Notas del capítulo 10

[1] Para la composición de este Gobierno, véase n.º 25, p. 117 de esta obra. <<

[2] Véase, por ejemplo, LARGO CABALLERO, Mis recuerdos, p. 212; ARAQUISTAIN, El comunismo en la guerra de España, p. 8, y su carta a Diego Martínez Barrio, como se cita en Vía Libre, 15 de mayo de 1939; también CARLOS DE BARAIBAR en Timón, Buenos Aires, junio de 1940; WENCESLAO CARRILLO, ibíd., noviembre de 1939; INDALECIO PRIETO en Correo de Asturias, 10 de julio de 1943. A causa de su conducta política, la sección madrileña del Partido Socialista decidió, pocos días antes de acabar la guerra, suspender en sus funciones a Álvarez del Vayo, y proponer a la Ejecutiva Nacional su expulsión del Partido Socialista. Véase Claridad, 15 de marzo de 1939; también informe de Wenceslao Carrillo a la Internacional Socialista, 23 de mayo de 1939, tal como se cita en una edición especial de Independent News (¿Junio de 1939?). <<

[3] Véanse sus artículos en Claridad, 5 de octubre y 9 de noviembre de 1935; también el Times, Londres, 2 de marzo de 1936 (enviado desde Madrid); discurso citado en Verdad, 13 de agosto de 1937, demostrando su posición antes de la guerra. <<

[4] Véase p. 115 de esta obra. <<

[5] Véanse sus artículos en Frente Rojo, 19 y 28 de junio de 1937, y discurso, Verdad, 13 de agosto de 1937; también la referencia a él por parte de Dolores Ibarruri en su discurso en el Pleno del Comité Central del Partido Comunista, 17 de junio de 1937, Frente Rojo, 21 de junio de 1937. No obstante todo ello, negó algunos años más tarde haber abogado por la fusión de los dos partidos. The Last Optimist, p. 228. <<

[6] Citado por ENRIQUE CASTRO en Hombres made in Moscú, p. 659. Véase también pp. 231, 289-92 de esta obra. Pero no obstante los muchos servicios de Del Vayo, el partido carecía de respeto hacia él. Véase CASTRO, ibíd., pp. 553, 555 a 557. <<

[7] Articulo en Socialist Review, septiembre de 1937. El autor puede confirmar esto de su propia experiencia como corresponsal de la United. Press en Valencia. Es digno de tenerse en cuenta que Álvarez del Vayo nombró al comunista extranjero André Simone, director de la Agencia Española, la agencia de prensa y propaganda en París. Véase carta de SIMONE en Tiempo, 27 de agosto de 1943. <<

[8] Debido a sus servicios a la causa comunista, algunos españoles han llegado a la conclusión de que al principio de la guerra, Negrín era miembro del ala izquierda del Partido Socialista, pero esto es inexacto. Véase, por ejemplo, ZUGAZAGOITIA (socialista moderado), Historia de la guerra en España, p, 138, donde se demuestra que era seguidor de Prieto. <<

[9] Aunque un informe detallado de la servidumbre de Negrin a los comunistas y de su vasta contribución, como Primer Ministro y ministro de Defensa, al triunfo de la política de aquéllos en los últimos doce meses de la guerra, queda fuera del alcance del presente volumen, el lector interesado puede recurrir al testimonio de los siguientes destacados socialistas: LUIS ARAQUISTÁIN (carta a Martínez Barrio), citado en Vía Libre, 15 de mayo de 1939; El comunismo y la guerra de España (pp. 14 y 17); CARLOS DE BARAIBAR (Timón, Buenos Aires, junio de 1940); WENCESLAO CARRILLO (discurso de mayo de 1946, citado en el 2.º. Congreso del partido socialista obrero español en el exilio, pp. 95 a 107; El último episodio de la guerra civil española, p. 10); GABRIEL MORÓN (Política de ayer y política de mañana, pp. 108 y 109); INDALECIO PRIETO (Cómo y por qué salí del Ministerio de defensa nacional, prólogos a las ediciones mejicana y francesa, pp. 12 y 25); Epistolario Prieto concedida a la United Press, reproducida en El Universal (30 de julio de 1943); articulo en El Socialista, París, 9 de noviembre de 1950; entrevista concedida a la United Press, reproducida en El Universal (30 de julio de 1939); JULIÁN ZUGAZAGOITIA (Historia de la guerra en España, pp. 408, 464, 1135). Véase también el testimonio del coronel SEGISMUNDO CASADO, The Last Days of Madrid, pp; 101, 281, y PÉREZ SALAS, Guerra en España, pp. 141 y 162, así como artículos de fondo en Política, 16 y 20 de marzo de 1939. Igual que Álvarez del Vayo, hacia el final de la guerra, Negrín fue también suspendido en sus funciones dentro de la sección madrileña del Partido Socialista, a causa de su conducta política. Véase Claridad, l5 de marzo de 1939; también informe de WENCESLAO CARRILLO en la Internacional Socialista, 23 de mayo de 1989, como se cita en la edición especial de Independent News (¿junio de 1939?).

