DOS PAISAJES SEGÚN CLAUDIO DE LORENA[48]
(1772)
Acerca de Claudio de Lorena[49]
ÉSTOS SON el producto del sentido poético más cálido, ricos en pensamiento, destino y vistas paradisíacas. El primero, grabado por Mason, una mañana [figura 3.1]. Aquí, en la costa de la región más feliz de la tierra, desembarca una flota. Ésta se ve iluminada por un sol que todavía sólo se transluce pálidamente en la niebla situada sobre el horizonte. Aquí las rocas y los matorrales, con su juvenil belleza, respiran el aire matutino alrededor de un templo de noble arquitectura, signo de nobles habitantes. ¿Quién eres tú?, ¿tú que desembarcas en estas costas amadas y protegidas por los dioses en las que florece irreprochable la naturaleza?, ¿tú y tus ejércitos sois enemigos o huéspedes de este noble pueblo? Es Eneas, los vientos amistosos de los dioses te llevan a los pechos de Italia. ¡Salve a ti, héroe!, ¡conoce tu destino! La divina mañana anuncia un día claro; quizás el sol en todo lo alto sea un profeta de la magnificencia de tu imperio y su grandeza cada día mayor.
FIGURA 3.1. William Mason según Claudio de Lorena, La llegada de Eneas a Italia. El alegórico amanecer del imperio romano (grabado), en J. Boydell, A Collection of Prints engraved after the most capital Paintings in England, Londres, 1772.
El segundo [figura 3.2], El sol ha descendido, ha completado su curso, se sume en la niebla y resplandece sobre las ruinas situadas sobre una amplia llanura. La noche aguarda tras el bosque rocoso, las ovejas están quietas esperando la vuelta a casa. Esas muchachas tienen bastantes dificultades para bañar a las cabras en el estanque. Imperio, has caído, tus arcos de triunfo están en ruinas, tus palacios están sombríos, en escombros y poblados de matojos y sobre tus vacíos cementerios la niebla resplandece al sol de la tarde.
FIGURA 3.2. William Masón según Claudio de Lorena, Edificios romanos en ruinas. El ocaso alegórico del imperio (grabado), en ídem.