Se llama de nuevo a OSCAR WILDE. EDWARD CARSON continúa interrogándolo.
CARSON: ¿Creo que ayer me dijo que era amigo íntimo de Taylor?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Y ha seguido manteniendo esa íntima amistad con él hasta el momento presente?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Fue él quién concertó la cita entre usted y Wood en relación con las cartas?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿En la casa de él?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿En el 13 de Little College Street?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Cuánto hacía que conocía a Taylor en esa fecha?
WILDE: Desde principios de octubre del año anterior.
CARSON: ¿Solía ir él a su casa?
WILDE: Sí. Oh, sí, ha estado allí.
CARSON: ¿Y en sus habitaciones?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Y en el Savoy?
WILDE: Sí.
CARSON: Y usted ya me ha dicho que solía ir a menudo a su casa, ¿verdad?
WILDE: Sí, había estado unas siete u ocho veces. Se fue de esa casa, creo, en abril de 1893.
CARSON: ¿Agosto de 1893?
WILDE: ¿Fue en agosto?
CARSON: Sí. WILDE: Sí.
CARSON: ¿Iba usted a tomar el té allí?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Por la tarde?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Tenía una casa o sólo la parte de arriba de la casa?
WILDE: Era la parte de arriba de la casa.
CARSON: ¿Sabe qué alquiler pagaba?
WILDE: No tengo ni la más remota idea. No creo que fuera muy alto.
CARSON: ¿Sabe de cuánto espacio disponía?
WILDE: Creo que de dos pisos. Era una casa de tres plantas. Él ocupaba la parte de arriba: primero y segundo piso de la casa.
CARSON: ¿Disponía, creo, de cocina, salón, cuarto de baño y cocina?
WILDE: Sí, eso creo, sí.
CARSON: ¿No tenía criados?
WILDE: Que yo sepa no.
CARSON: ¿Quiere decir que no lo sabe?
WILDE: No, sé que no tenía servicio. Él mismo abría la puerta; pero tengo entendido que tenía alguien que se encargaba de la casa, aunque no tengo constancia de ello.
CARSON: ¿Solía cocinar él mismo?
WILDE: Eso no lo sé. Nunca comí con él.
CARSON: ¿Quiere decir que no sabe que Taylor cocinaba él mismo?
WILDE: No; y si lo hacía, no me parecería nada malo. Me parece algo bastante inteligente. Me lo ha preguntado como si yo conociera el hecho. Le digo que no lo sé, pero nunca lo vi cocinar, señor.
CARSON: No he insinuado que sea nada malo.
WILDE: No, cocinar es un arte. (RISAS).
CARSON: ¿Otro arte?
WILDE: Otro arte.
CARSON: ¿Siempre le abría la puerta él mismo?
WILDE: Oh, no. Había algunos amigos suyos. Cualquiera bajaba corriendo cuando llamaban a la puerta.
CARSON: ¿Era él o alguno de sus amigos quien abría la puerta?
WILDE: Sí.
CARSON: Y sus habitaciones, ¿le llamaron la atención en algún sentido?
WILDE: Aparte de que eran de mejor gusto de lo que es habitual, no vi nada de particular.
CARSON: ¿Era un mobiliario refinado para ser la parte de arriba de una casa?
WILDE: No he dicho que el mobiliario fuera refinado. He dicho que era una sala amueblada con buen gusto.
CARSON: ¿Era refinado… lujoso?
WILDE: No, he dicho que era de buen gusto.
CARSON: ¿Qué?
WILDE: No, no creo que hubiera nada considerado como lujoso.
CARSON: ¿No le pareció lujoso el mobiliario de la parte superior de College Street?
WILDE. Sí, había un piano, algunas fotografías y algunas lámparas.
Me parecieron unas habitaciones bastante hermosas.
CARSON: ¿Nunca dejaba entrar la luz del sol?
WILDE: No sé a qué se refiere.
CARSON: ¿Estaba siempre iluminado con velas o luz de gas?
WILDE: No.
CARSON: ¿Qué?
WILDE: No.
CARSON: ¿Alguna vez vio las habitaciones con otra iluminación que no fueran velas o luz de gas, ya fuera de día o de noche?
WILDE: Desde luego.
CARSON: ¿Ah, sí?
WILDE: (No contesta).
CARSON: ¿Alguna vez vio las cortinas descorridas de esas habitaciones estando en la sala de estar?
WILDE: Cuando iba a ver al señor Taylor era invierno, generalmente las cinco, la hora del té, por lo que como es natural siempre estaba encendida la iluminación de gas; pero siempre tuve la impresión… aunque nunca lo pensé… pero tengo la impresión, desde luego, de haber estado a una hora más temprana del día y de que entraba la luz del día.
CARSON: ¿Y ahora está dispuesto a decir que alguna vez vio las cortinas descorridas?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿De verdad?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿No tiene ninguna duda?
WILDE: No.
CARSON: Entonces, ¿no sería cierto que siempre tenía unas cortinas dobles corridas, y que día y noche las habitaciones estaban iluminadas con velas o luz de gas?
WILDE: Oh, yo diría que es falso.
CARSON: ¿Qué?
WILDE: Yo diría que es falso. En este momento no lo recuerdo.
CARSON: ¿Recuerda algún momento concreto en que viera entrar en la habitación la luz del día?
WILDE: ¿Se refiere, claro, a un momento en que fuera de día?
CARSON: Sí.
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Lo recuerda?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Quién estaba presente?
WILDE: El señor Taylor.
CARSON: ¿Nadie más?
WILDE: No creo que hubiera nadie más.
CARSON: ¿Qué?
WILDE: No sé… No, no creo que hubiera nadie más.
CARSON: ¿Qué ocasión fue ésa?
WILDE: Fue, creo, en el mes de marzo, un día en que fui a verle a eso de las doce del mediodía.
CARSON: ¿Estaba levantado?
WILDE: Sí, estaba levantado.
CARSON: ¿No había nadie más?
WILDE: No había nadie más.
CARSON: ¿Ésa es la ocasión que le viene a la memoria?
WILDE: La verdad es que no sabría decirle. Nunca se me había ocurrido plantearme esa pregunta. Había ido a tomar el té repetidamente a las cinco, en invierno, cuando naturalmente las cortinas estaban corridas.
CARSON: ¿Cómo?
WILDE: En invierno, a las cinco, cuando las cortinas naturalmente estarían corridas, pero tengo la impresión de que fui a verle en el mes de marzo a las doce del mediodía, y que las cortinas estaban descorridas.
CARSON: ¿Las habitaciones estaban fuertemente perfumadas?
WILDE: No sé a qué se refiere… ¿cómo de perfumadas? Él solía quemar perfume en sus habitaciones… un perfume encantador.[175]
CARSON: Esas habitaciones de College Street, ¿estaban siempre fuertemente perfumadas?
WILDE: No, yo no diría siempre.
CARSON: ¿Le viene a la memoria alguna ocasión en que no fuera así?
WILDE: No lo sé. Él tenía la costumbre de quemar perfume, al igual que hago yo en mis habitaciones.
CARSON: ¿Al igual que hace usted en sus habitaciones?
WILDE: Al igual que hago yo en las mías. Es una costumbre deliciosa.
CARSON: Ahora dígame una cosa: ¿vio a Wood tomando el té allí?
WILDE: No, nunca.
CARSON: ¿Qué?
WILDE: Sólo la vez que me lo encontré allí, pero en ninguna otra ocasión.
CARSON: ¿En ninguna otra ocasión?
WILDE: No.
CARSON: ¿Vio allí a Mavor?[176]
WILDE: Sí.
CARSON: ¿A Sydney Mavor?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Era amigo suyo?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Qué edad tenía?
WILDE: Creo que veinticinco o veintiséis años.
CARSON: ¿Tantos?
WILDE: Eso creo.
CARSON: ¿Sigue siendo amigo suyo?
WILDE: No lo he visto desde… bueno, hará un año, cuando comió conmigo por última vez.
CARSON: ¿Dónde está ahora?
WILDE: No tengo ni la más remota idea.
CARSON: ¿Cuándo tuvo noticias suyas por última vez?
WILDE: Hará un año.
CARSON: ¿Desde entonces no ha tenido relación con él?
WILDE: No creo haberle visto desde entonces.
CARSON: ¿Directa o indirectamente?
WILDE: ¿Si he sabido algo de él?
CARSON: Si ha sabido algo o le ha mandado algún recado.
WILDE: ¿Un recado? Oh, sí. No había tenido ninguna noticia de él. Le pedí al señor Taylor que fuera a verle el domingo.
CARSON: ¿El domingo pasado?
WILDE: El domingo pasado, sí. Que fuera a casa de la madre del señor Mavor para ver al señor Mavor y le dijera que deseaba verle.
CARSON: ¿Dónde fue eso? ¿Dónde estaba él, entonces?
WILDE: ¿El señor Mavor?
CARSON: Sí.
WILDE: Estaba fuera; eso fue lo que me dijeron. Me está preguntando por lo que me dijeron otras personas.
CARSON: ¿Mandó a alguien a verle el domingo pasado?
WILDE: Sí.
CARSON: Y esta persona, ¿fue a su casa?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Sabe adónde ha ido el señor Mavor?
WILDE: No tengo ni idea.
CARSON: No se lo dijeron.
WILDE: No, no me lo dijeron, no.
CARSON: ¿Le dijeron que había desaparecido la semana anterior?
WILDE: No, me contaron que su madre había dicho que estaba fuera y que volvería el lunes.
CARSON: ¿Intentó verle el lunes?
WILDE: Sí, el señor Taylor volvió a ir, creo, el lunes, o le escribió una carta para pedirle que se pasara por sus habitaciones y luego viniera a verme.
CARSON: Bueno, ¿lo ha encontrado desde entonces?
WILDE: ¿Qué quiere decir con si lo he encontrado? No lo estoy buscando.
CARSON: ¿No entiende lo que quiero decir al preguntarle si lo ha encontrado?
WILDE: Protesto ante esa frase. No he visto al señor Mavor desde entonces. No me ha visitado en Tite Street, y deseaba que lo hiciera.
CARSON: ¿Debo entender que en casa del señor Taylor nadie le esperaba cuando iba a tomar el té, aparte de Taylor?
WILDE: Yo diría que todo el mundo esperaba a todo el mundo. Desde luego, no había criados en la habitación.
CARSON: ¿Sabe si el señor Taylor tenía allí un vestido de mujer?
WILDE: Lo ignoro por completo.
CARSON: ¿Qué?
WILDE: Lo ignoro por completo.
CARSON: ¿Alguna vez lo ha visto vestido así… disfrazado de mujer?
WILDE: No, nunca… no.
CARSON: ¿Está seguro?
WILDE: Totalmente seguro.
CARSON: ¿Le ha dicho, que tenía en su casa un vestido de mujer?
WILDE: No, nunca me lo ha dicho.
CARSON: ¿Qué?
WILDE: No, nunca me lo ha dicho.
CARSON: ¿Y no ha oído que nadie lo contara?
WILDE: No, nunca.
CARSON: ¿Se comunicaba constantemente con él por telegrama?
WILDE: ¿En qué época?
CARSON: En esa época, 1892 y 1893.
WILDE: No, desde luego que no.
CARSON: ¿Qué?
WILDE: Desde luego que no.
CARSON: ¿Desde luego que no?
WILDE: Desde luego que no.
CARSON: ¿Le envió algunos telegramas?
WILDE: Oh, sí.
CARSON: ¿Qué asuntos concretos tenía con Taylor?
WILDE: ¿A qué se refiere?
CARSON: ¿Tenía algún asunto entre manos con Taylor?
WILDE: ¿Asunto? No.
CARSON: ¿Qué?
WILDE: No.
CARSON: ¿Ninguno en absoluto?
WILDE: Ningún asunto en absoluto. Era amigo mío.
CARSON: ¿Era un hombre de letras?
WILDE: Es un joven de gran gusto e inteligencia, y educado en un colegio privado inglés muy bueno.
CARSON: ¿Era un hombre de letras?
WILDE: No conozco ninguna obra creativa salida de sus manos.
CARSON: No hablo de eso.
WILDE: Entonces, ¿a qué se refiere con lo de hombre de letras?
CARSON: Bueno, ¿hablaba de literatura con él?
WILDE: Él solía escuchar lo que se hablaba del tema. (RISAS).
CARSON: ¿Supongo que también obtenía un «placer intelectual»?
WILDE: Desde luego.
CARSON: ¿Era un artista?
WILDE: No un artista en el sentido de que creara nada. Era una persona muy artística, extremadamente intelectual, e inteligente y agradable. Me caía muy bien.
CARSON: ¿De vez en cuando organizaba cenas para usted?
WILDE: No.
CARSON: ¿Para que conociera a jóvenes?
WILDE: No.
CARSON: ¿Está seguro de eso?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Ha cenado con él acompañado de otros jóvenes?
WILDE: Oh, sí, a menudo.
CARSON: ¿Muy a menudo?
WILDE: ¿A qué le llama usted «muy a menudo»? Supongo que unas diez o doce veces.
CARSON: ¿En los restaurantes de Rupert Street?
WILDE: Sí, y en otros.
CARSON: ¿El Solferino?[177]
WILDE: El Solferino.
CARSON: ¿El Florence?
WILDE: Sí… ésos están en Rupert Street.
CARSON: ¿Siempre en comedores privados?
WILDE: Oh, no, también en el comedor público.
CARSON: ¿Generalmente en comedores privados?
WILDE: Sí, prefiero comer en comedores privados.
CARSON: ¿En Kettner’s?
WILDE: Sí.
CARSON: Tendría la bondad de decirme: ¿le mandó usted este telegrama? (Le es entregado a WILDE).
WILDE: Oh, sí, desde luego.
CARSON: Devuélvamelo, por favor. «Alfred Taylor, Little College Street, 13». Está fechado el 7 de marzo [de 1893], señoría. «Podría pasarse a las seis. Oscar. Savoy».
WILDE: Sí.
CARSON: ¿En esa época se alojaba en el Savoy?
WILDE: Sí, entonces me alojaba en el Savoy, sí.
CARSON: «Taylor, Little College Street, 13, Westminster». ¿Para qué quería que fuera al Savoy?
WILDE: Quería verle porque había recibido una carta anónima en la que se decía que Alfred Wood iba a chantajearme a causa de ciertas cartas que le había robado a lord Alfred Douglas.
CARSON: ¿Lo que nos ha contado antes?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Y entonces fue allí dónde se arregló que le concertaría una cita con Wood?
WILDE: El asunto se discutió allí.
CARSON: Cuando estaba en Goring, ¿también le telegrafió?
WILDE: Eso lo he olvidado.
CARSON: Aquí lo tengo: «Goring. Taylor, Little College Street, 13, Westminster. 21 de agosto de 1893. No puedo ir a cenar mañana. Lo siento mucho. Oscar».
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Quién era Fred?
WILDE: ¿Fred?
CARSON: Sí.
WILDE: Fred era un joven que me fue presentado por el caballero cuyo nombre le entregué ayer escrito en un trozo de papel.
CARSON: ¿Cuál era su apellido?
WILDE: Atkins.[178]
CARSON: Eran ustedes muy íntimos, ¿verdad?
WILDE: ¿Qué quiere decir con la palabra «íntimos»? Me caía bien, sí, me veía con él.
CARSON: ¿No me dijo ayer que generalmente no llamaba a la gente por su nombre de pila abreviado?
WILDE: Oh, no, siempre lo hago, si me caen bien.
CARSON: ¿Es una señal especial de aprecio?
WILDE: No, si una persona me desagrada la llamo de otra manera.
CARSON: ¿Tuvo algún problema con Fred?
WILDE: Nunca, sólo que he visto su nombre en…
CARSON: ¿Era amigo de Taylor?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Y solían encontrarse en esas reuniones de té?
WILDE: No, nunca lo vi en casa de Taylor.
CARSON: ¿Nunca lo vio en casa de Taylor?
WILDE: No.
CARSON: ¿He entendido que ha dicho que él era amigo de Taylor?
WILDE: Sí, sé que se conocían, pero no recuerdo habérmelo encontrado en ninguna de esas reuniones de té.
CARSON: ¿Se llamaban por su nombre de pila?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Y Fred lo llamaba a usted por su nombre de pila?
WILDE: Oh, sí.
CARSON: La fecha es el 10 de marzo de 1893. «Alfred Taylor, Little College Street, 13, Westminster. He de ver a Tree a las cinco así que no vayas al Savoy Hazme saber enseguida lo de Fred. Oscar».
WILDE: Sí, ¿puedo verlo?
CARSON: Sí, desde luego.
JUEZ: ¿Está dirigido a Taylor?
CARSON: A Taylor, señoría.
CLARKE: ¿Ahora vuelve a marzo?
CARSON: Sí. (El telegrama le es entregado a WILDE).
WILDE: Sí, no recuerdo lo que quería saber de Fred Atkins. No recuerdo lo que quería saber de él; esto es de 1893, creo.
CARSON: ¿Sabía que Taylor estaba siendo vigilado por la policía?
WILDE: ¿Si lo sabía?
CARSON: Sí.
WILDE: No.
CARSON: ¿Alguna vez lo oyó decir?
WILDE: Nunca.
CARSON: ¿En sus habitaciones?
WILDE: Nunca.
