[1] Véase discurso por Wenceslao Carrillo en La Correspondencia de Valencia, 4 de septiembre de 1937. <<
[2] Véase p. 115. <<
[3] Claridad, 19 de marzo de 1936; La. Libertad, 4 de abril de 1936. <<
[4] Véase, por ejemplo, entrevista publicada en Claridad, 7 de diciembre de 1936, discurso, ibíd., 11 de abril de 1936. <<
[5] Véase artículo por José Díaz, secretario general del Partido Comunista, en. Correspondencia Internacional, 17 de abril de 1936, como aparece en Tres años de lucha, de DÍAZ, pp. 116 a 121. <<
[6] Ibíd. <<
[7] «La renuncia de los partidos republicanos a tratar en serio la reforma agraria… figuraba en la misma raíz de las desilusiones socialistas respecto a la República. Era un sentimiento que se desarrollaba de a bajo arriba, afectando a los jóvenes más que a los viejos, a los recientes miembros más que a los antiguos militantes… Este sentimiento encontró su jefe en Largo Caballero. Como presidente de la UGT, se daba cuenta especialmente del peligro de perder terreno frente a los anarcosindicalistas. Además tenía un agravio personal. En primer lugar se había peleado con Azaña (Primer ministro por aquel tiempo). Luego, como ministro de Trabajo, se sintió especialmente disgustado por el modo en que saboteó buena parte de la legislación redactada por él… Largo Caballero había observado que incluso los funcionarios de su propio Ministerio rehusaban obedecer las órdenes que se les daban. Existía una conspiración para reducir todo a lo absurdo. Así ocurrió que, ya en febrero de 1934, afirmaba que “la única esperanza de las masas reside ahora en la revolución social. Esta es la única que puede salvar a España del fascismo”» BRENAN, The Spanish Labyrinth, pp. 273 y 274. <<
[8] Estas características son reconocidas incluso por los oponentes dentro y fuera del partido. Véase, por ejemplo, GORKIN, Caníbales políticos, p. 62; MADARIAGA, España p. 547; FEDERICA MONTSENY e INDALECIO PRIETO, en Francisco Largo Caballero, pp. 71 y 138; Andrés Saborit, en Adelante, Marsella, 3 de mayo de 1936; ZUGAZAGOITIA, Historia de la guerra en España, p. 208. <<
[9] Claridad, 19 de marzo de 1936. <<
[10] Véase, por ejemplo, discurso en Oviedo, La Libertad, 16 de junio de 1936. <<
[11] Véase número 6, capitulo 8 de esta obra. <<
[12] Artículo en Correspondencia Internacional, 17 de abril de 1936, tal como aparece en DÍAZ, Tres años de lucha, pp. 116 a 121. Véase también su discurso del 5 de julio de 1936; ibíd., pp. 183 a 191. Es digno de recordar que José Duque, que en 1937 convirtióse en miembro del Comité Central del Partido Comunista, confirmó al autor que, en los meses anteriores a la guerra civil, destacados comunistas eran secretamente hostiles a la política de Largo Caballero. Según FRANK MANUEL (The Politics of Modern Spain, p. 164), durante una discusión particular que tuvo lugar poco después del levantamiento militar, José Díaz «aprobó la expresión “Izquierdistas Infantiles” como término apropiado para las tendencias de Largo Caballero». <<
