UNA SUPERNANNY PARA PETER PAN

Buscar pareja y encontrar un hombre joven no tiene por qué ser siempre un binomio ganador. Depende mucho de la edad mental del sujeto y de las pruebas que te reporte su DNI. Porque no es lo mismo un hombre que parece joven (supuesto Uno) o es joven (supuesto Dos) que uno que quiere ser a toda costa un yogurín (supuesto Tres).

De los tres casos es evidente que lo mejor que te puede tocar es un hombre maduro con un aspecto inmejorable. El Uno, el top one. Este nivel corresponde al hombre que aparenta su edad, o un poco más, y que suma cada uno de sus años con un plus de atractivo. Como si cobrara de vez en cuando unas stock option en madurez hollywoodiense. La mitad de vosotras visualizará ahora el rostro de George Clooney. Bien. Estamos coordinadas. Nunca debemos confundir a estos hombres maravillosos con sus contrarios, los que podríamos llamar prototipos Grecian 2000. Su supuesta madurez atractiva es una farsa, una caracterización. Tenemos decenas de ejemplos mediáticos. ¿En qué están pensando los asesores de imagen de algunos políticos cuando les tiñen el pelo de caoba y, a la vez, les mantienen una poblada barba gris? ¿No reparan en que la evolución del pigmento acabará por revelar unos extraños y cantosos reflejos rojizos? ¿No les parece su candidato un dibujo coloreado por un niño? Esas vetas rojizas son el anuncio de la oxidación que sufrirá su representado. Entre el brillo antinatural del pelo, los destellos coloraos y su combinación con la barba del abuelo de Heidi o bien parecerá que se ha comprado un bisoñé en el mercadillo de navidad de la Plaza Mayor o bien que es víctima de una venganza femenina con muy mala leche y mucha influencia. Sus aspiraciones a líder también se teñirán de rojo. Y ésa no era la idea.

Salimos de la peluquería y dejamos atrás a nuestro patético teñido y a nuestro maduro inmejorable difícil de encontrar para abordar el supuesto Dos, el más grave y peligroso de ese hipotético binomio triunfador: Busco pareja/Encuentro hombre joven. Hablamos de esa especie que puebla las barras de bares y discotecas y que confunde un grifo de cerveza o una botella con la fuente de la eterna juventud: el pesao-eterno-adolescente. Peter Pan con osteoporosis en el País de Nunca Jamás.

Enamorarte de un pesao-eterno-adolescente puede llegar a ser uno de los peores tormentos que te toque vivir. Al principio te será muy fácil caer porque te seducirán su vida nocturna, su despreocupación general y un apetito sexual constante con broche final alcohólico y lisérgico. También te enganchará que sólo él te vea guapa de nuevo con una minifalda tubo que nunca debió resurgir de tu armario. Te hará sentir sexy, jovencísima y super-divertida. ¿Mayor? ¿Por qué dices eso? ¡Si pareces una niña! Fíjate qué culo tienes (Si algún día te dice que no tienes «nada de celulitis», ¡cuidado! Además de un pesao-eterno-adolescente te juegas los cuartos con un mentiroso patológico). ¿Por qué crees ahora en los milagros inesperados si ya tenías decidido encomendarte a cualquier dios de la liposucción? ¿Tu Peter Pan sana con las manos? ¿Lija con ellas? Lo que ocurre es que estás ciega todo el fin de semana y cegada el resto de ella. No ves y lo que es peor: no te ves.

Sólo merece la pena pasar por esta experiencia de engaño consentido si tienes muy claro que tu pesao tiene una misión breve y específica que cumplir: Hacerte disfrutar un ratito, darte cosita buena para el cuerpo, buen sexo para tu autoestima y, de regalo, unas cuantas fiestas. Únicamente en este caso será muy, muy recomendable para etapas de transición post ex. Pero alerta. Que no se te vaya la mano con el tiempo.