CARSON: ¿Sabía que posteriormente Taylor y Wood fueron arrestados en una redada que se hizo en una casa de Fitzroy Square?[179]
WILDE: ¿Se refiere a este año?
CARSON: No Taylor y Wood, sino Taylor y Parker.[180]
WILDE: Sí, este año, sí.
CARSON: De hecho, el año pasado: 1894.
WILDE: Sí, el año pasado, agosto de 1894.
CARSON: ¿Conocía usted a Parker?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Solía ver a Parker en las habitaciones de Taylor?
WILDE: No creo haberlo visto nunca en las habitaciones de Taylor, no.
CARSON: ¿Alguna vez vio a Parker en Chapel Street? Taylor se mudó al número 3 de Chapel Street cuando se fue de Little College Street.
WILDE: Sí, le he visto allí, sí.
CARSON: ¿Vio a Parker allí?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Parker vivía allí?
WILDE: Eso no lo sé.
CARSON: ¿Cómo?
WILDE: Que no lo sé… no en la época en que yo iba a ver a Alfred Taylor.
JUEZ: ¿Cuándo dice que vio a Parker en Chapel Street?
WILDE: Le he visto en Chapel Street, sí, he ido a ver a Alfred Taylor y he visto a Parker allí.
CARSON: ¿No era conocido Taylor por presentar jovencitos a hombres mayores?
WILDE: No, nunca en mi vida he oído eso. A mí me ha presentado a jóvenes.
CARSON: Espere un momento. ¿A cuántos jóvenes le presentó?
WILDE: No puede pedirme que lo recuerde.
CARSON: ¿Más o menos?
WILDE: ¿Se refiere a personas mencionadas en los cargos?
CARSON: No, a jóvenes con los que luego tuviera una amistad íntima.
WILDE: Yo diría que seis… siete… ocho.
CARSON. ¿Seis, siete u ocho?
WILDE: Sí, conozco jóvenes constantemente.
CARSON: No, no, con los que acabara teniendo una íntima amistad.
CLARKE: ¿Quiere decir con los que tuviera amistad?
WILDE: Con los que tuviera amistad, creo que la expresión es mejor.
Con los que acabara teniendo amistad, creo que unos cinco.
CARSON: ¿Y llamaba a esos hombres por su nombre de pila?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Tal era el grado de intimidad?
WILDE: Sí.
CARSON: Todos esos jóvenes, ¿rondaban los veinte años de edad?
WILDE: Yo diría que veinte o veintidós, no sabría realmente… Oh, jóvenes, sí, me gusta la compañía de los jóvenes. Me encanta.
CARSON: ¿Alguno de ellos tenía empleo?
WILDE: La verdad es que no lo sé. Todo lo que puedo decirle es que, si me pregunta en relación con las personas que menciona, le diré lo que sepa.
CARSON: ¿Le dio dinero a cada uno de ellos? ¿O a cuántos?
WILDE: Sí, a los cinco, sí, les di… Sí, yo diría que a los cinco, sí.
CARSON: ¿A los cinco?
WILDE: Diría que les di dinero y regalos.
CARSON: ¿Le dieron ellos algo a usted?
WILDE: ¿A mí? ¡No!
CARSON: Ahora, entre estos cinco, ¿era Charles Parker uno de los que le presentó?
WILDE: Sí.
CARSON: Entonces, ¿puedo deducir que Charles Parker era uno de los que tenían amistad con usted?
WILDE: Oh, sí.
CARSON: ¿Era un ayuda de cámara desempleado?
WILDE: No sé nada de eso.
CARSON: ¿Qué?
WILDE: No sé nada de eso.
CARSON: ¿Nunca lo oyó mencionar?
WILDE: Nunca lo oí mencionar, y tampoco me habría importado. Me importa un bledo la posición social de las personas.
CARSON: Aun cuando fuera un ayuda de cámara sin empleo, ¿se haría amigo suyo?
WILDE: Me haría amigo de cualquier ser humano que me cayera bien y con el que decidiera tener amistad.
CARSON: ¿Qué edad tenía Parker?
WILDE: No llevo ningún censo.
CARSON: No le pido que lleve un censo.
WILDE: No sé qué edad tenía.
CARSON: ¿Qué edad tenía aproximadamente?
WILDE: Yo diría que unos veinte años; era joven. Ése era uno de sus atractivos, el atractivo de la juventud.
CARSON: Tenía diecisiete.
WILDE (un tanto irascible): No puede hacerme una pregunta sobre algo que ignoro por completo. No sé su edad, quizá tenía dieciséis o quizá cuarenta y cinco, a mí no me pregunte. Creo que tendría unos veinte. Si quiere interrogarme sobre la cuestión de si tenía diecisiete años, nunca le pregunté la edad. Es bastante vulgar ir preguntándole la edad a la gente. (RISAS).
CARSON: ¿Era un hombre de letras?
WILDE: Oh, no.
CARSON: ¿Era un artista?
WILDE: No.
CARSON: ¿Era una persona cultivada?
WILDE: La cultura no era su punto fuerte. (RISAS).
CARSON: ¿Alguna vez le preguntó a ese hombre, con quien tenía tanta amistad, cuál era su anterior ocupación?
WILDE: Nunca le pregunto a la gente por su pasado. (RISAS).
CARSON: ¿Ni por su futuro?
WILDE: Ah, eso es tan problemático…
CARSON: ¿Dónde está ahora… Parker?
WILDE: No tengo ni la más remota idea.
CARSON: ¿Qué?
WILDE: No tengo ni la más remota idea.
CARSON: ¿Lo ha perdido de vista?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Cuánto dinero le dio a Parker?
WILDE: Oh, diría que en total, desde que lo conocí, le habré dado 4 o 5 libras.
CARSON: ¿4 o 5 libras?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Por qué?
WILDE: Porque era pobre, porque no tenía dinero y porque me caía bien. ¿Hay mejor razón que ésa para darle dinero a alguien?
CARSON: ¿Dónde conoció a Parker?
WILDE: Le conocí en el Restaurante Kettner’s.
CARSON: ¿Con quién iba?
WILDE: Con Alfred Taylor.
CARSON: ¿Había alguien con él?
WILDE: Sí, su hermano.
CARSON: ¿Cómo se llamaba?
WILDE: He olvidado su nombre.
CARSON: ¿Se hizo amigo de su hermano?
WILDE: Oh, fueron mis invitados a la mesa.
CARSON: ¿Qué?
WILDE: Fueron mis invitados a la mesa. Siempre me muestro amistoso con mis invitados.
CARSON: ¿Sus invitados?
WILDE: Mis invitados, sí.
CARSON: ¿En la primera ocasión que los veía?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Nunca había visto en su vida a Charles ni a William Parker y de inmediato fueron sus invitados en Kettner’s?
WILDE: Sí, era el cumpleaños del señor Alfred Taylor. Le pedí que viniera a comer y le dije: «Tráete a los amigos que quieras». Trajo a esos dos jóvenes.[181]
CARSON: ¿Sabía que uno de ellos era ayuda de cámara y el otro un mozo de cuadras?
WILDE: Ni lo sabía ni me hubiera importado.
CARSON: ¿Ni le hubiera importado?
WILDE: No, me importa un bledo la posición social; si me caen bien, me caen bien. Lo contrario es esnob y vulgar.
CARSON: ¿Y qué placer le proporcionaba, señor Wilde, comer y charlar con criados y cocheros?
WILDE: El placer de estar con gente joven, llena de vida, feliz, despreocupada y divertida.[182]
CARSON: Sí, pero…
WILDE (de manera enfática): No me gusta la gente juiciosa ni los viejos. No me gustan.
CARSON: ¿Nunca había visto antes a esos dos jóvenes?
WILDE: Exacto. Le dije al señor Alfred Taylor, era su cumpleaños… le dije: «Te invito a cenar en Kettner’s. Tráete a quien quieras».
CARSON: ¿Taylor aceptó su invitación y trajo a un criado y un mozo de cuadras?
WILDE: No sé si eran un criado y un mozo de cuadras. Ni me hubiera importado que lo fueran. Es usted quien los describe así, no yo.
CARSON: Quiero saber qué eran.
WILDE: Sí, ya le he dicho que no conocía sus ocupaciones, que vi que eran dos personas agradables…
CARSON: ¿No es ésa la clase de personas que eran?
WILDE: ¿Era ésa la clase?
CARSON: Sí, ¿podría formarse una opinión?
WILDE: No, pensé… Me sorprende oír su descripción de ellos porque sus modales no me parecieron los de esa clase de personas. Me parecieron muy simpáticos y agradables. Me dijeron que su padre vivía en Datchet[183] y que tenía dinero… no era exactamente rico, pero disponía de cierta fortuna, y uno de ellos, Charles Parker, dijo que su sueño era actuar en el teatro.
CARSON: ¿Usted lo llamaba «Charlie»?
WILDE: Oh, sí, desde luego.
CARSON: ¿La primera noche?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿La cena fue buena?
WILDE: Ahora no me acuerdo del menú.
CARSON: Sí, pero supongo que sería una cena cara…
WILDE: Bueno, Kettner’s no tiene unos precios tan astronómicos como otros restaurantes. Los precios son justos.
CARSON: ¿Tomaron lo mejor de Kettner’s?
WILDE: Oh, sí, siempre. (RISAS).
CARSON: ¿Siempre?
WILDE: Siempre, desde luego… Lo mejor de Kettner’s.
CARSON: ¿Y el mejor vino?
WILDE: El mejor vino de Kettner’s, sí.
CARSON: ¿Todo para un criado y un mozo de cuadras?
WILDE: No, para el señor Alfred Taylor, que celebraba su cumpleaños, que era amigo mío, y que había traído a sus amigos.
CARSON: ¿Había alguien más?
WILDE: ¡Oh, no! No, no.
CARSON: O sea, ¿que les hizo los honores a un criado y a un mozo de cuadras en un comedor privado?
WILDE: ¿Le ruego me disculpe?
CARSON: ¿Les hizo los honores en un comedor privado?
WILDE: No, digo que invité al señor Taylor y a sus dos amigos.
CARSON: ¿En un comedor privado?
WILDE: Desde luego en un comedor privado.
CARSON: ¿Podría especificar la fecha?
WILDE: Yo diría que fue en marzo, a principios de marzo de 1893.
CARSON: Muy bien, ¿marzo de 1893?
WILDE: Eso creo.
CARSON: ¿Les proporcionó un «placer intelectual»?
WILDE: Parecieron profundamente impresionados. (RISAS).
CARSON: Veamos, durante la cena, ¿estableció una amistad más íntima con Charlie que con el otro?
WILDE: Me cayó mejor que el otro, sí.
CARSON: ¿Y le llamó a usted Oscar?
WILDE: Oh, sí, le dije que lo hiciera. Me gusta que me llamen «Oscar» o «señor Wilde».
CARSON: ¿Le hizo sentirse cómodo enseguida?
WILDE: Enseguida.
CARSON: ¿Les invitó a mucho champán?
WILDE: Tomaron todo el que quisieron.
CARSON: ¿Todo el que pudieron beber?
WILDE: Oh, puede averiguarlo en Kettner’s; no fue una cantidad de bebida premeditada.
CARSON: ¿Le dio todo lo que pudo beber… a ese ayuda de cámara desempleado?
WILDE: Si lo que quiere dar a entender es que los obligué a beber, desde luego que no. Se les sirvió, como a cualquiera que cena conmigo, una cantidad apropiada de vino.
CARSON: ¿No les escatimó la cantidad de vino que bebieron?
WILDE (indignado): ¿Qué caballero escatimaría a sus invitados? (RISAS).
CARSON: ¿Qué caballero le escatimaría a su ayuda de cámara?[184]
WILDE: A sus invitados, señor, protesto enérgicamente ante esa descripción.
CARSON: ¿Dijo usted después de la cena, volviéndose hacia Charlie y en presencia de William, su hermano, «Este muchacho es para mí»?
WILDE: Desde luego que no.
CARSON: «¿Quieres venir conmigo?».
WILDE: No.
CARSON: ¿Algo parecido?
WILDE: No.
CARSON: ¿Adónde fue después de cenar?
WILDE: Volví al Hotel Savoy.
CARSON: ¿Le llevó con usted?
WILDE: No.
CARSON: ¿Está seguro?
WILDE: Totalmente seguro.
CARSON: Y, ahora, pregunto: ¿no le llevó al Hotel Savoy?
WILDE: No.
CARSON: ¿En aquella época se alojaba en el Savoy?
WILDE: Oh, sí, en aquella época me alojaba en el Savoy.
CARSON: ¿Su casa de Tite Street estaba cerrada?
WILDE: Sí, por aquel entonces mi esposa estaba en Italia.
CARSON: ¿Su esposa estaba fuera por aquel entonces?
WILDE: Sí, estaba en Italia.
CARSON: ¿Tengo entendido que en esa época disponía de una sala y un dormitorio?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿En el Savoy?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Números 343 y 346?
WILDE: No tengo memoria para los números.
CARSON: Ahora debo preguntarle: aquella noche, en el Savoy, ¿le sirvió a Charlie Parker dos whiskies con soda?
WILDE: No, no fue conmigo al Savoy.
CARSON: ¿Ni tampoco fue después?
WILDE: No.
CARSON: ¿Ni le sirvió dos botellines de champán helado?
WILDE: Le digo que no estuvo en el Savoy.
CARSON: ¿Aquella noche tomó usted whisky con soda y champán helado?
WILDE: No tengo el más mínimo recuerdo de… No debería hacerme esta pregunta.
CARSON: ¿Era una de sus bebidas favoritas, el champán helado?
WILDE: ¿Es una de mis bebidas favoritas?
CARSON: Sí.
WILDE: Sí, totalmente en contra de las órdenes de mi médico. (RISAS).
CARSON: No me interesan las órdenes de su médico.
WILDE: A mí sí. Está más sabroso cuando se desobedecen las órdenes del médico. (MÁS RISAS).
CARSON: Le pregunto: en aquella ocasión, ¿durmió Charlie Parker varias horas con usted?
WILDE: Desde luego que no.
CARSON: ¿Se metió en la cama con usted?
WILDE: Desde luego que no.
CARSON: ¿Le dio algo aquella primera noche?
WILDE: Nada en absoluto.
CARSON. ¿Ni en Kettner’s?
WILDE: No, nada.
CARSON: He dicho en Kettner’s.
WILDE: No, nada.
CARSON: ¿Le dio dinero?
WILDE: No le di dinero.
CARSON: ¿No le dio 2 libras?
WILDE: No.
CARSON: ¿Fue a cenar con usted en el Savoy a la noche siguiente?
WILDE: No.
CARSON: ¿Y la semana siguiente?
WILDE: No.
CARSON: ¿Nunca?
WILDE: No.
CARSON: ¿Quiere decir que Parker nunca fue al Savoy?
WILDE: Nunca vino al Savoy.
CARSON: Por tanto, si nunca estuvo allí, ¿debo entender que nunca cenó con usted allí?[185]
WILDE: No, nunca.
CARSON: ¿Cuándo volvió a verle?
WILDE: Creo que comió conmigo una semana después en Kettner’s, en compañía del señor Taylor.
CARSON: ¿Nadie más?
WILDE: No creo que hubiera nadie más.
CARSON: ¿Y supongo que volvieron a tomar «lo mejor de Kettner’s»?
WILDE: No recuerdo el menú de ese día.
CARSON: ¿Le dio dinero en esa ocasión?
WILDE: No.
CARSON: ¿Cuándo le dio dinero por primera vez?
WILDE: En el mes de diciembre de 1893.
CARSON: ¿Quién organizó esa segunda cena?
WILDE: Yo.
CARSON: ¿Le escribió a Parker para pedirle que viniera?
WILDE: Sí, para que él y su hermano vinieran a cenar.
CARSON: ¿Estaba presente su hermano en la segunda cena?
WILDE: No, su hermano… su familia estaba fuera de la ciudad.
CARSON: ¿Le preguntó a Taylor quiénes eran esos jóvenes?
WILDE: ¿Quiere decir que si hice preguntas acerca de ellos? No, me bastaba con que fueran amigos suyos.
CLARKE: ¿En lo referente a sus ocupaciones?
CARSON: En lo referente a sus ocupaciones, sí. (A WILDE). ¿No se lo preguntó a Taylor y él no se lo dijo?
WILDE: Me dijo, o mejor dicho me lo dijo el propio Parker, que su mayor sueño era trabajar en el teatro. (Muy altivo). Cuál era la ambición del otro, eso no lo sé.
CARSON: ¿Le dijo Taylor dónde los había conocido?
WILDE: No, no me dijo dónde los había conocido.
CARSON: ¿Le dijo que los había conocido en el Restaurante St. James’s?[186]
WILDE: No, no me lo dijo.
CARSON: Ahora bien, ¿tengo entendido que desde octubre de 1893 hasta abril de 1894, según me ha dicho, se alojó en el 10 de St. James’s Place?
WILDE: No me alojaba allí, no.
CARSON: Pero ¿tenía alquiladas unas habitaciones?
WILDE: Tenía unas habitaciones, sí.
CARSON: ¿A veces dormía allí?
WILDE: Sí. Oh, sí.
CARSON: ¿Estaba cerrada su casa de Tite Street en aquella época?
WILDE: Oh, no, yo vivía en Tite Street.