[13] Véase JOSÉ BULLEJOS (exsecretario del Partido Comunista), Europa entre dos guerras, pp. 191 y 192. <<
[14] Internacional Press Correspondence, 9 de mayo de 1936. <<
[15] Claridad, 9 de abril de 1936. <<
[16] DÍAZ, Tres años de lucha, pp. 288 a 339. <<
[17] «Cuando desde el primer día de la rebelión —afirmó— el Partido Comunista declaró que la necesidad primordial era la defensa de la República democrática, muchos altos jefes socialistas mantuvieron, por el contrario, que debía establecer inmediatamente una República socialista. Esto habría roto el Frente Popular inmediatamente y conducido a la victoria de los fascistas. Hoy, gracias a nuestra influencia, muchos jefes del Partido Socialista han cambiado de actitud y adoptan la plataforma del Partido Comunista». ANDRÉ MARTY, En Espagne où se joue le destin de l’Europe, p. 34. «Hasta aquellos que hablaban de revolución proletaria sin tener en cuenta el momento que vivimos —declaró Antonio Mije, miembro del Politburó (discurso publicado por Mundo Obrero, 9 de septiembre de 1936)— hoy comprenden la justeza de la posición del Partido Comunista en su lucha por la defensa de la República democrática. <<
[18] En realidad, los seguidores de Largo Caballero —sin duda ansiosos de proteger a su jefe del estigma de inclinarse hacia la política comunista—, han evitado cualquier explicación respecto a su repentino cambio de actitud. Debemos aclarar que muchos años después de la guerra, un íntimo asociado del jefe socialista, al ser interrogado por el autor respecto a las afirmaciones de José Díaz y de André Marty, las rechazó como «pura tontería» y «mentira comunista» mientras otros prominentes socialistas del ala izquierda ignoraban las peticiones por escrito del autor, respecto a información sobre este asunto. <<
[19] Véase informe desde Londres en La Humanitat, 13 de agosto de 1936. <<
[20] 22 de agosto de 1936. <<
[21] Madrid, p. 159. <<
[22] Claridad, 4 de septiembre de 1936. <<
[23] JESÚS HERNÁNDEZ, Yo fui un ministro de Stalin, p. 47. Véase también ÁLVAREZ DEL VAYO Freedom’s Battle, p. 212. <<
[24] JESÚS HERNÁNDEZ, Yo fui un ministro de Stalin, p. 47. Hernández era miembro del Politburó. <<
[25] Los ministros del nuevo Gabinete y las carteras que utilizaban eran los siguientes (Gaceta de Madrid, 5 de septiembre de 1936):
Francisco Largo Caballero (socialista), Presidente del Consejo de Ministros y Guerra.
Julio Álvarez del Vayo (socialista), Asuntos Exteriores.
Ángel Galarzá (socialista), Gobernación.
Anastasio de Gracia (socialista), Industria y Comercio.
Juan Negrín (socialista), Hacienda.
Indalecio Prieto (socialista), Marina y Aire.
Jesús Hernández (comunista), Instrucción Pública y Bellas Artes.
Vicente Uribe (comunista), Agricultura.
José Giral (Izquierda Republicana), Ministro sin cartera.
Mariano Ruiz Funes (Izquierda Republicana), Justicia.
Bernardo Giner de los Ríos (Unión Republicana), Comunicaciones y Marina Mercante.
José Tomás y Piera (Esquerra de Cataluña), Trabajo, Sanidad y Previsión.
