—¿Está seguro? —oí que preguntaba mi padre.
—Completamente seguro —repuso el doctor Gray—. Soy el único miembro del personal que está hoy aquí, señor Johnson. El laboratorio cierra los fines de semana y no hemos tenido visitas.
—Es más o menos de esta altura —escuché que le explicaba papá—. Tiene los cabellos negros y lleva gafas.
—No. Lo siento —insistió el doctor Gray.
—Sin embargo mi hijo le dijo a su amiga que venía hacia aquí. Tenía algo que deseaba mostrarle a un científico. Su bicicleta tampoco está en nuestro garaje.
—Bueno, puede echar un vistazo por los alrededores del edificio y comprobar si la bicicleta de su hijo aparece en algún sitio —le dijo el doctor Gray a papá—. Aunque no creo que la encuentre.
«¡La ha ocultado! —me dije—. El doctor Gray ha ocultado mi bicicleta para que nadie pueda hallarla.»
Lancé un grito de rabia y me precipité contra el cristal de la ventana.
—¡Papá, estoy aquí! —chillé. Hice una bocina ahuecando las manos y volví a gritar con todas mis fuerzas—: ¡Papá! ¿Me oyes? ¡Estoy aquí! ¡Papá!
Hice una profunda inspiración y escuché con atención. El corazón me latía con tanta violencia que apenas oía las voces que ahora llegaban desde el frente del edificio.
Papá y el doctor Gray continuaban hablando tranquilamente y sin levantar la voz.
—¡Papá! ¿Me oyes? —grité otra vez—. ¡Soy yo, Dana! ¡Vuelve, papá, no te marches! ¡Estoy aquí! ¡Ayúdame a salir!
Mi voz se quebró. Me dolía la garganta de tanto chillar.
—¡Papá, por favor…!
Con el pecho a punto de estallar presioné la oreja contra el cristal y volví a escuchar con atención.
—Bueno, esto es muy extraño, señor Johnson —estaba diciendo el doctor Gray—. El chico no ha estado aquí. ¿Le gustaría echar un vistazo al laboratorio?
«¡Sí, papá, por favor, di que sí! —rogué en silencio—. ¡Di que sí!
»¡Dile que quieres echar un vistazo en el laboratorio, papá! ¡Por favor, díselo!»
—No, gracias —oí que respondía mi padre—. Será mejor que continúe buscándole. Muchas gracias, doctor Gray.
Oí cómo papá se despedía.
Oí el sonido que hacía la puerta de entrada al cerrarse.
Entonces supe que estaba condenado.