CARSON: ¿Sus habitaciones estaban en la planta baja?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Cerca de la puerta del vestíbulo?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Había una sala cuando entrabas?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Se entraba directamente, y había un dormitorio que comunicaba con la sala?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Había dos puertas de entrada en la casa?
WILDE: Hay dos casas.
CARSON: ¿El 10 y el 11?
WILDE: El 10 y el 11, sí, claro, comunican. Hay dos casas.
CARSON: ¿Le pidió a Taylor que le dijera a Charlie Parker que fuera a verle allí?
WILDE: ¿Se lo pedí?
CARSON: Sí.
WILDE: Mi impresión es que el señor Taylor me escribió y me dijo que Charles Parker estaba en la ciudad y que le gustaría verme.
CARSON: ¿Tiene esa carta?
WILDE: No tengo esa carta, no. Ésa es mi impresión, que le escribí a Alfred Taylor y le dije que le comunicara a Charlie Parker que podía venir a tomar el té cuando se le antojara.
CARSON: ¿Que viniera a tomar el té?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿El de la tarde? ¿Se refiere al té de la tarde?
WILDE: Sí, el té de la tarde, desde luego.
CARSON: ¿Y Parker fue?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿A tomar el té?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Con qué frecuencia?
WILDE: Oh, yo diría que cinco o seis veces.
CARSON: ¿Qué estaba haciendo allí?
WILDE: Nada. ¿Qué estaba haciendo dónde?
CARSON: ¿En St. James’s Place?
WILDE: ¿Que qué estaba haciendo?
CARSON: Sí.
WILDE: Visitándome.
CARSON: ¿Visitándole?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Iba él solo?
WILDE: A veces venía con el señor Taylor, a veces solo. Me gustaba su compañía.
CARSON: Muy bien, veamos. ¿Le hizo algún regalo?
WILDE: Le regalé… He olvidado lo que le regalé… Le hice un regalo de Navidad.
CARSON: ¿Le regaló una cadena?
WILDE: ¿Una cadena? No.
CARSON: ¿Un anillo cadena?
WILDE: No.
CARSON: Un anillo cadena de oro, ya sabe a qué tipo de anillo me refiero.
WILDE: No, no creo que ése fuera mi regalo de Navidad. Estoy seguro de que no.
CARSON: ¿Le regaló una pitillera?
WILDE: Sí, le regalé una pitillera. Ése fue mi regalo de Navidad.
CARSON: ¿Le dio dinero?
WILDE: Sí, le di 3 libras… 4.
CARSON: ¿3 o 4 libras?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Esa cantidad se repartió en diversas visitas?
WILDE: Oh, no, no; él iba mal de dinero y me pidió si se lo podía dar. Y se lo di.
CARSON: ¿Se lo dio?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Se lo dio todo de una vez?
WILDE: Sí, de una vez.
CARSON: ¿Qué?
WILDE: Todo de una vez.
CARSON: ¿Estuvo él alguna vez en su dormitorio?
WILDE: No que yo recuerde.
CARSON: ¿Cómo?
WILDE: No que yo recuerde. Mi dormitorio comunicaba con la sala. Si me pregunta si, mientras me ponía el abrigo en mi dormitorio, entró, diría que sí. No veo por qué no iba a hacerlo, pero nunca estuvo en mi dormitorio en el sentido que usted quiere dar a entender.
CARSON: ¿Recuerda como un hecho que él estuvo en su dormitorio?
WILDE: No, no recuerdo como un hecho que él estuviera en mi dormitorio. El dormitorio comunicaba con la sala de estar. No veo por qué no debería haberlo hecho. No estoy eludiendo la pregunta.
CARSON: No. ¿Cometieron indecencias?
WILDE: Ninguna.
CARSON: ¿Cuánto tiempo solía quedarse cuando iba a tomar el té?
WILDE: Una hora, creo… sí.
CARSON: ¿Y qué hacía él todo ese tiempo?
WILDE: ¿Me pregunta qué hace un joven cuando viene a tomar el té conmigo? Se toma el té, fuma cigarrillos y se lo pasa bien, espero.
CARSON: ¿De verdad? Lo que me gustaría preguntarle es lo siguiente: ¿qué tenía usted en común con un joven de esa clase?
WILDE: Muy bien, señor Carson, se lo diré. Me encanta estar en compañía de gente mucho más joven que yo. Me gusta la gente que podríamos llamar indolente y despreocupada. No reconozco ningún tipo de distinción social, y para mí la juventud, el mero hecho de ser joven, es algo tan maravilloso que preferiría hablar media hora con un joven a, incluso, ser interrogado ante un tribunal. (RISAS).
CARSON: ¿Debo entender, entonces, que incluso un joven que se encontrara por la calle sería una buena compañía para usted?
WILDE: Oh, hablaría con un árabe callejero si éste se dirigiera a mí, encantado.[187]
CARSON: ¿Y lo llevaría a sus habitaciones?
WILDE: Si me interesara.
CARSON: Durante todo el tiempo que estuvo por allí, desde que le conoció a usted, ¿tuvo Charles Parker algún empleo?
WILDE: Ninguno.
CARSON: ¿Sabía de qué vivía?
WILDE: Me dijo que su padre le pasaba una asignación y se quejó de lo exigua que era. Es una costumbre común a todos los hijos.
CARSON: ¿Recuerda si Parker alquiló uñas habitaciones en el 7 de Camera Square?[188]
WILDE: Recuerdo que vivía allí. No recuerdo que alquilara ninguna habitación. Sé que ésa era su dirección.
CARSON: ¿Eso queda cerca de Tite Street?
WILDE: No sé dónde está.
CARSON: ¿Qué?
WILDE: No sé dónde está. Queda en Chelsea. Es el distrito del sudoeste.
CARSON: ¿Le compró ropa?
WILDE: ¿A Parker? No.
CARSON: ¿Lo llevó a comer a varios restaurantes?
WILDE: Oh, sí, Parker ha comido conmigo.
CARSON: ¿Qué?
WILDE: Parker ha comido conmigo, sí.
CARSON: ¿En cuántos lugares?
WILDE: En el Café Royal.
CARSON: ¿En alguna otra parte?
WILDE: No recuerdo haberlo llevado a comer a ninguna otra parte.
CARSON: ¿Comió con usted en St. James’s Place?
WILDE: Oh sí, ha comido conmigo en St. James’s Place. Entendí que había dicho «lo llevó a comer»… vino a comer conmigo en varias ocasiones.
CARSON: ¿Volvió a cenar con usted en Kettner’s?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿La tercera vez?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Quién había en aquella ocasión?
WILDE: Nadie más.
CARSON: ¿Estuvieron en un comedor privado?
WILDE: No, no fue en un comedor privado.
CARSON: ¿Está usted totalmente seguro?
WILDE: Estoy seguro. Y estoy seguro por una razón concreta.
CARSON: ¿Luego fueron al Pavilion?[189]
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Y luego lo acompañó de vuelta a St. James’s Place?
WILDE: No.
CARSON: ¿Fue a verle a Camera Square?
WILDE: No, nunca he ido a verle.
CARSON: ¿Qué?
WILDE: Que nunca he ido a verle.
CARSON: ¿Por qué?
WILDE: Bueno, nunca tuve interés en ir a verlo. Me interesaba mucho más que viniera a verme a mí. (RISAS). Nunca he ido a ver a Charlie Parker a ninguna parte.
CARSON: ¿Quiere decir que nunca fue a ver a ese hombre con el que tenía una amistad tan íntima?
WILDE: Nunca en mi vida. Hay una gran diferencia entre que venga a tomar el té conmigo y que yo vaya a visitarlo. Ir a verlo podría ser un fastidio.
CARSON: ¿Organizó una cena para él en el Solferino?
WILDE: No creo que nunca haya cenado conmigo en el Solferino.
CARSON: ¿Alguna vez cenó con usted y con Atkins… o sea, Fred?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Y Taylor? ¿Recuerda una cena donde estuvieran presentes todos?
WILDE: No recuerdo muy bien que Parker estuviera, pero es posible.
CARSON: ¿Pero recuerda esa cena en concreto?
WILDE: Desde luego.
CARSON: ¿En el Solferino?
WILDE: Sí, en el Solferino.
CARSON: Eso fue en la primavera del año pasado, ¿verdad? ¿1894?
WILDE: Oh, pensaba que había sido en diciembre de 1893, Pero quizá fuera en enero de 1894.
CARSON: ¿Recuerda que Parker se mudó del 7 de Camera Square al 50 de Park Walk?
WILDE: No, no lo recuerdo.
CARSON: ¿Se acuerda de que vivía en el 50 de Park Walk?
WILDE: No, no sé dónde está el 50 de Park Walk.
CARSON: ¿No quería saber dónde vivía su amigo?
WILDE: Oh, sí, Camera Square, 7. Lo sabía porque le había escrito allí.
CARSON: ¿Después de mudarse?
WILDE: Después de mudarse. Es posible que me dijera que había cambiado de dirección, pero se me fue de la memoria.
CARSON: ¿Se le fue de la memoria?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Le escribió cartas hermosas?
WILDE: No creo haberle escrito ninguna carta hermosa a Charlie Parker. No, desde luego que no.
CARSON: ¿Las cartas de él no eran hermosas?
WILDE: ¿Sus cartas? No.
CARSON: ¿Tiene alguna de las cartas que le envió?
WILDE: Sólo he traído una.
CARSON: ¿Podría dármela, por favor?
WILDE: Creo que hay una.
CARSON. Démela.
CLARKE: La buscaré. (Se entrega la carta).
CARSON: «Camera Square, 7. Jueves. Querido Oscar: ¿Voy a tener el placer de cenar contigo esta noche? Si es así, por favor mándame la respuesta por mensajero o telegrafíame a la dirección indicada. Confío en que te vaya bien. Podemos pasar la velada juntos. Recibe mis saludos y mis disculpas. Atentamente, C. Parker».
WILDE: Sí.
CARSON: ¿No tenía otras cartas suyas?
WILDE: No tenía más cartas suyas.
CLARKE: Después de la manera en que mi docto colega se ha referido a este joven, me gustaría que su señoría echara un vistazo a esta carta y me gustaría que el jurado viera la letra.
CARSON (cortante): Ya nos fijaremos en eso a medida que avance el proceso. El propio Parker comparecerá aquí y el jurado podrá verle. Eso será mejor.
CLARKE: En cualquier caso, verán la letra.
CARSON: Depende de quién escribiera la carta. ¿Tiene más cartas suyas?
WILDE: Su correspondencia no me pareció lo bastante interesante como para conservarla.
CARSON: ¿Tiene más cartas suyas?
WILDE: No, no tengo más. Descubrí ésta por pura causalidad.
CARSON: ¿Cómo es que guardaba ésta?
WILDE: Por pura casualidad. La descubrí por pura casualidad. Naturalmente, me lo pidió mi abogado. No puedo imaginar por qué la guardé.
CARSON: Quiero saber si en marzo o abril del año pasado fue una noche a visitar a Parker al 50 de Park Walk.
WILDE: No.
CARSON: ¿A las doce y media de la noche?
WILDE: No.
CARSON: ¿Sabe dónde está Park Walk?
WILDE: En Chelsea.
CARSON: ¿Está cerca de Tite Street?
WILDE: Oh, no, diría que está bastante lejos.
CARSON: ¿Está a unos diez minutos andando?
WILDE: Yo nunca ando. (RISAS).
CARSON: ¿Cuánto se tarda en coche?
WILDE: No tengo ni idea.
CARSON: ¿Nunca anda?
WILDE: Nunca.
CARSON: Supongo, entonces, que cuando va de visita alquila un coche.
WILDE: Oh, sí, siempre.
CARSON: Por lo general, cuando hace esas visitas, ¿hace que el coche le espere?
WILDE: ¿A qué clase de visitas se refiere?
CARSON: Me refiero a cuando va de visita, a ver a esos amigos suyos.
WILDE: Si fuese a ver a un amigo mío, desde luego dejaría el coche esperando fuera si se tratara de un buen coche. (RISAS).
CARSON: ¿Cuándo fue la última vez que vio a Parker?
WILDE: No creo haberlo visto desde…
CARSON: ¿Qué?
WILDE: No creo haberlo visto desde el pasado febrero.
CARSON: ¿Febrero de este año?
WILDE: No, febrero del año pasado.
CARSON: ¿Febrero de 1894?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Está totalmente seguro de eso?
WILDE: Es lo que recuerdo.
CARSON: ¿Alguna vez lo llevó al Crystal Palace?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Cuándo fue eso?
WILDE: Más o menos por las Navidades de 1893.
CARSON: ¿Fue el día que él comió en St. James’s Place?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿O uno de los días?
WILDE: Sí.
CARSON: Entonces, ¿fueron juntos?
WILDE: Luego fuimos juntos al Crystal Palace.[190]
CARSON: ¿Sabe lo que fue de Parker?
WILDE: ¿De Parker? Creo que se metió en el ejército.[191]
CARSON: ¿Se alistó?
WILDE: Sí, se alistó.
CARSON: ¿Como soldado raso?
WILDE: Sí, como soldado raso.
CARSON: ¿Soldado raso del ejército?
WILDE: Sí.
CARSON: Creo que me ha dicho que no sabía que él y Taylor habían sido arrestados juntos.
WILDE: Perdón, ¿cómo dice?
CARSON: ¿Sabía que él y Taylor habían sido arrestados juntos?
WILDE: Sí, lo leí en los periódicos. Sí, en aquella época yo estaba en Worthing. Lo leí en los periódicos.
CARSON: ¿Cuándo fue eso?
WILDE: Creo que en agosto del año pasado.
CARSON: Exacto, en agosto de 1894. ¿Y leyó que cuando fueron arrestados estaban acompañados de varios hombres vestidos con ropa de mujer?
WILDE: Mi recuerdo de lo que leí en los periódicos es que dos hombres vestidos con ropa de mujer fueron hasta la casa —se dijo que eran cantantes de music hall— y que fueron arrestados delante de la casa, pero si dentro de la casa, en ese concierto o espectáculo, lo que fuera, había alguien vestido de mujer, no lo sé. Es algo que podrá verificar por las crónicas de los periódicos. A mí no me pregunte.
CARSON: ¿Lo llama concierto?
WILDE: Sólo sé lo que leí en los periódicos.
CARSON: ¿Le preguntó a Taylor por lo ocurrido?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿No le pareció que era algo grave que el señor Taylor, su gran amigo, y Charles Parker, otro gran amigo, fueran arrestados en una redada policial en esa casa?
WILDE: Cuando lo leí me quedé muy afectado, pero al parecer el juez lo vio de otra manera, porque desestimó el caso.
CARSON: Fueron acusados de prácticas delictivas, ¿verdad?
WILDE: Ah, no sé cuál fue la acusación exacta. Usted mismo puede verificarlo.
CARSON: ¿Multó el juez a alguno de los que estaban allí?
WILDE: No tengo ni idea.
CLARKE: No por prácticas delictivas.
CARSON: No, claro que no.
CLARKE: Usted lo ha insinuado. Ningún juez podría multar a nadie por eso.
CARSON: ¿Leyó la lista de personas arrestadas?
WILDE: Sí.
CARSON: Walter Gilworth, camarero; Henry Roberts, criado; W. Wright, ayuda de cámara; Arthur Ivens, empleado; George Huckle, mayordomo; H. Browne, estanquero; Thomas Coombes, modisto; Sam Lee, pescadero; J. Preston, corredor de bolsa. ¿Había oído hablar de Preston anteriormente?[192]
WILDE: No.
CARSON: ¿Está seguro?
WILDE: Sí, muy seguro.
CARSON: ¿Alguna vez oyó hablar de Preston en relación con los escándalos de Cleveland Street?[193]
WILDE: No, nunca he oído ese nombre.
CARSON: H. J. Stephens; J. Skinner, sin empleo; Charles Parker, ayuda de cámara; A. Taylor, sin empleo; Charles Smith, mayordomo; J. Durnback, ayuda de cámara; John Hands, empleado; Arthur Marling, desempleado. ¿No era Marley un conocido sodomita?[194]
WILDE: Nunca he oído hablar de él.
CARSON: John Levers, estanquero; Herbert Coulton, frutero.
CLARKE: ¿Cuál es la pregunta que le está formulando?
CARSON: Ahora le pregunto lo siguiente: cuando vio que Taylor era arrestado en compañía de gente tan variopinta, ¿afectó eso a su amistad con Taylor?
WILDE: Cuando lo leí quedé muy impresionado, y le escribí para decírselo. No volví a verle hasta este año.
CARSON: ¿Sí?
WILDE: No, no afectó a mi amistad con él… el hecho de que se presentara una acusación contra él y fuera desestimada… no, no influyó de ninguna manera.
CARSON: Cuando usted le dijo eso, ¿él contestó a su carta?
WILDE: Sí, me contestó.
CARSON: ¿Tiene esa carta?
WILDE: No, no creo que la tenga.
CARSON: ¿Está seguro?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿No tiene esa carta?
WILDE: No.
CARSON: ¿Y creo que me ha dicho que este mismo Taylor comió con usted el martes?
WILDE: ¿Cuándo?
CARSON: El martes pasado.
WILDE: No comió conmigo. Vino a mi casa a las doce.
