Wicca continuó enseñándole la Tradición de la Luna. Mandó que hiciese un puñal de una hoja con filo a ambos lados y que fuese irregular como una llama. Brida buscó en varios negocios, sin conseguir encontrar nada parecido; pero Lorens resolvió el problema pidiendo a un químico metalúrgico, que trabajaba en la Universidad, que hiciera una hoja así. Después, él mismo talló un cabo de madera y le dio el puñal de regalo. Era su manera de decir que respetaba la búsqueda de Brida.

El puñal fue consagrado por Wicca, en un ritual complicado que mezclaba palabras mágicas, dibujos con carbón en la lámina y algunos golpes usando una cuchara de palo. El puñal debía ser utilizado como una prolongación de su propio brazo, manteniendo toda la energía del cuerpo concentrada en la lámina. Por eso las hadas usaban una varita mágica y los magos necesitaban una espada.

Cuando Brida se mostró sorprendida por el carbón y la cuchara de palo, Wicca dijo que, en la época de la caza de brujas, las hechiceras se veían obligadas a utilizar materiales que pudiesen ser confundidos con objetos de la vida cotidiana. Esta tradición se mantuvo a través del tiempo en el caso de la lámina, del carbón y de la cuchara de palo. Los verdaderos materiales que los Antiguos usaban se habían perdido por completo.

Brida aprendió a quemar incienso y a utilizar el puñal en círculos mágicos. Había un ritual que estaba obligada a hacer cada vez que la luna cambiaba de fase; iba hacia la ventana con una copa llena de agua y dejaba que la luna se reflejase en la superficie del líquido. Después hacía que su rostro se reflejase en el agua, de modo tal que la imagen de la luna quedase colocada en medio de su cabeza. Cuando estaba totalmente concentrada, hería el agua con el puñal, haciendo que ella y la luna se dividiesen en varios reflejos.

Esta agua debía ser bebida inmediatamente y el poder de la luna, entonces, crecía dentro de ella.

—Nada de esto tiene sentido —comentó Brida, cierta vez.

Wicca no le dio mucha importancia, también había pensado así, un día. Pero volvió a recordar las palabras de jesús sobre las cosas que crecían dentro de cada uno sin que se supiese cómo.

—No importa si tiene sentido o no —añadió—. Acuérdate de la Noche Oscura. Cuanto más hagas esto, más se comunicarán los Antiguos. Primero, de una manera que tú no entiendes, es sólo su alma que está escuchando Un buen día las voces serán nuevamente despertadas.

Brida no quería limitarse a despertar voces, quería conocer a su Otra Parte. Pero no comentaba tales asuntos con Wicca.

Le había prohibido volver de nuevo al pasado. Wicca decía que esto era necesario en pocas ocasiones.

—Tampoco utilices cartas para ver el futuro. Las cartas sirven sólo para el crecimiento sin palabras, aquél que está penetrando sin ser percibido.

Brida tenía que abrir el tarot tres veces por semana y quedarse mirando las cartas esparcidas. No siempre las visiones aparecían, y cuando aparecían, eran generalmente escenas incomprensibles. Cuando protestaba por las visiones, Wicca decía que estas escenas tenían un significado tan profundo que ella era aún incapaz de captarlo.

—¿Por qué no debo leer la suerte?

—Sólo el presente tiene poder sobre nuestras vidas —respondió Wicca—. Cuando estás leyendo la suerte en la baraja, estás trayendo el futuro hacia el presente. Y esto puede causar serios daños: el presente puede barajar tu futuro.

Una vez por semana iban hasta el bosque, y la hechicera enseñaba a la aprendiz el secreto de las hierbas. Para Wicca, cada cosa en este mundo traía la firma de Dios, especialmente las plantas. Ciertas hojas se parecían al corazón, y eran buenas para las dolencias cardíacas, mientras que las flores cuya forma recordaba a los ojos, curaban los males de la visión. Brida comenzó a percibir que muchas hierbas poseían, realmente, una gran semejanza con órganos humanos, y en un compendio sobre medicina popular que Lorens consiguió prestado en la biblioteca de la universidad, descubrió investigaciones que indicaban que la tradición de los campesinos y hechiceras podía ser correcta.

—Dios colocó en los bosques su farmacia —dijo Wicca, un día en que las dos descansaban bajo un árbol—, para que todos los hombres pudiesen tener salud.