Qué olor a ataúd recién tallado. Ropas negras. Enormes bolsas bajo los ojos. Liesel estaba junto a los demás, en la hierba. Había leído para frau Holtzapfel esa misma tarde. El repartidor de sueños, el favorito de su vecina.
La verdad es que fue un día bastante ajetreado.
27 DE JULIO DE 1943
Michael Holtzapfel fue enterrado y la ladrona de libros leyó a los afligidos. Los aliados bombardearon Hamburgo… A propósito, es una suerte que, en cierta forma, yo sea capaz de hacer milagros. Nadie más podría llevarse cerca de cuarenta y cinco mil personas en tan poco tiempo. Ni en un millón de años humanos.
Los alemanes estaban empezando a pagarlo con creces. Al Führer le empezaban a temblar las rodillitas.
Aun así, tengo que reconocerle algo a ese Führer.
Desde luego, tenía una voluntad férrea.
En ningún momento se aflojó el ritmo durante la guerra, ni se redujo el castigo y exterminio de una plaga judía. Aunque la mayoría de los campos de exterminio estaban desperdigados por toda Europa, todavía quedaban algunos en la propia Alemania.
Aún se obligaba a mucha gente a trabajar en esos campos, y a caminar.
Max Vandenburg era uno de esos judíos.