CLARKE: Está claro que habría interrumpido el interrogatorio si no hubiera tenido la impresión de que mi docto colega estaba leyendo de un periódico que el señor Oscar Wilde podía haber visto, pero no es así. Les he pedido el documento y me han entregado un informe policial. Naturalmente, la cuestión fundamental es qué había en el periódico y qué información le transmitía al señor Oscar Wilde el pasaje del periódico, de manera que voy a pedir que se aporte la crónica periodística, que es lo que se ha sugerido que pudo haber leído el señor Oscar Wilde.
CARSON: La aportaremos y la presentaremos como prueba.
JUEZ: Tanto da cuál fuera la fuente de la información del señor Wilde, la cuestión es si él había tenido de algún modo conocimiento de esos hechos, con vistas a fundamentar la pregunta posterior.
CLARKE: Sí, señoría.
CARSON: Y ahora dígame, señor Wilde, ¿cuándo conoció al señor Freddie Atkins?
WILDE: En octubre de 1892, o creo que a principios de noviembre. Fue en octubre o noviembre de 1892.
CARSON: ¿Qué era?
WILDE: ¿Se refiere a qué se dedicaba?
CARSON: Sí.
WILDE: Me dijo que estaba en algo relacionado con una empresa de corredores de apuestas, empleado en una firma de corredores de apuestas.
CARSON: ¿Corredores de apuestas?
WILDE: Sí, corredores de apuestas.
CARSON: ¿No entró en contacto con él haciendo apuestas o algo parecido?
WILDE: Oh, no, por supuesto que no.
CARSON: ¿Qué edad tenía cuando lo conoció?
WILDE: Diría que unos diecinueve o veinte años, pero no me interrogue acerca de la edad de esas personas. Era un joven, eso es seguro.
CARSON: No quiero saber su edad exacta. ¿Dónde se lo presentaron?
WILDE: En las habitaciones del caballero cuyo nombre me entregó ayer en un trozo de papel.
CARSON: ¿No le vio por primera vez en casa de Alfred Taylor?
WILDE: No.
CARSON: ¿Puede darme la dirección de esas habitaciones?
WILDE: ¿Las habitaciones que he mencionado?
CARSON: Sí.
WILDE: Eran unas habitaciones que daban a Regent Street, creo, en Margaret Street, en la planta baja. Puede que me equivoque con la dirección, pero daban a Regent Street en el lado derecho, subiendo desde ese extremo. Mi impresión es que era Margaret Street.
CARSON: ¿Ha dicho número 12, ha mencionado el número?
JUEZ: No.
WILDE: No he mencionado el número, no.
CARSON: ¿Puede darme el número?
WILDE: No, la verdad es que no recuerdo el número, pero quizá podría averiguarlo.
CARSON: ¿Había alguien más cuando se lo presentaron?
WILDE: Sí, creo que había varias personas en la habitación.
CARSON: ¿Estaba el señor Taylor?
WILDE: No.
CARSON: ¿Está seguro?
WILDE: Sí, muy seguro.
CARSON: ¿Era Taylor amigo de él?
WILDE: ¿De quién?
CARSON: De Atkins.
WILDE: No creo que en aquella época Atkins conociera a Taylor.
CARSON: ¿Usted lo conoció, creo, el 18 de noviembre de 1892?
WILDE: Creo que a principios de noviembre.
CARSON: Veamos, el día que lo conoció, ¿lo invitó a cenar?
WILDE: No, nunca lo invité a cenar.
CARSON: ¿Y a comer?
WILDE: No, lo conocí en una cena, pero no la organizaba yo.
CARSON: ¿Quién la organizaba?
WILDE: La organizaba el caballero cuyo nombre me entregó ayer.
CARSON: ¿Dónde fue?
WILDE: Creo que en Kettner’s.
CARSON: ¿O fue en el Florence?
WILDE: Lo he olvidado. Es posible que fuera en un sitio o en el otro. Fue…
CARSON: ¿Estaba presente Taylor?
WILDE: Sí, creo que estaba.
CARSON: ¿Cuánto tiempo había pasado desde que le había conocido?
WILDE: ¿Desde que había conocido a Fred Atkins?
CARSON: Sí. ¿Fue el mismo día que lo conoció?
WILDE: No, creo que fue dos días después.
CARSON: ¿Eran ésos todos los asistentes: Taylor, el caballero que he mencionado…?
WILDE: Eso creo. La verdad es que lo he olvidado. No recuerdo a los invitados. Es posible que hubiera otras personas.
CARSON: ¿En esa cena se hizo amigo íntimo de Atkins?
WILDE: ¿Le están atribuyendo algún significado especial a la palabra «íntimo»?
CARSON: ¿Se mostró amistoso con él?
WILDE: Oh, sí. Lo consideré una muy buena compañía.
CARSON: ¿Le llamó usted «Freddie»?
WILDE: «Fred».
CARSON: ¿Y cómo le llamó él?
WILDE: «Oscar».
CARSON: ¿En esa época trabajaba para un corredor de apuestas?
WILDE: Sí, pero se disculpó y dijo que desatendía el negocio.
CARSON: ¿Dijo que desatendía su negocio? ¿Ése fue el retrato que hizo de sí mismo?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Le pareció un tipo de persona indolente?
WILDE: ¿Un qué?
CARSON: ¿Un tipo de persona indolente?
WILDE: Indolente…
CARSON: Sí.
WILDE: Oh, sí, me pareció…
CARSON: ¿Una persona indolente que no hacía nada?
WILDE: Sí, con ambiciones de actuar en el music-hall.
CARSON: ¿Lo encontró encantador?
WILDE: Lo encontré muy agradable.
CARSON: ¿Habló de literatura con él?
WILDE: Oh, no se lo habría permitido. (RISAS).
CARSON: ¿No era su fuerte?
WILDE: No, a lo más que había llegado era al arte del music hall. (RISAS).
CARSON: Y en esa cena, ¿le pidió que comiera con usted al día siguiente en el Café Royal?
WILDE: No.
CARSON: ¿Comió con usted al día siguiente en el Café Royal?
WILDE: No.
CARSON: ¿Qué?
WILDE: No.
CARSON: ¿Cuánto tiempo después, entonces?
WILDE: Nunca lo invité a comer en el Café Royal. Un domingo, creo que era, yo estaba comiendo solo; él y el caballero cuyo nombre me entregó comían en otra parte del restaurante, se acercaron y tomamos café y fumamos cigarrillos juntos.
CARSON: ¿Qué edad tenía ese caballero?
WILDE: Creo que en aquella época… yo diría que veinticuatro o veintitrés.
CARSON: ¿Veinticuatro o veintitrés?
WILDE: Sí, eso diría.
CARSON: ¿Se acercaron a su mesa y tomaron café con usted?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿En esa ocasión le sugirió a Fred Atkins que se fuera a París con usted?
WILDE: No.
CARSON: ¿Qué?
WILDE: No.
CARSON: ¿Se lo sugirió más adelante?
WILDE: Creo que me gustaría hacer una declaración sobre este tema.
CARSON: ¿Ah, sí?
WILDE: Me lo pidió ese otro… Sí, se me hace difícil responder a esta pregunta a no ser que me permita explicarlo. Yo no le sugerí a Fred Atkins que me acompañara a París; fue ese caballero cuyo nombre me entregó, que no podía ir.
CARSON: ¿Le dijo que lo llevara a París?
WILDE: No, yo tenía planeado ir a París para ultimar la publicación de un libro mío. El caballero, cuyo nombre usted me ha entregado, me dijo que pensaba ir a París para conseguir algún trabajo en la agencia de Dalziel —se le daban muy bien los idiomas—, y que pensaba ir con Fred Atkins.[195] Sugirió que fuéramos todos juntos. Lo habíamos arreglado para partir el lunes. Pero ese mismo domingo el caballero me informó de que no podría salir hasta el martes o el miércoles. Fred Atkins pareció muy decepcionado porque la estancia en París iba a ser breve, y ese caballero me dijo: «¿Llevarías a Fred, ya que parece decepcionado?». Y yo dije: «Encantado».
CARSON: ¿Y llevó a Fred a París?
WILDE: Sí, vino conmigo.
CARSON: ¿Cuánto hacía en ese momento que lo conocía?
WILDE: Creo que dos semanas.
CARSON: ¿Tengo entendido que fueron juntos a París el 20 de noviembre en el tren Club?
WILDE: En el tren Club, desde luego, sí.[196]
CARSON: ¿Pagó usted su billete?
WILDE: Yo le pagué el billete. Luego me devolvieron el dinero. Yo pagué su billete en el momento.
CARSON: ¿Y dice que luego le devolvieron el dinero?
WILDE: Sí, ese caballero me lo pagó.
CARSON: ¿El otro caballero?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿No se lo pagó Atkins?
WILDE: Dios mío, no, desde luego que no.
CARSON: ¿Le sugirió que podía ir en calidad de secretario suyo?
WILDE: Oh, nunca.
CARSON: ¿Qué?
WILDE: Nunca, nunca. Eso es ridículo. Iba a ver a un editor francés por cuestiones francesas. Sería infantil.[197]
CARSON: Sólo quiero saberlo.
WILDE: No, es infantil que me haga esa pregunta.
CARSON: Entonces, ¿no sugirió que fuera como secretario suyo?
WILDE: Desde luego que no, eso es una grave difamación.
CARSON: ¿No fue en calidad de secretario?
WILDE: No.
CARSON: ¿Iba por asuntos propios?
WILDE: Oh, no.
CARSON: ¿Entonces por placer?
WILDE: ¿Se refiere a si iba por placer?
CARSON: Sí.
WILDE: Oh, no, primero iba a ir con ese caballero… su amigo.
CARSON: Iba tan sólo por placer. Que usted sepa, ¿tenía algún negocio en París?
WILDE: Oh, ninguno en absoluto.
CARSON: Y cuando usted fue a París, ¿lo llevó a las mismas habitaciones en las que usted se alojaba?
WILDE: Sí, se alojó conmigo, desde luego.
CARSON: ¿Dónde estaban esas habitaciones?
WILDE: Boulevard des Capucines, 29. Es un hotel.
CARSON: ¿Reservó dos dormitorios en la tercera planta?[198]
WILDE: Tres o dos.
CARSON: ¿Qué?
WILDE: Ocupé tres habitaciones.
CARSON: ¿Dice que ocupó tres?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Tomó tres al principio?
WILDE: Sí, pedí que reservaran una tercera para el caballero que iba a venir.
CARSON: Y esas tres habitaciones, ¿comunicaban entre sí?
WILDE: Las tres, sí.
CARSON: El día después de su llegada, el 21 de noviembre, ¿le pidió a Atkins que le copiara media página de un manuscrito?[199]
WILDE: Oh, jamás en la vida.
CARSON: ¿Jamás?
WILDE: Jamás.
CARSON: ¿Lo llevó a comer al Café Julien?[200]
WILDE: Sí, claro. Mientras estuvo en París me acompañó prácticamente en todo momento como mi invitado.
CARSON: ¿Le pagó la comida?
WILDE: Desde luego, claro que pagué. Prácticamente desde el principio fue mi invitado; y después fue el invitado de ese caballero. No quería que me pagara la comida.
CARSON: ¿No tenía medios para pagarse lo suyo?
WILDE: Yo diría que no. Desde luego, no la comida que a mí me gusta.
CARSON: Veamos, después de comer, ¿le sugirió que se hiciera rizar el pelo?
WILDE: No, le dije que no le quedaría nada bien. Se lo sugirió él mismo. (RISAS).
CARSON: Entonces, ¿hubo una conversación sobre si tenía que rizarse el pelo?
WILDE: Sí.
CARSON: Y él, ¿qué dijo?
WILDE: Dijo que le gustaría rizarse el pelo. Le dije que me parecía que no le quedaría bien.
CARSON: ¿Usted pensaba que no le quedaría bien?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Ésa era su opinión?
WILDE: Ésa fue la conclusión a la que llegué en ese momento. Y no cambié de opinión.
CARSON: ¿Pensaba que estaría mejor sin rizarse el pelo?
WILDE: Pensé que era una tontería por su parte; no le quedaría bien. Además, creo que tenía razón en la opinión que expresé.
CARSON: ¿Al final se rizó el pelo?
WILDE: Creo que no. Me habría enfadado mucho si lo hubiera hecho. (RISAS). No me acuerdo.
CARSON: ¿Se habría enfadado?
WILDE: Sí, enojado, era una tontería que lo hiciera.
CARSON: ¿Se habría enojado si su invitado se hubiera rizado el pelo?
WILDE: Cuando salía, le dije que era una tontería hacerlo; no le favorecería. Le dije que sería una tontería hacerlo.
CARSON: ¿Se lo rizó?
WILDE: Desde luego, mientras yo estuve en París, no.
CARSON: ¿En Pascal’s, la peluquería que había debajo del Grand Hotel?[201]
WILDE: No, no me acuerdo. Mi impresión es que no. Para mí es una cuestión sin importancia. No entiendo por qué me interroga acerca de ello.
CARSON: ¿Lo llevó a cenar aquella noche?
WILDE: Desde luego.
CARSON: ¿Y tengo entendido que lo invitó a una cena excelente?
WILDE: Siempre lo hago. Cuando invito a cenar, la cena es siempre excelente.
CARSON: ¿Con mucho vino?
WILDE (agitado): Ahí es donde siempre quiere llegar. Quiero que comprenda que cuando un caballero cena conmigo, o un invitado o como quiera llamarlo, no le escatimo el vino. Si me pregunta si intento emborrachar a la gente con vino, le diré que esa insinuación es monstruosa y que no pienso tolerarla. (RISAS).
CARSON: De acuerdo. No lo haré.
WILDE: Ah, pero la ha hecho antes.
CARSON: ¿Ah, sí?
WILDE: Sí.
CARSON: Usted le dio toda la bebida que él quiso. ¿Es lo que puedo deducir?
WILDE: Creo que ya he declarado que a nadie que cene a mi mesa le escatimo el vino. Nunca cedo ante ningún exceso.
CARSON: ¿Luego lo envió al Moulin Rouge? (RISAS).[202]
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Le dio 1 soberano para ir al Moulin Rouge?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Usted se quedó en casa, señor Wilde?
WILDE: No, fui a ver una obra de teatro en francés.
CARSON: Cuando volvió, ¿estaba Atkins en la cama?
WILDE: Creo que no había regresado.
CARSON: Aquella noche, cuando Atkins estaba en la cama, ¿le pidió que le dejara meterse en ella con él?
WILDE: No. No hice nada parecido, ni lo he hecho nunca.
CARSON: ¿Se metió en la cama con él?
WILDE: Nunca.
CARSON: ¿O él con usted?
WILDE: Nunca.
CARSON: Entonces, ¿supongo que si alguien dijera que les vio en la cama sería un error?
WILDE: ¿Un error? Sería una infame mentira. ¿Un error?
CARSON: El otro caballero, cuyo nombre hemos anotado, ¿llegó al cabo de un par de días?
WILDE: Llegó, creo… sí, llegó el miércoles.
CARSON: Debería haberle preguntado esto antes: al día siguiente de su llegada, ¿le regaló usted una pitillera a Fred Atkins?
WILDE: No creo que fuera al día siguiente. Creo que fue el día que nos marchamos de París.
CARSON: ¿Pero le regaló una?
WILDE: Sí, claro. Pensaba que me estaba presionando acerca de la fecha.
CARSON: ¿Es ésta? (Saca una).
WILDE: No lo sé.
CARSON: No tiene nada de particular. ¿Una pitillera de plata?
WILDE: Una pitillera de plata.
CLARKE: No tiene ninguna inscripción que la distinga, señoría.
CARSON: ¿Cuánto tiempo estuvieron juntos en París?
WILDE: Oh, regresamos el sábado.
CARSON: ¿Volvieron juntos?
WILDE: Todos juntos, sí.
CARSON: ¿Los tres?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Puedo preguntarle, señor Wilde, para qué llevó al joven Atkins a París?
WILDE: Primero lo invitó ese caballero, que era un gran amigo mío. Su decepción por no ir el mismo día que yo y perderse dos días que de otro modo hubiera pasado… bueno, él me preguntó: «¿Te importa? Yo le pagaré el billete. ¿Te importa llevarlo contigo?». Me pareció un compañero de viaje muy agradable y alegre. En París no le vi mucho porque yo tenía cosas que hacer. Tenía otros asuntos que atender y otros amigos a los que ver. Cuando llegó el caballero cuyo nombre está anotado, no cené con ninguno de los dos, creo, ni el miércoles, ni el jueves ni el viernes. Cené con mis amigos de París. Solíamos desayunar los tres juntos. No era mi invitado.
CARSON: ¿Ésta es la única explicación que da de haberlo llevado a París?
WILDE: ¿Qué quiere decir con «la única explicación»?
CARSON: ¿Ésta es la única explicación que le da al jurado?
WILDE: Es la razón por la que lo llevé.
CARSON: Sólo quiero saber: ¿tiene algo que añadir a eso?
WILDE: No me hace falta añadir nada, ni dar ninguna explicación.
CARSON: Dígame en pocas palabras: poco después de volver a Londres, ¿le escribió a Atkins para que fuera a verlo a Tite Street?
WILDE: Sí, estuve muy enfermo después de mi vuelta, y sé que le escribí al caballero cuyo nombre se ha mencionado para pedirle que trajera a Fred Atkins. Si le escribí a Fred Atkins personalmente, no lo sé. Es posible. Vino a verme. Estuve enfermo esa semana.