Respecto a la confirmación por parte de un antiguo jefe comunista acerca de que Negrín estaba controlado por el Partido, véase CASTRO, Hombres made in Moscú, p. 660. Demasiada gente en situación de estar mejor enterada parece no haberse dado cuenta de la sumisión de Negrín a los comunistas. Véase. por ejemplo, CLAUDE BOWERS (embajador norteamericano en España durante la guerra civil) My Mission to Spain, p. 358, quien dice que Negrin estaba «tan lejos del comunismo como se pueda estar». <<

[10] Véase ÁNGEL GALARZA en El Socialista Español, 2 de diciembre de 1946. <<

[11] In Stalin’s Secret Service, pp. 96 y 97. <<

[12] The Nation, 13 de enero de 1940, ÁLVAREZ DEL VAYO en The Last Optimist, p. 291, subraya que «el ruso con quien Negrín mantenía mayor contacto era Stashevsky; entre ambos reinaba una auténtica amistad». Sin embargo, añade (p. 292): «Otro punto que Negrín consideraba esencial para el mantenimiento de las buenas relaciones con los rusos era un claro entendimiento que no toleraría de nadie; ni siquiera la sugerencia de intervención en los asuntos del Gobierno Republicano o en la política interior española». <<

[13] «(Stashevsky) —escribe KRIVITSKY, In Stalin Secret Service, pp. 99 y 100—, descubrió en Juan Negrín, ministro de Hacienda del Gabinete de Madrid, a un colaborador muy favorable a sus proyectos financieros. En Madrid se dieron cuenta de que era casi imposible adquirir armas abiertamente en ningún lugar del mundo. La República española había depositado una considerable cantidad de las reservas de oro español en bancos de París, esperando importar material de guerra de Francia. Pero surgió una dificultad insuperable: los bancos franceses rehusaron entregar el oro porque Franco amenazaba con presentar reclamaciones contra ellos luego de conseguir su victoria. En cambio, tales reclamaciones preocupaban poco al distante Kremlin, una vez, el oro en posesión suya. Stashenvsky ofreció llevar el oro español a la Rusia Soviética y suministrar al Gobierno de Madrid armas y municiones a cambio de aquél. Realizó su trato con el Gobierno de Largo Caballero a través de Negrín». Sin embargo, han existido ciertas discrepancias acerca de si todos los ministros conocían el plan de transferencia del oro a Rusia. El ministro de Marina y Aire, Indalecio Prieto, afirma que no. Luego de declarar que el 25 de octubre de 1936 siete mil ochocientas cajas de oro, en monedas y barras fueron embarcadas en la base naval de Cartagena con destino a Rusia continúa: «Previamente el Sr. Negrín, como Ministro de Hacienda, obtuvo el acuerdo del Gobierno y la firma del Presidente de la República para un decreto autorizándole las medidas de seguridad que estimara indispensables en cuanto al oro del Banco de España. Como miembro de aquel Gobierno, acepto la responsabilidad que me corresponde por el acuerdo, aunque ni los demás ministros ni yo conocimos el propósito perseguido. Ignoro si llegó a conocerlo el entonces Jefe del Gobierno, Francisco Largo Caballero. El embarque se verificó con gran misterio. Si yo me enteré fue por pura casualidad, a causa de haber llegado a Cartagena para asuntos del servicio… cuando el embarque se efectuaba bajo la dirección de los señores Negrín y Méndez Aspe [subsecretario de Hacienda]». Cómo y