Este desperezarse es para mí un renacimiento, y después de nueve años siendo pura memoria inerte, percibir esta sala de espejos, un mundo sensible donde ser sensitivo, éste que es mi propio despacho, se asemeja a la experiencia del paraíso. Pero mis tres hermosos caballeros siguen ahí expectantes, mientras yo contemplo el firmamento de estrellas por encima de las nubes, desesperado por la impotencia mientras alguien destruye mi obra. ¡Es tan vívido sentir ese recuerdo con un estremecimiento, con un erizarse del vello y un sudor frío recorriendo mi espalda! Aún ahora, cuando la amenaza es más cercana que nunca, me invade una profunda sensación de nostalgia por aquellos días de frustración y terribles decisiones, de exhaustivos análisis y planes de intervención. Pero ahora, con lo que Sadman vio por mis ojos, con la objetividad nacida de la indiferencia y la insensibilidad únicas con las que doté a mi criatura, ahora tengo la llave para la salvación. Ahí hallaré al responsable de la catástrofe, y entonces el Fundador volverá de su Retiro para actuar con determinación instantánea. Nada en este universo puede escapar de mi voluntad una vez que el ojo panóptico se cierne sobre él, pues éste es mi Universo, mi Obra.
Las estrellas que se extingan hoy serán las últimas en extinguirse para siempre.