CARSON: ¿Estuvo en cama?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Y él fue a verle?
WILDE: Oh, sí, los dos vinieron.
CARSON: ¿Fue a verlo solo?
WILDE: No, creo que vino con un caballero.
CARSON: ¿Qué?
WILDE: Creo que llegó…
CARSON: ¿Fue a verle solo un día cualquiera en respuesta a su carta?
WILDE: Creo que no vino solo.
CARSON: ¿Está totalmente seguro de eso?
WILDE: Oh, no podría jurarlo. Mi impresión es que vino con un caballero. Creo que los dos vinieron a verme… que vino a verme mientras estaba enfermo en cama.
CARSON: ¿Podría escribirme el nombre del otro caballero que dice estaba con él?
CLARKE: El caballero al que se ha referido.
CARSON: ¿Es el nombre que me escribió?
WILDE: Sí, vino a verme y me pareció muy amable por su parte.
CARSON: ¿De verdad le pareció muy amable por parte de Atkins?
WILDE: Sí, creo que tomarse la molestia de ir a ver a alguien que está enfermo…
CARSON: ¿Aunque lo hubiera llevado a París?
WILDE: Sí, no todo el mundo se muestra agradecido cuando eres amable. No es algo que se dé siempre. Creo que es un detalle. Cuando estoy enfermo y alguien viene a verme, me siento complacido.
CARSON: Cuando fue a verle, ¿le pidió que le devolviera la carta que le había escrito?
WILDE: No, desde luego que no.
CARSON: ¿No ocurrió nada parecido?
WILDE: De ninguna manera.
CARSON: ¿Atkins le devolvió la carta?
WILDE: Nunca. Me pregunto si le escribí. Mi impresión es que le escribí al otro caballero. Pensaba que me estaba interrogando acerca de una carta real que tenía usted en su poder.
CARSON: ¿Le pidió que prometiera que no diría nada de su viaje a París?
WILDE: Por supuesto que no. Le dije que consideraba que era el acontecimiento más importante de su vida… que tenía que tenerlo muy presente.
CARSON: Ya le he preguntado, y creo que me ha dicho que no podía explicarme el significado de lo siguiente: «Hazme saber enseguida lo de Fred»… el telegrama a Taylor. ¿Eso fue después de la visita a París?
WILDE: Oh, eso fue cuatro meses después.
CARSON: ¿No recuerda a qué obedecía el telegrama?
WILDE: Oh, probablemente a si podía venir a cenar, diría.
CARSON: ¿Qué? ¿No le hubiera telegrafiado personalmente? «Hazme saber enseguida lo de Fred». Si hubiera querido que fuera a cenar, ¿no le habría telegrafiado usted mismo?
WILDE: Me parece que no conocía su dirección.
CARSON: Y Taylor, ¿qué tenía que ver con Fred?
WILDE: Bueno, eran amigos.
CARSON: Pero entonces, ¿por qué telegrafió a Taylor para saber de Fred?
WILDE: Porque digo que, en este momento, no recuerdo para qué telegrafié al señor Taylor en relación con Fred Atkins. Sin duda se aludía a Fred Atkins… no recuerdo acerca de qué… si es que quería verlo o que viniera a cenar. No lo sé.
CARSON: ¿Tenía algún negocio con él?
WILDE: No. ¿Negocio? No, claro que no.
CARSON: ¿Dónde vivía Atkins en esa época?
WILDE: No tengo ni la menor idea.
CARSON: ¿No tiene ni la menor idea?
WILDE: No.
CARSON: ¿Sabía dónde vivía cuando lo llevó a París?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Dónde?
WILDE: En algún lugar de Pimlico.
CARSON: ¿Cuál era el nombre de la calle?
WILDE: No lo sé.[203]
CARSON: ¿Quiere decir que no conocía el nombre de la calle?
WILDE: No recuerdo la dirección.
CARSON: ¿De donde vivía el muchacho que iba a llevar a París?
WILDE: No, no recuerdo su dirección.
CARSON: ¿Alguna vez la supo?
WILDE: Si llegué a escribirle —no recuerdo haberle escrito allí, pero usted sugiere que sí—, si llegué a escribirle, no hay duda de que le escribí a esa dirección, la que fuera.
CARSON: ¿Cuál era esa dirección?
WILDE: Ahora no la recuerdo.
CARSON: ¿La sabía entonces?
WILDE: Si le escribí, desde luego, sí, probablemente sabía dónde vivía.
CARSON: ¿En relación con qué le escribió?
WILDE: Usted me ha preguntado si le había escrito para pedirle que viniera a verme cuando estuve enfermo. Le he dicho que no lo recordaba, aunque era posible que lo hubiera hecho, pero que mi impresión era que le había escrito a ese caballero cuyo nombre no se menciona, aunque es muy posible que le escribiera a él. No veo el motivo, pero no recuerdo su dirección.
CARSON: ¿No recuerda su dirección?
WILDE: No.
CARSON: ¿No ha mantenido correspondencia con él hasta el presente año?
WILDE: Le he escrito varias veces, sí.
CARSON: ¿En el presente año?
WILDE: Le mandé entradas para una obra mía.
CARSON: ¿Este año?
WILDE: Sí, en dos ocasiones.
CARSON: ¿Entonces conocía su dirección?
WILDE: Oh, sí, la actual sí la conozco.
CARSON: ¿Cuál es su dirección actual?
WILDE: Osnaburgh Street, 25.[204]
CARSON: ¿Ha estado allí alguna vez?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Cuándo?
WILDE: Creo que fue en febrero de 1894. Sé que fue antes de una enfermedad que él tuvo.[205]
CARSON: ¿Para qué fue?
WILDE: ¿A su casa?
CARSON: Sí. ¿Tenía una casa?
WILDE: No, bueno, a sus habitaciones. Fui porque me invitó a tomar el té con él y fui.
CARSON: ¿A tomar el té?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Quién más estaba presente a la hora del té?
WILDE: Había un caballero cuyo nombre escribiré en un trozo de papel.
CARSON: ¿Había presente un caballero? ¿Puede que conozca su nombre?
WILDE: Sí, un joven. Probablemente sabe a quién me refiero.[206]
CARSON: ¿Qué edad tenía?
WILDE: Unos veinte años, un actor.
CARSON: ¿Fue a tomar el té más de una vez?
WILDE: Sí, creo que fui dos veces.
CARSON: ¿Alguna vez le dio dinero a Atkins?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Cuánto?
WILDE: Le di 3 libras y 15 chelines.
CARSON: ¿Para qué se lo dio?
WILDE: Para comprarle su primera canción en el music hall.
CARSON: ¿Cuándo fue eso?
WILDE: Me contó que los poetas que escriben para el music hall nunca aceptan menos, y le di 3 libras y 15 chelines. (RISAS). Recuerdo la suma exacta y que conocí a uno de los poetas… Tuve el placer de conocer a uno de los poetas.
CARSON: ¿Cuándo fue eso?
WILDE: Fue… creo que fue en febrero o en marzo de 1893.
CLARKE: ¿Febrero o marzo de qué año?
WILDE: De 1894; le ruego me perdone.
CARSON: ¿Solía ir a verle Atkins a St. James’s Place?
WILDE: Vino a verme dos veces, sí.
CARSON: ¿Solo? ¿No le acompañaba nadie?
WILDE: No, creo que las dos veces lo acompañó este joven actor. Cenó conmigo en St. James’s Place.
CARSON: ¿Dice usted, señor Wilde, que en ninguna de esas ocasiones… lo diré sin necesidad de entrar en detalles… cometieron ninguna indecencia usted y Freddie Atkins?
WILDE: Nunca, en ninguna ocasión.
CARSON: ¿Le considera un hombre decente, respetable?
WILDE: Respetabilidad, por favor… no sé a qué se refiere.[207] Me pareció un tipo muy agradable, simpático, que quería entrar en el mundo del music hall, a lo cual yo lo animé. Le compré una canción. Le oía cantar cuando iba a tomar el té a sus habitaciones. Iba para oírle cantar, y lo oí. Lo oí cantar en un restaurante durante una cena. Despertó mi interés.
CARSON: Dígame, ¿conoce a Ernest Scarfe?[208]
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Cuándo conoció a Scarfe?
WILDE: En diciembre de 1893.
CARSON: ¿Quién le presentó a Scarfe?
WILDE: El señor Taylor.
CARSON: ¿Qué edad tenía Scarfe?
WILDE: Bueno, no sabría decirle. Era joven. Nunca le pregunté la edad; es una grosería.
CARSON: ¿Veinte años?
WILDE: Diría que tenía veinte años. Sí, diría que era un joven de irnos veinte años, no más.
CARSON: ¿Cuál era su ocupación?
WILDE: En aquella época, ninguna.
CARSON: ¿Cuál había sido su ocupación?
WILDE: Había estado en Australia en las minas de oro.
CARSON: ¿Eso fue hace mucho tiempo?
WILDE: Bueno, en la medida en que puede hacer mucho tiempo en alguien tan joven.
CARSON: ¿Sabía que había sido ayuda de cámara?
WILDE: No, no lo sabía. Pensaba que había estado en Australia.
CARSON: ¿Sabe que ahora es ayuda de cámara… en una casa?
WILDE: No, no lo sabía. Lo ignoraba por completo.
CARSON: ¿Lo ignoraba por completo?
WILDE: Totalmente.
CARSON: ¿Sabía que su padre también era ayuda de cámara?
WILDE: No.
CARSON: ¿Le pareció un joven instruido?
WILDE: Un joven simpático, agradable. Si era instruido o no, depende de dónde ponga el listón. Sabía hablar; escribía bien.
CARSON: ¿Lo veía en sociedad?
WILDE: Oh, no, claro que no.
CARSON: Salvo en el círculo social de Taylor. ¿Solía verle con Taylor a menudo?
WILDE: Formaba parte de mi círculo. (RISAS).
CARSON: Pero ¿formaba parte del círculo de Taylor?
WILDE: Ha cenado conmigo y con el señor Taylor, con lo que ha formado parte de mi círculo social, que para mí es más importante.
CARSON: ¿Dónde le presentó Taylor a Scarfe?
WILDE: En St. James’s Place.
CARSON: ¿Le pidió usted que lo llevara?
WILDE: No.
CARSON: ¿Qué?
WILDE: No.
CARSON: ¿Cómo fue que Taylor llevó a ese joven allí?
WILDE: ¿He de contárselo?
CARSON: Sí, por favor.
WILDE: Me dijo que conocía a un joven que lord Douglas de Hawick se había encontrado en el barco que iba a Australia, que lo había conocido… Recuerdo que lord Alfred Douglas me había mencionado que había conocido a alguien que había estado en el mismo barco que lord Douglas de Hawick. Se lo presentó a lord Douglas en una pista de patinaje.[209] Un día lo trajo con él a verme. Nunca había oído hablar de él. Simplemente vino.
CARSON: ¿Fue algo inesperado?
WILDE: No supuso ninguna conmoción.
CARSON: ¿Esa manera de presentarse fue inesperada?
WILDE: Sí, no le había pedido que trajera a nadie.
CARSON. ¿Fue por la noche?
WILDE: No, fue por la tarde.
CARSON: ¿Pasó la velada con usted?
WILDE: Oh, no, por supuesto que no.
CARSON: ¿O con Taylor en su presencia, en su compañía?
WILDE: Oh, no.
CARSON: ¿Le pidió volver a verle?
WILDE: Les pedí a ambos que cenaran conmigo.
CARSON: ¿Ese día?
WILDE: Oh, no, no sé cuándo. No puedo precisar el día.
CARSON: ¿Le pidió a Scarfe que volviera a verle?
WILDE: No que volviera a verme a mí. Les pedí a los dos quedar para cenar unos cuatro o cinco días después. Quiero decir que fijamos entonces una fecha.
CARSON: ¿Dónde cenaron, en Kettner’s?
WILDE: Supongo que en Kettner’s, probablemente. Sí, en Kettner’s.
CARSON: ¿Estaba presente Taylor?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Taylor y Scarfe?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Alguien más?
WILDE: No creo que hubiera nadie más.
CARSON: ¿Nadie más?
WILDE: Nadie más.
CARSON: ¿Estuvieron en un comedor privado?
WILDE: He olvidado si estuvimos en un comedor privado o en uno público. Es posible que fuera en un comedor privado, lo he olvidado.
CARSON: Aquella noche, ¿se lo llevó con usted a St. James’s Place?
WILDE: No.
CARSON: ¿Después de cenar?
WILDE: No.
CARSON: ¿Alguna vez lo besó?
WILDE: Jamás en la vida.
CARSON: ¿Lo acarició de algún modo?
WILDE: No.
CARSON: ¿Intentó cometer indecencias con él?
WILDE: Jamás en la vida.
CARSON: ¿Por qué le pidió que fuera a cenar con usted?
WILDE: Porque soy muy bondadoso, porque invitar a cenar a alguien quizá es una de las mejores maneras de complacerle, sobre todo a alguien que no es de tu posición social. (RISAS).
CARSON: ¿Le dio dinero?
WILDE: No, a Scarfe no le di dinero.
CARSON: ¿A Scarfe no le dio dinero ni regalos?
WILDE: Oh, sí, le regalé una pitillera. Tengo la costumbre de regalar pitilleras. (RISAS).
CARSON: ¿Es ésta? (La enseña).
WILDE: He regalado tantas pitilleras que no puedo verificarlo. Era una pitillera. Si era ésta o no, no lo sé. Sí, como regalo de Navidad le di una.
CARSON: ¿Cuándo vio a Scarfe por última vez?
WILDE: En enero de este año… no, en febrero de este año.
CARSON: ¿Dónde lo vio?
WILDE: En el Hotel Avondale.
CARSON: ¿Cenó allí con usted?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Tenía empleo entonces?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Dónde trabajaba? Bueno, naturalmente no le preguntaré el nombre de la empresa. ¿Qué empleo tenía?
WILDE: Me dijo que era oficinista. No sé si es necesario dar la dirección: en St. Paul’s Churchyard.[210]
CARSON: Sí, lo sé. Ahora, dígame, ¿cuándo conoció a Sydney Mavor?
WILDE: Creo que fue a principios de, bueno, creo que fue en septiembre de 1892.
CARSON: ¿Qué edad tenía?
WILDE: Mi impresión es que Sydney Mavor tendría unos veinticinco años.
CARSON: ¿Es el que aparece en esta foto? (Enseña la foto).
WILDE: Sí, es el de esta foto, sí; aunque diría que fue tomada antes de que yo le conociera. El fotógrafo podría verificarlo. Cuando yo lo conocí era mucho mayor que en la foto. No obstante, los fotógrafos procuran sacarte favorecido.
CARSON: ¿Y fue Taylor quién le presentó a Mavor?
WILDE: No.
CARSON: ¿Quién fue?
WILDE: El caballero cuyo nombre no ha sido mencionado.
CARSON: ¿Cómo?
WILDE: El caballero cuyo nombre ha sido escrito.
CARSON: ¿El caballero que fue a París?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿El mismo caballero que le presentó a Atkins, según ha dicho?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Sabe dónde está el caballero que se lo presentó?
WILDE: ¿En la actualidad?
CARSON: Sí.
WILDE: No, no lo sé.
CARSON: ¿Sabe si se encuentra en el país?
WILDE: No. Hace dieciocho meses o dos años que no sé nada de él.
CARSON: Creo que me ha dicho que Mavor solía tomar el té en casa de Taylor…
WILDE: Creo que le conocí allí, sí. Oh, sí, sí. Fue… allí, sí.
CARSON: ¿Le dio dinero?
WILDE: Oh, no, nunca.
CARSON: ¿Nunca?
WILDE: Nunca.
CARSON: ¿Le dio alguna vez dinero a Taylor para que se lo diera a Mavor?
WILDE: Oh, nunca, nunca.
CARSON: ¿Nunca?
WILDE: Oh, nunca.
CARSON: ¿Estaba presente cuando Taylor le dio dinero?
WILDE: ¿A Sydney Mavor?
CARSON: Sí.
WILDE: Nunca vi que lo hiciera.
CARSON: ¿Taylor le dijo a usted alguna vez que le había dado dinero?
WILDE: Nunca. Oh, nunca. No sé a qué se refiere… dinero.
CARSON: ¿Le regaló usted una pitillera?
WILDE: No, no creo haberle regalado una pitillera, no.
CARSON: ¿No le regaló una pitillera a Mavor?
WILDE: No, no creo.
CARSON: ¿Compró en una tienda de Bond Street una buena cantidad de pitilleras como ésta?
WILDE: En Henry Lewis, sí.
CARSON. ¿Y en otra tienda?
WILDE: Oh, Thornhill’s, sí.
CARSON: ¿Puede darme la fecha de cuando conoció a Mavor?
WILDE: Bueno, mi impresión es que fue en septiembre de 1892.
CARSON: ¿No le dijo a Thornhill que le mandara a Mavor una pitillera cuyo valor era de 4 libras, 11 chelines y 6 peniques el 3 de octubre?[211]
WILDE: Si lo tiene ahí, era una pitillera. Sabía que le había regalado algo.
CARSON: ¿A S. A. Mavor?
WILDE: Sí, S. A. Mavor.
CLARKE: ¿Qué fecha dice?
