Tres días después
Sin asunto
Hola, Leo, ¿estás bien?
Saludos cariñosos,
Emmi
15 minutos después
Fw:
Hola, Emmi:
Sí, muy bien. ¿Y tú?
Leo
Ocho minutos después
Re:
Muy bien también, gracias. Salvo por el calor. ¿Será normal? Estamos a fines de mayo. 35 grados en mayo: ¿habrá ocurrido antes? ¡No, antes no ocurrían esas cosas! ¿Y por lo demás? ¿Todo va bien de momento?
20 minutos después
Fw:
Sí, gracias, Emmi, de momento todo va estupendamente. Tienes razón: antes hacía 35 grados a fines de julio, principios de agosto, uno o dos días al año quizá, no más. Vale, puede que fueran cuatro o cinco. Pero no en mayo, eso sí que no. En mayo, no. Te digo que esto del calentamiento del planeta será un tema candente. No es una campaña de mal gusto de los climatólogos. Tendremos que acostumbrarnos a veranos cada vez más calurosos, creo yo.
Tres minutos después
Re:
Sí, Leo, las diferencias de temperatura se volverán cada vez más extremas. ¿Y cómo pasas tú estos primeros días y estas primeras noches cálidas?
14 minutos después
Fw:
Las tormentas serán cada vez más intensas. Flujos de lodo y escombros, aludes, inundaciones. Y luego períodos de sequía. ¿Sabes lo que eso significa? Las consecuencias económicas y ecológicas del cambio climático son aún impredecibles.
Cinco minutos después
Re:
Piñas hawaianas en los Alpes. Cadenas antideslizantes obligatorias en Apulia. Arrozales en las islas Feroe.
Puestos de venta de anticongelante en Damasco. Colonias de camellos en Múrmansk. Clubes náuticos en el Sahara.
18 minutos después
Fw:
Y en las mesetas de las Tierras Altas escocesas pronto se podrán freír huevos sin fuego, siempre que las gallinas criadas al aire libre no se conviertan automáticamente en pollos a la parrilla e incluso en invierno pongan huevos duros.
Dos minutos después
Re:
Ya basta, Leo, no quiero seguir. De acuerdo, me rindo: ¿cómo fue? Y no preguntes: «¿Cómo fue qué cosa?»… ¡Por favor! Ahorremos algunas letras, ¿eh?
13 minutos después
Fw:
¿Te refieres a la cita del domingo con Mia? Fue agradable. Es más, muy agradable. Gracias por el interés.
Un minuto después
Re:
¿Cómo que la «cita del domingo»? ¿Es que ha habido también una «cita del lunes»?
Ocho minutos después
Fw:
Sí, Emmi, lo gracioso es que volvimos a vernos anoche. Cenamos en un restaurante italiano. ¿Conoces La Spezia, en la Kenienstraße? Tiene un patio precioso y acogedor. Realmente ideal para este calor. Y sobre todo: muy tranquilo, con buena música y excelentes vinos del Piamonte. Te lo recomiendo.
50 segundos después
Re:
¿Saltó la chispa?
18 minutos después
Fw:
¿Que si saltó la chispa? Lo mejor será que se lo preguntes a Mia. Después de todo, es una de tus mejores amigas. Es más, ella dice que es tu mejor amiga. Lo siento, Emmi, pero por hoy tengo que dejarlo. Volvemos a escribirnos mañana, ¿eh? Buenas noches. Espero que el calor no sea demasiado sofocante en tu dormitorio.
Tres minutos después
Re:
¡Pero si no es tarde, Leo! ¿Acaso tienes algún plan para esta noche? ¿Vas a encontrarte otra vez con Mia? Si la ves hoy, dile que me llame. No consigo localizarla. Buenas y cálidas noches.
Que te diviertas,
Emmi
Y un consejo: deberías tocar sin falta el tema del «calentamiento del clima». Con las cosas tan interesantes que cuentas, Mia seguramente te escuchará durante horas.
Dos minutos después
Fw:
A Mia no la veré hasta mañana. Hoy estoy hecho polvo y quiero acostarme temprano. Buenas noches. (Ya apago). Leo
30 segundos después
Re:
Buenas noches.
Tres días después
Sin asunto
Hola, Emmi ¿Has mirado por la ventana? Un horror, ¿no crees? Para mí, una tormenta de granizo es como una brisa del fin del mundo. Un extraño velo ocre cubre el cielo, de repente se corre una oscura cortina gris y luego caen miles y miles de guijarrillos blancos a toda velocidad. ¿Cómo se llamaba esa película donde llovían sapos, ranas o gallinas? ¿La conoces, por causalidad?