Para evitar que un pesao-eterno-adolescente te atrape en su red de fines de semana es imprescindible que sepas distinguirlo entre los demás busca-faldas, que lo veas venir. Hay varias señales inequívocas. Una de ellas es que el incremento de canas y flacidez es directamente proporcional a la compra compulsiva de camisetas ceñidas y cosméticos de alta gama. Recuerda que estamos hablando de un señor de treinta y tantos bastantes o uno de cuarenta y pocos, con poder adquisitivo como para permitirse que la licra vaya firmada por Gaultier. Le sentará igual de mal provenga de donde provenga la prenda, pero él creerá que puede formar parte de una foto coral de D.

Puede ser que incluso te haga gracia su tripita decorada con angelitos y figuras geométricas o que no te importe que a las tres de la mañana le asome la rajita del culo porque la camiseta se le haya enrollado hasta el ombligo y el pantalón haya hecho lo propio pero en retroceso cual polo opuesto. Puede que le perdones estos despistes, pero ¿qué ocurrirá la mañana que lo pilles probando tu anti-ojeras sobre sus manchas y sus granos? ¿Y la noche que, poseedor de un stick iluminador, vaya haciendo el ridículo con ese desfavorecedor antifaz de oso panda? (En el argot del maquillaje define el antifaz que forma un tono de piel más claro alrededor de los ojos).

¿Qué harás entonces? ¿Te rendirás y le enseñarás a pintarse la raya negra del ojo por dentro para que no se pinche la lentilla? ¿Batirás con tus propias manos su maquillaje para que no se deje pegotes y evitar el temido efecto de la máscara? (En el argot del maquillaje cara maquillada en un tono oscuro en contraste con un cuello limpio y habitualmente medio tono o un tono más bajo). ¿Le difuminarás tú el maquillaje hacia la nuez? Y después de todo, y lo que es más importante, ¿podrás volver a desearlo como antes si después de una de esas madrugadas de sexo lo miras a la cara y te parece un cantante de ópera, recién salido de escena, después de una sudada?

Si has llegado a ese punto y aún crees que debes intentarlo, estás más perdida de lo que crees. Perdida que no enamorada porque si lo piensas fríamente sabes que no tiene ni pies ni cabeza. Huye en cuanto puedas. Sal de esa casa que siempre olerá a estudiantes y corre. Corre y no caigas en la trampa de los SMS, del Voy a cambiar y Me he dado cuenta de lo importante que era estar contigo; todo eso te suena por las telenovelas pero en realidad no te gusta. Vete. El momento más duro estará aún por llegar. Algún día tendrás que explicarte a ti misma cómo pudiste tenerlo enfrente y no verlo. Pero ya está. Tampoco dramatices. No te hagas más pupa. Que no hace falta. El mejor consejo es que intentes guardar en el disco duro los mejores momentos de risas, de pedo, fiestas y los primeros revolcones. Lo demás intenta, como sea, borrarlo de tu centro operativo. Ni siquiera sus piropos. Tarde o temprano comprobarás, porque no eres ciega, que te mentía.

Como dice una de mis amigas: Nunca te acuestes con alguien con quien te avergonzaría que te pillasen tomando un café. O su versión para casos No pude evitarlo: acuéstate pero que no te vean y no reincidas para evitar la exposición pública.

Otro caso muy distinto es el de hombres jóvenes suficientemente maduros como para desear y amar a una mujer mayor que ellos. En el supuesto Tres, todo es a favor de obra. Siempre hacia delante. Dibuja el peatón en tu cabeza, éste va en tu dirección, el pesao-eterno-adolescente en la contraria. No tiene por qué ser el hombre perfecto todavía pero puede serlo. Por edad, por lógica y por oportunidad será además curioso y generoso, dedicado y atento. El enamoramiento será lo más parecido a un castillo de fuegos artificiales: pasional, ruidoso, espectacular, llamativo, caliente. ¿Qué más le puedes pedir? Lo demás, lo que no sabe, deberá aprenderlo y lo hará contigo.

Tú, la madura, la envidia de tus amigas, serás el oráculo en el que él intentará encontrar todas las respuestas. Cada vez que tenga una duda existencial buscará tu consejo y responderás con la ventaja y las artimañas que te garantiza la experiencia. Yo ya lo he hecho, Eso ya lo he pasado, No tengas prisa, te llegará y el rotundo y discriminador «Cuando tú vas, yo ya he ido y he vuelto diez veces». ¡Qué memez tan efectista! Si te quiere, no verá asomar tu plumero de reina manipuladora. Por el contrario, te creerá. Tus arrugas le parecerán muescas de sabiduría, auténticas pozas de conocimiento.

