Notas del capítulo 8

[1] Contrariamente a una opinión ampliamente sustentada, no se otorgaron promesas de ayuda militar alemana a los organizadores del movimiento antes de la iniciación de las hostilidades. Según los documentos relativos a España encontrados en los archivos del Ministerio de Asuntos Exteriores alemán, publicados en Washington por el Departamento de Estado en 1950, Hitler no prometió su ayuda hasta varios días después del estallido de la rebelión, cuando el general Franco envió a Alemania a un comerciante alemán residente en el Marruecos español y al jefe nazi local, solicitando aviones y otra ayuda. Documents on German Foreign Policy 1918-1945. III. Germany and the Spanish Civil War 1931-1939, pp. 1 y 2. Esta petición fue, desde luego, cumplimentada en seguida porque, según fuentes nazis, aviones alemanes actuaban en el bando del general Franco durante las primeras semanas de la guerra, transportando moros y legionarios extranjeros desde el Marruecos español a la península o participando en operaciones de bombardeo. Véase WERNER BEUMELBURG, Kampf um Spanien, pp. 22 a 29; WULF BLEY, Das Buch der Spanienflieger, pp. 23 a 27, 31 y 32; MAX GRAFF HOYOS, Pedros y Pablos, pp; 15 a 22; OTTO SCHEMPP, Das autoritäre Spanien, pp. 69 a 71; RUD STACHE, Armee mit geheimen Auftrag, pp. 10 a 26; HANNES TRAUTLOFT, Als Jagdflieger in Spanien, p. 29; informe oficial de la intervención alemana publicado en la prensa alemana (como aparece en el Daily Tetegraph, 31 de mayo de 1939); número especial de Die Wehrmacht titulado Wir Kämpften in Spanien, publicado en mayo de 1939, por el Alto Mando alemán. Según el informe oficial publicado en la prensa alemana y al que nos referimos más arriba, el primer destacamento de carros blindados fue enviado en octubre de 1936. Consistía en Plana Mayor, dos compañías y una compañía de transportes, y además de tomar parte en la lucha, formó una escuela de instrucción para españoles en el uso de los carros armados, cañones y lanzallamas. En noviembre, según el mismo informe, un cuerpo completo de la fuerza aérea llegó a España, estando compuesto por aviones de combate, persecución y reconocimiento, así como destacamentos de observación y antiaéreos. En un artículo publicado en el número especial de Die Wehrmacht, mencionado arriba, el general Sperrle declaró que seis mil quinientos voluntarios alemanes llegaron a España a principios de noviembre de 1936. <<

[2] Véase memorándum por el secretario interino de Estado del Ministerio de Asuntos Exteriores alemán, Hans Heinrich Dieckhoff, como aparece en Documents on German Foreign Policy, 1918-1945, III. Germany and the Spanish. Civil War 1936-1939, pp. 155 y 156; también ibíd., pp. 168, 222, 230, 265, 391 y 392, y ERNEST VON WEIZSÄCKER, Memoirs of Ernest von Weizsäcker, pp. 113 y 114. <<

[3] A este respecto resulta instructivo el extracto de un Informe (citado en la nota 8 de este capítulo) a la Wilhelmstrasse enviado por el embajador alemán en Roma, con fecha de 18 de diciembre de 1936, sobre los intereses de Alemania e Italia en el conflicto español. En una comunicación a la Wilhelmstrasse de 1 de mayo de 1937, el embajador alemán acerca del general Franco escribía: «No existe duda de que (después) de una guerra ganada gracias a nuestra intervención, una España ordenada socialmente y reconstruida económicamente con nuestra ayuda, será para nosotros no sólo una fuente muy importante de materias primas, sino también un fiel amigo durante mucho tiempo». Documents on German Foreign Policy 1918-1945. III. Germany and the Spanish Civil War 1936-1939, p. 279. <<

[4] LEÓN BAILBY en Le Jour, 24 de septiembre de 1936. Véase también PIERRE BERNUS en Journal des Débats, 15 de agosto de 1936; PIERRE GAXOTTE en Candide, 27 de agosto de 1936; PIERRE DOMINIQUE, en La République, 8 y 9 de octubre de 1936. <<

[5] Un informe sobre el sistema de no intervención se hallará en NORMAN J. PADELFORD, lnternational Law and Diplamacy in the Spanish Civil Strife. <<

