[1] Desde un punto de vista jurídico no existía defensa posible de la no intervención —escribe ÁLVAREZ DEL VAYO (Freedom’s Battle, p. 44)—. «Rehusar a un Gobierno legitimo con el que el Reino Unido y Francia mantenían relaciones diplomáticasnormales, su indiscutible derecho a adquirir el material necesario para sofocar la revuelta de unos cuantos generales rebeldes, constituyó el extremo de conducta arbitraria». <<
[2] En 1925, y en una sesión plenaria del Comité Central del Partido Comunista, Stalin había declarado: «… si la guerra se inicia, no podremos permanecer con los brazos cruzados. Habremos de actuar, pero es necesario que seamos los últimos en hacerlo. Y actuaremos con el fin de inclinar de modo efectivo el peso de la balanza, de modo que resulte decisivo». J. STALIN, Sochineniia, VII, pp. 13 y 14, como cita DEUTSCHER, en Stalin, p. 411. <<
[3] Merece notar que Inglaterra, aunque escéptica sobre la posibilidad de llevarlo a la práctica, confiaba en que gracias a la mediación, podría evitarse el atrincheramiento de Italia y Alemania en España, y una extensión del conflicto en la Europa Occidental. Véase la propuesta de mediación presentada a Alemania en diciembre de 1936 por Anthony Eden, ministro de Asuntos Exteriores inglés, resumida en un comunicado de Joachim von Ribbentrop, embajador alemán en Gran Bretaña a la Wilhelmstrasse (Documents on German Foreign Policy 1918-1945. III. Germany and the Spanish Civil War 1936-1939, pp. 158 y 159). <<
[4] Pertinax (André Géraud) en prólogo a DZELEPY, The Spanish Plot, p. 7. Véase también Maurice Pujo en L’Action Française, 25 de julio de 1936; VICENTE AURIOL, citado por Indalecio Prieto en España Republicana, 17 de julio de 1948; FENNER BROCKWAY, Worker’s Front, pp. 159 y 160; PIERRE LAZAREFF, Deadline, p. 134; ALEXANDER WERTH, Which Way France?, p. 379. <<
[5] Según LOUIS LÉVY, íntimo de León Blum. Verités sur la France, p. 114. <<
[6] Véase su testimonio ante la Comisión de Encuesta Parlamentaria formada en 1947 para investigar los acontecimientos ocurridos en Francia entre 1933 y 1945, como se cita en Les événements survenus en France de 1933 à 1945, vol. 1, pp. 216 y 217. En el Congreso del Partido Radical celebrado en octubre de 1936, se aprobó una resolución ensalzando al Gobierno por haber «evitado un grave peligro internacional» al proponer el Acuerdo de No Intervención. Véase L’Ere Nouvelle, 24 de octubre de 1936. <<
[7] Véase página 103 de esta obra. <<
[8] Véase página 96 de esta obra. «… la política exterior del Frente Popular quedó debilitada por el hecho de que el pacto franco-soviético que hubiera debido constituir su sólida base fuera en realidad aceptado tan sólo por los diputados comunistas, por un pequeño sector del Partido Socialista y por apenas la mitad de los radicales. ¿Acaso los argumentos del propio León Blum en sus artículos en Le Populaire no eran quizá los más difíciles de rechazar por quienes deseaban ver ratificado el pacto? Su política fue una política débil. Sus opiniones personales acerca de la seguridad colectiva —“fundamentalmente ¿puede esperarse que corramos el riesgo de una guerra inmediatamente con el fin de evitar otra más tarde?”— flotaban en el ambiente más que nunca». TABOUIS, Ils l’ont appelée Cassandre, p. 297. <<
[9] 6 de junio de 1936. <<
[10] 20 de diciembre de 1936. <<
[11] 1 de noviembre de 1936. <<
[12] Carta fechada el 6 de febrero de 1937, citada en Mission to Moscow, pp, 57 a 60. Véase también carta fechada el 19 de febrero de 1937, ibíd., pp. 77 a 79. <<
