Notas del capítulo 23

[1] 27 de octubre de 1936. «… no queremos a unas milicias uniformadas, disciplinadas, movilizadas, encuadradas, estrelladas». Discurso de Juan López publicado en Fragua Social, 18 de octubre de 1936. <<

[2] 11 de febrero de 1937. <<

[3] Como aparece en Solidaridad Obrera, 12 de mayo de 1936. La resolución fue elaborada por una comisión compuesta de algunos de los más destacados líderes del movimiento libertario, y decía que la mayor garantía para la defensa de la revolución seria el pueblo armado. «Existen millares de trabajadores —añadía— que han desfilado por los cuarteles y conocen la técnica militar moderna. Que cada comuna tenga sus armamentos y elementos de defensa, ya que hasta consolidar definitivamente la revolución, éstos no serán destruidos para convertirse en instrumentos de trabajo. Recomendemos la necesidad de la conservación de aviones, tanques, camiones blindados, ametralladoras y cañones antiaéreos, pues es en el aire donde reside el verdadero peligro de invasión extranjera. Si llega este momento, el pueblo se movilizará rápidamente para hacer frente al enemigo, volviendo los productores a los sitios de trabajo tan pronto hayan cumplido su misión defensiva». <<

[4] Véanse las pp. 219 y 220 de esta obra. <<

[5] Solidaridad. Obrera, el principal periódico de la CNT en España: declaraba (el 15 de agosto de 1936) en relación a la primera de estas medidas, que aun antes de que la rebelión militar fuese vencida, ya las clases medias estaban pensando en el régimen que establecerían el día de la victoria. Pero, afirmaba, los obreros no se dormirán en sus laureles ni consentirán que su triunfo se les escape de las manos. En cuanto al ejército voluntario, García Pradas, director del principal órgano anarcosindicalista de la zona central, CNT, declaraba que nadie debía alistarse en él porque tal ejército traería como consecuencia la creación de una nueva casta, que después de la victoria sobre el fascismo trataría de arreglar cuentas. El pueblo —añadía— ha demostrado que no necesita unirse a un ejército para ganar la guerra, y en consecuencia no permitirá ser engañado. Discurso reseñado en CNT, 12 de septiembre de 1936. <<

[6] Discurso en enero de 1937, reimpreso en En marcha hacia la victoria, p. 51. <<

[7] Resolución aprobada en el Pleno de Regionales de la CNT, tal como aparece en CNT, 17 de septiembre de 1936. <<

[8] «… No hemos sabido transformar con bastante rapidez las columnas espontáneas de los primeros días en unidades organizadas regularmente. Nosotros hemos perdido posiciones que han sido tomadas por los comunistas». MARIANO VÁZQUEZ, secretario del Comité Nacional de la CNT, en un Congreso de la AIT publicado en Suplemento de Espagne Nouvelle, 15 de marzo de 1939. <<

[9] Internacional, junio de 1938. <<

[10] Discurso en el Congreso de la CNT de Valencia, noviembre de 1936, recogido en Fragua Social, 17 de noviembre de 1936. <<

[11] Ibíd. <<

[12] En efecto, ésta fue la opinión dada al autor por Gabriel García Maroto, amigo de Álvarez del Vayo, que se hizo miembro del nuevo organismo. <<

[13] Gaceta de la República, 10 de noviembre de 1936. <<

[14] Ibíd. <<

[15] Las relaciones entre los dos líderes socialistas se tratan en el capítulo 26. <<

[16] En una manifestación que tuvo lugar el 14 de febrero de 1937 (véase la nota 48 del capítulo 25), los comunistas, en una petición de diez puntos presentada a Largo Caballero, pedían que al Consejo Superior de Guerra se le permitiese cumplir «la misión para la que fue creado», y dos semanas más tarde su órgano Frente Rojo urgía que «se reúna metódicamente y cuantas veces sea preciso para discutir y tomar acuerdos sobre todas las cuestiones de la guerra: nombramiento y control de los mandos, depuración en el Ejército de todos los elementos hostiles o incapaces». Citado por Mundo Obrero 2 de marzo de 1937. <<

[17] En el Congreso Regional de la CNT de Valencia celebrado en noviembre de 1936, el representante del sindicato del papel de Alcoy declaró: «… se da el caso que en Alcoy haya organizada una columna con más de mil milicianos enrolados, y por no estar graduada, el Gobierno no la arma; mientras los socialistas, que son menos, numéricamente, por atenerse a esa condición, han podido organizar una columna y han conseguido las armas necesarias». Fragua Social, 19 de noviembre de 1936. <<