[6] Esta preocupación por la opinión occidental no está de acuerdo con el cargo presentado por los insurrectos, para justificar el alzamiento militar, según el cual los comunistas habían estado conspirando para instaurar un régimen soviético en España durante el verano de 1936 (véase MANUEL AZNAR, Historia militar de la guerra de España, pp. 25 a 30; también Exposure of the Secret Plan to establish a Soviet in Spain). Es evidente que si hubieran intentado establecer dicho régimen, habrían arruinado las esperanzas de la Comintern en un acercamiento con las potencias occidentales. Por esta razón —sin hablar del hecho de que ciertamente no poseían la fuerza necesaria— el cargo puede ser desechado. No obstante el carácter al parecer revolucionarlo del lenguaje que a veces empleaban a fin de no perder contacto con el temperamento radical de las masas tras la victoria del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936, y a pesar de sus advertencias al gobierno liberal en el sentido de que los obreros agrícolas dividirían las fincas de los grandes propietarios por la fuerza de las armas, si no llevaba a cabo de manera más expeditiva la reforma agraria (véase discurso por José Díaz, secretario del Partido Comunista, de 5 de abril de 1936, como aparece en Tres años de lucha, p. 134), los comunistas mostrábanse cuidadosos en mantener su alianza con los moderados. «El Frente Popular debe continuar —escribió José Díaz—. Tenemos todavía mucho camino que recorrer juntos con los republicanos de izquierda». (Articulo en La Correspondencia Internacional, 17 de abril de 1936, tal como aparece en Tres años de lucha, de DÍAZ, pp. 116 a 121). Además, no obstante su amenaza poco antes de la insurrección militar respecto a que si el Gobierno no realizaba el programa del Frente Popular, se esforzarían en la creación de un gobierno de «carácter popular revolucionario» (discurso por José Díaz, 5 de julio de 1936, ibíd., pp. 183 a 186), este lenguaje estaba destinado más a ganarse la anuencia de los sentimientos revolucionarios prevalentes e impulsar al Gobierno a la acción positiva contra la derecha, que a promover una revolución social inmediata. Durante la huelga de la construcción en Madrid, que puso en grave trance al Gobierno antes del levantamiento militar, los comunistas hicieron cuanto pudieron para inducir a los anarcosindicalistas a que la terminaran. Véase Mundo Obrero, 6, 8, 11, 13, 15 y 17 de julio de 1936; también JOSÉ BULLEJOS (antiguo secretario del Partido Comunista), Europa entre dos guerras, pp. 189 y 190. <<

[7] 9 de septiembre de 1936. <<

[8] Sobre el asunto de la intervención Italiana en las primeras etapas de la guerra, fuentes fascistas afirmaron después que aeroplanos y unidades navales italianas operaban a principios de agosto. General FRANCESCO BELFORTE, La guerra civile in Spagna, III, p. 28; GUIDO MATTIOLI, L’aviazione legionaria in Spagna, pp. 22 a 28; Le Forze Armate (órgano oficial del Ministerio de la Guerra italiano), 8 de junio de 1939. Según esta última publicación, barcos de guerra italianos ayudaron a las fuerzas del general Franco en la defensa de Mallorca y la ocupación de la vecina isla de Ibiza en septiembre de 1936. Respecto a las fuerzas de tierra italianas, el primer contingente de camisas negras que sumaba tres mil, no partió de Italia hasta el 18 de diciembre de 1936. Véase telegramas del embajador alemán en Roma a la Wilhelmstrasse, como aparecen en Documents on German Foreign Policy 1918-1945. III. Germany and the Spanish Civil War 1936-1939, pp. 169 y 173, Sin embargo, los primeros embarques de artillería, cañones antiaéreos y carros blindados italianos, llegaron a España hacia finales de septiembre, según MANUEL AZNAR en Historia militar de la guerra de España, p. 316. En cuanto a los motivos de la Intervención italiana en España, vale la pena recordar el siguiente extracto de un informe fechado el 18 de diciembre de 1936, procedente del embajador alemán en Roma y dirigido a la Wilhelmstrasse sobre el interés de Alemania e Italia en la guerra civil española; «El Interés de Alemania y de Italia en el conflicto español coincide en el sentido de que ambos países están intentando impedir la victoria del bolchevismo en España o Cataluña. Sin embargo, mientras Alemania no persigue ningún interés diplomático inmediato en España, aparte de lo citado, los esfuerzos de Roma se dirigen indudablemente hacia el propósito de que España siga su política mediterránea, o al menos a impedir la cooperación política entre España por un lado y Francia e Inglaterra por el otro. Los métodos utilizados con este propósito son: inmediata ayuda a Franco; poner pie en las Islas Baleares, que probablemente no serán evacuadas voluntariamente a menos de que se forme un Gobierno central español amigo de Italia; compromiso político de Franco con Italia y estrecha unión entre el fascismo y el nuevo Sistema de gobierno a establecer en España…

