Wicca, cuando volvió a encontrarse con Brida, quiso saber todo sobre la Voz —cada detalle estaba anotado en el Libro de las Sombras— y Wicca se puso contenta.
—¿De quién es la Voz? —preguntó Brida.
Wicca, no obstante, tenía cosas más importantes que decir que estar respondiendo a las eternas preguntas de la joven.
—Hasta ahora te mostré cómo volver al camino que tu alma recorre desde hace varias encarnaciones. Desperté este conocimiento hablando directamente con ella —con el alma— a través de los símbolos y de los rituales de nuestros antepasados. Tú protestabas, pero tu alma estaba contenta porque estaba reencontrando su misión. Mientras te irritabas con los ejercicios, te aburrías con la danza, morías de sueño con los rituales, tu lado oculto bebía de nuevo la sabiduría del Tiempo, recordaba lo que ya había aprendido y la semilla crecía sin que tú supieses cómo. Llegó, sin embargo, el momento de empezar a aprender cosas nuevas. A esto se le llama Iniciación, porque ahí es donde está tu verdadero comienzo en las cosas que precisas aprender en esta vida. La Voz indica que ya estás preparada.
»En la Tradición de las hechiceras, la Iniciación se hace siempre en los Equinoccios, en aquellas fechas del año en que los días y las noches son absolutamente iguales. El próximo es el Equinoccio de Primavera, el día 21 de marzo. Me gustaría que ésta fuera la fecha de tu Iniciación, porque yo también me inicié en un Equinoccio de Primavera. Ya sabes manejar los instrumentos y conoces los rituales necesarios para mantener siempre abierto el puente entre lo visible y lo invisible. Tu alma continúa recordando las lecciones de las vidas pasadas, siempre que realizas cualquier ritual que ya conoces.
»Al oír la Voz, trajiste para el mundo visible lo que ya estaba sucediendo en el mundo invisible. O sea, comprendiste que tu alma está lista para el próximo paso. El primer gran objetivo ha sido alcanzado.
Brida recordó que antes también quería ver el punto luminoso. Pero desde que comenzara a reflexionar sobre la búsqueda del amor, esto iba perdiendo importancia cada semana.
—Falta sólo una prueba para que seas aceptada en la Iniciación de la Primavera. En el caso de que no lo consigas ahora, no te preocupes, muchos Equinoccios están en tu futuro y algún día serás iniciada. Hasta ahora has tratado con tu lado masculino: el conocimiento. Tú sabes, eres capaz de entender lo que sabes, pero aún no has llegado a la gran fuerza femenina, una de las fuerzas maestras de la transformación. Y conocimiento sin transformación no es sabiduría.
»Esta fuerza siempre fue Poder en Maldición de las hechiceras, en general, y de las mujeres, en particular. Todas las personas que caminan por el planeta conocen esta fuerza. Todas saben que somos nosotras, las mujeres, las grandes guardianas de sus secretos. A causa de esta fuerza fuimos condenadas a vagar en un mundo peligroso y hostil, porque ella era despertada por nosotras, y existían lugares donde era abominada. Quien toca esta fuerza, aunque sea sin saberlo, está unida a ella por el resto de su vida. Puede ser su señor o su esclavo, puede transformarla en una fuerza mágica, o utilizarla el resto de la vida sin darse cuenta nunca de su inmenso poder. Esta fuerza está en todo lo que nos rodea, está en el mundo visible de los hombres y en el mundo invisible de los místicos. Puede ser masacrada, humillada, escondida o hasta incluso negada. Puede pasar años durmiendo, olvidada en un rincón cualquiera, puede ser tratada por la raza humana de casi todas las maneras, menos una: en el momento en que alguien conoce esta fuerza, nunca más, en toda su vida, podrá olvidarla.
—¿Y qué fuerza es ésta?
—No sigas haciéndome preguntas tontas —respondió Wicca—. Porque sé que tú sabes cuál es.
Brida lo sabía.
El sexo.
Wicca corrió una de las cortinas inmaculadamente blancas y mostró el paisaje. La ventana daba hacia el río, los edificios antiguos y las montañas en el horizonte. En una de aquellas montañas vivía el Mago.
—¿Qué es aquello? —preguntó Wicca, señalando a lo alto de una iglesia.
—Una cruz. El símbolo del cristianismo.
—Un romano jamás entraría en un edificio con aquella cruz. Pensaría que se trataba de una casa de suplicios, ya que el símbolo en su fachada es uno de los más horrendos instrumentos de tortura que el hombre inventó.
»La cruz es la misma, pero su significado cambió. De la misma manera, cuando los hombres estaban próximos a Dios, el sexo era la comunión simbólica con la unidad divina. El sexo era el reencuentro con el sentido de la vida.
—¿Por qué las personas que buscan a Dios normalmente se apartan del sexo?
Wicca se irritó con la interrupción. Pero decidió responder.
—Cuando hablo de la fuerza, no hablo apenas del acto sexual. Ciertas personas utilizan esta fuerza sin usarla. Todo depende del camino escogido.
—Conozco esta fuerza —dijo Brida—. Sé cómo utilizarla.
Era el momento de volver otra vez al asunto.
—Quizá sepas tratar el sexo en la cama. Esto no es conocer la fuerza. Tanto el hombre como la mujer son absolutamente vulnerables a la fuerza del sexo, porque allí el placer y el miedo tienen la misma importancia.
—¿Y por qué el placer y el miedo caminan juntos?
Por fin la chica había preguntado algo que valía la pena responder.
—Porque quien se enfrenta con el sexo sabe que está ante algo que sólo sucede con toda su intensidad cuando se pierde el control. Cuando estamos en la cama con alguien, estamos dando permiso para que esta persona comulgue no solamente con nuestro cuerpo sino con toda nuestra personalidad. Son las fuerzas puras de la vida que se comunican, independientemente de nosotros y, entonces, no podemos esconder quién somos.
»No importa la imagen que tengamos de nosotros mismos. No importan los disfraces, las respuestas preparadas, las salidas honrosas. En el sexo, se hace difícil engañar al otro, porque allí cada uno se muestra como realmente es.
Wicca hablaba como alguien que conociera bien aquella fuerza. Sus ojos tenían brillo y había orgullo en su voz. Tal vez fuese esa fuerza lo que la mantenía tan atrayente. Era bueno aprender con ella: un día terminaría descubriendo el secreto de todo aquel encanto.
—Para realizar la Iniciación, tienes que encontrarte con esta fuerza. El resto, el sexo de las hechiceras, pertenece a los Grandes Misterios, y lo sabrás después de la ceremonia.
—¿Cómo me encontraré con ella, entonces?
—Es una fórmula simple, y como todas las cosas simples, sus resultados son mucho más difíciles que todos los complicados rituales que te he enseñado hasta ahora.
Wicca se aproximó a Brida, la tomó por los hombros y miró el fondo de sus ojos.
—La fórmula es ésta: utiliza, durante todo el tiempo, tus cinco sentidos. Si ellos llegan juntos en el momento del orgasmo, serás aceptada para la Iniciación.