65.

El dolor que me producía la luz se volvió insoportable, una quemadura en mis ojos y en mi piel, la quemadura de una eterna explosión nuclear. Cierro los ojos y sé que he salido de ese blanco cegador, al abrirlos contemplo el Universo. Veo mi planeta, la capital de mi mundo, y veo su estrella, brillando con intensidad, sin saber que está amenazada. Veo el firmamento, más débil cada vez, y sé que el tiempo está cerca, que la acción debe ser rápida. Veo Hel y veo su cara interior, una cara blanca, bombardeada por el sol, pues la rotación de mis planetas es igual a su traslación. Nada hay que pueda mejorar el diseño cosmológico de Noelle y Newman, pues la rotación de los planetas se frena con el paso de los siglos. Ellos supieron aprovecharse de este problema, y la descompensación calórica entre la cara expuesta a la estrella y la oculta, la única habitable, es aprovechada por los generadores geotérmicos para proporcionar a todo un planeta la energía que necesita. La excesiva inestabilidad meteorológica produce una lluvia incesante sobre Hel, que baña sus calles bajo la Torre Empírea. Desde allí gobierno sobre el Mundo Libre. Pero para impedir el fin debo descubrir a los responsables de la catástrofe.

No lo lograrás. La catástrofe tiene responsables, pero no viven, todos completaron su obra en el pasado. Sólo tú sigues vivo para contemplar las consecuencias.

Quién habla, quién surge de las estrellas moribundas que me rodean.

Yo soy el que murió y se unió a las Almas Blancas. Soy el que ha escuchado y el que ha comprendido. Soy aquél al que los hombres llamaron Sadman.

Eso es imposible. Tú no existes, sólo yo poseo la consciencia sobre este cuerpo.

Mi existencia trasciende la de tu consciencia. Yo hablo porque sé que existo al margen de ti, al margen de tu percepción de las cosas. Tú no eres capaz de ver lo que sólo tú puedes, que el mundo camina hacia la destrucción obedeciendo a sus propios principios.

¡No, te equivocas! Existen culpables, saboteadores, ellos destruyen mis estrellas.

Las estrellas se mueren solas, son antiguas, están cansadas, pero, sobre todo, son artificiales. Un error en una de ellas es un error para todas ellas.

Ignorante. No conoces el secreto de su funcionamiento. ¿Crees que podría haber construido un universo artificial sin haber descubierto la manera de extraer energía del vacío? Mis estrellas producen más energía de la que consumen y así alcanzan un movimiento perpetuo. Es un verdadero mecanismo sin mecanismo. Nada puede alterar su funcionamiento, ¡excepto el sabotaje!

Nadie sabotea las estrellas más que la Entropía, como te advirtió Noelle, en contra de la opinión de Newman, a quien siempre tuviste en mayor estima. Las estrellas artificiales incrementan la energía potencial gravitatoria de tu universo, lo que las obliga a consumir una cantidad de energía cada vez mayor para conservar su estado de orden y realizar el mismo trabajo. Con el transcurso de los eones, ese desgaste llegó a ser casi infinito. Hace millones de años que fallaron y dejaron de producir hidrógeno, pero tú no te has alarmado hasta que han comenzando a apagarse. Todas las estrellas que contemplas son sólo cadáveres liberando su último estertor.

¡No! Las estrellas se diseñaron hasta que los cálculos dieron una probabilidad de error de cero.

La ciencia humana no puede autoverificarse. La matemática es incapaz de demostrar su propia validez. La teoría de errores es humana. Creaste un mundo eterno que se basaba en su propia expansión. La expansión ha llegado al límite inimaginable del infinito. Más allá no hay nada para él.

Es imposible, lo que dices no puede ser…

Cuando el mundo crecía, lo imposible aguardaba. Todo lo posible ha ocurrido ya. El único lugar que queda por ocupar es el que habita lo imposible. Ha llegado el momento de chocar con lo que no se mueve, con lo que es paciencia infinita.

Ahora, Chandrasekhar, que has comprendido, has llegado al lugar donde yo aguardaba. Tu crecimiento ha alcanzado su límite, y allí me ha encontrado esperándote.