[13] En un sincero informe publicado luego de la guerra civil acerca de la ayuda italiana al general Franco, Forze Armate (órgano oficial del Ministerlo de la Guerra Italiano) reveló —8 de Junio de 1939— que entre mediados de diciembre de 1936 y mediados de abril de 1937, la Marina había transportado 100,000 hombres a España, además de 4370 vehículos a motor, 40 000 toneladas de material de guerra y 750 cañones de grueso calibre. Además, el periódico reveló que unidades de la flota Italiana habían sido empleadas en las primeras etapas de la guerra, no sólo para escoltar transportes italianos desde Italia a los puertos españoles, sino también en operaciones navales contra la flota republicana y la zona costera, así como contra barcos que llevaban cargamentos a puertos republicanos, muchos de los cuales resultaron hundidos. Respecto a un informe igualmente sincero acerca de la intervención alemana en los primeros tiempos de la guerra, véase el número especial de Die Wehrmacht, titulado Wir Kömpften in Spanien, publicado en mayo de 1939 por el alto mando alemán. <<
[14] Véase p. 91. <<
[15] Véase referencia en el Daily Herald, 13 de enero de 1937, a la declaración del Partido Laborista, haciendo un llamamiento al movimiento laborista para «establecer la unidad dentro de sus filas y no asociarse con organizaciones contrarias a los propósitos del Partido». <<
[16] Véase nota 37, capítulo 9. <<
[17] Según un jefe del PSUC, que prefiere permanecer anónimo. <<
[18] El Día Gráfico, 31 de enero de 1937. <<
[19] Treball, 2 de febrero de 1007. <<
[20] Según informaciones en posesión del autor, las propuestas contenidas en la nota fueron sugeridas al Gobierno por un prominente diplomático español, simpatizante con los comunistas. Ello no elimina, sin embargo, la posibilidad de que fueran también recomendadas por un miembro procomunista del Gabinete. <<
[21] Es significativo que durante sus discusiones con los jefes del PSUC a finales de enero, luego de su regreso de Moscú (aproximadamente dos semanas antes de ser entregada la nota a Inglaterra y Francia), el agente de la Comintern «Pedro» hablara de la conveniencia de ofrecer el Marruecos español y las Islas Canarias (también en manos del Franco) a Inglaterra y Francia con el fin de ganarse el apoyo de dos potencias. Añadió que también Rusia se había visto obligada a hacer sacrificios durante su revolución. El autor agradece también esta Información al jefe del PSUC mencionado en el número 17, p. 144 de esta obra. <<
[22] Véase, por ejemplo, el Daily Telegraph y Le Temps, 11 de enero de l937. <<
[23] El Adelanto, 17 de marzo de 1937. Una copia de esta nota cayó en manos de la administración del general Franco 12 de abril de 1937, y el texto fue publicado por vez primera por la prensa adicta al general. Más tarde se publicaron también extractos o sumarios en la prensa inglesa y francesa, sin que ella provocara denegación alguna por parte del Gobierno republicano. <<
[24] Freedom’s Battle, p 235. <<
[25] Respecto a las respuestas inglesa y francesa, véase The Times, 22 de abril de 1937. <<
[26] Véase nota 23 de esta capítulo. <<
[27] «Cuando, luego de Munich, resultó claro que el Gobierno inglés había decidido seguir estrictamente la política de amistad con Roma, ya iniciada en el pacto anglo-italiano del anterior mes de abril —escribe (Freedom’s Battle, p. 255)—, el Gobierno español —no obstante su tremenda oposición a la intervención Italiana en España—, no vaciló en informar categóricamente al Gobierno inglés que si éste conseguía poner fin a dicha intervención, la victoria y consolidación de la República española no representarla obstáculo alguno para una política de colaboración con Italia en el Mediterráneo. Incluso fuimos tan lejos que declaramos estar dispuestos a colaborar con Italia sobre la base de respeto mutuo a la integridad de independencia política de los respectivos Estados. Esta declaración, que comuniqué personalmente a M. Fouques Duparc, encargado de Asuntos francés en Barcelona, fue también ignorada por el Gobierno británico». <<
[28] Freedom’s Battle, pp. 238-239. <<
[29] Citado por JESÚS HERNÁNDEZ, Yo fui ministro de Stalin, p. 159. <<
[30] Carta a la redacción de Mundo Obrero, publicada en Frente Rojo, 20 de marzo de 1938 y reproducida en DÍAZ, Tres años de lucha, pp. 461 a 463. <<