Saludos cariñosos,
Leo
Una hora y media después
Re:
Se llamaba Rebelión en la granja, El rey rana o Kentucky Fried Chicken. Estos expresivos mensajes sobre documentales de naturaleza después de tres días de no saber nada de ti, Leo, me vuelven loca. Haz el favor de buscarte otra destinataria. No te he sido fiel medio año en la bandeja de entrada ni he pasado varias horas al día aquí contigo durante semanas y meses para que ahora empecemos a conversar sobre chubascos y velos ocres sobre el cielo. Si quieres contarme algo de ti, hazlo. Si quieres saber algo de mí, pregúntamelo. Pero valgo demasiado para estar charlando sobre el clima. ¿Tanto te ha hecho perder la cabeza Mia que de repente no puedes ver nada más que bolitas de granizo?
Y aprovecho la ocasión para hacerte unas preguntas más: ¿tú le has dicho que hasta nuevo aviso no me cuente nada de vuestra cita? ¿Qué significa este adolescente bloqueo de información, este secreteo tonto? ¿Qué clase de jueguecito infantil es éste? De verdad que me quita las ganas de seguir conversando contigo, Leo, hablo en serio.
Que tengas un buen día,
Emmi
Dos horas después
Fw:
Querida Emmi:
No hace ni una semana que conozco a Mia. Nos hemos visto cuatro veces. Nos gustamos desde el primer día. Nos entendemos a las mil maravillas, en muchos aspectos. Pero aún es demasiado pronto para saber cómo evolucionarán las cosas. Y aún es demasiado pronto para «sacarlo a la luz». ¿Comprendes lo que quiero decir? Mia y yo tenemos que saber primero lo que sentimos el uno por el otro: ¿qué parte de esto es tan sólo el resultado de la situación en que nos conocimos?, ¿qué es pasajero y qué podría perdurar? Esas preguntas debe responderlas cada uno por sí solo. Por eso te pido que tengas paciencia, Emmi. En etapas posteriores te lo contaré todo. Y en cuanto a Mia: es probable que a ella le pase algo parecido, precisamente porque tú eres su mejor amiga. Danos un poco de tiempo. Espero que lo entiendas.
Un saludo afectuoso,
Leo
Diez minutos después
Re:
Querido Leo:
Como (ahora) no puedes verme ni oírme, te aclaro que lo siguiente lo digo con absoluta calma y serenidad, lenta y mesuradamente, sin pasarme de rosca, sin chillar ni ponerme agresiva. ¡No, señor! Las siguientes palabras las pronuncio con todo el espíritu conciliador y el recogimiento de que soy capaz: en mi vida había recibido un mensaje tan cutre como el que acabas de hacerme leer, Leo.
¡Adiós!
15 minutos después
Fw:
Lo siento sinceramente por ti, Emmi. Tal vez sea mejor que haga una pausa en los mensajes. Cuando vuelvas a estar dispuesta a ponerte en contacto con el portavoz de tu «mundo exterior», no dudes en escribirme.
Saludos cariñosos,
Leo
Cinco días después
Asunto: Añoro (…)
Hola, Leo:
¿Cómo te va con la «evolución de las cosas»? ¿Ya habéis ordenado un poco vuestros sentimientos Mia y tú? ¿Sabéis qué es «pasajero» y qué podría «perdurar»? ¿Habéis respondido ya algunas preguntas «cada uno por sí solo»? ¡Ah…!, añoro al antiguo Leo que decía lo que había que decir y sentía lo que había que sentir. Lo añoro tanto…
Que tengas un buen día,
Emmi
P D.: Probablemente ya estarás informado acerca de Mia y de mí. Cuando me di cuenta de que por lo visto ella tampoco sabía qué decirme, le pedí que consideráramos a Leo Leike como un tema tabú entre nosotras.
Tres horas después
Fw:
Querida Emmi:
Tu último comentario ha sido discretamente atenuado. Si no estoy mal informado, hace unos días le dijiste a tu amiga Mia por teléfono: «O me lo cuentas todo sobre ti y Leo, o no me cuentes nada. En el segundo caso te propongo que concedamos unos merecidos meses de descanso a nuestra amistad de tantos años».
¿Qué te pasa, Emmi? No te comprendo. Fuiste TÚ la que nos juntaste a Mia y a mí. Eras TÚ la que querías que la conociera sin falta. Eras TÚ la que nos veías como la pareja ideal. ¿Por qué ahora te pones tan cínica y maliciosa? ¿Te sentías demasiado segura de Leo, el complemento de tu vida interior, tu posesión extrafamiliar? ¿Ahora estás enfadada porque crees que has perdido tu propiedad virtual por tu mejor amiga?
