Quisiera dar las gracias al Dade County Medical Examiner’s Office por haberme soportado durante una semana y, sobre todo, al doctor Charles Wetlie, cuya paciencia para hablar con un especialista en oftalmología y cirugía pero no en patología forense fue extraordinaria. Me gustaría asimismo agradecer su hospitalidad al doctor Charles Hirsh, jefe del Centro de Medicina Forense de Nueva York y, a la doctora Jackie Lee por su buena voluntad a la hora de echar un vistazo al aspecto más personal de la patología forense.
Por último, pero no menos importante, quiero dar las gracias a Jean Reeds, cuyo intuitivo sentido de la psicología hace que su apoyo, sus consejos y sus críticas hayan sido de un valor incalculable.