Establecer de entrada que todo cambia de aspecto, este mes; que las cuatro esposas son repudiadas, que Julie, no obstante, ha hallado gracia cerca del obispo, que la ha tomado con él en calidad de sirvienta, pero que Aline, Adélaïde y Constance están sin casa ni hogar, a excepción, sin embargo, de la última, que se ha permitido a Duclos confinarla con ella, porque quieren conservar su fruto. Pero, en cuanto a Adélaïde y Aline, duermen en el establo de las bestias destinadas a servir de alimento. Las sultanas Augustine, Zelmire, Fanny y Sophie, son las que sustituyen a las esposas en todas sus funciones, a saber: en los retretes, en el servicio de la comida, en los sofás, en la cama de los señores, de noche. De manera que así es como están, en esta época, los dormitorios de los señores. Independientemente del follador de turno que cada uno de ellos posee, tienen: el duque a Augustine, Zéphire y Duclos en su cama con el follador; él se acuesta en medio de los cuatro, y Marie en el sofá; Curval duerme de igual manera entre Adonis, Zelmire, un follador y Fanchon; nadie fuera; Durcet duerme entre Hyacinthe, Fanny, un follador y la Martaine (comprobar), y, en el sofá, Louison; el obispo duerme entre Céladon, Sophie, un follador y Julie, y, en el sofá, Thérèse. Lo que permite ver que las parejitas de Zéphire y Augustine, Adonis y Zelmire, Hyacinthe y Fanny, Céladon y Sophie, que han sido casadas, pertenecen al mismo dueño. Sólo quedan cuatro muchachas en el serrallo de las muchachas, y cuatro en el serrallo de los muchachos. Champville duerme en el de las muchachas y Desgranges en el de los muchachos, Aline en el establo, como ya se ha dicho, y Constance en la habitación de Duclos, sola, ya que Duclos duerme con el duque todas las noches. La comida es servida siempre por las cuatro sultanas representando las cuatro esposas, y la cena por las cuatro sultanas restantes; un grupo sirve siempre el café; pero los grupos de los relatos, delante de cada camarín de cristal, ya sólo están compuestos por un muchacho y una muchacha. En cada relato, Aline y Adélaïde están atadas a los pilares del salón de historias del que ya se ha hablado; están amarradas a ellos, con las nalgas enfrente de los sofás, y, cerca de ellas, una mesita provista de varas, de manera que siempre están a punto de recibir el látigo. Constance tiene permiso para estar sentada en la hilera de las historiadoras. Cada una de las viejas se ocupa de su pareja, y Julie, desnuda, va de un sofá a otro, para recibir las órdenes y ejecutarlas inmediatamente. En cuanto al resto, siempre igual, un follador por sofá. Así es como Desgranges comienza sus relatos. En un reglamento especial, los amigos han decidido que, a lo largo de este mes. Aline, Adélaïde, Augustine y Zelmire serían entregadas a la brutalidad de sus pasiones, y que podrían, el día prescrito, o inmolarlas solos, o invitar al sacrificio al amigo que quisieran, sin que los demás se ofendan; que respecto a Constance, serviría para la celebración de la última semana, tal como se explicará en su momento y lugar. Cuando el duque y Curval, quienes por este acuerdo volverán a enviudar, quieran, para terminar el mes, tomar una esposa para las funciones, podrán hacerlo, eligiendo entre las cuatro sultanas restantes. Pero los pilares quedarán vacíos, tan pronto como las dos mujeres que los ocupaban ya no estén. Desgranges comienza y, después de haber advertido que sólo se tratará de asesinatos, dice que procurará, tal como se le ha recomendado, entrar en los más minuciosos detalles, y sobre todo advertir de los gustos comunes con los que esos asesinos de la orgía hacían preceder sus pasiones, a fin de que se puedan juzgar las relaciones y los encadenamientos, y ver cuál es el tipo de libertinaje simple que, rectificado por unas mentes sin moral y sin principios, puede conducir al asesinato, y a qué tipo de asesinato. Después comienza.
El 1 de febrero. 1. Le gustaba divertirse con una pordiosera que no hubiera comido en tres días; y su segunda pasión consiste en dejar morir de hambre a una mujer en el fondo de un calabozo, sin ofrecerle el mínimo socorro; la observa y se masturba examinándola, pero sólo se corre el día en que perece.
2. La mantiene allí largo tiempo, disminuyendo cada día un poco su ración; la hace cagar antes, y come la mierda en un plato.
3. Le gustaba chupar la boca, tragar la saliva, y, como segunda [pasión], encierra a la mujer en un calabozo, con víveres sólo para quince días; el trigésimo día, entra en él y se masturba sobre el cadáver.