«Respecto a la política general indicada más arriba, Alemania tiene, en mi opinión, toda clase de razones para sentirse beneficiada si Italia continúa interesándose profundamente en los asuntos españoles. El papel representado por el conflicto español, por lo que se refiere a las relaciones Italianas con Francia e Inglaterra, podría ser similar al del conflicto de Abisinia, demostrando claramente los intereses opuestos y actuales de las potencias, impidiendo así a Italia verse atraída a la red de las potencias occidentales y usada para sus maquinaciones. El forcejeo por una influencia política dominante en España deja al descubierto la natural oposición entre Italia y Francia; al mismo tiempo la posición de Italia como potencia en el Mediterráneo occidental entra en competencia con la de Inglaterra. Italia reconocerá con mayor claridad la necesidad de enfrentarse a las potencias occidentales, codo a codo con Alemania, en especial cuando considere un entendimiento general futuro entre la Europa occidental y central sobre la base de una completa igualdad. En mi opinión, el principio rector para nosotros provocado por la situación es el de que debemos permitir que Italia asuma la dirección en su política española, pero simultáneamente debemos acompañar dicha política con buena voluntad tan activa que se evite un desarrollo perjudicial a los intereses directos e indirectos alemanes; ya sea en la forma de una derrota de la España nacionalista o en un acuerdo directo anglo-italiano en caso de futura movilización de la lucha. No tenemos motivos para experimentar celos si el fascismo ocupa el primer lugar en la espinosa tarea de crear un contenido político social, tras el hasta ahora puramente militar y negativo sello antirojo… Debemos considerar deseable que se cree en el sur de Francia un factor que, libre de bolchevismo y apartado de la hegemonía de las potencias occidentales, pero por otra parte aliado con Italia, obligue a franceses e ingleses a reflexionar, un factor que se oponga al tránsito de tropas francesas desde África y que en el campo económico tome en total consideración nuestras necesidades». Documents on German Foreign Policy 1918-1945. III. Germany and the Spanish Civil War 1936-1939, pp. 170 a 173. <<

[9] No obstante todo lo que se ha dicho en contra, no llegaron a España antes de entonces. Los militares de alta graduación (generales José Miaja, Sebastián Pozas, Ignacio Hidalgo de Cisneros), con quienes el autor pudo conversar libremente después de la guerra, lo confirmaron. Hidalgo de Cisneros, jefe de las fuerzas aéreas, informó al autor de que los primeros bombarderos, tanques y cañones rusos llegaron a España en octubre y los primeros aeroplanos de combate el 2 de noviembre. El cónsul general alemán en Barcelona informó a la Wilhelmstrasse, el 16 de septiembre, que había sabido de fuente digna de crédito que 37 aeroplanos habían sido desembarcados por los rusos en un pequeño puerto español una semana antes. (Documents on German Foreign Plicy 1918-1945. III. Germany and the Spanish Civil War, 1936-1939, p. 89), pero el autor no ha encontrado evidencia que apoye esta afirmación. Como afirma Walter Krivitsky, agente de la GPU en la Europa occidental, encargado de la sección extranjera de los embarques de armas soviéticas a España, no es, desde luego, improbable que la decisión soviética enviar armas fuera adoptada al final de agosto. In Stalin’s Secret Service, p. 80; De todas formas el encargado de asuntos alemanes en la Unión Soviética, envió6 el siguiente y significativo informe al Ministerio de Asuntos Exteriores alemán el 28 de septiembre de 1936: «Un experto observador extranjero ha notado que en el puerto de Novorossiisk, en el Mar Negro, el acceso a la zona portuaria ha quedado severamente restringido desde los meses de verano. Los antiguos permisos de entrada han sido anulados y reemplazados por nuevos. El mismo observador cree tener motivos suficientes para deducir que había algo más que víveres en los pesados embalajes que componían la carga del Neva, que zarpó de Odesa hacia España. Sin embargo, hasta ahora ha sido imposible conseguir pruebas fehacientes de violación del embargo de armas por parte del Gobierno soviético. Como la gran extensión territorial de la Unión Soviética, la posición de sus puertos y el conocido sistema soviético de vigilancia y de zonas restringidas facilita enormemente cualquier maniobra de camuflaje, resulta extremadamente difícil obtener tal información». Documents on German Foreign Policy, 1918-1945. III. Germany and the Spanish. Civil War, 1936-1939, p. 100. En cuanto a otra ayuda militar soviética a España, Segismundo Casado, jefe de operaciones del Cuartel General del Ministerio de la Guerra en zona Izquierdista, afirma que en la segunda mitad de septiembre «hicieron su aparición en el Ministerio de la Guerra ciertos generales y jefes del ejército soviético a los que se suponía “técnicos militares” y eran conocidos como “consejeros amistosos”» y que a partir de entonces empezaron a llegar armas. The Last Days of Madrid, p. 51. Aunque los rusos no enviaron soldados de Infantería soviéticos a España, las primeras unidades da las Brigadas Internacionales —organizadas por iniciativa de la Comintern (véase informe de Manuilsky al XVIII Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, el 10 de marzo de 1939, como aparece en The Land of Socialism Today and Tomorrow, pp. 57 a 100), y cuyos jefes, según un comandante de la Brigada Garibaldi (CARLO PENCHIENATI, Brigate lnternazianali in Spagna, p. 30), eran, con raras excepciones, todos comunistas— entraron en acción a principios de noviembre. <<

