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En el Cuarto Acto encontró Sadman las tierras desoladas de Gul Gothay. La lluvia perpetua, que se vertía desde las ciudades boreales, socavó antaño sus cimientos y derrumbó sus pilares. La Compañía halló culpables, resolvió condenarlos y declaró la zona en cuarentena permanente. Los supervivientes del hundimiento, en cambio, necesitaban los productos de las Industrias Sair-Sudni para subsistir, y muchas corporaciones iniciaron fructíferas relaciones comerciales con Gul Gothay gracias al bajo coste de la mano de obra; la mayoría de las fábricas textiles y automovilísticas de Hel se trasladaron allí. Las empresas invertían enormes sumas en fondos públicos y la Panóptica se desentendía de sus actividades.

Sadman se detuvo frente al viejo edificio donde murió el descanso de su letargo nocturno para albergar las más tenebrosas pesadillas, nacidas de la voz de una mujer. El lugar donde Eva yacía postrada desde su encuentro, donde llegó para matar y de donde se marchó con las manos vacías.