Epílogo

Después de quitarse el traje de Coyote, don César abandonó el sótano acompañado de su hijo. Éste miraba orgullosamente a su padre. Le había visto matar a un hombre en un momento en que no podía hacer otra cosa, pues su vida y la seguridad de todos los suyos estaban en peligro. Luego, cuando pudo castigar a un traidor, lo hizo utilizando la más honrosa de las venganzas: el perdón.

Guadalupe los vio llegar. La aventura había terminado. El peligro había quedado atrás. Ahora se presentaban unos días de paz y de esperanza, de ocultar sus sentimientos en espera de que llegara un día en que el hombre que para ella lo era todo se diese cuenta de esta realidad.

César de Echagüe apartóse de su hijo y fue hacia la terraza donde estaba Guadalupe.

—Ya le he dejado en libertad —explicó—. Se fue con un buen susto.

—Ahora bendecirá su nombre.

—No estoy tan seguro de eso, Lupita —replicó don César—. El ser humano tiene la terrible condición de pagar con odio los favores que se le hacen. Pero si no podemos cambiar a los demás, al menos podemos intentar no ser nosotros iguales que ellos. Yo he sido, también, muy ingrato.

—No… —musitó Lupe.

—Sí, Lupita. He sido muy ingrato. Y lo he sido contigo especialmente. Toda tu vida la has dedicado a servirme, a hacer lo que yo he querido, aliviar mis tristezas y a soportar mis malos humores. ¿Qué pago te he dado a cambio de todo eso?

—Yo no exigía ninguno.

—¿Ni lo exiges ahora?

Sintiendo una dolorosa opresión en el pecho, que de tan dolorosa casi era embriagadora, Lupe contestó:

—Ni ahora.

—¿Prefieres dar a que te den?

Con mirada fija en las estrellas que había en el firmamento, Lupe contestó:

—De mí depende el dar. De mí no depende el que me den. Por eso prefiero dar.

César también clavó la vista en las estrellas. Eran muchos los que creían que en el firmamento está escrito con letras de plata el pasado y el porvenir de cada uno. El pasado de Lupe y el de él los conocía. ¿Cuál sería su porvenir? ¿Marcharían los dos unidos o se separarían violentamente, como aquellas dos estrellas que un momento antes parecían brillar juntas y una de las cuales descendía en aquel instante, dejando tras sí una cola de plateadas llamas?