Cuatro o cinco personas, ya medio embriagadas, comenzaron a bailar alrededor de la fogata, quién sabe si queriendo imitar la fiesta de las brujas. Entre los que estaban bailando, Brida reconoció a una Iniciada que había conocido cuando Wicca conmemoró el martirio de las hermanas. Aquello le molestó, imaginaba que las personas de la Tradición de la Luna tendrían un comportamiento más acorde con el lugar sagrado que estaban pisando Se acordó de la noche junto al Mago y de cómo la bebida había interferido la comunicación entre ambos durante el paseo astral.

—Mis amigos se morirán de envidia —oyó decir—. Nunca creerán que estuve aquí.

Aquello fue demasiado para ella. Necesitaba alejarse un poco, entender bien lo que estaba sucediendo y luchar contra el inmenso deseo de volver a su casa, de huir de allí antes de decepcionarse de todo lo que había creído durante casi un año. Buscó a Wicca con los ojos; se reía y divertía con los otros invitados. El número de personas alrededor de la hoguera aumentaba cada vez más, algunas aplaudían y cantaban, acompañadas por otras que golpeaban con ramas y llaves las garrafas vacías.

—Tengo que dar una vuelta —le dijo a Lorens.

Él ya había formado un grupo a su alrededor, y las personas estaban fascinadas con sus relatos sobre estrellas antiguas y milagros de la Física moderna. Mas paró inmediatamente de hablar.

—¿Quieres que vaya contigo?

—Prefiero ir sola.

Se alejó del grupo y caminó en dirección al bosque. Las voces se hacían cada vez más animadas y más altas, y todo aquello —los borrachos, los comentarios, las personas jugando a la brujería en torno de la fogata comenzó a mezclarse en su cabeza. Había esperado tanto tiempo esta noche y apenas era una fiesta. Una fiesta igual a las de las asociaciones de beneficencia, donde las personas cenan, se embriagan, cuentan chismes y después hacen discursos sobre la necesidad de ayudar a los indios del hemisferio Sur o a las focas del Polo Norte.

Empezó a caminar por el bosque, manteniendo siempre la fogata en su campo de visión. Subió por un camino que rodeaba la piedra y que le permitía ver la escena desde arriba. Pero, incluso vista desde lo alto, era desoladora: Wicca recorriendo los grupos para saber si todo estaba bien, las personas bailando alrededor de la hoguera, algunas parejas en sus primeros besos alcoholizados. Lorens estaba contando algo animado a dos hombres, tal vez hablando de cosas que encajarían muy bien en un encuentro de bar, pero no en una fiesta como aquélla. Un retrasado llegaba a través del bosque, un extraño animado por el barullo, viniendo en busca de un poco de diversión.

El modo de caminar era familiar.

El Mago.

Brida se asustó y empezó a correr por el camino de bajada. Quería encontrarlo antes de que llegase a la fiesta. Necesitaba que él la socorriese como había hecho antes tantas veces. Necesitaba entender el sentido de todo aquello.