 3 - Estados Unidos, 1

Para el primer partido, Guillermo Eizaguirre, en consenso con Benito Díaz, dispone este equipo: Eizaguirre; Alonso, Antúnez, Gonzalvo II; Gonzalvo III, Puchades; Basora, Rosendo Hernández, Zarra, Igoa y Gaínza (capitán).

Estados Unidos nos es desconocido. En el 17’ se adelanta, por medio de Souza, y luego nos complica el partido, replegándose, desplegándose, replegándose, desplegándose… Corren mucho, son altos, fuertes, atléticos. Inferiores técnicamente a nosotros, pero se rebaten cada vez que pierden la posición y llegan donde hace falta. España sufre, pero poco a poco, según se acerca el final del partido, va haciendo pesar cada vez más su superioridad. Por fin, en el 80’, el popular locutor de Radio Nacional Matías Prats canta el 1-1, gol de Igoa. Todavía no se ha apagado el eco de sus gritos cuando los renueva, con otro gol, este de Basora, en el 82’. Y en el 85’, Zarra. 3-1. En cinco minutos España ha ganado el partido, con un marcador convincente. Pero a diez del final estábamos sufriendo. Mientras, Inglaterra ha ganado a Chile por 2-0.

España, 2 - Chile, 0

Segundo partido, día 29. Ahora nos toca en Maracaná, el fabuloso coliseo que se adelanta a su época. Enfrente, Chile, que se juega el todo por el todo. Con una segunda derrota estará fuera. Guillermo Eizaguirre hace algunos retoques. Entra Parra como central, por Antúnez; Rosendo Hernández se cae de la delantera, pasando Igoa a interior derecho para dar entrada a Panizo en el otro lado, entre Zarra y Gaínza. Y, más sorprendente, cambia al portero, el para entonces intocable Ignacio Eizaguirre.

Claro, que se había dado una situación curiosa, que ha recordado un poco lo ocurrido ahora en el Madrid con Casillas. Eizaguirre había sido el portero de la Selección desde el 45, sin casi ausencias, y titular en el gran Valencia de la época. Pero en la 49-50, a las pocas jornadas de Liga, perdió el puesto en el Valencia. Jacinto Quincoces prefirió a Pérez. De modo que Eizaguirre (todavía no había cumplido los 30 años) perdió actividad. Aun así, siguió contando para la selección. Pero al tiempo emergía de golpe el joven Ramallets, que tuvo su oportunidad en el Barça por lesión de Velasco. Y Ramallets convencía en cada entrenamiento. Tenía todavía muy pocos partidos internacionales, pero convenció al dúo Guillermo Eizaguirre-Benito Díaz.

Con todo, la alineación ante Chile quedó así: Ramallets; Alonso, Parra, Gonzalvo II; Gonzalvo III, Puchades; Basora, Igoa, Zarra, Panizo y Gaínza (capitán).

Buen partido de Ramallets, buen partido de todos, buen partido en general. España dio una imagen muy solvente ante Chile, cuyo delantero centro, Robledo, era temido porque jugaba en el Newcastle. En el 17’ Basora hace el 1-0, en el 35’, Zarra hace el 2-0. España consiguió otros dos goles, anulados. Gustó todo lo que hizo España, línea por línea.

El mismo día se produjo una bomba tremenda. ¡Estados Unidos ganó a Inglaterra 1-0! ¿No eran tan buenos los ingleses como habíamos pensado? ¿O solo fue un descuido y nos harían pagar los platos rotos en la tercera jornada?

España, 1 - Inglaterra, 0

Tercer partido, 2 de julio, de nuevo en Maracaná. La expectación en España es enorme. Las dos victorias han producido un subidón, a lo que se une la intrigante derrota de Inglaterra ante los norteamericanos.

