Fueron de compras por una de las principales calles comerciales de Dublín, exactamente aquélla que Brida había mentalizado en el ejercicio del escaparate. Siempre que la conversación se encauzaba hacia temas particulares, Wicca salía con respuestas vagas o evasivas. Pero hablaba con gran entusiasmo sobre los asuntos triviales: los precios, las ropas, el mal humor de las vendedoras. Gastó algún dinero aquella tarde, generalmente en cosas que revelaban un sofisticado buen gusto.

Brida sabía que nadie pregunta a otra persona de dónde proviene el dinero que está gastando. Su curiosidad era tanta, no obstante, que casi violó las más elementales normas de educación.

Terminaron la tarde en el restaurante japonés más tradicional de la ciudad, frente a una rodaja de sashimi.

—Que Dios bendiga nuestra comida —dijo Wicca—. «Somos navegantes en un mar que no conocemos; que Él conserve siempre nuestro valor para aceptar este misterio.»

—Pero tú eres una Maestra de la Tradición de la Luna —comentó Brida—. Tú conoces las respuestas.

Wicca permaneció un momento contemplando la comida, con mirada lejana.

—Sé viajar entre el presente y el pasado —dijo después de algún tiempo—. Conozco el mundo de los espíritus, y ya entré en comunión total con fuerzas tan deslumbrantes que las palabras de todas las lenguas son insuficientes para describirlas. Quizá pueda decir que poseo un conocimiento silencioso de la caminata que trajo a la raza humana hasta este momento.

»Y porque conozco todo esto, y soy una Maestra, sé también que nunca, pero realmente nunca, sabremos la razón final de nuestra existencia. Podremos saber cómo, dónde, cuándo y de qué manera estamos aquí. Pero la pregunta para qué será siempre una pregunta sin respuesta. El objetivo central del gran Arquitecto del Universo es sólo de Él y de nadie más.

Un silencio parecía haberse apoderado del ambiente.

—Ahora, mientras estamos aquí comiendo, el noventa y nueve por ciento de las personas de este planeta se enfrentan, a su manera, con esta pregunta. ¿Para qué estamos aquí? Muchas piensan haber descubierto la respuesta en sus religiones, o en su materialismo. Otras se desesperan y gastan su vida y su fortuna intentando entender este significado. Algunas pocas dejaron que esta pregunta pasase en blanco y viven apenas el momento, sin preocuparse por los resultados ni las consecuencias.

»Sólo los valientes, los que conocen la Tradición del Sol y la Tradición de la Luna, conocen la única respuesta posible a esta pregunta: NO SÉ.

»Esto, en un primer momento, puede atemorizar, y dejarnos desamparados ante el mundo, las cosas del mundo y el propio sentido de nuestra existencia. No obstante, después de haber pasado el primer susto, nos vamos gradualmente acostumbrando a la única solución posible: seguir nuestros sueños. Tener el valor de dar los pasos que siempre deseamos es la única manera de demostrar que confiamos en Dios.

»En el instante en que aceptamos esto, la vida pasa a tener para nosotros un sentido sagrado y experimentamos la misma emoción que la Virgen experimentó cuando una tarde cualquiera de su existencia común, apareció un extraño y le hizo una oferta. «Hágase vuestra voluntad», dijo la Virgen. Porque había comprendido que la mayor grandeza que un ser humano puede experimentar es la aceptación del misterio.

Después de un largo silencio, Wicca volvió a tomar los cubiertos y a comer. Brida la miraba, orgullosa de estar a su lado. Ya no pensaba más en las preguntas que jamás haría: si ganaba dinero, o si estaba enamorada de alguien, o sentía celos de un hombre. Pensaba en la grandeza de alma de los verdaderos sabios. Sabios que pasaron la vida entera buscando una respuesta que no existía y, al percibirlo, no falsificaron explicaciones. Pasaron a vivir, con humildad, en un Universo que nunca podrían entender. Pero podían participar y la única manera posible era siguiendo los propios deseos, los propios sueños, porque era a través de esto como el hombre se transformaba en un instrumento de Dios.

—Entonces, ¿de qué vale buscar? —preguntó ella.

—No buscamos. Aceptamos, y entonces la vida pasa a ser mucho más intensa y más brillante, porque entendemos que cada paso nuestro, en todos los minutos de la vida, tiene un significado mayor que nosotros mismos. Entendemos que, en algún lugar del tiempo y del espacio, esta pregunta está respondida. Entendemos que existe un motivo para que estemos aquí, y eso basta.

»Buceamos en la Noche Oscura con fe, cumplimos lo que los antiguos alquimistas llamaban «Leyenda Personal» y nos entregamos por entero a cada instante, sabiendo que siempre existe una mano que nos guía: a nosotros cabe aceptarla o no.