por qué salí del ministerio de defensa nacional, prefacio a la edición mexicana, p. 15. Por otra parte, Álvarez del Vayo declara que se había concluido un acuerdo comercial entre los dos Gobiernos, poniendo los servicios del Banco Soviético del Estado al servicio del Gobierno español, y que luego de su ratificación «Largo Caballero y Negrín decidieron conjuntamente que una parte considerable de las reservas de oro —algo más de la mitad— debían ser enviadas a Moscú». Convinieron —añade— en que se guardara el mayor secreto. «Como era necesario asegurar y proteger el transporte por vía marítima, Indalecio Prieto como ministro de Marina y Aire, fue hecho copartícipe de tal secreto… y se encargó directa y personalmente de que una escuadra acompañara al convoy hasta cerca de Túnez». The Last Optimist, pp. 283 a 285. Ángel Galarza, ministro de Gobernación y socialista de izquierdas por aquel entonces, pero que luego de la guerra escribió en apoyo de Negrín, afirma también que Largo Caballero y Prieto estaban enterados del embarque en Cartagena en el momento de realizarse. El Socialista Español, 2 de diciembre de 1946. Por su parte, Largo Caballero escribe: «Como los facciosos estaban a las puertas de la capital de España (Negrín) solicitó del Consejo de Ministros autorización para sacar el oro del Banco de España y llevarlo a sitio seguro, sin decir a dónde. Esto era una cosa natural en evitación de que, en un caso desgraciado, el tesoro fuese a parar a manos de los sublevados, pues sin armas y sin oro para comprarlas la derrota de la República era inevitable… Como primera medida lo trasladó a los fuertes de Cartagena. Luego temiendo un desembarco, decidió trasladarlo fuera de España. ¿Dónde? Inglaterra y Francia eran el alma de la “No Intervención”… ¿Se podía tener confianza en alguna de ellas? No. ¿En dónde depositarlo? No había otro lugar que Rusia, país que nos ayudaba con armas y víveres… De ese oro se pagaba todo el material que enviaba Rusia… También se utilizaba lo necesario para otras compras, cuyas operaciones se hacían en un banco de París situado en la Avenida de la ópera. Las cartas para las extracciones, teníamos que firmarlas Negrín y yo, Firmé dos o tres. Después sin darme explicaciones, las firmaba solamente Negrín». Mis recuerdos (Cartas a un amigo), pp. 203 y 204. No carece de interés que según el excomunista «El Campesino», al que se confió la transferencia de Madrid a Cartagena, la retirada del oro de las cajas del Banco de España fue llevada a cabo sólo por comunistas «varios de ellos disfrazados con uniformes de la Guardia de Asalto». La vie et la mort en U.R.S.S., 1939-1949, p. 177. <<

[14] LUIS ARAQUISTÁIN (El comunismo y la guerra de España, p. 20) escribe: «Según una comunicación del 10 de febrero de 1937 del embajador de la República Española en Moscú Marcelino Pascua, la cantidad depositada en Rusia fue de 510 079 529,3 gramos de oro». A treinta y cinco dólares la onza equivalían, aproximadamente, a 578 000 000 de dólares, cifra confirmada indirectamente por los datos combinados de Álvarez del Vayo y Louis Fischer. Mientras el primero declara que algo más de la mitad de las reservas de oro y plata del Gobierno español ascendían a casi mil millones de dólares (Men and Politics, p. 364). <<