CARSON: El 3 de octubre de 1892, 4 libras, 11 chelines y 6 peniques. ¿Por qué le regaló la pitillera?
WILDE: ¿Por qué regalo cosas a la gente que me cae bien? Si me caen bien, es natural que les regale cosas. Me gusta hacerlo.
CARSON: ¿Sólo hacía un mes que lo conocía?
WILDE: Creo que es tiempo suficiente para expresar admiración o interés. Es algo que suelo regalar. Puede que fuera por su cumpleaños o por otro motivo… Es absurdo seguir con esto… Es algo que suelo regalar a la gente que me cae bien.
CARSON: ¿A cualquiera que le caiga bien cuando sólo hace un mes que lo conoce?
WILDE: Oh, un mes… no hace falta tanto.
CARSON: ¿Lo invitó a cenar?
WILDE: Oh, sí.
CARSON: ¿En un hotel de Albemarle Street?
WILDE: ¿Si le invité a cenar en un hotel de Albemarle Street?
CARSON: ¿Qué?
WILDE: Se alojó conmigo en un hotel de Albemarle Street.
CARSON: ¿Se alojó con usted?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Se quedó a pasar una noche?
WILDE: Se quedó a pasar una noche, sí.
CARSON: ¿Cuándo fue eso?
WILDE: Eso fue, creo, en octubre.
Sydney Mavor, uno de los jóvenes «respetables» de cuya compañía disfrutó Wilde entre 1892 y 1895. Posteriormente negaría que hubiera habido ninguna «indecencia» entre ellos.
CARSON: ¿Después de que le regalara la pitillera?
WILDE: Después de eso, sí.
CARSON: Le sugiero que fue el 19 de octubre.
WILDE: ¿Que fue el 19?
CARSON: Sí.
WILDE: Oh, sí, diría que fue en octubre. Sé que fue a mi regreso de Escocia. Volvía a casa pasando por Londres.
CARSON: ¿Y se quedó una noche en ese hotel?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Y le pidió a Sydney Mavor que también se quedara?
WILDE: Sí, cuando llegué me recogió en la estación, y sabía que yo estaba de paso por Londres y que pensaba alojarme en el Albemarle, y vino conmigo, cenamos y se quedó a pasar la noche.
CARSON: ¿Y los dos se quedaron allí una sola noche?
WILDE: Oh, sí, eso fue todo.
CARSON: ¿Él vivía en Londres en esa época?
WILDE: Cerca de Londres. Oh, sí, en Londres, desde luego, en Londres.
CARSON: ¿En Notting Hill, creo?
WILDE: Sí, Notting Hill o West Kensington, desde luego, sí.
CARSON: ¿Sus dormitorios se comunicaban?
WILDE: Eso es algo que no recuerdo en lo más mínimo.
CARSON: ¿Qué?
WILDE: Que no lo recuerdo; puede que sí o puede que no.
CARSON: ¿Por qué se quedó a pasar la noche?
WILDE: Se quedó porque le pedí que fuera a recogerme a la estación. Vino y le pedí que se quedara conmigo. Yo iba a alojarme allí. Para que me hiciera compañía.
CARSON: Pero él no se quedó por la noche para hacerle simplemente compañía, ¿verdad?
WILDE: No por la noche en sí, para él fue una diversión, un placer alojarse conmigo en un hotel.
CARSON: ¿Fue un placer pasar la noche?
WILDE: Fue el placer de pasar la velada conmigo y de encontrarnos por la mañana y desayunar juntos.
CARSON: ¿Fue la razón de que se quedara en el hotel con usted?
WILDE: Sí, me gusta que la gente se quede conmigo, me gusta.
CARSON: ¿Usted lo pagó todo?
WILDE: Oh, sí, desde luego. Yo le había pedido que viniera.
CARSON: ¿Cometieron juntos alguna indecencia?
WILDE: Oh, no, ninguna, ninguna.
CARSON: ¿Volvió a alojarse con usted?
WILDE: No lo creo, no.
CARSON: ¿Desde entonces usted se ha alojado muchas veces en los hoteles de Albemarle Street?
WILDE: Oh, muchas veces.
CARSON: Quiero saber si las tres habitaciones que ocupó fueron una sala y dos dormitorios, números 26, 27 y 28.[212]
WILDE: Sí, no recuerdo los números de las habitaciones.
CARSON: ¿Se comunicaban entre sí?
WILDE: Sí, eran habitaciones contiguas, dos dormitorios y una sala.
CARSON: ¿Tomó la habitación para él?
WILDE: Claro, el otro dormitorio era para él.
CARSON: ¿Los dos llegaron juntos al hotel?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿No se registró con su nombre en el libro del hotel?
WILDE: En el Hotel Albemarle nunca me han pedido que me inscriba con mi nombre ni con el de nadie.
CARSON: ¿Dio su nombre?
WILDE: Estoy seguro de que debí decírselo a los criados.
CARSON: No consta en el registro.
WILDE: Bueno, eso no significa nada. Ya me imagino que mi nombre no consta; no lo anoté de mi puño y letra. Nunca me lo pidieron.
CARSON: ¿Nunca se quedó con usted otra noche?
WILDE: No.
CARSON: ¿Para hacerle compañía?
WILDE: Me opongo a que use esa expresión.
CARSON: Usted la ha usado.
WILDE: Usted me ha preguntado por qué se quedó conmigo. He dicho que porque volvía a casa pasando por Londres. No había nadie en mi casa. Era agradable tener compañía. Para él era agradable alojarse en un hotel bonito y elegante.
CARSON: ¿Él podría haber vuelto a Notting Hill en veinte minutos o media hora?
WILDE: Sí, pero le divertía ser mi invitado, es un hotel muy bonito y encantador.
CARSON: ¿Llevaba él equipaje?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Le dijo usted que llevara equipaje?
WILDE: Sí.
CARSON: Y que se quedara a pasar la noche.
WILDE: Oh, sí, yo le había invitado.
CARSON: Después de eso, ¿alguna vez volvió a invitarlo a cenar?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Dónde?
WILDE: ¿A qué fecha se refiere?
CARSON: 19 de octubre.
WILDE: Oh, sí, después de eso cenó a menudo conmigo.
CARSON: ¿Dónde?
WILDE: Supongo que en Kettner’s… el Solferino… desde luego cenó conmigo tres o cuatro veces.
CARSON: ¿Estuvo presente Taylor?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Iba Taylor normalmente cuando cenaba con él?
WILDE: Bueno… la verdad es que no recuerdo si él estaba, pero…
CARSON: ¿A menudo?
WILDE: ¿A menudo? No cenaba con él a menudo. También cenó conmigo la última vez que le vi, a principios del año pasado… cenó conmigo.
CARSON: ¿Era Mavor amigo íntimo de Taylor?
WILDE: No sabría decirle. No le había conocido en las habitaciones de Taylor, pero lo vi allí en una época en que pasé muy poco tiempo en Londres, unos dos meses más o menos.[213]
CARSON: ¿Sabía que a veces se quedaba a pasar la noche en casa de Taylor?
WILDE: No, no lo sabía… No.
CARSON: ¿Conocía a Walter Grainger?[214]
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Qué era?
WILDE: Criado de las habitaciones de lord Alfred Douglas en Oxford.
CARSON: ¿En Oxford?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿High Street, Oxford?[215]
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Qué edad tenía?
WILDE: Diría que unos dieciséis años.
CARSON: ¿Solía ir usted a esas habitaciones, señor Wilde, a veces?
WILDE: Eran las habitaciones de lord Alfred Douglas y lord Encombe. Me quedaba allí desde el sábado hasta el lunes, creo, desde luego fue así tres veces, desde el sábado hasta el lunes.[216]
CARSON: ¿En 1893?
WILDE: En 1893, sí.
CARSON: ¿Trataba a Grainger con familiaridad?
WILDE: ¿Qué quiere decir con «familiaridad»?
CARSON: Me refiero a si cenaba con usted o algo parecido.
WILDE: Jamás en la vida.
CARSON: ¿Qué?
WILDE: ¡No! Resulta realmente irritante que me haga esta pregunta. No, claro que no. Él atendía nuestra mesa; no cenaba conmigo.
CARSON: Pensé que a lo mejor se habría sentado a la mesa. Usted no hacía distinciones.
WILDE: ¿Cree que en el caso de lord Alfred Douglas y lord Encombe eso habría ocurrido con el criado?
CARSON: Usted mismo me ha dicho…
WILDE: Eso es algo diferente. Si el deber de una persona es servir, su deber es servir; si su placer es cenar, su placer es cenar, y su privilegio.
CARSON: ¿Dice que no?
WILDE: Por supuesto.
CARSON: ¿Alguna vez lo besó?
WILDE: Oh, no, jamás en la vida; era un muchacho bastante poco agraciado.
CARSON: ¿Que era qué?
WILDE: He dicho que por desgracia me parecía… su aspecto, por desgracia… era muy feo, quiero decir… le compadecía por ello.
CARSON: ¿Muy feo?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Dice en apoyo de su declaración que nunca le besó?
WILDE: No, no le besé; es como preguntarme si besé la jamba de una puerta; es infantil.
CARSON: ¿No me ha dado como razón de no haberle besado nunca que era demasiado feo?
WILDE (enérgicamente): No.[217]
CARSON: ¿Por qué ha mencionado su fealdad?
WILDE: No, he dicho que la pregunta me parecía… que me preguntara si había cenado con él, y luego si lo había besado… que me parecía simplemente un insulto deliberado por su parte, que es lo que he tenido que soportar durante toda la mañana.
CARSON: ¿Porque era feo?
WILDE: No.
CARSON: ¿Por qué ha mencionado su fealdad? Tengo que hacerle estas preguntas.
WILDE: Digo que es ridículo imaginar que nada parecido hubiera podido ocurrir bajo ninguna circunstancia.
CARSON: ¿Por qué ha mencionado su fealdad?
WILDE: Por esa razón. Si me hubiera preguntado si alguna vez había besado la jamba de una puerta, habría dicho: «¡No! ¡Ridículo! No me gustaría besar la jamba de una puerta». ¿Tiene que interrogarme acerca de por qué no me gustaría besar la jamba de una puerta? Las preguntas son grotescas.
CARSON: ¿Por qué ha mencionado la fealdad del muchacho?
WILDE: La he mencionado tal vez porque usted me ha ofendido con una pregunta insolente.
CARSON: ¿Porque yo le he ofendido con una pregunta insolente?
WILDE: Sí, usted me ha ofendido con una pregunta insolente; me ha irritado.
CARSON: ¿Ha dicho que el muchacho era feo porque yo le he ofendido con una pregunta insolente?
WILDE: Perdone, pero usted me ofende, me insulta e intenta sacarme de quicio por todos los medios. A veces digo cosas frívolamente cuando debería hablar más en serio, lo admito, eso lo admito… no puedo evitarlo. Eso es lo que usted me está haciendo.
CARSON: ¿Lo ha dicho frívolamente? Ha mencionado su fealdad de forma frívola; ¿eso es lo que quiere dar a entender ahora?
WILDE: Oh, no diga lo que quiero dar a entender. Le he dado mi respuesta.
CARSON: ¿Es ésa, que era una respuesta frívola?
WILDE: Oh, sí, era una respuesta frívola, sí; he de decir que era una respuesta frívola.
CARSON: ¿Alguna vez cometió alguna indecencia con Grainger?
WILDE: No, señor, ninguna en absoluto.
CARSON: Y ahora, dígame, ¿tengo entendido que pasó en Goring el junio de 1893?
WILDE: Sí, alquilé una casa allí, sí.
CARSON: ¿Un lugar llamado «The Cottage»?
WILDE: The Cottage, Goring… sí.
CARSON: ¿Se llevó a Grainger, que estaba en Oxford, para que le sirviera en Goring?
WILDE: Oh, sí, allí estaba a las órdenes del mayordomo. Me había pedido… me había pedido que le consiguiera una casa donde servir. Me lo había pedido en Oxford. Me dijo que dejaba las habitaciones donde trabajaba y me pidió si podía encontrarle una casa donde servir. Cuando alquilé esa casa en Goring, me propusieron si tendría la amabilidad de llevarme a Walter Grainger de criado.
CARSON: Cuando estuvo él allí, señor Wilde, ¿le pidió usted que entrara en su dormitorio?[218]
WILDE: Jamás en la vida.
CARSON: O en su cama.
WILDE: No.
CARSON: ¿Su dormitorio era contiguo al suyo?
WILDE: Al principio, sí; era una casa muy pequeña. Era muy difícil distribuir a los criados.
CARSON: O sea, ¿que su dormitorio era contiguo al suyo?
WILDE: Sí; en el piso de arriba dormían el mayordomo en una habitación y las doncellas. Luego había tres dormitorios más, uno estaba ocupado por lord Alfred Douglas, el otro por mí, y uno diminuto lo ocupaba Walter Grainger. Posteriormente, cuando llegaron mis hijos, Walter Grainger pasó a dormir en una especie de edificio anexo.
CARSON: Pero por lo que he entendido, antes de que llegara su familia, ¿tenía un dormitorio al lado del suyo?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Sabe dónde está el mayordomo que tenía allí?
WILDE: No tengo ni idea.
CARSON: Ahora veamos, señor Wilde, ¿se alojó usted en el Savoy, creo, del 2 de marzo de 1893 al 29 de marzo?
WILDE: Sí, si ésas son las fechas, sé que me alojé allí unos días en marzo.
CARSON: ¿Me dijo, creo, que en esa época su casa estaba cerrada?
WILDE: Mi esposa estaba fuera, mi casa estaba cerrada parte del tiempo; entonces volvieron mis hijos. En esa época mi esposa estaba en Italia.
CARSON: ¿Alguna vez llevó a algún muchacho a su dormitorio del Savoy?
WILDE: No, señor.
CARSON: ¿Qué?
WILDE: No.
CARSON: ¿Conoció a un hombre en el Savoy, un masajista llamado Miggie?[219]
WILDE: Había un masajista; he olvidado su nombre.
CARSON: Midgie, o Miggie… no sé cómo lo pronuncian, ¿solía entrar y darle un masaje por las mañanas?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Declararía usted, señor Wilde, que cuando el masajista entró encontró un muchacho en su cama?
WILDE: Nunca.
CARSON: Ese masajista llevaba mucho tiempo en el Savoy, ¿verdad?
WILDE: No sé cuánto tiempo; no lo sé.
CARSON: ¿Llevaba mucho tiempo dándole masajes?
WILDE: No, unos diez días. Cuando estuve en el Savoy me encontraba muy enfermo. Si tiene alguna fecha, puede corregirme. Me encontraba muy enfermo y me habían recomendado los masajes, así que me daba un masaje cada mañana, o muchas mañanas.
CLARKE: ¿Va a mencionar la época del año?
CARSON: Fue en marzo de 1893. (A WILDE). En aquella época, creo, ¿cambió de habitaciones en el Savoy?
WILDE: Oh, sí, cambié de habitaciones.
CARSON: ¿Cuando llevaba allí unos días?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Se instaló en otras habitaciones?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Fue allí, mientras estaba en el Savoy, cuando escribió la carta que aportamos ayer, en la que decía que había conseguido una sala de estar con vistas al Támesis?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Y dice que no llevó a ningún muchacho a ninguna de esas habitaciones, ni a la primera que tuvo —el dormitorio que tuvo primero—, ni al dormitorio que le dieron posteriormente?
WILDE: No, nunca.
CARSON: ¿Y que jamás hubo ningún muchacho en su cama?
WILDE: Oh, nunca, nunca, desde luego que no.
CARSON: Ha ido frecuentemente a ese lugar en París, ¿verdad?
WILDE: Oh, sí, sí, a menudo.
CARSON: ¿Cuándo fue la última vez que estuvo allí… me refiero al mismo hotel en el que estuvo con Atkins?
WILDE: Creo que en enero; la verdad es que he olvidado el año.
CARSON: Le sugiero que fue en febrero de 1893.
WILDE: Sí, fue en febrero de 1893.[220]
CARSON: ¿En alguna ocasión posterior fue allí y se encontró con que estaba lleno y no pudo alojarse en él?
WILDE: No.
CARSON: ¿Cómo?
WILDE: No.
CARSON: ¿Volvió allí en alguna ocasión posterior?
WILDE: No, creo que no.
CARSON: ¿Solicitó usted reservar habitaciones y le dijeron que estaba lleno, ya fuera por carta o…?
WILDE: Jamás en la vida, no.
CARSON: ¿Qué?
WILDE: Nunca.
CARSON: Señor Wilde, ¿en alguna de esas ocasiones —y no hablo de la vez que estuvo allí con el señor Atkins— se llevó a chicos a su cama?
WILDE: Nunca.
CARSON: ¿O a un chico?
WILDE: Nunca.
CARSON: ¿En ese hotel?
WILDE: Nunca.
CARSON: ¿En ninguna ocasión, ni en su sala de estar?
WILDE: Déjeme preguntarle a qué se refiere: ¿qué límites le pone a la palabra «chico»… me refiero a qué edad?
CARSON: Muchachos.
WILDE: Oh, ya… No.
CARSON: Unos veinte años.
WILDE: Unos veinte años.
CARSON: ¿De dieciocho a veinte?
WILDE: Oh, tengo muchos amigos en París entre dieciocho y veinte años.