[31] Discurso de mayo de 1939, ante el Consejo de Relaciones Exteriores en Nueva York, citado por ÁLVAREZ DEL VAYO en Freedom’s Battle, p. 76. <<
[32] Aunque es muy probable que Stalin, a principios de la guerra civil española, tuviera la idea de llegar a un acuerdo con Hitler en la eventualidad de que sus esperanzas de una conflagración en la Europa occidental quedaran defraudadas, no fue sino hasta el derrocamiento en marzo de 1939, pocas semanas antes de finalizar la guerra, del Gobierno de Negrín, dominado por los comunistas, cuando manifestó su primera insinuación relativa a su deseo de un acercamiento con Alemania. «En marzo de 1939, el mariscal Stalin pronunció un discurso en el que hizo ciertas sugerencias relacionadas con su deseo de mejorar sus relaciones con Alemania —atestiguó el exministro de Asuntos Exteriores del Reich, Joachim von Ribbentrop, durante su proceso en Nurernberg—. Sometí este discurso a Adolfo Hitler, preguntándole si no sería conveniente averiguar lo que hubiera de auténtico tras dicha sugerencia. Al principio, Hitler se mostró reacio, pero más tarde empezó a considerar la idea con más atención. Estaban en trámite negociaciones para un tratado comercial, y durante las mismas, con permiso del Führer, sondeé el ambiente de Moscú acerca de la posibilidad de tender un puente entre el nacionalsocialismo y el bolchevismo y si los Intereses de los dos países no podrían al menos ser armonizados». Trial of the Major War Criminals before the International Military Tribunal, X, p. 267. El modo extremadamente precavido en que ambos bandos iniciaron la cuestión de un acuerdo político a partir del discurso de Stalin en marzo de 1939, tal como queda revelado en documentos hallados en los archivos del Ministerio de Asuntos Exteriores alemán (Nazi-Soviet Relations, 1939-1941), dice bien claro y sin ningún género de duda, no obstante todo cuanto se ha alegado respecto a las negociaciones secretas de Stalin y Hitler durante la guerra civil española, que no existió negociación alguna de este género antes de dicha fecha. En realidad, hasta finales de julio de 1939, es decir, menos de cuatro semanas antes de la firma del pacto de no agresión germano-soviético, el asunto, según dichos documentos, no había pasado de unos leves sondeos. Ello era así, sin duda, porque cada bando temía que el otro pudiera utilizar cualquier propuesta concreta de acuerdo político como medio para fortalecer su propia posición de regateo frente a las potencias occidentales. <<
[33] Refiriéndose a un periodo anterior, es decir, al de la ocupación de las provincias vascas y de Asturias por el general Franco y por sus aliados italianos y alemanes en verano y otoño de 1937, Wenceslao Carrillo, destacado socialista de izquierda, escribe: «Sin embargo no había desaparecido la esperanza de un triunfo que el partido comunista y el gobierno Negrín hacían esperar de la pasibilidad de que se produjera una guerra mundial. Ni Francia, ni Inglaterra —decían— pueden consentir un triunfo rotundo y definitivo del fascismo en España porque esto les colocaría en situación muy critica en el Mediterráneo y, puesto que estoy dispuesto a decir toda la verdad, me prohíbo a mí mismo ocultar que yo también tuve, en un principio, este pensamiento. Si Francia e Inglaterra habían creado “El Comité de No-Intervención” en su afán de no verse envueltas en una guerra, no podían llegar al extremo de facilitar a su posible enemigo los medios de desafiarlas con mayores probabilidades para él. Pero yo no pensaba aprovecharme de la guerra ni estaba al servicio de otros intereses que no fueran los de mi pueblo». El Último episodio de la guerra civil española, pp, 5-6. <<
[34] Mundo Obrero, 2 de febrero de 1939. <<
[35] Freedom’s Battle, p. 66. <<
[36] La evidencia de esto se basa en los documentos de Herbert von Dirksen, embajador alemán en Londres hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial, encontrados por el ejército soviético en su finca de Gröditzberg.
