Esta vez el apartado final sobre qué puede usted hacer para protegerse va a ser muy fácil de escribir. En dos palabras: no puede. El uso de la telefonía GSM, como hemos visto, es equivalente en términos de seguridad a abrir la ventana y llamar al vecino a gritos. El uso de interceptores de llamadas (IMSI Catcher o Stingray) por parte de particulares será moneda común en los próximos años; en la República Checa, se han convertido en prácticamente una epidemia[82]. En cuanto a los nuevos sistemas 3G, ya hemos visto que la seguridad es marginalmente mejor, pero está siendo erosionada rápidamente.
Por supuesto, para las agencias de inteligencia y los diversos servicios de policía y seguridad, pinchar es pan comido. Al margen de la potencia criptoanalítica a disposición de entidades como la NSA o nuestro CNI, lo cierto es que los móviles de tercera generación fueron diseñados con circuitos especiales para lo que se ha dado en llamar “acceso legal”. Una orden del juez, y todos los algoritmos criptográficos que supuestamente protegen nuestras comunicaciones quedan en nada. En España, las interceptaciones se llevan a cabo por medio del sistema SITEL, adquirido en octubre de 2001 a la empresa danesa ETI A/S por el Ministerio de Interior, entonces dirigido por Mariano Rajoy.
Lo cierto es que los gobiernos del mundo, pura y simplemente, nunca han estado por la labor de proporcionar o permitir comunicaciones telefónicas seguras para sus ciudadanos. Siempre ha imperado la razón de Estado y la justificación de la seguridad nacional para dejar abierto un canal de escucha. En teoría, solamente deberían utilizarse en casos controlados bajo control judicial; pero en una época en que la lucha antiterrorista alcanza niveles de paranoia en Estados Unidos, y en la que los policías españoles se niegan a llevar su placa de identificación, ¿realmente tenemos motivos para confiar en nuestros protectores?
Decida el lector cómo responder a esa pregunta. En cualquier caso, mi recomendación es: tenga cuidado con lo que cuenta por teléfono, y si no quiere que se sepa, no lo diga. Algunas opciones son más seguras que otras, pero no se confíe en exceso. Son malos tiempos para la lírica.