CARSON: ¿Y solía llevarlos allí?
WILDE: Yo no diría llevarlos. Venían a visitarme.
CARSON: ¿Por la noche, ya tarde?
WILDE: No, venían a la hora del té, o a la hora de cenar… a cualquier hora.
CARSON: ¿Solían venir ya entrada la noche, a las doce o a la una?
WILDE: Oh, no, no creo que ninguno haya venido a esa hora… desde luego que no.
CARSON: ¿Y se quedaban hasta las cuatro o las cinco de la mañana?
WILDE: Desde luego que no.
CARSON: ¿Qué?
WILDE: Desde luego que no.
CARSON: Sólo una pregunta más. Probablemente llevaría algún tiempo encontrarlo, pero ¿reconocería al camarero que le atendió en París si lo viera?[221]
WILDE: No sé si lo reconocería.
CARSON: Usted estuvo allí con bastante frecuencia.
WILDE: Sí, no sé si lo reconocería.
CARSON. ¿Solía llevarle el café por la mañana?
WILDE: Me alojé allí muchas veces, al menos en tres o cuatro ocasiones distintas, y siempre en habitaciones diferentes. No sé si lo recordaría.
SIR EDWARD CLARKE interroga de nuevo a OSCAR WILDE.
CLARKE: Se le ha preguntado si sabía que lord Queensberry se oponía a que prosiguiera su amistad con su hijo. ¿Podría coger esas cartas en la mano y decirme en primer lugar si esas cartas fueron escritas por lord Queensberry? (Las cartas le son entregadas a WILDE).
WILDE: Sí.
CLARKE: En segundo lugar, contésteme «sí» o «no»: ¿esas cartas le fueron entregadas a usted por las personas a las que iban dirigidas?
WILDE: Sí.
CLARKE: En tercer lugar, ¿fueron esas cartas el único…?
WILDE (interrumpiendo): Si me permite… en el caso de una de ellas, no me la entregó la persona a la que iba dirigida.
CLARKE: Muy bien, ¿pero aun así le fue entregada?
WILDE: Oh, sí, me la trajeron.
CLARKE: ¿Extrajo a partir de esas cartas la conclusión, como ha declarado ante mi docto colega, de que lord Queensberry se oponía a su persistente y estrecha amistad?
WILDE: Sí.
CLARKE: Aporto estas cartas como prueba, señoría.
CARSON: Supongo que serán leídas…
CLARKE: Las leeré. La primera carta la dirige el marqués de Queensberry a lord Alfred Douglas. Está fechada en «Hotel Carter’s, Albemarle Street, 14-15, W. Domingo, 1 de abril».
Alfred: Me resulta en extremo doloroso lo que tengo que decirte, pero, por favor, entiende que me niegue a recibir ninguna respuesta tuya en contestación. Después de tus recientes cartas, histéricas e impertinentes, me niego a dejarme irritar por ellas, por lo que no pienso leer más cartas. Si tienes algo que decirme, ven y dímelo en persona. En primer lugar, ¿debo comprender que, después de dejar Oxford como lo hiciste, con deshonor, por las razones que tu tutor me explicó en todo detalle, ahora pretendes vagar y holgazanear y no hacer nada? Tras todo el tiempo que desperdiciaste en Oxford, vi frustrada mi confianza de que entraras en el Cuerpo de Funcionarios o en la diplomacia, y luego vi frustrada mi confianza de que entraras en la abogacía. Me parece que lo que pretendes es no hacer nada. No obstante, me niego de plano a darte los fondos necesarios para que holgazanees. Estás echando a perder tu futuro, y para mí sería de lo más cruel y erróneo animarte a ello.
En segundo lugar, llego a la parte más dolorosa de esta carta: tu intimidad con ese tal Wilde. Eso debe acabar o te repudiaré y dejaré de enviarte dinero. No voy a intentar analizar esa relación, y no haré ninguna acusación; pero en mi opinión, comportarse como tal es tan malo como serlo. A mis ojos, vuestra relación, tal como quedaba expresada en tu actitud y tu expresión, me pareció de lo más repugnante y desagradable. Nunca, en mi experiencia, he visto nada parecido en tus horribles rasgos. No me extraña que la gente hable. Además, ahora me he enterado de buena fuente, aunque podría ser mentira, de que su esposa va a pedirle el divorcio por sodomía y otros delitos contra natura. ¿Es eso cierto, o no lo sabes? Si pensara que tal cosa es cierta, y que va a ser de dominio público, quedaría totalmente justificado que disparara contra él en cuanto lo viera. Estos cobardes cristianos ingleses, como se hacen llamar, necesitan que los espabilen.
Tu disgustado y presunto padre,
Queensberry
Está fechada el 1 de abril.
WILDE: Naturalmente.
CLARKE: ¿Cuánto tiempo había pasado desde la entrevista en el Café Royal, la segunda entrevista con lord Queensberry, de la que dijo se separaron como amigos?
WILDE: Yo diría que unos tres o cuatro días.
CLARKE: En esta carta se afirma: «Me he enterado de que su esposa va a pedirle el divorcio por sodomía y otros delitos contra natura». ¿Existe el menor fundamento para tal afirmación?
WILDE: Ni el más mínimo.
CLARKE: La siguiente está fechada: «Martes, 3 de abril, Hotel Carter’s, Albemarle Street, 14-15, W», y de nuevo está dirigida a lord Alfred Douglas. «Joven e impertinente mequetrefe. Te pido que no me envíes mensajes como éste por telégrafo…».
CARSON: ¿Dónde está el telegrama que lord Alfred Douglas le mandó a su padre? Apórtelo como prueba. Es lo justo.
CLARKE: Señoría, ahora mismo presento el telegrama. «A Queensberry, Hotel Carter’s, Albemarle Street. Qué hombrecillo tan gracioso eres. Alfred Douglas». La respuesta es:
Joven e impertinente mequetrefe. Te pido que no me envíes mensajes como éste por telégrafo. Si me envías más telegramas de éstos, o me vienes con otra impertinencia, te daré la azotaina que mereces. Tu única excusa es que debes de estar loco. He oído a un hombre contar que en Oxford pensaban que estabas loco, y eso explica en gran medida lo ocurrido. Si vuelvo a pillarte con ese hombre, montaré un escándalo público que ni te imaginas; ya lo es, sólo que oculto. Prefiero que todo el mundo se entere, y en cualquier caso, no me podrán culpar de permitir que esta situación se prolongue. A menos que esta amistad termine, llevaré a cabo mi amenaza y te dejaré sin fondos, y si no tienes intención de hacer algo al respecto, no te quepa duda de que te dejaré lo justo para sobrevivir, así que ya sabes lo que te espera.
Queensberry
La siguiente es una carta de lord Queensberry al señor Alfred Montgomery, el suegro de lord Queensberry, el padre de lady Queensberry, que se divorció de él. Está fechada en: «Skindles, Maidenhead Bridge, Berkshire. Viernes, 6, seis de la mañana». Es el viernes 6 de julio, señoría:
Señor: He cambiado de opinión, y como no me encuentro muy bien, pues me ha afectado mucho lo ocurrido estos últimos diez días, no veo por qué debería irle detrás a usted. Su hija es la persona que mantiene a mi hijo para desafiarme. No me escribe, pero me manda telegramas referentes a este asunto. Ayer por la noche, tras tener noticias de usted, recibí un mensaje mentiroso y evasivo de ella, en el que dice que el muchacho había negado haber estado en el Savoy el año pasado; pero ¿por qué enviar el telegrama a menos que pueda negar por completo haber estado allí con Oscar Wilde? De hecho, estuvo, y hubo un repugnante escándalo. Me han contado que los echaron, pero el propietario no lo admitirá. Este asqueroso escándalo ya hace años que dura. Su hija debe de estar loca para comportarse así. Evidentemente quiere saber si voy a demandar a mi propio hijo. Nada de eso. Es a Oscar Wilde a quien he acusado y a quien se lo he hecho saber a la cara. Si estuviera totalmente seguro de la acusación, le habría pegado un tiro en el acto, pero sólo puedo acusarle de comportarse como tal. Ahora es cosa de los dos si van a seguir desafiándome, y su hija parece alentarlos, aunque no puedo creer que lo haga a propósito. No creo que Wilde se atreva a desafiarme. El otro día, cuando me enfrenté con él, se le vio el plumero: es un bellaco y un cobarde del estilo de Rosebery. En cuanto a ese así llamado hijo mío, no es hijo mío, y no tengo nada que ver con él. Por mí que se muera de hambre, después de cómo se ha comportado conmigo. Puede que su madre lo mantenga, pero no lo hará en Londres, con todo este escándalo en marcha. El comportamiento de su hija es indignante, y estoy totalmente convencido de que el insulto Rosebery-Gladstone-Real que me llegó a través de mi otro hijo, fue obra de ella. Pensaba que había sido usted. Vi a Drumlanrig aquí en el río, cosa que me afectó mucho.
Se refiere al hijo mayor, que ya ha muerto.
Algún día se sabrá que Rosebery no sólo me insultó al mentirle a la Reina, y ella lo sabe, lo que la hace tan mala como lo son él y Gladstone, sino que también ha creado una disputa de por vida entre mi hijo y yo.
Queensberry
La siguiente fue escrita desde Escocia a lord Alfred Douglas el 21 de agosto de 1894:
He recibido tu postal, pues imagino que es tuya, aunque como la letra es totalmente ilegible he sido incapaz de descifrar una sola línea.[222] Por tanto, mi objetivo de no recibir ninguna comunicación escrita tuya se mantiene intacto. Todas las postales futuras se irán al fuego sin ser leídas. Imagino que se trata de los «jieroglíficos» [sic] del club de los imitadores de OW [sodomitas], de los que tú tienes reputación de ser uno de los más notorios. Te felicito por tu letra; es hermosa y te debería ayudar a ganarte la vida. No sé en qué. Digamos, de barrendero. El amigo con el que me alojo ha descifrado parte de tu carta, pero me negué a oír una palabra. No obstante, siguiendo su consejo, la guardaré como muestra, y también como protección por si alguna vez me siento tentado a darte la paliza que mereces. Eres un reptil. No eres hijo mío y nunca te he considerado como tal.
Queensberry
La siguiente carta, la última, es del 28 de agosto de 1894, Portland Place, 26, W. Está dirigida a lord Alfred Douglas:
Miserable criatura. Recibí tu telegrama por correo, que me mandaron de Carter’s, y he solicitado que no vuelvan a enviármelos, sino que simplemente los rompan, como hago yo con los tuyos, sin leerlos, nada más saber quién los manda. Debe de sobrarte el dinero para que lo malgastes en estas sandeces. He aprendido, por fortuna, a tomarme con calma los más agudos dolores. ¿Y qué dolor más agudo puede haber que haber engendrado un hijo como tú? No obstante, tras toda nube siempre sale el sol, y sea lo que sea es luz [sic]. Si eres mi hijo, es la única prueba que me confirma, si necesitaba alguna, lo acertado de asumir todos los horrores y desgracias que he cometido en lugar de correr el riesgo de traer al mundo más criaturas como tú, y ésa fue la única y exclusiva razón de mi ruptura con tu madre como esposa, tan profundamente insatisfecho estaba con ella como madre de nuestros hijos, y sobre todo de ti, por quien, cuando eras pequeño, derramé las lágrimas más amargas que un hombre ha derramado por haber traído una criatura así al mundo, y haber cometido sin pretenderlo un crimen semejante. Si no eres mi hijo, y en este país cristiano, con estos hipócritas, sabio es el padre que conoce a sus propios hijos, y no me asombran los principios sobre los que se contrae matrimonio, pero al que está sobre aviso no le pillan desprevenido. No me extraña que hayas caído en manos de esa horrible bestia. Sólo lo lamento por ti como ser humano. Debes «seguir tu propio camino». Bueno, para mí sería una satisfacción, porque el crimen no es mío. Como ves, me lo tomo todo con filosofía y me consuelo; pero la verdad es que lo siento por ti. Debes de estar demente; hay locura en la familia de tu madre, y de hecho, si te fijas, pocas personas en este cristiano país se libran de ella. Pero, por favor, deja de molestarme, pues no pienso escribirte, ni recibir cartas, y en cuanto al dinero, me has enviado la carta de un abogado para decirme que no aceptarías nada mío, aunque, de todos modos, hasta que no cambies de vida tampoco te daría nada; depende de ti que, después de tu comportamiento, llegue a reconocerte otra vez como hijo. Te disculpo; creo que estás demente y lo siento mucho por ti.
Queensberry
Señor Wilde, ¿son éstas las cartas que transmitían el deseo de lord Queensberry, del que se ha sugerido que llegó usted a tener conocimiento, de que dejara de tener ningún tipo de trato con su hijo?
WILDE: Sí.
CLARKE: Y tras haber considerado el contenido de estas cartas y su naturaleza, ¿hizo caso o le pareció más acertado hacer caso omiso de ese deseo?
WILDE: ¿Sería tan amable de repetir la pregunta, sir Edward?
CLARKE: Tras haber considerado el carácter de estas cartas, ¿le pareció acertado desoír el deseo que expresaban?
WILDE: Me pareció acertado desoírlo por completo.[223]
CLARKE: Y, creo haberle preguntado antes, ¿su amistad con lady Queensberry y sus hijos ha proseguido hasta la actualidad?
WILDE: Sí.
CLARKE: Veamos, se le han formulado algunas preguntas a las que me gustaría volver. Debo formularle dos o tres preguntas en relación con cuestiones literarias. En referencia a The Chameleon, ya nos ha explicado hasta dónde llegaba su relación con el volumen.
WILDE: Sí.
CLARKE: Respecto a Dorian Gray, se ha sugerido que, a consecuencia de las objeciones en cuanto al carácter del libro tal como fue publicado en Estados Unidos, fue alterado con vistas a expurgarlo o rebajar el tono para su publicación en Inglaterra. ¿Tiene eso algún fundamento?
WILDE: No, yo no utilizaría las palabras «expurgar» ni «rebajar el tono». Puedo señalarle el pasaje. Sí, me fue señalado que cierto pasaje de Dorian Gray… me lo indicó el señor Walter Pater… me dijo: «Creo que, aquí, el velo de misterio que hace este libro interesante… que, aquí, algunas personas que lo lean dirán de manera concluyente: “Éste es el pecado”». Respetaba su opinión más que la de ninguna otra persona que haya conocido.
JUEZ: No acabo de entenderlo: «La gente diría: “Éste es…”». ¿Qué es lo que ha dicho?
WILDE: Sí, «Éste es sin duda el pecado de Dorian Gray», cuando mi idea había sido escribir un libro que quedara rodeado de una cierta atmósfera.
CLARKE: ¿Tengo entendido, señor Wilde, que el señor Walter Pater le escribió varias cartas acerca del tema del libro?
WILDE: Sí.
CARSON: ¿Sería eso una prueba?
CLARKE: ¿El hecho de que escribiera cartas?
CARSON: No puede mencionar el tema, sólo el hecho de que escribiera cartas.
CLARKE: Le ruego me perdone.
CARSON: Lo mismo le digo.
JUEZ: ¿Cuál es la protesta?
CARSON: Sostengo que el testigo no puede utilizar en su declaración el contenido de estas cartas, señoría.
JUEZ: No, pero puede referirse al tema de las cartas.
CLARKE: ¿Tengo entendido que el señor Pater le escribió varias cartas en relación con este libro y que, como deferencia a su opinión, modificó un pasaje?
WILDE: No a consecuencia de nada de lo que dijera en ninguna de sus cartas, sino a consecuencia de lo que dijo una tarde en mi casa.
CLARKE: En cualquier caso, por deferencia a eso, ¿modificó un pasaje que está dispuesto a mostrar si es necesario?
WILDE: Sí.
CLARKE: ¿Tengo entendido que, cuando el libro fue publicado, fue objeto de numerosas reseñas?
WILDE: Sí, muchísimas.
CLARKE: ¿Y fue reseñado, entre otros, por el propio señor Pater?
WILDE: Sí, por el propio señor Pater.
CLARKE: En el Bookman de noviembre de 1891. ¿Creo que llamaron su atención acerca de una crítica del libro publicada en el Scots Observer?
WILDE: Sí.
CLARKE: ¿A la que usted mismo contestó?
WILDE: Sí.