«Cuando Herr Wohlthat [emisario de Goering] se hallaba en Londres, para ciertas negociaciones sobre pesca, en el mes de julio [1939] —atestigua Dirksen en un memorándum sobre el desarrollo de las relaciones políticas anglo-germanas, escrito después de declararse la guerra—, Wilson [Sir Horace Wilson, principal colaborador y consejero de Chamberlain] lo invitó a una conversación y consultando notas preparadas de antemano trazó el programa para un ajuste comprensivo de las relaciones anglo-germanas…
«En la esfera política se tomó en consideración un pacto de no agresión en que se renunciará a la agresión como principio. El propósito principal de este tratado era el de hacer posible que Inglaterra se desembarazara gradualmente de sus compromisos en Polonia, sobre la base de que gracias a este tratado se había asegurado la renuncia de Alemania a todo método de agresión.
«Además, se firmaría un pacto de no intervención que hasta cierto punto serviría para ocultar la cuestión de la delimitación de esferas de intereses de las grandes potencias.
«La idea básica de estas propuestas, explicó Sir Horace Wilson, era la de que suscitarían y solucionarían cuestiones de tanta importancia que las que por entonces se hallaban en punto muerto en el Este, como las de Dantzig y Polonia, quedarían situadas en segundo plano y serian luego arregladas de manera directa entre Alemania y Polonia.
«La Importancia de las propuestas de Wilson quedó demostrada por el hecho de que éste invitara a Wohlthat a una confirmación personal de las mismas por parte de Chamberlain, cuya oficina no estaba muy lejos de la de Wilson. Sin embargo, Wohlthat declinó, con el fin de no perjudicar el carácter extraoficial de su misión …
«En los días que siguieron, el bando inglés continuó defendiendo con interés la sugerencia de que se iniciaran medidas de reconciliación y se llevara el asunto al terreno oficial. Tras una conversación celebrada con Mr. Butlet [subsecretario de Estado para Asuntos Exteriores] antes de que ambos partiéramos y que no dio los resultados apetecidos; debido a que Butler se retiró prematuramente, me hizo saber a través de Herr Kordt que Sir Horace Wilson quería hablar conmigo. Con el fin de evitar toda publicidad, visité a Wilson en su casa el 3 de agosto y celebramos una conversación que duró cerca de dos horas. En sus líneas esenciales, tuvo el mismo tono de las conversaciones con Wohlthat. Consideré valioso que me confirmara las propuestas hechas a Wohlthat, lo que Wilson hizo, de modo que la autenticidad del proyecto queda fuera de toda duda.
«Consideré especialmente importante dilucidar qué contactos existían entre las propuestas de Wilson y la política de cerco británica. Una vez más, Wilson afirmó, y en forma clara que ante Wohlthat, que la conclusión de una entente anglo-germana volvería prácticamente inútil la política de garantías inglesa. El convenio con Alemania permitiría a Inglaterra zafarse de sus compromisos respecto a Polonia, basándose en que el pacto de no agresión protegía a Polonia de un ataque alemán; Inglaterra se vería así libre de compromisos. Entonces Polonia, por así decirlo, quedaría sola ante Alemania.