[18] GUZMÁN en Madrid, rojo y negro, p. 200. En el Congreso Regional de la CNT de Valencia, celebrado en noviembre de 1936, el delegado del sindicato del papel de Alcoy declaró que antes de quedar sin armas seria mejor atender las demandas del Gobierno, aceptando oficiales de graduación e insignias. «Pero —añadió significativamente— para nuestros efectos un delegado de centuria no es más que un delegado de centuria». Fragua Social, 14 de noviembre de 1936. <<

[19] Véase bibliografía, «Artículo no publicado, de un cabo del ejército regular». El capitán Bayo, que mandó la milicia catalana que invadió las Islas Baleares, recuerda la siguiente conversación que tuvo con los miembros del comité anarquista, cuando daba instrucciones para la invasión de Mallorca:

«—Alto ahí —me contestó un jefazo que dijo ser uno de los que mangoneaban aquella tropa—. A nosotros no nos manda nadie más que nuestros directivos de la CNT y tus órdenes sin aprobación de aquéllos, no las podemos cumplir.

«—Pues hay que cumplirlas, sin conocimientos de aquéllos —repuse yo enérgico—, pues ellos están en Barcelona, el desembarco es un secreto de guerra, que no lo expongo yo a ir por cable o por radio hasta allá, ni aun por clave, y ha de efectuarse mañana por la mañana, sin dudas ni dilaciones.

«—Lo sentimos mucho —me contestaron— pero no podemos tomar parte en él si se efectúa mañana. Nosotros solamente exponernos nuestros hombres ante órdenes de nuestros Jefes…

«Me cargué cien veces de paciencia, les razoné, les ordené colérico, supliqué…

«Me concedieron, al fin, discutir entre ellos si iban al desembarco al día siguiente, o si no tomaban parte en él hasta que recibieran órdenes de su Comité Central». Mi desembarco en Mallorca, pp. 113 y 114. <<

[20] Solidaridad Obrera, 1 de diciembre de 1936. <<

[21] CNT, 20 de septiembre de 1937. Véase también su proclama a las milicias anarcosindicalistas del frente de Madrid, publicada en Castilla Libre, 17 de febrero de 1937. <<

[22] 14 de enero de 1937. <<

[23] GUZMÁN, Madrid, rojo y negro, p. 200. <<

[24] CNT, 23 de febrero de 1937. «Una de las cosas que nos ha hecho más daño en el Ejército —declaraba en fecha posterior— es la excesiva familiaridad entre mandos y soldados surgidos de las Milicias. Mundo Obrero, según Fragua Social, de 26 de septiembre de 1937. <<

[25] Este cargo —requerido por la CNT en la esperanza de impedir que los comunistas ganaran el control de las escuelas de guerra y así estorbar la graduación de oficiales simpatizantes de la CNT y FAI (véase el discurso de MARIANO VÁZQUEZ, secretario del Comité Nacional de la CNT, publicado en Memoria del Congreso extraordinario de la Confederación Regional del Trabajo de Cataluña celebrado en Barcelona los días 25 de febrero al 3 de marzo de 1937, pp. 178 a 185)— le fue confiado por el Consejo Superior de Guerra, cuyos miembros, debido a la enemistad entre Largo Caballero y sus rivales, habían sido incapaces de llegar a un acuerdo sobre ningún otro candidato. En un discurso de mayo de 1937 (Fragua Social, 1 de junio de 1937), cuando ya no era miembro del Consejo, García Oliver afirmó que había recibido la colaboración del ministro de la Guerra y que el grado de confianza que éste había depositado en él era «porque había visto que lo mismo que en el Ministerio de Justicia no hacia una labor en beneficio de mi organización». Presumiblemente, una de las principales razones del apoyo de Largo Caballero al líder anarquista fue su deseo de mantener las escuelas de guerra fuera de las manos de los comunistas. Merece notarse que, debido a la oposición del movimiento libertario a la creación del ejército regular, los anarcosindicalistas que ingresaron en las escuelas eran una minoría.

Con relación al nombramiento de García Oliver, Martín Blázquez, oficial del Ministerio de la Guerra, manifestó: «En justicia hay que admitir que Largo Caballero prestó a Oliver su apoyo incondicional. Cordón y yo establecimos contacto con él, pero todo lo que nos quedaba que hacer era llevar a efecto sus instrucciones. Cuarteles, instructores, equipo y todos los requisitos fueron suministrados inmediatamente. Oliver era infatigable. Él mismo arregló y lo supervisó todo. Entraba en los más pequeños detalles y comprobaba por si mismo si estaban convenientemente provistos. Se interesó también por el horario de los estudiantes y la cocina. Pero sobre todo, insistía en que los nuevos oficiales debían ser adiestrados en la disciplina más estricta.