Matías Prats cuenta en directo el partido, por Radio Nacional. Es ya una figura popular, por su clara dicción y la precisión de sus comentarios. Situaba muy bien la zona del terreno de juego en que discurría la acción. Por su voz conocemos que España repite, hombre por hombre, la alineación que salió ante Chile: Ramallets; Alonso, Parra, Gonzalvo II; Gonzalvo III, Puchades, Basora, Igoa, Zarra, Panizo y Gaínza (capitán).

Basta el empate para clasificarse, pero ya se sabe que salir a empatar es perder. España juega con ambición, también los ingleses, enrabietados por su derrota previa. Todo funciona por las dos partes. El joven Ramallets no da ninguna apariencia de inseguridad, sino lo contrario. Se le ve ágil, firme, brillante. Al descanso se llega con empate a cero.

Sólo van tres minutos de la reanudación cuando Alonso corta un avance de Finney, avanza por su lado, pasa el medio campo y cruza un centro largo, oblicuo, hacia el área; por el segundo palo aparece Gaínza, que baja el balón de cabeza para la llegada de Zarra, que alcanza el balón un instante antes de que Williams lo atrape en su atrevida salida: ¡Gooooooooool!

«¡Gooooooooooooool», grita Matías Prats. «Goooooooooooooool de Farra…!» Matías Prats, cordobés, no pronunciaba el sonido «zeta» y lo disimulaba con la «efe». Me lo contó muchos años más tarde. Nadie lo notó nunca, ni siquiera ese día que gritó el gol más célebre del fútbol español hasta la fecha, y que aún lo sería por muchos años. Pocos estaban en el secreto.

Luego, cargas inglesas, serenidad española, contraataques, idas y venidas y un gran Ramallets, «el Gato con Alas», «El Gato de Río». De ambas formas fue apodado a partir de aquello. Esa tarde le consagró. Ya sería el portero de España para la década completa de los cincuenta. El partido acaba así, 1-0.

España está orgullosa. Ha pasado con tres victorias en tres partidos, seis goles marcados y uno solo encajado. Ha provocado la eliminación de Inglaterra. Pasa a la liguilla final, junto a Brasil, Uruguay y Suecia. ¡Nuestro fútbol está entre los grandes! En el pospartido, Muñoz Calero, presidente de la Federación, cometerá un exceso por el que sería reprendido oficialmente. Le entrevistó Matías Prats, y al final le preguntó si quería enviarle un mensaje «al Caudillo, que nos estará escuchando, sin duda».

—¡Por supuesto! ¡Excelencia, hemos vencido a la pérfida Albión!

Aquello provocó una protesta diplomática.

España, 2 - Uruguay, 2

Es, insistamos, una liguilla final. No hay semifinales y final, ni final de vencidos. Una liguilla final con tres jornadas. Primera: Brasil-Suecia y España-Uruguay; segunda, Brasil-España y Uruguay-Suecia; tercera, España-Suecia y Brasil-Uruguay.

El España-Uruguay se juega el 9 de julio, en el Pacaembú, de São Paulo. Uruguay llega descansada, porque su grupo, el Grupo 4, había quedado reducido, por distintas retiradas, a solo dos equipos: la propia Uruguay y Bolivia. Cómodo para Uruguay, que lo ganó 8-0. España repite el equipo de Chile e Inglaterra, con la inclusión del madridista Molowny por Panizo. Queda así. Ramallets; Alonso, Parra, Gonzalvo II; Gonzalvo III, Puchades; Basora, Igoa, Zarra, Molowny y Gaínza (capitán).

Buena primera parte, en la que Ghiggia adelanta a Uruguay en el 27’. 0-1. Pero la reacción de España es estupenda, favorecida por una excesiva prudencia de Uruguay. En el 39’ Basora, extremo goleador, hace el 1-1. En el 41’, otra vez gol de Basora, 2-1, en buena jugada de Molowny. Al descanso vamos por delante.

