31.

Sadman abrió la puerta del apartamento contiguo y disparó a la cabeza de la muchacha. El cuerpo sin vida de la niña cedió entre los brazos cubiertos de arañazos de su violador, mientras el otro dejaba caer su cámara doméstica con un respingo.

“Ahora podéis seguir haciendo lo que queráis”, dijo Sadman, y se volvió para marcharse.

El violador comenzó a bramar presa de la histeria. El videoaficionado miraba la cabeza hendida de la niña tratando de recuperar el aire que había abandonado sus pulmones sin avisar. Sadman dio dos pasos hacia la puerta. Media docena de proyectiles impactaron en la pared, dibujando su silueta. Se giró lentamente y vio el subfusil que el violador pasmado apuntaba humeante contra él.

Sadman disparó metódicamente a los dos individuos, primero a uno y después al otro, y tomó el pasillo hacia el ascensor, dejando atrás todo lo demás.