[15] «Conforme fue pasando el tiempo —escribe el coronel Segismundo Casado, jefe de operaciones del Estado Mayor del ministerio de la Guerra en los primeros meses del conflicto— la influencia de Rusia se Incrementó en el Ministerio de la Guerra; Ellos [los consejeros militares rusos] examinaban los planes del Estado Mayor y a través del Ministerio rechazaban muchas propuestas técnicas e imponían otras». The Last Days of Madrid, p, 52. En un párrafo ulterior (p. 54) afirma: «Estos “consejeros amistosos” ejercían tanta autoridad en las fuerzas aéreas como en el Cuerpo de tanques». Sobre la influencia rusa en altos círculos, Luis Araquistáin, intimo colaborador de Largo Caballero durante muchos años, escribe: «La aviación dirigida por los rusos operaba cuando y donde éstos querían, sin ninguna coordinación con las fuerzas de tierra o mar. El ministro de Marina y Aire; Indalecio Prieto, cínico y humilde, se burlaba de su cargo ante cuantos iban a visitarle diciendo que él no era el ministro ni nada, porque la aviación no le obedecía absolutamente. El verdadero ministro del Aire era el general ruso Duglas». El comunismo y la guerra de España, pp. 24 y 25 .Y más adelante (p. 26) añade: «Detrás de ellos [los oficiales rusos] estaban los innumerables agentes políticos, que se disfrazaban como agentes comerciales y que eran en rigor los que dirigían la política española… Ellos dirigían a los militares rusos, al partido comunista y al propio Rosenberg [embajador soviético], que en realidad era sólo un embajador de paja. Los verdaderos embajadores eran los hombrea misteriosos que entraban en España con nombres falsos y que trabajaban bajo las órdenes directas del Kremlin y de la policía rusa». <<

[16] Louis Fischer, autoridad en la materia, afirma que en ningún tiempo hubo más de setecientos rusos soviéticos en España. Men and Politics, p. 498. Por otra parte, Krivitsky sitúa dicha cifra por debajo de los dos mil (In Stalin’s Secret Service, p. 95). <<

[17] Ignacio Hidalgo de Cisneros, jefe de la Fuerza Aérea Española, al ser interrogado por el autor después de la guerra, declaró que los pilotos soviéticos eran relevados a los pocos meses y que en conjunto, fueron un millar los que volaron en Espaiña durante la guerra. <<

[18] Cómo y por qué salí del Ministerio de Defensa Nacional (prólogo a la edición francesa), pp, 24 y 25. Véase también extracto de las memorias inéditas de Largo Caballero, citadas en la p. 249 de esta obra. <<

[19] José Giral, Primer Ministro del Gobierno formado el 19 de julio y ministro sin cartera de la administración de Largo Caballero, representando al Partido de Izquierda Republicana, declaró en un discurso pronunciado en marzo de 1937, que la coincidencia de pareceres entre su partido y los comunistas era casi idéntica. Publicado en La Voz Valenciana, 10 de marzo de 1937. «… hemos de contar con la actitud de los Estados que nos rodean para regir nuestra propia actitud… —dijo El Socialista (4 de octubre de 1936) que expresaba las opiniones de Prieto, jefe socialista moderado, ministro de Marina y Aire—. Aún tenemos esperanzas de que se modifique la estimación que ciertas democracias hacen de los asuntos de España, y sería lastimoso —acaso trágico— comprometer estas posibilidades por un prurito de velocidad revolucionaria». <<

[20] Citado por Julián Gorkin en Worker’s Age, 31 de mayo de 1939. <<

[21] Extractos de su declaración efectuada el 4 de diciembre de 1936, fueron facilitados al autor por la propia delegación, cuando aquél representaba a la United Press en Valencia y fueron aprobados para su transmisión a la oficina de la United Press en Londres por la censura de prensa extranjera. Pero no fueron publicados en ninguno de los periódicos que el autor consultó. Véase bibliografía: «Burnet Bolloten. Dispatch from Valencia to the United Press». <<

[22] Manchester Guardian, 25 de noviembre de 1936. Véase también su declaración a la duquesa de Atholl y otros miembros femeninos del Parlamento, como aparece en Claridad, 22 de abril de 1937. <<

[23] Política, 5 de septiembre de 1936. <<

[24] 1 de octubre de 1936. <<

[25] Debemos mencionar que el Partido de Izquierda Republicana no fue el único partido liberal que intentó ocultar los cambios sufridos en la vida económica, social y política en la zona izquierdista. Véase, por ejemplo, la alocución radiada a la opinión mundial, por Diego Martínez Barrio, Vicepresidente de la República y jefe del Partido de Unión Republicana, como se publica en Política, 2 de agosto de 1936. <<

