—Fue un truco —dijo Wicca a una asustada Brida, cuando las dos se acomodaron en los sillones italianos—. Sé cómo te debes estar sintiendo —continuó—. A veces entramos en un camino sólo porque no creemos en él. Entonces, es fácil: todo lo que tenemos que hacer es probar que no es nuestro camino.

»Sin embargo, cuando las cosas comienzan a suceder y el camino se revela ante nosotros, tenemos miedo de seguir adelante.

Wicca dijo que no entendía por qué muchos prefieren pasar la vida entera destruyendo los caminos que no desean recorrer, en vez de andar por el único que los conduciría a algún lugar.

—No puedo creer que fue un truco —dijo Brida. Ya no tenía aquel aire de arrogancia y desafío. Su respeto por aquella mujer había aumentado considerablemente.

—La visión no fue un truco. El truco al que me refiero fue el del teléfono.

»Durante millones de años, el hombre siempre habló con aquello que conseguía ver. De repente, en apenas un siglo, el «ver» y el «hablar» fueron separados. Creemos que estamos acostumbrados a esto y no percibimos el inmenso impacto que ello causó en nuestros reflejos. Nuestro cuerpo simplemente todavía no está acostumbrado.

»El resultado práctico es que, cuando hablamos por teléfono, conseguimos entrar en un estado muy semejante a ciertos trances mágicos. Nuestra mente entra en otra frecuencia, queda más receptiva al mundo invisible. Conozco hechiceras que tienen siempre papel y lápiz junto al teléfono; garabatean cosas aparentemente sin sentido mientras hablan con alguien. Cuando cuelgan, las cosas que han garabateado son generalmente símbolos de la Tradición de la Luna.

—Y ¿por qué el tarot se reveló ante mí?

—Éste es el gran problema de quien desea estudiar magia —respondió Wicca—. Cuando comenzamos el camino, siempre tenemos una idea más o menos definida de lo que pretendemos encontrar. Las mujeres generalmente buscan la Otra Parte, los hombres buscan el Poder. Tanto unos como otros no quieren aprender: quieren llegar a aquello que establecieron como meta.

»Pero el camino de la magia —como, en general, el camino de la vida— es y será siempre el camino del Misterio. Aprender una cosa significa entrar en contacto con un mundo del cual no se tiene la menor idea. Es preciso ser humilde para aprender.

—Es sumergirse en la Noche Oscura —dijo Brida.

—No me interrumpas —la voz de Wicca mostraba una irritación contenida. Brida percibió que no era por el comentario; a fin de cuentas, ella había dicho la verdad. «Quizá esté irritada con el Mago», pensó. Quién sabe si no estuvo enamorada de él algún día. Los dos eran más o menos de la misma edad.

—Disculpa —dijo ella.

—No tiene importancia —Wicca también parecía sorprendida de su reacción.

—Me estabas hablando del tarot.

—Cuando tú colocabas las cartas sobre la mesa, siempre tenías una idea de lo que sucedería. Nunca dejaste que las cartas contasen su historia; estabas tratando de que ellas confirmasen lo que tú imaginabas saber.

»Cuando comenzamos a hablar por teléfono, yo me di cuenta de ello. Percibí también que allí había una señal y que el teléfono era mi aliado. Comencé una conversación aburrida y te pedí que mirases las cartas. Entraste en el trance que el teléfono provoca y las cartas te condujeron a su mundo mágico.

Wicca le pidió que siempre se fijase en los ojos de las personas que estaban hablando por teléfono. Eran ojos muy interesantes.