Durante meses estuve más cerca de ti que de ninguna otra persona, Emmi. Estaba (y estoy) muy feliz de que todas nuestras tentativas de encontrarnos «físicamente» hayan fracasado. Me da igual qué aspecto tengas, mientras yo pueda verte tal como quiero. Estoy agradecido de no tener que descubrir que en realidad eres distinta de «mi Emmi, la heroína de mi novela de correo electrónico». Allí eres perfecta, la más bella del mundo, ninguna puede compararse contigo.
Pero para nosotros no hay progreso posible, Emmi. Todo lo demás sucede fuera de nuestras dos pantallas. Mia es la mejor prueba de ello. Para ser sincero, al principio me molestó bastante que quisieras emparejarme con tu amiga. Mi primera cita fue más bien un desafío a tus deseos, Emmi. Pero enseguida comprendí en qué consiste la diferencia entre tú y ella. Tú ni siquiera te atreves a describir tu piano, porque él no pinta nada en mi mundo. Mia, en cambio, se inclina sobre una mesa diminuta a medio metro de mí y enrolla espaguetis al pesto en la cuchara. Cuando vuelve la cabeza, siento la corriente de aire que produce. Al mismo tiempo puedo verla, oírla, tocarla, olerla. Mia es materia. Emmi es fantasía. Ambas con sus ventajas y sus desventajas.
Te deseo buenas noches,
Leo
30 minutos después
Re:
Mi piano es negro, tiene forma de paralelepípedo rectangular y está hecho fundamentalmente de madera. Tiene una parte horizontal que sobresale. Allí, levantando una tapa negra, redondeada por delante, hay teclas blancas y negras. En verdad debería saber de memoria cuántas son, pero por desgracia necesito contarlas. ¿Puedo darte la cantidad exacta otro día, Leo? En cualquier caso, las teclas blancas son más grandes, y hay más blancas que negras. Cuando oprimo una tecla, sale un sonido por arriba. Nunca se sabe a ciencia cierta de dónde proviene. No es posible mirar bien mientras se toca. Pero el sonido es mucho más decisivo. Si elijo una de las teclas de la izquierda, el tono es grave. Cuanto más a la derecha se encuentra la tecla que pulso, más agudo es el sonido. Si pulso distintas teclas negras varias veces seguidas, se oye una sencilla melodía china, una suerte de canción infantil del Lejano Oriente. Si quieres que te cuente algo más sobre las teclas blancas y lo que se puede hacer con ellas, házmelo saber, Leo. Pero creo que ya te he explicado lo principal acerca de mi piano. ¡Sí, me he atrevido a describir mi piano!
Tu leal,
Emmi
5 minutos después
Fw:
Lo has hecho muy bien, Emmi. Creo que ya tengo una noción de cómo es tu piano. Sí, me lo represento como si lo estuviera viendo. Y a ti sentada, Emmi, contando las teclas. Gracias por la imagen.
Buenas noches.
Una hora después
Re:
Hola, Leo:
Soy yo de nuevo. Aún no tengo sueño. Por desgracia, no sé muy bien qué decir. Simplemente estoy triste. Pensé que Mia nos acercaría, incluso físicamente. Pero por lo visto nos aleja cada vez más. Y ni siquiera puedo estar enfadada con ella, pues fue idea mía. Para ser sincera: es verdad que quería que la conocieras, pero no quería uniros. Para mí erais (y seguís siendo) todo menos una «pareja ideal». Es cierto que estaba demasiado segura de ti, Leo. Pensaba que te conocía. Me parecía imposible que fueras a enamorarte de ella. Mia es atractiva, sin duda. Pero es poco más o menos todo lo contrario de mí. Ella es una deportista de los pies a la cabeza, robusta, vigorosa, musculosa. Cada lunar de su cuerpo está bien entrenado. Es probable que hasta el vello de sus axilas se componga de masa muscular. De puro tórax, no se le ve el pecho. Y su piel marcada por el sol es una gran refinería de aceite de coco. Mia es la personificación de la buena forma física. Para ella, el sexo debe de ser un entrenamiento de flexión y músculo pelviano entre parejas, con descansos motivados por los orgasmos. Es una mujer para la tabla de surf, para la dieta rigurosa, para el maratón de Nueva York. Pero jamás una mujer para Leo, al menos eso creía yo. De ti, Leo, tenía una idea muy diferente. Desear a Mia significa rechazarme a mí. ¿Entiendes por qué eso me deprime?
Diez minutos después
Fw:
¿Y quién ha dicho que yo desee a Mia? ¿Quién ha dicho que ella me desee a mí?