«A instancias mías, Sir Horace Wilson tocó también la cuestión de cómo se llevarían a cabo las negociaciones frente al estado de excitación de la opinión pública inglesa y cómo serían protegidas de un destino similar al del sufrido en las conversaciones con Wohlthat. Admitió con absoluta franqueza que al dar este paso Chamberlain incurría en un grave riesgo, quedando expuesto al peligro de una caída. Pero con habilidad y estricto secreto podrían evitarse tales escollos. Sin embargo, el Gobierno Inglés debía asegurarse de que su iniciativa encontrara una disposición similar por parte del bando alemán. No tenía sentido iniciar negociaciones si se preveía una crisis. En consecuencia, seria muy conveniente saber cómo había recibido el Führer el informe de Wohlthat, si preveía un período tranquilo de negociaciones durante los siguientes meses, y, por último, si estaba dispuesto a manifestar buena intención hacia las negociaciones, ya por medio de una declaración pública o de manera confidencial. Fuese como fuese, resultaría una grave decepción para el Gobierno inglés el que por nuestra parte no existiera respuesta a la iniciativa Inglesa. La única alternativa seria entonces la catástrofe…
«El hecho trágico y sobresaliente acerca del desarrollo de un nuevo conflicto bélico anglo-germano, era el de que Alemania exigía puesto similar al de Inglaterra como potencia mundial y que Inglaterra estaba, en principio, dispuesta a concedérselo. Pero como Alemania pedía inmediata, completa e inequívoca satisfacción a su demanda, Inglaterra —aunque dispuesta a renunciar a sus compromisos en el Este, y por tanto a su política de cerco, así como permitir a Alemania una posición predominante en la Europa oriental y suboriental y discutir la cuestión de una auténtica colaboración política mundial con Alemania— deseaba que esto se realizara tan sólo por medio de negociaciones y de una revisión gradual de la política inglesa. Este cambio podría efectuarse en un período de meses, pero no de días o de semanas». Documents and Materials Relating to the Eve of the Second World War, II, Dirksen Papers, 1938-1939, pp. 183 a 189. <<
[37] «En ningún caso —afirmó J. L. GARVIN, redactor jefe del influyente Observer (29 de noviembre de 1936)— puede ser del interés de la Gran Bretaña y del Imperio británico que Alemania quede vencida hasta el punto de exaltar todavía más y hasta un estado superior a todo control, el poderío soviético del futuro y convertir al comunismo en fuerza suprema en Europa o Asia». Pero no es preciso decir que, a la larga, Inglaterra y Francia no podían ya desear que Alemania obtuviera un dominio completo de la mayor parte de Europa, del mismo modo que tampoco lo deseaban de Rusia. No querían la dominación ni de unos ni de otros, y de ello estaban plenamente convencidos los jefes alemanes. De ahí que si, después de la ocupación de Checoslovaquia y Polonia, Alemania invadió Francia antes de atacar a la Unión Soviética, fue porque la sumisión de la Europa occidental y el control de la costa Atlántica eran, según opinión alemana, requisitos indispensables para una guerra contra la Unión Soviética, porque aunque Inglaterra y Francia parecieran acceder a las ambiciones alemanas a expensas de Rusia, Alemania no podía sentirse segura de que una vez envuelta en una exhaustiva lucha en suelo soviético, estas potencias no intentaran con ayuda de aliados establecer el equilibrio en su favor. Fue indudablemente el convencimiento de que Alemania no atacaría a Rusia antes de asaltar el occidente el que figuraba en la raíz de una parte de la oposición en Inglaterra y Francia a la política de otorgar a Alemania manos libres en la Europa oriental. Véase, por ejemplo, HENRI DE KERILIS (diputado francés de derechas), Français! Voici la guerre, pp. 147 a 148. <<
[38] «Durante la guerra, y en los largos años de sanguinaria represión franquista —declaró Jesús Hernández (Ministro de Instrucción Pública, comunista, en el Gobierno de Largo Caballero) en un discurso pronunciado después de la guerra, cuando había cesado de pertenecer al Partido Comunista— nuestros hombres subían a los patíbulos o caían acribillados a balazos contra los muros de la revancha falangista con las banderas de Stalin y la URSS desplegadas en la garganta. Nada tiene, pues, de extraño, que el P. C. de España sometiera toda su política a la “acción dirigente” de Moscú, ni tampoco que los hombres que “dirigíamos” el P.C. de España fuéramos y tuviéramos en la práctica: más de súbditos soviéticos que de hijos del pueblo español. Parece un absurdo, algo increíble, pero nuestra educación bajo la tutela soviética nos había deformado hasta el punto de desnacionalizarnos por completo, arrancándonos el alma nacional y sustituyéndola por un internacionalismo furiosamente chauvinista cuyo principio y fin eran las torres del Kremlin». Publicado por Acción Socialista, 15 de enero de 1952. <<
[39] Solidaridad Obrera, París, 11 de marzo de 1951. Luego de acabarse la guerra civil, «El Campesino» se refugió en Rusia, de donde escapó diez años después completamente desilusionado. Véase su libro La vie et la mort en U. R. S. S. (1939-1949). <<