En la segunda mitad, el partido, bien jugado, va dejando sus ocasiones a uno y otro lado. Para nuestra desgracia, el gol que entra es el de Uruguay, en un tiro lejano, pero bien colocado, de Obdulio Varela, el gran capitán de los americanos. Es el 72’ y, por una vez, Ramallets ha podido hacer más. A los uruguayos parece hacerles felices el empate; a los españoles, no. Apretamos, pero no puede ser. Los uruguayos se abrazan por el empate. Con el tiempo, Puchades me confesó su extrañeza por ello:

—Habíamos empatado, estábamos iguales, pero ellos se abrazaban y nosotros nos íbamos fastidiados. Es la diferencia de empatar tú a que te empaten a ti…

Brasil, 6 - España, 1

Ahora llega la prueba más difícil: Brasil. En la primera jornada han demolido a Suecia, 7-1, en gran tarde de Ademir. Antes de eso han pasado el grupo con victoria sobre México (4-0), empate con Suiza (2-2) y victoria sobre Yugoslavia (2-0). España aún le da vueltas al empate contra Uruguay cuando el día 13 salta a Maracaná, a jugarse el todo por el todo ante los anfitriones y favoritos. Se vuelve al equipo de Chile e Inglaterra. O lo que es lo mismo, vuelve Panizo, por Molowny, al que el partido de Uruguay se le hizo largo. En definitiva, el equipo es este: Ramallets; Alonso, Parra, Gonzalvo II; Gonzalvo III, Puchades; Basora, Igoa, Zarra, Panizo y Gaínza (capitán).

Y es una masacre que empieza con un gol en propia meta de Parra en el 15’. 1-0. Es demasiado pronto. Maracaná se incendia, España recula, los medios Bauer y Danilo se hacen con el control del partido. Los goles van cayendo inexorablemente: Jair, 2-0 en el 21’. Chico, 3-0 en el 29’; Chico, 4-0 en el 55’; Jair, 5-0 en el 57’; Zizinho, 6-0 en el 61’. Al menos, Igoa descuenta y hace el 6-1 en el 70’. Con la racha de tres goles tan seguidos en la segunda parte, en España, donde de nuevo el partido fue seguido en directo a través de la voz de Matías Prats, se había temido que nos marcaran diez. El equipo se ha hundido, Ramallets mismo ha flojeado en dos goles, ha sido una debacle en toda regla. Nada que alegar.

El mismo día, Uruguay gana con apuros a Suecia, 3-2. Así que en la última jornada Brasil y Uruguay se jugarán las plazas una y dos. España y Suecia, las plazas tres y cuatro. A Brasil le basta el empate para ser primera; a España también le basta el empate para ser tercera…

Suecia, 3 - España, 1

Día 16 de julio, vuelta al Pacaembú, para jugar contra Suecia. Pero ya no es el equipo emergente y ganador lo que sale, sino un grupo desilusionado, que aspiró a tanto que ya la tercera plaza no ilusiona. La goleada ha hecho que el grupo perdiera la fe. El seleccionador refresca el equipo, en parte para dar paz a algunos desilusionados, en parte para permitir a más hombres tener una experiencia mundialista. Salen del grupo Ramallets, los Gonzalvo e Igoa. Juegan estos. Eizaguirre; Asensi, Parra, Alonso; Silva, Puchades; Basora, Rosendo Hernández, Zarra (capitán), Panizo y Juncosa.

Suecia muestra más energía, más ilusión y se nota. Al descanso llega ganando ya por dos a cero, goles de Sundqvist y Mellberg; en el 79’, Palmer marca el tercero. Zarra marca en el 82’, dejando lo que iba camino de la goleada en una derrota dura.

Escuece. Acabamos cuartos. Tres victorias, un empate y dos derrotas, por este orden. El gran efecto de la primera liguilla se ha ido esfumando en la segunda. El grupo vuelve desilusionado, pero la perspectiva irá agrandando aquella participación. Experiencias posteriores nos hicieron valorar aquello. Hubo Mundiales para los que ni nos clasificamos (empezando por los dos siguientes) y nunca más se alcanzó el nivel de semifinales hasta 2010, cuando volvimos con el título. La distancia fue engrandeciendo aquel cuarto puesto en Brasil.