Más tarde en aquel mes, Julio Just (Izquierda Republicana), fue nombrado ministro de Obras Públicas (Gaceta de Madrid, 16 de septiembre de 1936), y Manuel de Irujo (Partido Nacionalista Vasco), ministro sin cartera (ibíd., 26 de septiembre de 1936). Se pidió a la CNT que participara, pero rehusó por razones que serán expuestas en otro capitulo. <<
[26] Véase p. 86 de esta obra. <<
[27] La cifra exacta, tal como la de José Díaz, secretario general del Partido Comunista en un informe al Comité Central, en marzo de 1937, era de 249 140, de los que 87 660 (el 35.2 por ciento) eran obreros industriales: 52,250 (25 por ciento), obreros agrícolas; 76 700 (30,7 por ciento); campesinos, es decir, pequeños propietarios y arrendatarios; 15 485 (6,2 por ciento), armados pertenecientes a la clase media urbana y 7045 (2,9 por ciento), intelectuales y miembros de las clases profesionales. DÍAZ, Tres años de lucha, pp. 288 a 339. <<
[28] Vale la pena reproducir aquí los siguientes párrafos tomados de fuentes diversas: «La clase media republicana, sorprendida por el tono moderado de la propaganda comunista e impresionada por la unidad y realismo prevaleciente en dicho Partido, afluyó en gran número a incrementar sus filas —escribe A. Ramos Oliveira—. … Los oficiales del ejército y los funcionarios que nunca habían hojeado un folleto de propaganda marxista, se hicieron comunistas, algunos por cálculo, otros por debilidad moral, otros inspirados por el entusiasmo que animaba dicha organización». Politics, Economics and Men of Modern Spain, 1808-1946, p, 599. «En realidad, los generales y políticos burgueses y muchos campesinos que aprueban la política del Partido Comunista respecto a proteger la pequeña propiedad, se han unido a sus filas. Creo que esta gente influye y es influida. Pero esencialmente, su nueva filiación política refleja su desesperación respecto al viejo sistema social, así como su esperanza en salvar algo de lo que aún queda». Louis Fischer, The Nation, 7 de agosto de 1937. «Siempre que Poldi nos hizo participar en sus muchas conversaciones con Jóvenes funcionarios de los diversos Ministerios —escribe un socialista— traté de averiguar su parecer exactamente. Me sorprendió que la mayoría fuesen jóvenes ambiciosos de la clase media superior, que ahora se declaraban comunistas, no como nosotros hicimos en Madrid, porque para nosotros significaba el Partido de los obreros revolucionarios, sino porque para ellos equivalía a afiliarse en el grupo más fuerte y a compartir su disciplinado poderío. Habían saltado el escalón del socialismo humanista; eran eficientes e implacables». BAREA, The Forging of a Rebel, pp. 706 y 707. En cuanto a los intelectuales, otro socialista afirma: «La tradicional soberbia española se convirtió en humillación, manoseada por los intelectuales. Casi todos se inclinaban ante el mandato del Partido Comunista». F. FERRÁNDIZ ALBORZ, La bestia contra España, p. 95;Un detalle ilustrativo de los esfuerzos realizados por el Partido Comunista para captarse las simpatías de los intelectuales y hombres de ciencia españoles, se encuentra en las minuciosas disposiciones adoptadas por el Quinto Regimiento, controlado por los comunistas, para evacuarlos de Madrid en los primeros días del asedio, ofreciéndoles toda clase de comodidades y de protección. Véase, por ejemplo, Política, 24 de noviembre y 10 de diciembre de 1936. <<
[29] Una consulta a la colección de Política, órgano de Izquierda Republicana, corroborará lo antedicho. «El cambio de actitud de los republicanos burgueses es… muy interesante —decía un articulo en Pravda (6 de noviembre de 1936)—. Con anterioridad han intentado no darse cuenta de la existencia del Partido Comunista y hablaron de él con animosidad y desprecio. Ahora algunos órganos de la prensa republicana le dedican artículos encomiásticos». <<
[30] En un discurso publicado por La Voz Valenciana, 10 de marzo de 1937, José Giral observó que la coincidencia de pareceres entre su partido y los comunistas era casi idéntica. <<