4. Hacía mear y, como segunda, la hace morir a fuego lento impidiéndole beber y dándole mucho de comer.
5. Azotaba, y hace morir a la mujer impidiéndole dormir.
Aquella misma noche, Michette es colgada de los pies, después de haber comido mucho, hasta que vomita todo encima de Curval, que se masturba debajo y traga.
El 2. 6. Hacía cagar en su boca y comía según caía; su segunda consiste en alimentar únicamente con miga de pan y vino. Ella revienta al cabo de un mes.
7. Le gustaba follar por el coño; contagia a la mujer una enfermedad venérea por inyección, pero de tan mala especie que revienta al cabo de poquísimo tiempo.
8. Hacía vomitar en su boca, y, como segunda, le provoca, mediante una bebida, una fiebre maligna de la que no tarda en reventar.
9. Hacía cagar, y, como segunda, da una lavativa de ingredientes envenenados en agua hirviente o agua fuerte.
10. Un famoso fustigador coloca a una mujer en un pivote sobre el que gira incesantemente hasta la muerte.
Por la noche, dan una lavativa de agua hirviente a Rosette en el momento en que el duque acaba de encularla.
El 3. 11. Le gustaba dar bofetadas, y, como segunda, tuerce el cuello hacia atrás, de modo que tenga la cara del lado de las nalgas.
12. Le gustaba la bestialidad, y, como segunda, le gusta hacer desvirgar a una muchacha delante de él por un garañón, que la mata.
13. Le gustaba follar por el culo, y, como segunda, la entierra hasta medio cuerpo, y la alimenta así hasta que la mitad del cuerpo está podrida.
14. Le gustaba masturbar el clítoris, y hace que uno de sus hombres masturbe a una muchacha en el clítoris hasta la muerte.
15. Un fustigador, perfeccionando su pasión, azota hasta la muerte a la mujer en todas las partes del cuerpo.
Aquella noche, el duque quiere que Augustine sea masturbada en el clítoris, que tiene muy sensible, por la Duclos y la Champville, que se relevan y la masturban hasta el desmayo.
El 4. 16. Le gustaba apretar el cuello, y, como segunda, ata a la muchacha por el cuello. Delante de ella tiene una gran comida, pero, para alcanzarla, es preciso que se estrangule a sí misma o que muera de hambre.
17. El mismo hombre que ha matado a la hermana de Duclos, y cuyo gusto es manosear las carnes largo tiempo, amasa el pecho y las nalgas con una fuerza tan furiosa que la hace morir con este suplicio.
18. El hombre de quien Martaine habló el 20 de enero, y al que le gustaba sangrar a las mujeres, las mata a fuerza de sangrías repetidas.
19. Aquel cuya pasión consistía en hacer correr a una mujer desnuda hasta que cayera, y del que ya se ha hablado, tiene, como segunda, encerrarla en un baño turco ardiente, donde muere como asfixiada.
20. Aquel de quien Duclos habló, que le gustaba hacerse poner pañales y al que la muchacha daba su mierda en lugar de papilla, envuelve tan estrechamente con pañales a una mujer que la hace morir así.
Aquella noche, un poco antes de pasar al salón de historias, han encontrado a Curval dando por el culo a una de las criadas de la cocina. Paga la multa; la muchacha recibe la orden de asistir a las orgías, donde el duque y el obispo la enculan a su vez, y recibe 200 latigazos de la mano de cada uno de ellos. Es una gorda saboyana de veinticinco años, bastante lozana, y que tiene un bonito culo.
El 5. 21. Le gusta como primera pasión la bestialidad, y, como segunda, cose a la muchacha en una piel de asno recién desollada, con la cabeza fuera; la alimenta, y la deja dentro de ella hasta que la piel del animal la sofoca al encogerse.
22. Aquel de quien Martaine habló el 15 de enero, y al que le gustaba colgarse jugando, cuelga a la muchacha por los pies y la deja allí hasta que la sangre la sofoca.
23. Aquel del 27 de noviembre, de Duclos, al que le gustaba emborrachar a la puta, da muerte a la mujer hinchándola de agua con un embudo.
24. Le gustaba torturar las tetas, y lo perfecciona encajando las dos tetas de la mujer en dos especies de cacerolas; después, coloca a la criatura, con sus dos tetas así acorazadas, sobre dos braseros, y la deja reventar en medio de aquellos dolores.
25. Le gustaba ver nadar a una mujer, y, como segunda, la arroja al agua, y la saca medio ahogada; la cuelga después de los pies para hacerle vomitar el agua. Tan pronto como se ha recuperado, la arroja de nuevo, y así varias veces, hasta que revienta.