CLARKE: Señoría, sólo se ha leído un fragmento de la carta, y me gustaría leerla entera. Su carta fue escrita al director del Scots Observer con fecha del 9 de julio de 1890:
Señor: Ha publicado usted una reseña de mi novela, El retrato de Dorian Gray. Como esa reseña es tremendamente injusta conmigo como artista, le pido que me permita ejercer en su columna mi derecho de réplica. El autor de la reseña, señor, aunque admite que el relato en cuestión es «evidentemente la obra de un hombre de letras», la obra de alguien que posee «inteligencia, arte y estilo», sugiere, no obstante, y al parecer con toda seriedad, que la he escrito a fin de que sea leída por los miembros más depravados de las clases criminales e iletradas. Ahora bien, señor, no creo que las clases criminales e iletradas lean otra cosa que no sean periódicos. Desde luego, no es probable que lleguen a comprender nada de lo que yo escribo. De manera que olvidémonos de ellas, y acerca de la cuestión más amplia de por qué escribe un hombre de letras deje que le diga lo siguiente. El placer que se obtiene al crear una obra de arte es puramente personal, y es sólo por ese placer por lo que uno crea. El artista trabaja con su mirada sobre el objeto. Nada más le interesa. Ni siquiera se le ocurre pensar en lo que la gente pueda decir. Le fascina lo que tiene entre manos. Es indiferente a los demás. Escribo porque escribir me proporciona el mayor placer artístico posible. Si mi obra agrada a unos pocos, me doy por satisfecho. Si no, no me causa dolor. En cuanto al populacho, no siento deseos de ser un novelista popular. Es demasiado fácil. Su crítico, por tanto, señor, comete el imperdonable error de intentar confundir al artista con su tema. Para ello, señor, no hay ninguna excusa. Alguien que es la mayor figura en la literatura mundial desde la época de los griegos, Keats, comentó que le proporcionaba el mismo placer imaginar el mal que imaginar el bien. Que su crítico, señor, considere el sutil comentario de Keats, pues es bajo tales condiciones que trabaja el artista. Uno permanece a cierta distancia de su tema. El artista lo crea, lo contempla. Cuanta más distancia mantiene respecto al tema, con más libertad trabaja el artista. Su crítico sugiere que no dejo lo bastante claro si prefiero la virtud al mal o el mal a la virtud. Un artista, señor, no posee ningún tipo de afinidad ética. Para él, la virtud y el mal, simplemente, no son más que lo que para el pintor son los colores de su paleta. No son más, y no son menos. Ve que, mediante ellos, se puede producir un cierto efecto artístico, y lo produce. Puede que Yago sea moralmente horrible, e Imogen inmaculadamente puro, pero Shakespeare, como dijo Keats, disfrutó tanto creando a uno como creando al otro.
Fue necesario, señor, para el desarrollo dramático de esta historia, rodear a Dorian Gray de una atmósfera de corrupción moral. De lo contrario, la historia no tendría sentido ni la trama sustancia. Mantener esa atmósfera vaga, indeterminada y maravillosa era el objetivo del artista que escribió la historia. Afirmo, señor, que lo ha conseguido. Todo hombre ve su propio pecado en Dorian Gray Cuáles sean los pecados de Dorian Gray, nadie lo sabe. Quien los encuentra es porque los lleva consigo.
En conclusión, señor, déjeme expresarle lo profundamente que lamento que haya permitido la publicación en su periódico de una reseña como la que ahora me veo obligado a comentar. Que el director de la St. James’s Gazette haya empleado a Caliban como su crítico de arte era posiblemente algo natural. El director del Scots Observer no debería haber permitido a Tersites hacer muecas en su revista. Resulta indigno de un hombre de letras tan distinguido.
Atentamente, etc.
Oscar Wilde
¿Tengo entendido que se atacó el libro de una manera muy virulenta en la St. James’s Gazette?[224]
WILDE: Sí, un ataque de lo más virulento.
CLARKE: Ayer se leyó un pasaje de El retrato de Dorian Gray, pero no se leyó la respuesta dada en el mismo.
CARSON: Es porque esa parte no está en la Lippincott’s.
CLARKE: Esté o no en la Lippincott's, señoría, debo leer el pasaje que mi docto colega leyó ayer a fin de poder leer después la respuesta.
CARSON: ¿Qué página?
CLARKE: Página 224. El pintor habla con Dorian y le dice:
¿Por qué hay tantos caballeros de Londres que no van a tu casa ni te invitan a la suya? Antes eras amigo de lord Staveley Coincidí con él en una cena la semana pasada. Tal nombre salió por casualidad en la conversación, en relación con las miniaturas que has prestado para la exposición de la galería Dudley. Staveley torció el gesto, y dijo que quizá tus gustos fueran de lo más artísticos, pero que eras un hombre al que debería impedirse que conociera a cualquier muchacha de mente pura, y que ninguna mujer casta debería sentarse contigo en la misma habitación. Le recordé que era amigo tuyo, y le pregunté a qué se refería. Me lo contó. Me lo contó delante de todo el mundo. ¡Fue horrible! ¿Por qué tu amistad es tan fatal para los jóvenes? Está el caso de ese desdichado joven de la Guardia Real que se suicidó. Tú eras su gran amigo. Pienso en sir Henry Ashton, que tuvo que abandonar Inglaterra con su nombre mancillado. Tú y él erais inseparables. ¿Y qué me dices de Adrián Singleton, y su espantoso final? ¿Y qué me dices del único hijo de lord Kent, y su carrera? Ayer me encontré con su padre en St. James’s Street. Parecía destrozado por la vergüenza y el pesar. ¿Y qué me dices del duque de Perth? ¿Qué clase de vida lleva ahora? ¿Qué caballero se relacionaría con él?
Éste fue el pasaje que se leyó ayer.
CARSON: Vale decir que el resto no aparece en la primera edición publicada en la Lippincott’s. Es un añadido.
CHARLES GILL: ¿Todo esto aparece ahora escrito? ¿El pasaje entero?
WILDE: Es la alteración que hice. La alteración que hice está en la respuesta.
CLARKE: Si me permite, pues, ésta es la alteración que hizo:
—Basta, Basil. Estás hablando de cosas de las que no sabes nada —dijo Dorian Gray, mordiéndose el labio y con un deje de infinito desprecio en la voz—. Me preguntas por qué Berwick sale de la habitación cuando yo entro. Es porque lo sé todo de su vida, no porque él sepa nada de la mía. Con la sangre que le corre por las venas, ¿cómo puede estar limpio su pasado? Me preguntas por Henry Ashton y el joven Perth. ¿Le enseñé sus vicios a uno, al otro su disipación? Si el estúpido hijo de Kent encontró a su esposa en la calle, ¿qué me importa? Si Adrián Singleton escribe el nombre de su amigo en una factura, ¿soy yo su guardián? Sé lo mucho que habla la gente en Inglaterra. Las clases medias airean sus prejuicios morales mientras ingieren su grosera cena, y mencionan entre susurros lo que llaman el libertinaje de las clases altas a fin de pretender que se codean con la sociedad elegante y son íntimos de la gente a la que calumnian. En este país basta que un hombre tenga distinción e inteligencia para que todas las lenguas vulgares despotriquen contra él. ¿Qué tipo de vida lleva esa gente que pasa por ser moral? Mi querido amigo, te olvidas de que nos encontramos en la patria de la hipocresía.
—Dorian —gritó Hallward—, ésa no es la cuestión. Inglaterra es terrible, lo sé, y la sociedad inglesa es nefasta. Por eso quiero que te portes bien. Y no te has portado bien. Uno tiene el derecho a juzgar a un hombre por la influencia que tiene sobre sus amigos. Los tuyos parecen perder todo sentido del honor, de la bondad, de la pureza. Les has imbuido la locura del placer. Se han hundido hasta lo más profundo. Tú les llevaste allí. Sí: tú los llevaste allí, y sin embargo puedes sonreír, como sonríes ahora. Y detrás de eso hay algo peor. Sé que tú y Harry sois inseparables. Por esa razón, sin duda, y no por otra, no deberías haber ensuciado el nombre de su hermana.
Creo que sustancialmente, señoría, eso concluye el párrafo.
CARSON: Se ha dejado esto: «Dorian, Dorian, tu reputación es infame».
CLARKE: Ésa es la sustancia del pasaje. Ahora, pasemos a otras cuestiones. ¿Ha dicho usted que varios de esos jóvenes, cuyos nombres se han mencionado aquí, le fueron presentados por Alfred Taylor?
WILDE: Sí.
CLARKE: ¿Cuándo conoció a Alfred Taylor?
WILDE: En octubre de 1892, creo, sí, octubre… (una pausa)… debió de ser 1893… no, creo que fue…
CLARKE: ¿Debió de ser 1892, creo?
WILDE: 1893, sí.
CLARKE: ¿Creo que debió de conocerle en octubre de 1892?
WILDE: Octubre de 1892, sí, ya me acuerdo.
CLARKE: ¿Le fue presentado por el caballero cuyo nombre se ha escrito aquí y al que nos hemos referido?
WILDE: Sí.
CLARKE: Por lo que se refiere a este caso, coincido en omitir nombres siempre que no sea absolutamente necesario, pero ¿se trata de un caballero de posición y reputación?
WILDE: Un caballero de buena posición, buena cuna y buena reputación.
CLARKE: ¿Cuánto hace que lo vio por última vez?
WILDE: Oh, en marzo o febrero de 1894. No le he visto, claro, porque lleva dos años fuera de Inglaterra.
CLARKE: ¿Lleva dos años fuera de Inglaterra?
WILDE: Sí.
CLARKE: ¿Y no se ha podido conseguir que viniera a declarar en este caso?
WILDE: Oh, imposible. No tengo noticias de él desde hace un año y medio.
JUEZ: ¿He entendido que lo vio por última vez hace un año?
WILDE: Oh, más tiempo, señoría, dos años.
CLARKE: En la época en que le presentaron a Alfred Taylor, ¿vivía éste en el 13 de Little College Street?
WILDE: Sí.
CLARKE: ¿Sabía si tenía alguna ocupación, o la cantidad de medios e ingresos que tenía a su disposición?
WILDE: ¿Alfred Taylor?
CLARKE: Sí.
WILDE: No, sabía que había heredado mucho dinero y lo había perdido, pero que todavía tenía una participación en un negocio muy importante.
CLARKE: ¿Sabía dónde había estudiado Alfred Taylor?
WILDE: Sí.
CLARKE: ¿Dónde?
WILDE: En la Marlborough School.
CLARKE: ¿Era un joven instruido?
WILDE: Sí, desde luego.
CLARKE: ¿Destacaba en algo?
WILDE: Sí, toca el piano de manera deliciosa.
CLARKE: ¿Y usted iba a verle de vez en cuando?
WILDE: Sí.
CLARKE: ¿Y él le presentó a otras personas?
WILDE: Sí.
CLARKE: ¿Ha seguido manteniendo su amistad con Alfred Taylor?
WILDE: Sí.
CLARKE: En el momento en que se lo presentaron, o durante todo este tiempo desde entonces, ¿ha tenido alguna razón para creer que Alfred Taylor era una persona inmoral y de mala fama?
WILDE: Ninguna.
CLARKE: ¿Se le han formulado algunas preguntas, señor Wilde, en referencia a si en agosto del año pasado vio una noticia en la prensa en la que se mencionaba que Alfred Taylor y Charles Parker habían sido arrestados junto con otras personas?
WILDE: Sí.
CLARKE: ¿Recuerda por casualidad en qué periódico lo leyó?
WILDE: Creo que fue en el Daily Chronicle.
CLARKE: ¿Se acuerda de cuánta información aparecía? En estos momentos no tiene el periódico a mano. ¿Qué fue lo que leyó en ese periódico?
WILDE: Que la policía había hecho una redada en una casa, creo que en Fitzroy Street, que dos hombres habían llegado a la casa vestidos de mujer, y que fueron arrestados enseguida. La policía entró en la casa, donde encontraron a gente cantando y bailando, y arrestaron a todos los presentes.
CLARKE: ¿Y que entre las personas arrestadas…?
WILDE: Oh, sí, que entre las personas arrestadas estaban el señor Alfred Taylor y Charles Parker.
CLARKE: ¿Se enteró de cuáles eran los cargos que se habían presentado contra ellos ante el juez de primera instancia?
WILDE: Oh, sí.
CLARKE: ¿Cuáles eran?
WILDE: Los cargos, por lo que yo recuerdo —y no recuerdo la formulación exacta de estas cosas—, eran los de haberse reunido con una intención ilegal y delictiva.
CLARKE: ¿Se enteró también de cuál fue el resultado de la acusación, en cualquier caso, por lo que se refería a Parker y Taylor?
WILDE: Sí, los cargos fueron desestimados por el juez.
CLARKE: Y creo que nos ha dicho que algunas personas fueron multadas. Naturalmente, ellos no pudieron ser multados por ese delito. ¿Sabe por qué fueron multadas esas personas, o lo infirió?
WILDE: No lo recuerdo.
CLARKE: Señoría, ahora mismo no podemos determinar con certeza por qué razón se impusieron las multas. Me parece que fueron sólo por cantar y bailar. (A WILDE). ¿Ha declarado que cuando vio aquello en los periódicos quedó muy afectado y creo que ha dicho que le escribió a Taylor?
WILDE: Sí.
CLARKE: ¿No tiene su respuesta? ¿Taylor le escribió para contestarle?
WILDE: Sí. No tengo la carta.
CLARKE: Pero si él le escribió, si posteriormente le contó algo de ello, o si después le relató su versión de lo ocurrido, ¿cuál fue la explicación que le dio?
WILDE: Me contó que era un concierto benéfico para el que le habían regalado una entrada, que cuando llegó a la casa había baile y le pidieron que tocara el piano, que se esperaba la llegada de dos cantantes de music hall disfrazados, y que, creo que dijo, en aquel momento no estaban en la casa, y que de repente entró la policía y arrestó a todo el mundo.
CLARKE: Y sabiendo que los cargos se habían desestimado y al escuchar el relato de Taylor de lo ocurrido, ¿quedó en su mente traza alguna de que se le pudiera imputar alguna culpa a Taylor?
WILDE: Ninguna. Me pareció algo monstruoso… aquel arresto. Eso me pareció. Lo sentí muchísimo por él.
CLARKE: Veamos, ¿tengo entendido que, de las personas cuyos nombres se han mencionado, varias se las presentó Taylor?
WILDE: Sí.
CLARKE: Abordaré en primer lugar el caso al que se ha referido mi docto colega y que no está relacionado con Taylor, el caso de Shelley. Se le ha dicho que Shelley era un recadero, o algo parecido. ¿Quién le presentó a Shelley?
WILDE: Edward Shelley me fue presentado por el señor John Lane, editor.[225]
CLARKE: ¿El señor John Lane iba a publicar su libro?
WILDE: Sí.
CLARKE: ¿Fue informado de ello cuando se lo presentaron, o determinó usted que se trataba de un joven de gustos y ambiciones literarios?
WILDE: El señor Lane me presentó al señor Edward Shelley, a quien estreché la mano en presencia del señor Lane. Me dijo: «Éste es Edward Shelley. Es de gran ayuda, sin él no podría publicar mis libros». Algo así… algo agradable. Al cabo de dos o tres días, entré en la tienda y tuve una larga charla sobre literatura con Shelley.
CLARKE: ¿Con Edward Shelley?
WILDE: Sí.
CLARKE: ¿Le pareció una persona provista de conocimientos y gustos literarios?
WILDE: Una persona muy cultivada y con un gran afán de cultura; una personalidad muy interesante.
CLARKE: ¿Iba usted de vez en cuando al local de la empresa en Vigo Street mientras estaba en marcha la publicación de sus obras?
WILDE: Oh, a menudo, sí, durante un periodo de varios años.
CLARKE: ¿Muchas veces se encontró con que Shelley era la única persona al frente del lugar?
WILDE: Sí.
CLARKE: Y en esas ocasiones, ¿conversaron de temas literarios?
WILDE: Oh, sí, sí.
CLARKE: ¿Creo que la obra El abanico de lady Windermere se estrenó en febrero de 1892?
WILDE: Sí.
CLARKE: ¿Y le dio algunas entradas al señor Shelley?
WILDE: Sí, le di una entrada para el estreno, una entrada de primer piso.
CLARKE: La noche del estreno, y después de la representación, que creo que fue un gran éxito, señor Wilde…
WILDE: Fue un gran éxito, sí.
CLARKE: ¿Se quedó con algunos caballeros… algunos amigos?
WILDE: Sí.
CLARKE: ¿Y estuvo el señor Edward Shelley, a invitación suya, en la fiesta?
WILDE: Eso creo, aunque no estoy del todo seguro. No estoy del todo seguro, pero creo que sí. No estoy del todo seguro.
CLARKE: Si no le importa, es preciso que le haga estas preguntas. ¿Ha dicho que el señor Shelley era una persona con información y gustos literarios?
WILDE: Sí.
CLARKE: ¿Era el señor Shelley, o manifestaba serlo, un gran admirador de sus obras?
WILDE: Sí, conocía muy bien todas mis obras y las elogiaba mucho.
CLARKE: ¿Y usted le agradeció esos elogios regalándole ejemplares de sus libros?
WILDE: Oh, sí. Creo que le regalé tres libros míos.
CLARKE: Me parece que en los ejemplares de los libros que se han presentado aquí como los que le regaló al señor Edward Shelley, se han arrancado las guardas donde debían de ir las dedicatorias. ¿Escribió alguna dedicatoria en los libros que le regaló al señor Edward Shelley que usted no deseara que el mundo leyera o viera?[226]
WILDE: Jamás en la vida, jamás.
CLARKE: ¿Tengo entendido que fue a París poco después del estreno de El abanico de lady Windermere?
WILDE: Sí.
CLARKE: ¿Y que regresó de París, creo, en abril de 1892?
WILDE: Sí.
CLARKE: ¿Y que, después de su regreso, el señor Shelley cenó con usted en Tite Street?
WILDE: Sí.
CLARKE: ¿Con la señora Wilde?
WILDE: Sí.
CLARKE: ¿Se comportó en todo momento el señor Shelley como un caballero, y se alegró de habérselo presentado a su esposa a la mesa?
WILDE: Sin la menor duda.
En este punto se interrumpe la sesión para el almuerzo.