[31] Discurso en 21 de abril de 1940, publicado en Inauguración del círculo «Pablo Iglesias», de México, p. 13. Véase también artículo por Juan López en CNT, 19 de junio de 1937. <<
[32] Un jefe socialista del ala izquierda, durante algún tiempo profundamente influido por los comunistas, confiesa que el «dinamismo comunista me era muy simpático frente a la excesiva pachorra de muchos socialistas». Carlos de Baraibar en Vía Libre, 5 de agosto de 1939. Véase también extracto de su articulo en Timón, Buenos Aires, junio de 1940, citado en la p. 287 de esta obra, y extracto del artículo por el Jefe socialista de izquierda Rodolfo Llopis, como se cita en la p. 275. Otro socialista de izquierda escribe: «Había perdido toda confianza en el poder (del Partido Socialista) para asumir responsabilidad y autoridad en una situación difícil y mi compañero Torres, antiguo miembro de la organización Juvenil Socialista, se había pasado recientemente a los comunistas». BAREA, The Forging of a Rebel, p. 579. Véase también artículo de fondo en El Socialista, 9 de marzo de 1937, refiriéndose a una carta de un grupo de socialistas en la que declaraban que se unían al Partido Comunista, porque el suyo no daba señales de vida en los frentes. Respecto al informe de un socialista de izquierda acerca de cómo el Partido Socialista había fallado en la capital provincial de Alicante, donde era la organización política más fuerte, en competir triunfalmente con los comunistas y anarquistas para el dominio de las posiciones clave, véase F. FERRÁNDIZ ALBORZ, La bestia contra España, pp. 64 y 65. <<
[33] «Cada federación y agrupación provinciales actuaban por iniciativa propia —declara Wenceslao Carrillo, uno de los jefes socialistas de Largo Caballero en la sección madrileña del partido, dominada por el ala Izquierda—. Sólo la agrupación de Madrid mantenía contacto con cierto número de federaciones y agrupaciones que solicitaban sus directrices». Informe a la Internacional Socialista, con fecha 23 de mayo de 1939, publicado en la edición especial de Independent News (¿junio de 1939?). <<
[34] Los comunistas se aprovecharon totalmente de ellos. Refiriéndose algunos años después de la guerra a las disensiones entre los jefes del Partido Socialista (Prieto, Caballero y Besteiro), Jesús Hernández, uno de los dos ministros comunistas del Gobierno, escribió: «Nosotros logramos sacar de sus suicidas antagonismos ventajas para arrimar el ascua a nuestra sardina. Y hoy apoyábamos a éste para luchar contra aquél, mañana cambiábamos los papeles dando un apoyo a la inversa, y hoy, mañana y siempre empujábamos, a unos contra otros para que se destrozaran entre sí, juego que practicábamos a ojos vistas y no sin éxito». Yo fui un ministro de Stalin, p. 135. <<
[35] Política de ayer y política de mañana, pp. 79 y 88. <<
[36] Véase su carta a José Bullejos de fecha 20 de noviembre de 1939, tal como aparece en el libro de FRANCISCO LARGO CABALLERO, ¿Qué se puede hacer?, pp. 20 a 24. <<
[37] Para una referencia a este último por parte de Caballero, véase su discurso tal como aparece en LARGO CABALLERO, La UGT y la guerra, p. 32. Aunque la cuestión del PSUC queda fuera de los límites del presente volumen, podemos decir lo que sigue: las otras dos organizaciones que se fusionaron para formar el nuevo partido, eran el Partido Proletario Catalán y la Unión Socialista de Cataluña, cuyo secretario, Juan Comorera, se convirtió en jefe de la organización unida. Desde el principio, ésta se adhirió a la Internacional Comunista y casi inmediatamente los comunistas se convirtieron en su núcleo dirigente. Además de controlar su tarea organizadora, su prensa y sus actividades sindicales estaban encargadas de la vigilancia interna y todos los ficheros del partido se hallaban en sus manos. Un delegado de la Comintern, conocido bajo el nombre de «Pedro» (que se llamaba en realidad, Ernö Gerö y que