Toqué fondo… pero como el ave fénix, resurgí entre las cenizas y aquí estoy, un año después, soplando y soplando para que la pluma no me toque.
Esta vez no me dejé vencer. No me apoyé en nadie para sacar fuerzas de flaquezas, porque me convencí de que amo demasiado la vida como para dejarla ir.
Ya no me invaden los temores que un día confesé. Aprendí de mi madre que hay que saber asustar al miedo para que no se trunquen tus metas. Estoy cerca de alcanzarlas.
Una de ellas es terminar mi carrera, ya me falta poco. La otra es ser feliz. Se acabaron los viajes en manada, sin dirección. Me estacioné, pero sin apagar el motor.
A Guadalajara no volví, aunque el “hermano mayor” y su alemana, que ya están felizmente casados, recibieron mi beneplácito, y fui testigo a distancia de ese acto heroico.
Hace poco leí que “amor es un sustantivo y amar es un verbo”, y he decidido conjugarlo… Françoise está a mi lado mientras escribo esto.
FIN