Hinca duro el sol, carajo. Le come la espalda a Moleón. Se la come a Carrillo. Habach, no puede el machete. El polvillo, Gonzaga, el maldito polvillo de la caña. Pica. Jode. Muerde. Martínez, coño. Se desmaya. ¡Trescientas arrobas, pendejos! Muérete Wong, Carrillo. Muérete Wong, Gonzaga. Muérete Wong, Iznaga. Muérete Wong, Habach. ¡Chino, hijo de puta! Trescientas arrobas en una loma. Corten abajo, pendejos, abajo y de un solo tajo. Poeta el maricón chino ¿eh? No puedo con mi alma. Ni con la mía. Ni con la mía. Ni con la mía. Un surco amarillo y verde, largo, largo, largooo. Dieciocho horas. Dieciocho horas, Carrillo. Dieciocho más mañana. Dieciocho horas, Moleón. Dieciocho horas mañana. Vieron cómo salía y verán como se pone. Irreductibles. Reductibles. Eductibles. Ductibles. Uctibles. Ctibles. Tibles. Ibles. Bles. Les. Es. S…
—Aceptan a los que piden clemencia, los hacen arrodillarse —dijo Carlos Masa.
—Sí, lo sé —dijo Carrillo—. Tres se han ido esta mañana.
—¡Hijos de puta! —dijo Gonzaga.
—No hay quien aguante esta mecha —dijo Armando mirando por la ventana una luna rayada de barrotes.
—Tengo las manos destrozadas —Habach abrió dos ampollas ensangrentadas. De cada una colgaban cinco dedos.
—Quieren matarnos —opinó Eddy Puig.
—No, quieren rendirnos —corrigió Carrillo.
—¡Este barracón me tiene hasta el último pelo!!No aguanto más ¡Caña y celda; caña y celda; pan, agua y pasta hervida —Gonzaga gritaba y movía las manos en un ritual complicado—. ¡Hasta los cojones!
Otra semana y otra y otra. Y yo sin tiempo. Sólo un cañaveral interminable. No sé cómo, todavía me emociona verlo salir. Voy dando tumbos por el trillo y de pronto, al frente, el sol. Después me quema la espalda. Me la come a mordidas. Me cocina el cráneo. Me lo cuece. Pero me emociona verlo salir. Nos vamos juntos. Yo a mi barraca, muerto de hambre y de dolor. El inexpresivo. Si me caigo, palos. Si no puedo más, palos. Wong pega. Espinosa pega. Estévez pega. Troncoso mira pegar. Soroa murió en el cañaveral. Yo dije: Estévez, asesino, lo ha matado; lo ha matado a palos. Y Estévez me pegó. Traté de coger el machete. Estaba aturdido. Estévez me puso la pistola en la cara. Atrévete, Carrillo. Cógelo, Carrillo. Cógelo, anda, para matarte, Carrillo. No lo cogí. No quiero morirme. Se han ido muchos, no los culpo. No los disculpo. Callo. Los viernes llega Barniol en su jeep. Los que no pueden más, se le arrodillan. Por Dios, funcionario, acéptenos, queremos ir a la Doctrina. Y Barniol: Bueno, bueno, así me gusta. ¿Cuántos quedan, teniente Wong? Veintiuno, funcionario Barniol. Yo río. Quedan veintiuno. Soy uno de ellos. No puedo dejar de serlo. Castillo tenía la espalda sin piel. Se la quitaron a palos. El zumo de la caña, las moscas en la carne desgarrada. El sol hería, Castillo era viejo y se cayó de bruces. Levántate, Castillo. No puedo. Sí puedes. Y palos. Palos a Castillo. Se viró de espaldas en el suelo. Le quitaron la piel a tiras, los palos. La carne se le puso azul. Olía mal. No estaba muerto y olía mal. Juro que olía mal. Yo estaba cerca y olía mal. Castillo, tu espalda. ¡Oh, su espalda! Moscas, sangre, palos, Wong, Espinosa, Barniol, Troncoso miraba. Miraba cerrando los ojos. Él dijo: ¡Dios mío! Yo lo oí: Dios mío. Qué raro, Troncoso, dice Dios mío. Tiene un Dios que es suyo. Yo tengo un surco que no termina nunca. Tengo un machete pegado a las manos y unos ojos que ven salir el sol. Que lo ven ponerse. ¿Quién trajo estos ojos? Moleón resiste y calla. Es de acero Moleón. Habach tiembla de miedo. Gonzaga se irá pronto. Lo sé. Mira al piso. No habla. Se irrita. Gonzaga se irá. Se pondrá frente a Barniol. Funcionario, perdón. Yo, Gonzaga, perdón. Y Barniol: Bueno, bueno, siempre hay tiempo. Y se irá en el