«Yo, que no creo en las improvisaciones, quedé asombrado ante la capacidad de organización demostrada por este anarquista catalán. Observando la habilidad y seguridad de todas sus acciones, comprendí que era un hombre extraordinario y no pude menos que deplorar que semejante talento se hubiera derrochado en actividades destructivas». I Helped to Build an Army, p. 299. <<

[26] Bulletin de la Généralité de la Catalogne (publicado por el Departamento de Propaganda del Gobierno Catalán), 30 de marzo de 1937, citado por Le Libertaire, 8 de abril de 1937. Véase también a MÁXIMO LLORCA en Ideas, 29 de abril de 1937. <<

[27] Véase, por ejemplo, CNT, 28 de abril de 1937. <<

[28] Véase ibíd., 10 de abril de 1937. El 12 de febrero de 1937, un editorial de CNT había declarado que los milicianos debían obedecer las órdenes de sus jefes bajo pena de muerte. Como aparece en la obra de J. GARCÍA PRADAS, Antifascismo proletario, p. 46. <<

[29] En relación con la declaración de García Oliver que se acaba de citar, un miembro de la CNT-FAI escribía: «Cuando bullen en nuestro pecho ideas manumisoras, concepciones libertarias, pensamientos rebeldes, en perfecta consonancia con nuestra permanente actuación, no se comprende que nuestros camaradas ministros se expresen en términos semejantes». MÁXIMO LLORCA, en Ideas, 29 de abril de 1937. Escribiendo sobre la militarización de las milicias de Asturias, Solano Palacio, prominente anarcosindicalista, declara: «Lo que más les sublevaba en su fuero interior era el verse obligados a saludar a sus superiores, a quienes hasta entonces habían considerado como camaradas». La tragedia del norte, p. 135. En cuanto a la cuestión de la diferencia de sueldos, los recelos que creó entre los soldados se reflejaron incluso en un periódico anarcosindicalista que aceptaba la movilización: «Las diferencias económicas dan lugar a las clases, y en el Ejército popular no puede haberlas. En ese Ejército, desde el miliciano hasta el general, todos tienen las mismas necesidades y el mismo derecho a satisfacerlas. Las diferencias producirán cierto alejamiento entre quienes mandan y quienes obedecen, y el sentido de clase que surja en ellas repercutirá siempre en contra del pueblo. Si estamos luchando contra todos los privilegios, es intolerable que en el Ejército los haya». CNT, 1 de marzo de 1937. Es digno de notarse que según GARCÍA PRADA, director de CNT, los comandantes de las unidades anarcosindicalistas del frente del centro entregaban la mayor parte de su paga al Comité de Defensa de Madrid de la CNT, que destinaba el dinero en beneficio de las colectividades agrícolas. Véase su carta al autor, citada en la nota 36 de este capitulo. <<

[30] En respuesta a un cuestionario que el autor le envió a través del anarquista alemán Agustín Souchy, García Oliver, que organizó las escuelas de guerra (véase la página 268), observa que, debido a la oposición del movimiento libertario a la organización de un ejército regular, los militantes de la CNT-FAI que se admitieron en las escuelas estaban siempre en minoría. (La realidad de esta minoría queda confirmada por MARIANO VÁZQUEZ, secretario del Comité Nacional de la CNT, en un discurso publicado en Memoria del Congreso extraordinario de la Confederación Regional del Trabajo de Cataluña celebrado en Barcelona los días 25 de febrero al 3 de marzo de 1937, pp. 178 a 185). «Ello dio lugar a que yo plantease seriamente el problema al Comité Nacional [de la CNT] —continúa García Oliver en su respuesta— y a que se acordase y llevase a la práctica el que todos los Comités de Defensa Regionales [de la CNT] prestasen una atención especial al reclutamiento de alumnos para las escuelas de guerra». Y, además, dice: «Nuestros jefes confederados de milicias, entonces reacios todavía a la militarización, cuando les enviábamos tenientes en campaña para que los ayudasen, los enviaban a cavar trincheras con pico y pala a fin de humillarlos. Después de la caída del Gobierno Largo Caballero, cuando la CNT ya no estaba en el gobierno, y se llevó adelante la militarización, esos mismos compañeros que antes humillaban a los tenientes en campaña se desvivieron en lograr grados elevados del ejército republicano». <<

[31] Cipriano Mera, revolucionario, p. 60. <<

[32] Para Información referente a las Brigadas mixtas, véase la nota 6 del capítulo 22. <<