Dos minutos después
Re:
¡Pero, hombre…! ¡Tú! ¡Tú! ¡Lo has dicho tú! ¡Y cómo lo has dicho! ¡Lo has dicho de una manera espantosa! Imposible decirlo de una manera más espantosa que en tu infame y repugnante mensaje, aquel de «tenemos que saber lo que sentimos». Allí dices: «Nos entendemos a las mil maravillas, en muchos aspectos». ¡Ufffffff…! ¡Nunca hubiera creído eso de ti, Leo!
Cinco minutos después
Fw:
Es verdad, pero Mia y yo nos entendemos a las mil maravillas en muchos aspectos. Ni una palabra de eso es mentira. Por ejemplo, nos entendemos a las mil maravillas en lo que concierne a nuestras ideas, consideraciones y opiniones sobre tu persona, estimada Emmi Rothner.
Tres minutos después
Re:
¡No me digas que no te has acostado con ella!
Cuatro minutos después
Fw:
Ya estás otra vez poniéndote en el lugar de un hombre, Emmi, ¿verdad? No cambies de tema. Es absolutamente irrelevante que me haya acostado o no con Mia.
55 segundos después
Re:
¿Irrelevante? ¡No para mí! El que se acuesta con Mia nunca se acuesta conmigo, ni siquiera mentalmente. Eso quiero que quede claro.
Dos minutos después
Fw:
No reduzcas siempre nuestra relación al hecho de que dormimos juntos mentalmente de vez en cuando.
50 segundos después
Re:
¿Tú has dormido conmigo mentalmente de vez en cuando? Es la primera noticia que tengo. Pero suena bien.
Un minuto después
Fw:
Hablando de dormir, pero físicamente: buenas noches, Emmi. Son las dos de la mañana.
30 segundos después
Re:
Sí, es maravilloso. ¡Como en los viejos tiempos!
Buenas noches,
Emmi
A la mañana siguiente
Asunto: Un una palabra de sexo
Buenos días, Leo:
¿Cuáles son las consideraciones sobre mi persona que compartes con Mia? ¿Qué te ha dicho Mia de mí? ¿Ya sabes cuál de las tres Emmi que calzan un 37 soy? ¿Soy al menos la Emmi de quien tu hermana dijo: «De ésa te enamorarías»?
Una hora y media después
Fw:
No vas a creerlo, Emmi, pero no te hemos examinado desde un punto de vista exterior, sino interior. Desde el principio le di a entender a Mia que no quería saber qué aspecto tenías. Ella respondió: «Tú te lo pierdes». (De veras que es una buena amiga). Por supuesto que Mia también sabía que querías cualquier cosa menos que acabáramos juntos. Enseguida comprendimos el papel que nos estaba destinado. Diez minutos sentados frente a frente… y ya éramos aliados en materia de Emmi Rothner.
12 minutos después
Re:
Y luego, sólo por fastidiarme, os enamorasteis.
Un minuto después
Fw:
¿Quién ha dicho eso?
Ocho minutos después
Re:
Lo ha dicho Leo Leike: «Mia, en cambio, se inclina sobre una mesa diminuta a medio metro de mí y enrolla espaguetis al pesto en la cuchara». Empalagoso. «Cuando vuelve la cabeza, siento la corriente de aire que produce». Empalagoso. «Al mismo tiempo puedo verla, oírla, tocarla, olerla». Empalagoso. «Mia es materia». Rimbombante. ¿Sabes lo que te digo, Leo? Que lo de Marlene te lo perdono. Ella era anterior a nosotros y tiene derechos más antiguos. Pero las corrientes de aire que produce Mia al volver la cabeza me parecen francamente una frescura. A mí también me gustaría volver la cabeza y producir una corriente de aire que tú sientas, maestro Leo. (Vale, retiro lo de «maestro»). ¿Qué tiene la corriente de aire de Mia que la mía no tenga? Créeme, sé producir maravillosas corrientes de aire cuando vuelvo la cabeza.
20 minutos después
Fw:
También hablamos de tu matrimonio, Emmi.
Tres minutos después
Re:
¡Ah…, no me digas! ¡Conque vuelves a tu tema favorito! ¿Y qué dice Mia? ¿Te ha dicho que Bernhard le cae mal?
15 minutos después
Fw:
No, de ninguna manera. Sólo ha hablado bien de él. Dice que el vuestro es un matrimonio ejemplar. Dice que es increíble, pero que en vuestro matrimonio todo es realmente perfecto. Dice que desde que Emmi está unida a Bernhard, ya no tiene flaquezas. Se ha olvidado definitivamente de mostrar sus puntos débiles. Cuando aparece con Bernhard y los dos niños, se diría que ha llegado la familia ideal. Todos sonríen, todos son amables, todos son felices. Entre tú y tu marido huelgan las palabras, reina una silenciosa armonía. Es más, hasta los hermanos se sientan uno al lado del otro y se abrazan. Totalmente idílico. Más vale que los amigos de los Rothner añadan algunas sesiones de terapia después de ir a cenar a su casa, piensa Mia. De repente crees que lo has hecho todo mal. Te sientes un fracasado. Pues tienes una pareja que no te apoya, o con la que ya no te llevas bien. (O ambas cosas). O tienes hijos que te aterrorizan. O las tres cosas. O no tienes esto ni aquello ni lo otro: no tienes a nadie. Como Mía. Y, única y exclusivamente cuando se compara con Emmi, estar sola le parece a Mia lamentable.