jeep. Algún día se irá llorando en el jeep. Llorando por no poder morirse; llorando por no saber morirse; llorando por no querer morirse. Y la Doctrina, sí. Dirá cosas que no siente. Pensará en su hermano. En su hermano pegajoso de sangre, muñeco sin vida, sin dientes, su hermano sonando, pof, pof, pof. Pero dirá, funcionario sí. La doctrina, yo, sí. Pobre Gonzaga. No levanta la vista. Sed. Tengo sed. El sol del mediodía. ¡Ay, Dios, tengo sed! Wong, sed. Espinosa, sed. Troncoso, sed. Nos morimos de sed. Arena en la garganta. Fuego. El gaznate, fuego. La lengua, fuego. La piel, fuego. Nadie habla. Nos quedamos sin recuerdos. Yo río. Río mucho. Río a solas. Temo olvidar cómo reírme. Juro que temo olvidarme de abrir la boca y enseñar los dientes, y mover el pecho. Entre los recuerdos se irá el de cómo reírnos. Olvidaré, olvidaremos, la sonrisa. Si me ocurre, volveré a aprender. Me arrodillaré en un rincón, solo, y empezaré a reír. A mover los músculos de la cara. Poco a poco. A desentumecerlo. Luego asomaré los dientes, poco a poco. El primer día una sonrisa ligera. Así. Poca cosa. Mucho no. Haría daño. Luego se iría anchando. No puedo olvidarme de eso porque sólo eso me queda. La posibilidad de reírme. De abrir la boca. De estar alegre algún instante fugaz. Ellos no lo notan pero yo lo noto por ellos. Hace semanas que nadie ríe. Nadie ríe de nada. No nos quitarán eso. ¡Por Dios, eso no! Duele estar siempre, perpetuamente, serio. Duele en la cara y en el alma. Adentro, muy adentro. Nada me queda. La palabra no solamente. De hombre sólo tengo no. Me lo quieren quitar. Quieren que el viernes llegue, funcionario Barniol, sí. Sí. Sí. Aquí le entrego mi último pedazo humano. Un trozo ridículo hecho de dos letras miserables: cójalo. ¿Ve? Ya no soy nada. Pero no. No. No. No. No. Barniol, no. Wong, no. Espinosa, no. Troncoso, no. Peguen, no. Cojan la sonrisa. ¿La quieren también? Cójanla. Tómenla. Me quedaré sin ella. Se hirió Martínez. El pie roto y rojo. La raja rota del roto rojo. Sangre. Sangra sangre grangre grangre sangrana sangrena gangrena gangrena. Ahora una pata de palo y vaivén. Adelante, atrás. Cuidado, Martínez, ¡te caes! Funcionario, yo, Martínez, me voy en su jeep, usted supo, la gangrena. Bueno, bueno, siempre hay tiempo, siempre hay tiempo. No, Wong, por los huevos no. No, Espinosa, por los huevos no. ¡No que duele! ¡Coño, qué duele! Castillo se muere. Huele mal. Tiene fiebre. ¡No te mueras, Castillo! ¡Te lo suplico, Castillo, no mueras! Resiste, ¡coño! Resiste. Mira, Castillo, mañana. ¿Mañana? ¿Mañana? ¿Mañana? Qué raro suena esa palabra. Ma-ña-na-ma-ña-na-ma-ña-na. Sanarás, Castillo, te lo juro. Sanaremos. Huele mal. Se ha puesto frío. Castillo, ¿me oyes? Castillo no oye. No tiene piel en la espalda. Sólo coágulos. Frutas de sangre muerta, densa y negra. Ciérrale tú los ojos. No, tú. ¡Guardia, que se ha muerto! ¡Guardia!, que se ha muerto. Murió de palos. De guardias. De barrotes. De verdugos de alambre. Guardia, huele mal. Se estaba pudriendo y murió, usted sabe. ¡Que le cierren los ojos! ¿Quién trajo esos ojos fríos? ¿Quién te los puso, Castillo? Castillo bajará a la tierra. Cavo, Castillo a mi lado. ¡Que le cierren los ojos! Guardia, ¿así? ¿Más hondo? Muy hondo, Castillo, no podrás salir nunca. Aunque arañes las paredes. Castillo. Aunque gimas. Es muy, hondo, te lo juro. La espalda me duele, y los brazos. Primero te echaré tierra en la cara. Sobre los ojos. No quiero verlos. Ca-vo-ca-vo-ca-vo-ca-vo-ca-vo-ca-vo-ca-vo-ca-vo-ca-vo. No, otro hueco no. ¿No le gusta? Castillo, mira, al teniente no le gusta el hueco que he cavado para ti. Haré otro rápido. Otro hondo. Hon-do-hon-do-hon-do-hon-do. Castillo, perdóname, tampoco le gusta. No me mires así. Te juro que