[26] Política, 2 de diciembre de 1936. Vale la pena resaltar que, terminada la guerra, los comunistas, republicanos y socialistas en el exilio, confiando aún en influir sobre la opinión mundial en favor de la causa republicana española, hicieron cuanto pudieron para ocultar la profundidad de la revolución de 1936. Algunos incluso llegaron a mantener que la Constitución republicana había permanecido inalterable durante la guerra civil. Véase, por ejemplo, articulo en The Left News, enero de 1943, por Pablo de Azcárate, exembajador español en Londres y partidario de Negrín, en el que afirmaba que «desde el 16 de julio de 1936 al 5 de marzo de 1939 [fecha de la destitución del Gobierno Negrín por una coalición de partidos de izquierda] la Constitución se mantuvo en vigor de hecho y de derecho, en todo el territorio bajo la legítima autoridad de la República y de derecho sólo en la zona gobernada por los rebeldes. <<

[27] Si no lo hizo, se debió en parte a la presión ejercida sobre él por los republicanos, así como por Indalecio Prieto, con quien se mantuvo siempre en estrecho contacto. Relatando después de la guerra cómo Azaña le informó en abril de 1938 de su propósito de renunciar a un cargo que no podía seguir ejerciendo con autoridad, Prieto declara que su respuesta fue: «Usted no puede dimitir… [porque] su dimisión lo desmoronaría todo, porque usted personifica la República que, en un grado u otro, respetan los países no aliados a Franco y al desaparecer usted de la Presidencia desaparecería ese respeto merced al cual todavía vivimos». Palabras al viento, p. 282. <<

[28] Freedom’s Battle, p. 214. <<

[29] Citado por LUIS ARAQUISTÁIN, El comunismo y la guerra de España, p. 30. Un facsímil de la página de la carta en el que figura el pasaje citado fue publicado en The New York Times, 4 de junio de 1939. «La participación de los partidos burgueses en el Gobierno leal es… un símbolo —escribió LOUIS FISCHER (Spain Fights On, p. 37)—. A los capitalistas de la España fascista, y al mundo exterior, se trata de indicar que la República no tiene ahora plan alguno para implantar un Estado soviético o un régimen comunista después de la victoria en la guerra civil». Véase también extracto de un artículo por Marcel Rosenberg (embajador soviético en España hasta abril de 1937) en el Journal de Moscú, tal como lo cita Le Temps, 1 de mayo de 1937. El hecho de que el partido nacionalista vasco, organización católica de la clase media, se hubiera opuesto a la rebelión militar y convenido participar en el Gobierno de Largo Caballero —a condición de que se autorizara la autonomía en el país vasco— (véase JESÚS DE GALÍNDEZ, Los vascos en el Madrid sitiado, p. 19), fue explotado hasta el máximo por los comunistas y por sus compañeros de viaje, en su propaganda interior y exterior. El siguiente extracto de una carta reproducida en el periódico franquista Heraldo de Aragón, el 10 de junio de 1937, y al parecer escrita por Álvarez del Vayo a otro miembro del Gobierno cuya identidad no se cita, es digna de ser reproducida, teniendo en cuenta sus posibilidades de verosimilitud: «¡Cuántas veces he recordado lo que usted dijo hace cuatro meses en mi presencia! Era preciso, en efecto, —ya recordará usted que asentí inmediatamente a sus palabras— dar al mundo una sensación de tendencia burguesa. Nada nos ha favorecido tanto en el extranjero como la unión con el Partido Nacionalista Vasco». Las alabanzas de los comunistas respecto a José Antonio Aguirre, Primer Ministro del Gobierno autónomo vasco, eran en algunas ocasiones tan extravagantes que llegaron a molestarle. «Confieso que, en lo que a mí personalmente se refiere, los elogios y los letreros de los periódicos, principalmente comunistas, eran algunas veces tan desmesurados, los calificativos tan encomiásticos y amigables; que más de una vez me ruborizaba en lugar de halagarme. Vieja táctica es esa que no entra en las maneras de nuestro pueblo vasco acostumbrado a mirar de frente y a tener una sola cara». Este pasaje se encuentra en la página 68 del informe (véase bibliografía). <<