18 minutos después
Re:
Sí, ya sé lo que Mia piensa de mí, de mi matrimonio y de mi vida familiar. Bernhard no le cae bien, porque tiene la sensación de que le ha robado algo: a mí, su mejor amiga. Sí, ¡qué diablos!, no soporta que a mí ya no me vaya tan mal como a ella. No lo bastante para desahogarme con ella. Nuestra amistad se ha vuelto unilateral: antes teníamos temas comunes, disgustos comunes, enemigos comunes, por ejemplo, los hombres y sus defectos. Eso era productivo, teníamos mucho que decirnos, disponíamos de amplios recursos. Desde que estoy con Bernhard todo ha cambiado. Por más que quiera, no puedo decir nada malo de él. No tiene sentido poner el grito en el cielo por pequeñeces, sólo para aparentar un espíritu de solidaridad con Mia. Nos encontramos en situaciones radicalmente diferentes de la vida. Ése es el problema entre Mia y yo.
Cinco minutos después
Fw:
Mia dice que hay una sola cosa que no encaja en la imagen del perfecto idilio familiar de los Rothner. Al menos, ella no se lo explica. A pesar de que ha hablado muchas veces del tema contigo.
50 segundos después
Re:
¿De qué tema?
40 segundos después
Fw:
De mí.
30 segundos después
Re:
¿De ti?
15 minutos después
Fw:
Sí, de mí, de nosotros, Emmi. Mia no entiende por qué me escribes, cómo me escribes, qué me escribes, con qué frecuencia me escribes, etc. No comprende por qué es tan importante para ti estar en contacto conmigo. Ella dice: «A Emmi no le falta nada, nada en absoluto. Si tiene problemas, sabe que siempre puede recurrir a mí o a otra amiga. Si busca autoafirmación, no tiene más que pasearse un rato por la zona peatonal. Si quiere ligar, podría dar hora en la fila de viandantes e ir llamando a los tíos por turno. Para eso no necesita un compañero fijo e intensivo de correo electrónico, que requiere tiempo y esfuerzo». Pues sí, Mia no sabe para qué me necesitas, para qué puedo ser bueno, Emmi.
Dos minutos después
Re:
¿Tú tampoco lo sabes, Leo?
Nueve minutos después
Fw:
Pues claro, supongo que sí, te tomo la palabra. He intentado explicarle a Mia que yo soy para Emmi una suerte de «externalización», un poco de distracción de la rutina familiar. Que soy alguien que la aprecia y la quiere tal como es, sin que ella tenga que estar presente. Lo único que debe hacer es escribir y nada más. Pero Mia no se contenta con esa explicación. Dice: «Emmi no necesita distracciones. Nunca se esforzaría por tener una “distracción”. Cuando Emmi hace un esfuerzo, es que “quiere” algo. Y cuando Emmi quiere algo, no sólo quiere mucho: cuando Emmi quiere algo, lo quiere todo».
Tres minutos después
Re:
Tal vez Mia no me conozca tan bien, Leo. ¿Qué «todo» podría querer yo de ti? Ni siquiera he comido espaguetis al pesto contigo. Nunca he vuelto la cabeza y he producido una corriente de aire que tú pudieras percibir, querido Leo. Como todos sabemos, mi amiga Mia me lleva cierta ventaja en eso. No quiero saber cuánto más cerca que yo habrá estado ella de «todo» contigo.
Un minuto después
Fw:
Me alegra que como excepción no quieras saberlo.
50 segundos después
Re:
Pues bien, ¿cuánto se ha acercado Mia a «todo» contigo?
Dos minutos después
Fw:
Depende de lo que se entienda por «todo».
55 segundos después
Re:
Mira, Leo, ésas son las famosas respuestas tuyas que justifican el «esfuerzo» que me supone escribirte. Puedes decírselo a mi amiga Mia si te apetece. ¿Cuándo vuelves a verla? ¿Hoy?
Tres minutos después
Fw:
No, hoy estoy invitado a cenar en casa de unos compañeros de trabajo. Por cierto, ya debería ir preparándome. Buenas noches, Emmi.
45 segundos después
Re:
¿No llevas a Mia contigo? Por lo visto, aún no ha estado tan cerca de «todo».