[33] Dos oficiales republicanos lo confirman: MARTÍN BLÁZQUEZ en I Helped to Build an Army, p. 295, y Segismundo Casado en un articulo publicado en The National Review, de julio de 1939, que dice: «[El Gobierno] cometió el gravísimo error inicial de aceptar la opinión de los “amistosos consejeros rusos”». En su libro, Casado, que fue nombrado para organizar las primera brigadas, escribe: «Un general y dos coroneles rusos fueron elegidos para ayudarme en esta misión por orden del ministro [Largo Caballero]». The Last Days of Madrid, p. 52. <<

[34] En relación con esto, Martín Blázquez, oficial del Ministerio de la Guerra, hizo observar al general José Asensio, Subsecretario de Guerra, que «tan pronto como hayamos creado nuestras Brigadas Mixtas, la influencia anarquista se desvanecerá». I Helped to Build an Army, p. 297. <<

[35] Un resumen de las razones militares de la creación de las brigadas mixtas nos lo da MARTÍN BLÁZQUEZ en I Helped to Build an Army, pp. 203 a 295. Para una crítica sobre bases técnicas, véase el coronel Segismundo Casado en The National Review, julio de 1939. <<

[36] En un informe fechado el 8 de mayo de 1937, Helmut Ruediger, representante en España de la Asociación Internacional de Trabajadores, a la que estaba afiliada la CNT, declaraba: «Hay ahora en la región centro un ejército confederal de 33 000 hombres. Estos hombres están perfectamente armados, bien organizados y con carnet de la CNT desde el primero hasta el último hombre y bajo el mando de oficiales de la CNT también. Además hay muchísimos compañeros en las formaciones mixtas, pero la organización tiene la tendencia de concentrarlos todos en formaciones confederales». El carácter homogéneo de las unidades anarcosindicalistas en esta época de la guerra ha sido confirmado ampliamente al autor por algunas de las figuras destacadas del movimiento libertario, incluidas Cardona Rosell, miembro del Comité Nacional de la CNT, y García Pradas, director del diario anarcosindicalista CNT y miembro del Comité de Defensa de Madrid, de la CNT, que controlaba las fuerzas armadas de la CNT-FAI del frente del Centro. En su carta de corroboración al autor añade García Pradas: «Al llegar la militarización oficial de las milicias, las nuestras, en el Centro, sólo la admitieron a condición de retener cierta independencia, yen esa condición entraba la de conservar sus propios mandos. El Gobierno —así el de Largo Caballero como los demás, y lo mismo la Junta de Defensa de Madrid—, no quisieron admitirlo, pero se vieron obligados a “tragarlo”, porque nosotros preferimos la rebeldía a la sumisión. Andando el tiempo, en nuestras unidades tuvimos que admitir reclutas ordinarios, a quienes no obligamos nunca a hacerse miembros de la CNT, pero siempre nos negamos a concederle al Gobierno el derecho absoluto de nombrar por si mismo los comandantes. Lo que de ordinario se hizo, fue que el Comité de Defensa propuso al Ministerio de la Guerra los nombres que estimó oportunos, con los precisos informes, y el Ministerio, a la vista de éstos, aprobó las proposiciones e hizo oficiales los nombramientos. Nos convino obrar así por varias razones, una de las cuales fue obtener la alta paga asignada oficialmente a los comandantes: los nuestros, en el Centro después de cobrarla, entregaban la mayor parte de ella al Comité de Defensa, que gracias a eso dispuso de millones de pesetas para ayudar a las Colectividades agrícolas. Hubo ocasiones en que el Gobierno quiso imponernos ciertos comandantes, con la aquiescencia de nuestro Comité Nacional en Valencia o Barcelona, pero ni Eduardo Val, ni Manuel Salgado ni yo mismo, que por largo tiempo asumimos las responsabilidades del Comité de Defensa del Centro, admitimos tal cosa; y gracias a nuestra actitud nos fue posible disponer hasta el fin de las fuerzas con que aplastamos al Partido Comunista en marzo del 39». <<

[37] En un informe al Comisariado General de Guerra, fechado el 12 de marzo de 1937, Alberto Fernández Ballesteros, Comisario Inspector del frente del Sur y diputado a Cortes del ala Izquierda del Partido Socialista, declaró que el Comité de Guerra de la Columna Maroto alegaba que poseía un escrito del Jefe del Estado Mayor Central por el que se le ordenaba proceder a organizar una Brigada con los elementos de la columna y que «tanto el Jefe del Sector de Granada, Coronel Arellano, como el Teniente Coronel Salazar, certifican haber leído dicha orden». <<

[38] 11 de febrero de 1937. <<