Por ejemplo, con un poco de cuento serás para él: la gran viajera aunque sólo hayas ido a Italia un par de veces y una semana santa a Nueva York. Cada uno de tus periplos será una gran aventura peligrosa y lejana. Sabrás adornar tus historias con la pasión del viajero experto a pesar de que te desorientas en cualquier parte si no vas del brazo de un guía-lazarillo. Parecerás capaz de atravesar una selva provista tan sólo de una galleta María y una píldora potabilizadora. Como gran conocedora del mundo, habrás vivido terremotos y accidentes, habrás sobrevivido a fuertes tormentas y la amenaza animal se habrá cernido sobre ti. Ante tu joven admirador no te habrás amedrentado jamás, ante nada, aunque todavía sueñes con la araña que había en la bañera del hotel de Cancún. Tú sabes que llamaste al servicio de habitaciones a las tres de la mañana y que después de que el botones la matara quisiste matarlo a él de un golpe y dejar el cadáver en la bañera para que no pudiese contar a nadie el ataque de histeria que tenías cuando llegó y los latigazos que dabas con la toalla a todos los mosquitos de la Rivera Maya. Tú lo sabes, conoces tus vergüenzas, pero no encontrarás ninguna razón para no ser la sublimación de ti misma ante tu ingenuo y crédulo nuevo amor de juventud. Con no llevarlo a Cancún ni hacer ejercicios de campamento en la selva lo tienes hecho. Para asegurarte del todo y evitar que te pille en un renuncio viajero, siempre te servirán de excusas o colchones para ganar tiempo frases como Ahora no me acuerdo, ¿Por qué tengo que preparar yo el viaje?, Ya estoy cansada de hacerlo yo todo y el remate Haz algo tú para variar. No seas cruel. Escabúllete pero no machaques.

El ejemplo de los viajes puede trasladarse a todos los temas en los que él asume tu superioridad intelectual avalada por una experiencia que es como la crema suavizante que te regalan con el champú. Edad y experiencia van, para él, en el mismo pack. Pronto aprenderá que hay botes vacíos.

Mientras se despierta y no se despierta, todo funcionará si lo llevas con cabeza y no caes en el error de convertirte tú en la pesada-eterna-adolescente. Si en un titánico esfuerzo de adaptación al mundo juvenil te desvías del buen camino, es posible que también acabes con la camiseta enrollada y el pantalón cagao enseñando las chichas apostadas sobre tus caderas. Entonces hablarás con la hermana de tu amante juvenil de sus últimos ligues y querrás ser amiga de los amigos de ambos. Si no eres capaz de controlarte, te descubrirán. No es tu medio. Evita las situaciones de sobreexposición y de comparaciones razonables. No lo permitas. Escóndete bien y sé misteriosa/mentirosa, que para este caso es lo mismo.

Si la situación se te va de las manos, puede que una noche salgas con tu supuesto Tres (joven maduro) y su pandi, y te encuentres al supuesto Dos (pesao-eterno-adolescente) en el mismo bar, y que Tres sea amigo de una de las amigas de Dos, tu nuevo amor de juventud. Cuando Dos y Tres se vean las caras gracias a la amiga común se te verá todo el plumero de vedette manipuladora y todos los mapas falsos, la brújula desmagnetizada y el repelente para insectos caducado. Ya no serás una aventurera sino una busca-aventuras y tendrás el mismo glamour que tenías aquella noche de histeria, gritos e insultos a los pobres mosquitos mexicanos. Acabarás saliendo del bar y en tu escapada te encontrarás de cara con tu añorado supuesto Uno (maduro inmejorable) del brazo de una chica de veintitantos que parece tener la cabeza muy bien amueblada. La función habrá terminado. Deambularás con el maquillaje derramado como el de una cantante de ópera después de una interminable aria llorera.