[10] In Stalin’s Secret Service, p. 81 Véase también, ibíd., p. 85. <<

[11] Como aparece en Acción Socialista, 1 de febrero de 1952. <<

[12] Véase, por ejemplo, discursos en el Congreso del Partido Radical, reproducidos en L’Ere Nouvelle, 25 de octubre de 1936. <<

[13] «El Frente Popular de Francia —escribía un comunista inglés— ha rechazado a la reacción fascista y se ha unido a la Unión Soviética por la paz. Si pudiéramos hacer lo mismo en Inglaterra, si la criminal oposición a la unidad pudiera ser sobrepasada, si pudiéramos combinar un pacto anglo-soviético con el pacto franco-soviético, podríamos levantar un frente que mantuviera a raya la guerra ofensiva fascista». R. PALME DUTT, en The Labour Monthly, agosto de 1936. <<

[14] Véase, por ejemplo, The Daily Herald, 10 de octubre de 1936. <<

[15] En cursiva en el texto. <<

[16] L’Humanité, 4 de agosto de 1936; Communist International, octubre de 1936; International Press Correspondence, 8 de agosto de 1936; Daily Worker, Londres, 5 de agosto de 1936. «El Comité Central del Partido Comunista español —decía un informe del Partido Comunista de Francia (L’Humanité, 3 de agosto de 1936)— nos ha rogado hacer conocer a la opinión pública, en respuesta a los tendenciosos y fantásticos informes de cierta prensa, que el pueblo español en su lucha contra los rebeldes, no trata de establecer la dictadura del proletariado, sino que tiene un solo propósito: la defensa del orden republicano y el respeto hacia propiedad». <<

[17] «El pueblo español —escribía Harry Pollitt, secretario del Partido Comunista británico (lnternational Press Correspondence, 8 de agosto de 1936)— no lucha para establecer soviets o la dictadura del proletariado. Tan sólo los mentirosos y ruines o los desorientados “izquierdistas” declaran lo contrario y se aúnan para ayudar los propósitos de los rebeldes fascistas». <<

[18] L’Humanité, 3 de agosto de 1936 (en cursiva en el texto). Véase también declaración a los representantes de la prensa extranjera en Madrid, por Jesús Hernández, tal como aparece en Mundo Obrero, 8 de agosto de 1936. «Verdaderamente, la gente es sorprendente a veces —escribió un observador—. Miembros representativos del PSUC (Partido Socialista Unificado de Cataluña, controlado por los comunistas) expresan la opinión de que no hay revolución alguna en España, pero estos hombres (con los que sostuve una discusión bastante larga) no son, como pudiera suponerse, viejos socialistas catalanes, sino comunistas extranjeros. Según explican, España se enfrenta a una situación única: el Gobierno lucha contra su propio ejército. Y eso es todo. Dejé entrever que los obreros iban armados y la administración se hallaba en manos de comités revolucionarios, que se fusilaba a millares de personas sin formación de causa, que fábricas y fincas eran expropiadas y explotadas por sus antiguos obreros. ¿Qué era, pues, la revolución, sino esto?

»Me dijeron que estaba equivocado; todo aquello carecía de importancia política; sólo se trataba de medidas de emergencia sin significación política». BORKENAU, The Spanish. Cockpit, p. 110. <<

[19] Mundo Obrero, 18 de agosto de 1936; International Press Correspondence, 29 de agosto de 1936. <<