Vestida solamente con una camiseta corta y unos pantalones negros, Megan se sintió extrañamente vulnerable frente a Paxton, que no hizo ningún esfuerzo por disimular una mirada lenta y apreciativa de todo su cuerpo.
Caminó detrás de él hasta la sala de estar, donde cogió la bata que había dejado sobre el respaldo del sofá y se la puso.
—¿Un repentino ataque de pudor? —preguntó Paxton—. No te preocupes por mí. No hay nada que no haya visto ya. —Se sentó como si nada en el sillón más cercano y la miró.
—¿Qué quieres, John?
—¿Adónde has ido con el poli esta noche?
Megan parecía contrariada.
—Vamos, Megan —la apremió bruscamente Paxton—. Os he visto volver. ¿Adónde has ido?
—Quería hacerme algunas preguntas.
—No te habrás puesto ese vestido rojo de Dior para un interrogatorio en New Scotland Yard, ¿no?
—Salimos a cenar. Fuimos al Windows. No es asunto tuyo.
—Qué romántico.
—No tenía que ser romántico. Quería hacerme algunas preguntas. Le propuse que me las hiciera mientras cenábamos.
—¿Y no se ha quedado a pasar la noche? Maldición, Meg, estás perdiendo facultades. Pensé que te lo llevarías a la cama.
—Vete —gruñó ella señalándole la puerta—. Sabía que podías caer muy bajo, John, pero nunca imaginé que llegarías a espiarme.
—¿Te lo has llevado a la cama?
—No es asunto tuyo —repitió ella con brusquedad.
—No, no te lo has llevado —confirmó Paxton meneando la cabeza—. No se ha quedado mucho tiempo, y a ti no te gusta hacer las cosas con prisa, ¿verdad, Meg? A ti te gusta ir despacio. Que la cosa sea relajada y agradable. Te gusta así, ¿no? Después en cambio te conviertes en una tigresa, ¿a que sí?
—Dime lo que tenías que decirme o vete —respondió Megan cortante.
—¿Qué quería saber? —preguntó Paxton.
—Me preguntó sobre Frank Denton, Donald Corben y Sarah Rushworth.
—A mí también me preguntó lo mismo. Quiere interrogarme de nuevo mañana.
—Lo sé. Me lo ha dicho. También me ha dicho que mañana por la noche van a exhumar el cuerpo de Denton por si se les ha escapado algo.
Paxton asintió lenta y pensativamente.
—Quería saber de mi libro, de Cassano y sus teorías.
—¿Qué diablos querría saber sobre eso? —se extrañó Paxton con un acusado aire de desconcierto.
—Pensaba que podía existir una relación entre mi libro y los asesinatos.
—¿Y sigue pensándolo?
—No.
—¿Qué le has contado sobre Cassano?
—Intenté explicarle sus teorías. Las cosas en las que creía. Pero no estoy segura de haber sabido hacerlo.
—¿Y qué le has dicho sobre los asesinatos de Denton, Corben y Sarah?
—Le he dicho que no entendía por qué encontraron ejemplares de mi libro y del tuyo destrozados y esparcidos sobre los cadáveres. —Megan lo miró, de repente suspicaz—. ¿Y tú qué le dijiste cuando te interrogó?
—Lo mismo, obviamente. —Paxton se golpeó el mentón pensativamente, el enojo fue desapareciendo de su voz—. ¿Te ha preguntado por mí?
—Me ha preguntado si te conocía.
—Pero no le has contado nada de nosotros, ¿no?
—Ya no hay un nosotros, John. Se acabó. Te lo dicho un montón de veces. Se tiene que acabar, y lo sabes.
—¿Sabía que yo estuve aquí las noches que mataron a Denton y a Corben?
Megan negó con la cabeza.
—Ya te lo he dicho; él no sabe que tuvimos una historia —contestó ella—. Nadie lo sabe. —Habló lenta y deliberadamente—. Y nadie lo sabrá nunca.
—Podría descubrirlo. La nuestra ha sido una larga historia, Meg. Doce años son muchos años.
—No hemos estado juntos doce años, John —suspiró—. Tú estabas demasiado ocupado con tu carrera, tu mujer y tus amantes. —Inspiró hondo—. Al principio nos veíamos mucho, pero ¿cómo fue después del primer año? ¿Alguna noche aquí o en otro sitio? ¿Un almuerzo? ¿Una cena? ¿Algún encuentro casual en la presentación de un libro? Sea lo que fuere lo que hayamos tenido, murió hace mucho tiempo.
—No dijiste eso la última vez que estuve aquí.
Se hizo un largo silencio que Paxton rompió.
—Quería estar cerca por si me necesitabas —dijo en voz baja—. Al menos dime que eso lo sabes.
Megan asintió.
—Ahora creo que es mejor que te vayas, John —murmuró—. Si la policía está controlando mi apartamento o tu casa, sabrán que has estado aquí… —Dejó la frase sin terminar.
Paxton se levantó.
—Quería estar cerca por si me necesitabas —repitió—. No me hagas sentir culpable por eso.
—Adiós —dijo ella sin mirarlo.
Él se detuvo, quiso decir algo pero no le salieron las palabras.
—Megan —murmuró al llegar a la puerta.
—Vete —le ordenó ella.