Un minuto después
Fw:
Tan cerca, no, Emmi, si eso te tranquiliza.
40 segundos después
Re.
¡Pues sí que me tranquiliza!
50 segundos después
Fw:
Emmi, Emmi, Emmi.
Al día siguiente
Asunto: Mia
¿Qué tal estás, Leo? ¡Mañana he quedado con Mia!
Saludos,
Emmi
Diez minutos después
Fw:
Hola, Emmi. Me alegro por ti y por Mia.
Saludos para ti también,
Leo
50 segundos después
Re:
¿Eso es todo lo que se te ocurre decir?
20 minutos después
Fw:
¿Qué te figurabas, Emmi? ¿Tú crees que debería sentir pánico? No hay reunión de padres y maestros, Emmi; tampoco he hecho novillos, Mia no es mi profesora ni tú eres mi mamá. Por lo tanto, no tengo nada que temer.
Tres minutos después
Re:
Leo, si Mia y tú…, bueno, ya sabes, preferiría enterarme hoy por ti y no mañana por ella. Qué, ¿me lo dices?
Cuatro minutos después
Fw.
¿Si me acuesto con Mia? Quizá Mia no querría que lo supieras si así fuera.
Un minuto y medio después
Re:
Tú no quieres que yo lo sepa. ¡Pero mala suerte, Leo! Lo sé. Sólo alguien que se acuesta con Mia escribe como escribes tú.
13 minutos después
Fw:
¿Y para ti sería una catástrofe? ¿Conmocionaría todo tu «mundo exterior»? ¿O sólo es el viejo juego de la infancia: si yo no puedo tener algo, menos aún mi mejor amiga?
Cuatro minutos después
Re:
Leo, me pareces demasiado inmaduro para este tema. Más vale que lo dejemos. Que tengas un buen día.
Nos leemos,
Emmi
Diez minutos después
Fw:
Otras veces has estado de mejor humor, querida Emmi.
Sí, nos leemos, sin duda.
Al día siguiente
Asunto: Mia
¿Qué hay, Leo?
¡He visto a Mia!
30 segundos después
Fw:
Lo sé, Emmi, lo habías anunciado.
Dos minutos después
Re:
¿No quieres saber cómo ha ido?
Cuatro minutos después
Fw:
Buena pregunta. Ahora puedo optar entre dos respuestas: 1) ya me lo contará Mia; o 2) de todos modos, tú me lo contarás ahora mismo, Emmi.
Elijo la número dos.
Un minuto después
Re:
Has fallado por poco, amigo mío. Pregúntale a Mia cómo ha ido.
Que tengas una buena tarde.
Siete horas después
Fw:
Buenas noches, Emmi.
Tu actuación de hoy ha dejado bastante que desear.
Al día siguiente
Asunto: Emmi
Mi querida compañera de correo electrónico:
¿Estás ofendida? ¿Se puede saber por qué? ¿Mia te contó algo que no querías escuchar?
Dos horas y media después
Re:
Sabes muy bien lo que me contó Mia, Leo. Y sabes muy bien lo que Mia NO me contó: «Sí, es muy simpático. Sí, nos entendemos bien. Sí, nos vemos de vez en cuando. Sí, a veces se hace bastante tarde (sonríe satisfecha, ríe para sus adentros). Sí, es un chico estupendo (esboza una sonrisa irónica). Sí, es un hombre (suspira) con el que una se podría imaginar (se entusiasma)… Pero ¿qué importa si dormimos juntos, Emmi? Eso no es lo decisivo… ¡Ay, Emmi! ¿Por qué tienes que hablar siempre de sexo?». Etc., etc. Querido Leo, ésa no es Mia tal como ella es. Cuando Mia es tal como ella es, habla horas y horas de sexo, describiendo cada uno de los músculos que se trabajan o que participan de un modo u otro, aunque no sea más que como espectadores (o como oyentes). Mia es capaz de subdividir un único orgasmo de cinco segundos, desde el punto de vista de la medicina deportiva, en siete pasos con tablas de consumo calórico, etc., cada uno de los cuales requiere una exposición de una hora. ¡Ésa es Mia! ¿Y sabes quién no es Mia en absoluto? «¡Ay, Emmi! ¿Por qué siempre tienes que hablar de sexo?»: eso es cero por ciento Mia y cien por cien Leo Leike. ¿Qué has hecho con Mia, Leo? ¿Y por qué? ¿Para fastidiarme?
13 minutos después
Fw:
¿No te preguntó Mia por qué te interesa tanto saber si me acuesto con ella? ¿No te dijo que ella no te pregunta a ti con qué frecuencia haces el amor con tu Bernhard? (Vale, retiro el «tu» delante de «Bernhard»). ¿No te preguntó Mia qué es lo que quieres de mí en realidad? Sí, ¿verdad? ¿Y tú qué le contestaste, Emmi?
