Un día, mientras almorzaba en un Corner House, me sentí fascinada por una conversación sobre estadísticas que tenía lugar en otra mesa, a mi espalda. Al volverme, tuve la visión de Mr. Parker Pyne. Yo no había pensado nunca en las estadísticas (¡y la verdad es que rara vez pienso en ellas ahora!), pero el entusiasmo con que las discutían despertó mi interés. Precisamente estaba yo entonces proyectando una serie de relatos cortos y, en aquel instante, me decidí sobre el modo de desarrollarlos y sobre su tema. Y a su debido tiempo, disfruté escribiéndolos. Mis favoritos son: El caso del esposo descontento y El caso de la mujer rica. Me sugirió el tema del segundo el recuerdo de una mujer desconocida que se encontraba a mi lado diez años antes, mientras yo miraba un escaparate. Con el acento más maligno, aquella mujer decía: «Me gustaría saber qué puedo hacer con todo el dinero que tengo. Me mareo demasiado para navegar en yate, tengo un par de coches y tres abrigos de piel, y el exceso de buenas comidas me estropea el estómago». Sorprendida, murmuré: «¿Y qué me dice de los hospitales?». Y ella replicó con un resoplido: «¿Hospitales? No tengo intención de hacer caridad. Quiero sacar el máximo provecho a mi dinero». Esto, por supuesto, ocurrió hace veinticinco años. Hoy, todos los problemas de este tipo se los resolvería un inspector de Hacienda, ¡y probablemente esto la enojaría aún más!
AGATHA CHRISTIE