El día amaneció nublado, pero no iba a llover. Lorens vivía desde hacía muchos años en aquella ciudad, ya entendía sus nubes. Se levantó y fue hasta la cocina a preparar un café.
Brida entró antes de que el agua hirviese.
—Fuiste a dormir muy tarde ayer —dijo él.
Ella no respondió.
—Hoy es el día —continuó—. Sé lo importante que es. Me gustaría mucho estar a tu lado.
—Es una fiesta —respondió Brida.
—¿Qué quieres decir con esto?
—Es una fiesta. Desde que nos conocemos, siempre fuimos juntos a las fiestas. Estás invitado.