50 segundos después
Re:
¡Lo que quiero son mensajes! (Pero no como este último).
Un minuto y medio después
Fw:
A veces no se pueden elegir.
Tres minutos después
Re:
Yo no quiero elegirlos. Quiero que sean bonitos por sí solos. Antes me escribías mensajes tan bonitos, Leo… Desde que te acuestas con Mia, no haces otra cosa que andarte con rodeos. Está bien, soy yo quien tiene la culpa, no debería haberte puesto en contacto con ella. Ha sido un error por mi parte.
Ocho minutos después
Fw:
Querida Emmi:
Te prometo que volverás a recibir un bonito mensaje, con Mia o sin ella. Hoy no puedo seguir. Voy al teatro. (No, con Mia, no. Con mi hermana y unos amigos).
Buenas noches,
Leo
Y saluda a tu piano de mi parte.
Cinco horas después
Re:
¿Has vuelto ya del teatro? Hoy no puedo dormir. ¿Te he hablado alguna vez del viento del norte? No me sienta bien el viento del norte cuando tengo la ventana abierta. Sería bueno que me escribieras unas palabras más. Escribe simplemente: pues cierra la ventana. Entonces te contestaré: con la ventana cerrada no puedo dormir.
Cinco minutos después
Fw:
¿Duermes con la cabeza bajo la ventana?
50 segundos después
Re:
¡¡¡LEO!!! Sí, duermo con la cabeza perpendicular a la ventana.
45 segundos después
Fw:
¿Y si das un giro de 180 grados y duermes con los pies mirando a la ventana?
50 segundos después
Re:
No puedo, necesito la mesilla con la lámpara para leer.
Un minuto después
Fw:
Pero para dormir no necesitas la lámpara.
30 segundos después
Re:
No, pero sí para leer.
Un minuto después
Fw:
Pues lee y luego te das la vuelta y te duermes con los pies mirando a la ventana.
40 segundos después
Re:
Si me doy la vuelta, me despejo y tengo que volver a leer para dormirme. Entonces me faltará la mesilla con la lámpara.
30 segundos después
Fw:
¡Ya lo tengo! Ponla en la otra punta de la cama.
35 segundos después
Re:
No se puede, el cable de la lámpara es demasiado corto.
40 segundos después
Fw:
¡Qué lastima!, yo aquí tengo un alargador.
25 segundos después
Re:
¡Mándamelo por correo electrónico!
45 segundos después
Fw:
De acuerdo, te lo envío como documento.
50 segundos después
Re:
Gracias, ya lo he recibido. Es un cable fantástico, larguísimo. Lo pondré ahora mismo.
40 segundos después
Fw:
¡Cuidado! No vayas a tropezarte por la noche.
35 segundos después
Re:
¡Ah…, dormiré a pierna suelta gracias a ti y a tu cable!
Un minuto después
Fw:
Ahora que sople el viento del norte todo lo que le dé la gana.
45 segundos después
Re:
Leo, te estimo mucho, mucho. Eres bueno contra el viento del norte.
30 segundos después
Fw:
Yo también te estimo mucho, Emmi.
Buenas noches.
25 segundos después
Re:
Buenas noches. Felices sueños.
A la noche siguiente
Sin asunto
Buenas noches, Emmi.
Hoy has esperado a que escriba yo el primero, ¿verdad?
Cinco minutos después
Re:
Casi siempre espero a que escribas tú el primero, Leo; a menudo es en vano. Esta vez me he aguantado. ¿Estás bien?
Tres minutos después
Fw:
Sí, muy bien. Acabo de hablar con Mia. Y hemos decidido contártelo todo sobre nosotros, si es que aún quieres saberlo.
Ocho minutos después
Re:
Sólo después sabré si quería saberlo. En todo caso lo has anunciado tan oficialmente que no me parece nada improbable que después descubra que en realidad no quería saberlo. Así que si es una historia de amor con embarazo, viaje a Venecia y fecha para la boda, será mejor que me la ahorres. Hoy he reñido con un cliente. Además, tengo la regla.
Cuatro minutos después
Fw:
No, no es una historia de amor. Nunca lo ha sido. Y me asombra que hayas dudado de ello y que lo hayas dudado hasta tal punto. Antes sabías bastante bien lo que hacías. «Lo que hacías», sí, ésa es la cuestión. ¿Quieres que entre en detalles?