después de la Segunda Guerra mundial, se convirtió en miembro del Gobierno húngaro controlado por los soviets), quedó encargado de no separarse de Comorera, y los jefes comunistas españoles iban regularmente a Barcelona con directrices. Debo algunos de los detalles citados a Miguel Serra Pamies, miembro del Comité Central del PSUC. A los pocos meses, tanto Camorera, secretario del PSUC, como Vidiella, jefe de la Federación Catalana del Partido Socialista antes de la fusión, fueron nombrados miembros del Comité Central del Partido Comunista español. Véase PEDRO CHECA, A un gran partido, una gran organización, p. 23. <<
[38] Este asunto también queda al margen del presente volumen. Pero véase LARGO CABALLERO, La UGT y la guerra, p. 32, y Adelante, Órgano de LARGO CABALLERO en Valencia, 8 de abril de 1937. <<
[39] Respecto a las quejas de la prensa socialista de izquierda con retación a algunos de estos métodos, tales como la adulación, la oferta de ganancias materiales y la coerción, véase articulo en el Boletín de la Unión General de Trabajadores, como aparece en Claridad, 11 de marzo de 1937; también véase artículo por S. ESTEVE GREGORI en Adelante, 27 de marzo de 1987. <<
[40] Véanse las pp. 120 y 121 de esta obra. <<
[41] Véase informe por Wenceslao Carrillo a la Internacional Socialista, 23 de mayo de 1939, en que se mencionan las simpatías de Domínguez, Rosal y Pretel, tal como aparece en la edición especial de Independent News (¿junio de 1939?). <<
[42] Véase articulo por el jefe socialista de izquierda RODOLFO LLOPIS en Tribuna, marzo de 1949, y ZUGAZAGOITIA, Historia de la guerra en España, p. 170. <<
[43] Hablando en el Pleno del Comité Central del Partido Comunista de marzo de 1937, Montiel declaró: «… es maravilloso, para los que hasta hace pocas semanas hemos vivido fuera del Partido Comunista, contemplar cómo, en el mismo proceso de la lucha revolucionaria, mientras una organización que ha tenido durante muchos años una poderosa fuerza política, que ha tenido casi la exclusiva de la dirección política del proletariado español, se descomponía, arrastrada por sus errores, otra organización compuesta en los primeros tiempos por poco más de un puñado de hombres, pero perfectamente encauzada dentro de la orientación del marxismo-leninismo, podía lograr, al surgir las jornadas del 18 de julio, ser la auténtica fuerza de la guerra contra el fascismo, la auténtica fuerza directora de las masas populares españolas que luchan contra los traidores fascistas y contra la invasión extranjera». FRANCISCO MONTIEL, Por qué he ingresado en el Partido Comunista, pp. 4 y 5. <<
[44] Véase JOSÉ DÍAZ, en International Press Correspondence, 9 de mayo de 1936; SEGIS ÁLVAREZ Nuestra organización y nuestros cuadros, p. 7. Santiago Carrillo, secretario general de la JSU, proclamaba que el numero de afiliados al mismo, según sus cifras, 40 000 en la época de la fusión, se había elevado a 150 000 poco antes de la guerra civil (CARRILLO, En marcha hacia la victoria, p. 13), y a 300 000 en abril de 1937. (Véase su discurso, publicado en Frente Rojo, 2 de abril de 1937). <<
[45] El comunismo y la guerra de España, p. 9. <<
[46] Alguno pasajes de esta declaración son citados por CARLOS HERNÁNDEZ ZANCAJO, Tercera etapa de octubre, pp. 9 a 11. <<
[47] Véase L. ROMERO SOLANO, Víspera de la guerra de España, p. 77. Romero Solano representó a Extremadura en el Comité Nacional de la Federación de Juventudes Socialistas. <<
[48] Según Antonio Escribano, secretario de organización de la JSU en la provincia de Alicante, en carta al autor. Sin embargo, Santiago Carrillo, secretario general de la JSU, da cuarenta mil como cifra combinada de miembros en el momento de la fusión (véase nota 44, p. 115 de esta obra). Es digno de tenerse en cuenta que el escritor comunista E. VARGA, en su libro Ispaniia i revoliutsiia (Moscú), da la cifra de 51 000 refiriéndose a los jóvenes comunistas, aunque evidentemente es exagerada. Citado por CATELL, Communism and the Spanish Civil War, p. 220. <<