Aquel día, a la misma hora que la víspera, encuentran al duque dando por el culo a otra criada; paga la multa; la criada es enviada a las orgías, donde todo el mundo disfruta de ella, Durcet por la boca, el resto por el culo, e incluso por el coño, pues es virgen, y es condenada a 200 latigazos por cada uno de ellos. Es una muchacha de dieciocho años, alta y bien hecha, un poco pelirroja, y con un culo muy hermoso. Aquella misma noche, Curval dice que es esencial seguir sangrando a Constance por su embarazo; el duque la encula y Curval la sangra, mientras Augustine lo masturba sobre las nalgas de Zelmire y alguien lo folla. Clava mientras se corre, y no yerra.
El 6. 26. Su primera pasión consistía en arrojar a una mujer a una hoguera de una patada en el culo, pero de la que salía lo bastante pronto como para sufrir muy poco. La perfecciona, obligando a la muchacha a estar de pie ante dos fuegos, uno de los cuales la asa por delante y otro por detrás; la deja allí hasta que se le derriten las grasas.
Desgranges advierte de que hablará de asesinatos que provocan una muerte rápida y con la que apenas se sufre.
27. Le gustaba impedir la respiración con sus manos, sea apretando el cuello, sea dejando largo tiempo la mano sobre la boca, y lo perfecciona sofocándola entre cuatro colchones.
28. Aquel de quien habló Martaine y que daba a elegir entre tres muertes (ved el 14 de enero), salta los sesos de un pistoletazo sin dar elección; le da por el culo, y al correrse dispara.
29. Aquel de quien habló Champville el 22 de diciembre, que hacía saltar en la manta con un gato, la arroja desde lo alto de una torre sobre unas piedras, y se corre al escuchar su caída.
30. Aquel a quien le gustaba apretar el cuello mientras daba por el culo, y del que Martaine habló el 6 de enero, encula a la muchacha, con un cordón de seda negra alrededor del cuello, y se corre al estrangularla. (Que ella diga que esta voluptuosidad es una de las más refinadas que puede procurarse un libertino.)
Se celebra aquel día la fiesta de la decimocuarta semana, y Curval se casa, como mujer, con Brise-cul en calidad de marido, y, como hombre, con Adonis en calidad de mujer. Esta criatura sólo es desvirgada aquel día, delante de todo el mundo, mientras Brise-cul folla a Curval. En la cena se emborrachan; y azotan a Zelmire y Augustine en los riñones, las nalgas, los muslos, el vientre, el pubis y los muslos por delante; después Curval hace follar a Zelmire, su nueva esposa, con Adonis, y les da por el culo sucesivamente a los dos.
El 7. 31. En un principio le gustaba follar a una mujer adormilada, y lo perfecciona haciéndola morir con una fuerte dosis de opio; la penetra por el coño durante el sueño mortal.
32. El mismo hombre de quien acaba de hablar, y que arroja varias veces al agua, también tiene por pasión ahogar a una mujer con una piedra al cuello.
33. Le gustaba abofetear, y, como segunda, le derrama plomo fundido en el oído mientras duerme.
34. Le gustaba azotar en la cara. Champville habló de él el 30 de diciembre. (Comprobar.) Mata a continuación a la muchacha de un fuerte martillazo en la sien.
35. Le gustaba ver arder hasta el final una vela en el ano de la mujer: la ata al extremo de un conductor, y la hace fulminar por el rayo.
36. Un fustigador. La coloca de cuatro patas con el culo pegado a la boca de un cañón; el proyectil se la lleva por el culo.
Aquel día, encontraron al obispo dando por el culo a la tercera criada. Paga la multa; la muchacha es mandada a las orgías, el duque y Curval se la folian por detrás y por delante, pues es virgen; después le dan 800 latigazos: 200 cada uno de ellos. Es una suiza de diecinueve años, muy blanca, muy gorda, y con un culo muy hermoso. Las cocineras se quejan, y dicen que el servicio ya no podrá funcionar si molestan a las criadas, y las dejan allí hasta el mes de marzo. Aquella misma noche, cortan un dedo a Rosette, y lo cauterizan con fuego. Durante la operación ella está entre Curval y el duque; el uno la folla por el culo, el otro por el coño. La misma noche, Adonis es entregado por el culo, de modo que el duque ha jodido aquella noche a una criada y a Rosette por el coño, a la misma criada por el culo, a Rosette también por el culo (han cambiado) y a Adonis. Está rendido.
El 8. 37. Le gustaba azotar en todo el cuerpo con un vergajo, y es el mismo de quien habló Martaine, que a golpes hirió tres miembros y rompió uno. Le gusta moler a palos a la mujer, pero la ahoga sobre la cruz.
38. Aquel de quien habló Martaine, que finge degollar a la muchacha a la que se retira mediante una cuerda, la degüella de veras al correrse. Se masturba.