no tengo la culpa. Es el teniente. No le gustan las tumbas que te cavo. ¡No pegue, no, ya me levanto! Otro más, Castillo. Otro más. Todo está lleno de tumbas. De huecos profundos. ¡Castillo, por Dios, baja a cualquiera, no puedo más! La pala se me cae. Se me cae. Quiero bajar a uno de esos huecos y dormir. Dormir. Al fin, Castillo. Al fin, al fin al teniente le ha gustado una tumba para ti. Perdóname que empuje la tierra con los puños, pero la pala… sabes… pesa mucho. No puedo. La cara primero, no quiero verte los ojos duros que te han puesto. ¿Quién trajo esos ojos? ¿Quién te los puso? ¿Por qué, Castillo, no pudiste llevarte tu mirada? Sólo tenías eso y lo perdiste. La sonrisa, la mirada. No, la mirada no. ¡Por Dios, la mirada, no! ¿Qué hora es? ¿Es de noche? ¿Amanece? ¿Atardece? No me engañen. El mundo es verde. Todo verde. El tiempo es verde. Verde de caña. El tiempo es verde de caña. Mi mundo, mi tiempo, son verdes. Castillo está ahí. Y no está ahí. Lo enterré bajo mi mundo verde. ¿Sientes mis pisadas en el cañaveral? ¿Dime si las sientes? ¿Sientes cuando me arrastro? ¿Sientes cuando grito? ¿Sientes cuando me pegan? ¿Sientes el palo que me dan? Dime, ¿los sientes? Vamos, Halbach. No decaigas. Vamos, moro, anímate. La vida… ¿La vida? Vi-da-vi-da-vi-da-vi-da-vi-da vida. Sabes, moro, suena extraña la palabra. Como si nunca la hubiera oído. Señor Barniol, yo, mire, yo… Sí, Eddy Puig, dímelo. Es que yo… Vamos, Puig, quiero oírlo. Señor Barniol, yo estaba equivocado, yo… Bien, Puig, sube al coche, siempre hay tiempo de rectificar. ¿Quién se comió la última ración de Puig? Sargento, él se iba, no necesitaba… No, la ropa no, sargento. El sol, la caña. Las hojas filosas. No, la ropa no, sargento. Desnudo no. Regreso. Regreso muerto, desnudo. Espejo. Espejooo. EspejooispsE. EspectroortcepsE. Espectro. ¡Dios! Espectro-espejo. Es-pec-tro-es-pe-jo-es-pec-tro-es-pe-jo. Soy ése. Mírate bien, eres ése. Mírame bien, soy ése. ¿Eres yo? ¿Soy tú? Yo espejoespectro-tú. Ojeras, huesos. ¡Esos no son mis ojos! ¿Quién trajo esos ojos? ¿Mis dientes? ¿Dónde están mis dientes? ¿Dónde está mi carne? ¡Dios! ¿Dónde están mis ojos, mi carne, mis dientes, mi pelo? Dímelo, espectro. ¿Qué soy? Soy no. Sí, soy no. No, coño, no, coño no, coño no. No. No. No. No. Óyelo bien, espectro. Óyelo bien no, no, no, no, no. Mírame con esos ojos; mírame sin carne; mírame sin pelo; pero oye: no. Oye: no. Ríete, espectro. Así, no. No mucho, que duele. Poco, poco. Así. ¿Ves espectro? Veo espejo. Tal vez. ¿Tal vez? Talveztalvez. ¿Cuántos meses verdes? ¿Cuántos palos verdes? ¿Cuántas cañas verdes? Ánimo, Moleón, ánimo. Me caigo. No, sargento. No fui yo. ¡Ay no! Otra vez desnudo, no, sargento. No, teniente, desnudo no. Mire, las abejas. Las abejas ¡ay! Se lo decía ¡ay! No se queden dormidos así. Hablen, coño. Hablemos. ¿Somos personas? ¿Personas? Per-so-nas-per-so-nas-per-so-nas-per-so-nas. Hablen, bueno, hablen. Espejo, dile al espectro que ría. ¡Por Dios, que no olvide reír! Ríe, espectro, por favor, ríe. Todos duermen ahora, ríe. Nadie habla. Duermen. Y tú, ríe, espectro, ríe, por Dios. Aprenderé otra vez. Mañana aprenderé otra vez. Mañana. ¿Mañana? ¿Cuándo es mañana? ¿Qué es mañana? Es una palabra larga. Ma-ña-na-ma-ña-na-ma-ña-na. Una palabra que no se acaba nunca. Sólo una palabra. ¡Yo no quiero una palabra! Quiero mañana. Suena raro. Mi tiempo está hecho de colores no de palabras. Es verde, no tiene mañanas. Que no las tiene, coño. Juro que no las tiene. Tiene horas-sudor, horas-palo, horas-sangre, horas-verde. Y su mañana es verdepalosangre. Mañanaverdepalosangre. Mañanamuertellantollantonegra. Mañanamartinezgangrenacastillosangre. Mañanasinpersonasinsonrisamuertepalosangreverdedegangrenacastillomartinez.
¡NO!