[49] Véase, por ejemplo, su artículo en Claridad, 13 de mayo de 1936; y su discurso en Zaragoza, publicado en ibíd., 1 de junio de 1936. <<
[50] Por ejemplo, Alfredo Cabello, José Cazorla, José Laín, Federico Melchor, Serrano Poncela. El periódico de los refugiados comunistas españoles España Popular de 15 de junio de 1940, da la fecha de 7 de noviembre de 1936, como la del Ingreso de José Cazorla en el Partido Comunista. En cuanto a la defensa que Santiago Carrillo hace de su acto, véase CARRILLO, La juventud, factor de la victoria, p. 14. <<
[51] Según PEDRO CHECA, miembro del Comité Central, en un discurso pronunciado en marzo de 1937. A un gran partido, una gran organización, p. 23. <<
[52] Timón, Buenos Aires, junio de 1940. Durante el primer año de la guerra civil, Codovila (argentino) fue el auténtico jefe del Partido Comunista español. Véase CASTRO (exmiembro del Comité Central), Hombres made in Moscú, p. 374. Su sucesor fue Togliatti, el comunista italiano conocido en España como Ercole. <<
[53] Algunos meses después, defendiendo su acto de toda crítica, preguntaba: «… ¿es que nosotros en una situación de guerra con los cambios habidos en nuestro país y en nuestra misma organización podíamos celebrar un congreso con la presencia exclusiva de los representantes de las organizaciones locales? … ¿es que nosotros, con nuestra juventud en los frentes, podíamos celebrar el mismo congreso que hubiéramos celebrado antes del 18 de julio, cuando la juventud aún no defendía con las armas la libertad? Nosotros no podíamos hacer un congreso tal, teníamos que adaptar nuestro trabajo a la situación. Y la situación obligaba a que a nuestro congreso, a nuestra Conferencia Nacional, vinieran los representantes de las secciones locales; pero al lado de los representantes de las secciones locales aquellos jóvenes que luchaban en las fábricas con gran abnegación para aumentar la producción de guerra, y aquellos otros que en los frentes de batalla, en la marina, en la aviación daban su sangre por nuestra libertad, aquella parte, la mejor de nuestra juventud que no estaba en las secciones locales, que estaba en los frentes y que tiene un legítimo derecho a dirigir y a orientar la vida de su Federación». Así se cita en Nuestra lucha por la unidad, p. 34. Véase también CARRILLO, Somos la organización de la juventud, pp, 6 a 9. El siguiente extracto de una carta enviada al autor unos años después de la guerra por Antonio Escribano, delegado a la Conferencia, resulta interesante: «Recuerdo la hora de elegir el Comité Nacional de la JSU. Nos reunimos algunos veteranos del movimiento juvenil con Carrillo y sus asociados y allí se eligieron representantes por cada provincia. Luego leyeron la “elección” de dicho Comité Nacional y todos la aprobaron por aclamación, ya que tenían la consigna de aprobar todo lo que presentaran los directivos». <<
[54] «Es preciso decir aquí —había declarado en su discurso en la Conferencia— … que el camarada, Largo Caballero tiene, como siempre, o más que nunca, la simpatía de la juventud española que lucha y trabaja; es preciso decir aquí que el camarada Largo Caballero es para nosotros lo mismo que era antes: el hombre que ha ayudado a nuestra unificación, el hombre del cual nosotros esperamos muchos y muy buenos consejos para que la unidad de la Juventud española, en defensa de la causa que nos es común, sea una realidad». CARRILLO, En marcha hacia la victoria, p. 9. <<
[55] Carta al autor después de la guerra. <<
[56] Las cartas procedían de José Gregori Martínez, secretario general del Comité Provincial de la JSU de Valencia y de Rafael Fernanda, secretarlo general de la JSU de Asturias y fueron publicadas en La Correspondencia de Valencia, 31 de marzo y 1 de abril de 1937, respectivamente; Véase también declaración de JOSÉ GREGORI MARTÍNEZ en Adelante, como se cita en La Correspondencia de Valencia, 9 de abril de 1937. <<