Seis minutos después
Re:
¡Eso es injusto, Leo! Yo no sabía bien lo que hacía. No estaba haciendo nada. No había pensado antes lo que podía ocurrir si conocías a mi amiga. Simplemente tenía curiosidad por saber qué decía ella y qué decías tú, Leo. Sólo cuando lo dijisteis, mejor dicho, cuando NO lo dijisteis, supe lo poco que me gustaba lo dicho, es decir, lo que Mía y tú NO dijisteis. Pero sigue contando si quieres. De todos modos ya has escrito la frase más importante. (La primera). Ya no puede pasar gran cosa.
Una hora y media después
Fw:
Mia y yo nos vimos por primera vez aquella tarde de domingo en el café, y de inmediato supimos por qué estábamos allí (no por nosotros, sino por ti). No teníamos ninguna posibilidad de conocernos mejor, menos todavía de enamorarnos. Éramos poco más o menos lo contrario de dos personas hechas la una para la otra. Desde el primer instante nos sentimos como títeres tuyos, como piezas de ajedrez que tú, querida Emmi, acababas de mover. Pero no entendíamos cuál era el «juego». Y hasta hoy sigue siendo incomprensible. Tú sabes que Mia te aprecia mucho, Emmi, te admira, es más, te envidia. ¿Querías aumentar aún más mi interés por ti? Y si es así, ¿para qué? ¿Querías que supiera lo perfecta e idílica que es tu vida familiar? ¿Para qué? ¿Qué tiene eso que ver con nuestros correos electrónicos? ¿Acaso impide que el viento del norte entre por tu ventana y no te deje dormir?
Y Mía: ella está completamente desorientada respecto a ti. Sólo ha sentido una cosa desde el principio: que para ella yo estaba vedado. Yo llevaba al cuello un letrero que ponía: «Pertenece a Emmi. Prohibido tocar». Mia se sentía reducida a tantearme. Debía contarte detalles sobre mí, debía ofrecerte el otro lado de Leo, el que tú no conoces, el físico, para que tuvieras una imagen completa. Pues bien, Emmi, Mia y yo no estábamos dispuestos a cumplir con el papel que se nos había destinado. Estábamos decididos a desbaratar tu extraño juego. Es más, nos rebelamos: si bien no nos enamoramos, nos acostamos. Nos hizo bien, fue divertido, quedamos en paz. No nos palpitaba el corazón, no sentíamos un gran deseo ni una pasión profunda. Lo hicimos únicamente para fastidiarte. Fue la cosa más simple y honrada del mundo. Estábamos realmente cabreados contigo. Así que jugamos nuestro propio juego dentro del juego. Sí, una noche funcionó, pero no más. A la larga uno sólo puede acostarse «con» otra persona, no contra un tercero en común. Y estaba claro que no surgiría nada entre Mia y yo. No obstante, seguimos viéndonos con gusto, era agradable charlar, sí, nos caíamos —y nos caemos— bien y nos gustaba mantenerte así, a distancia, Emmi. A modo de pequeño castigo por tu arrogancia.
Ésa fue la historia. Estoy ansioso por ver si la entiendes —y cómo la digieres—, mi querida compañera de correo electrónico. Se ha hecho de noche. Por lo que veo, hay luna llena. Y el viento del norte ha amainado. Puedes dormir con la cabeza junto a la ventana.
¡Buenas noches!
Dos días después
Sin asunto
Querida Emmi:
Uno se siente bastante desgraciado cuando le dejan dos días en el aire como tú a mí. Por eso te invito amablemente a contestarme. Tírame por los suelos si quieres, pero no me dejes colgado.
Muy atentamente,
Leo
Al día siguiente
Asunto: Digestión
Hola, Leo.
Jonás se dislocó el brazo jugando al voleibol. Hemos pasado dos noches en el hospital. Ahí tienes una pequeña muestra del idilio familiar.
En cuanto a la digestión: he intentado varias veces digerir tu mensaje, pero lamentablemente se resiste. Ahora ya no es más que una papilla de sabor indefinido. Me preguntas si yo quería que te enteraras por Mia de lo perfecta e idílica que es mi vida familiar. Mi querido Leo, Mia y tú os equivocáis. Mi vida familiar es buena, pero ni mucho menos perfecta. La «vida familiar» como tal no tiene nada que ver con la perfección, sino con la perseverancia, la paciencia, la indulgencia y los brazos dislocados de los niños. ¿Me permites que excepcionalmente me remita a mis largos años de experiencia, de la que —lo digo sin ánimo de ofenderos— Mia y tú carecéis? Lo de «idilio familiar» es un oxímoron, dos conceptos que se excluyen: o familia o idilio.
Bien, y algo más sobre tu «juego dentro del juego». ¿Dices que te acostaste con Mia porque ambos estabais cabreados conmigo? Hacía tiempo que no oía nada tan infantil. Leo, Leo… Has perdido varios puntos.