39. Aquel del 30 de enero, de la Martaine, a quien le gustaba causar heridas, las mete en mazmorras.
40. Le gustaba azotar en el vientre a mujeres preñadas, y lo perfecciona dejando caer sobre el vientre de una mujer preñada un peso enorme que la aplasta inmediatamente, a ella y a su fruto.
41. Le gustaba ver el cuello desnudo de una muchacha, apretarlo, torturarlo un poco: clava un alfiler en determinado lugar de la nuca, con lo que ella muere inmediatamente.
42. Le gustaba quemar lentamente, con una vela, diferentes partes del cuerpo. Lo perfecciona arrojándola a un horno ardiente, tan violento que es consumida al instante.
Durcet, que empalma mucho, y que durante los relatos ha ido a azotar dos veces a Adélaïde en el pilar, propone colocarla atravesada en el fuego, y cuando ella ha tenido todo el tiempo de estremecerse ante la proposición, que no ha sido aceptada por poco, como compromiso le queman los pezones: Durcet, su marido, uno; Curval, su padre, otro; los dos se corren en esta operación.
El 9. 43. Le gustaba pinchar con alfileres, y, como segunda, se corre dando tres puñaladas en el corazón.
44. Le gustaba quemar fuegos artificiales en el coño: ata a una jovencita delgada y bien hecha, como varilla, a un gran cohete volador; es disparada y cae junto con el cohete.
45. El mismo llena de pólvora todas las aberturas de una mujer, le prende fuego, y todos los miembros saltan y se descuartizan a la vez.
46. Le gustaba echar, por sorpresa, vomitivos en lo que comía la muchacha: le hace, como segunda, respirar un polvo en el rapé o en un ramo de flores, que la tumba de espaldas, muerta, en un instante.
47. Le gustaba azotar en el pecho y en el cuello: lo perfecciona derribándola de un vigoroso golpe asestado en el gaznate.
48. El mismo de quien habló Duclos el 27 de noviembre y Martaine el 14 de febrero. (Comprobar.) Ella acaba de cagar delante del libertino, él la riñe, la persigue a golpes de látigo de postillón por una galería. Se abre una puerta que da a una escalenta, ella cree encontrar allí su seguridad, se precipita por ella, pero falta un peldaño y cae en una bañera de agua hirviente que se cierra inmediatamente sobre ella y en la que muere escaldada, ahogada y sofocada. Sus gustos son hacer cagar y azotar a la mujer mientras ella caga.
Aquella noche, al término de este relato, Curval ha hecho cagar a Zelmire por la mañana, el duque le pide mierda. Ella no puede; la castigan inmediatamente a pincharle el culo con una aguja de oro, hasta que la piel esté totalmente inundada de sangre, y, como el duque es el ofendido por este rechazo, él es quien opera. Curval pide mierda a Zéphire: éste dice que el duque le ha hecho cagar por la mañana. El duque lo niega; llaman a declarar a la Duclos, que lo niega, aunque sea cierto. En consecuencia, Curval tiene derecho a castigar a Zéphire aunque sea amante del duque, de la misma manera que éste acaba de castigar a Zelmire, aun siendo mujer de Curval. Zéphire es azotado hasta sangrar por Curval y recibe seis papirotazos en la punta de la nariz; sangra, lo cual hace reír mucho al duque.
El 10. Desgranges dice que va a hablar de asesinatos, de traiciones, donde el procedimiento es lo principal y el efecto, o sea el asesinato, sólo es accesorio. Y, en consecuencia, dice que situará los venenos en primer lugar.
49. Un hombre, cuyo gusto era dar por el culo, y jamás de otra manera, envenena a todas sus mujeres; ya va por la vigesimosegunda. Sólo las follaba por el culo y jamás las había desvirgado.
50. Un sodomita invita a los amigos a un festín, y envenena a una parte de ellos cada vez que da de comer.
51. El del 26 de noviembre, de Duclos, y del 10 de enero, de Martaine, que es sodomita, finge ayudar a los pobres; les da víveres, pero están envenenados.
52. Un sodomita utiliza una droga que, arrojada al suelo, hace caer muertos a los que la pisan, y la utiliza muy a menudo.
53. Un sodomita utiliza otra droga que da la muerte en medio de inconcebibles tormentos; duran quince días, y ningún médico sabe qué hacer. Su mayor placer es ir a visitaros cuando os halláis en tal estado.
54. Un sodomita, con hombres y con mujeres, utiliza otro polvo, cuyo efecto es el de eliminar la utilización de vuestros sentidos y dejaros como muerto. Se os cree así, os entierran, y morís desesperado en vuestro ataúd donde, recién enterrado, recobráis el conocimiento. Procura encontrarse encima del lugar donde estáis enterrado, para intentar oír algunos gritos; si los oye, se desmaya de placer. Ha hecho morir así a parte de su familia.
Hacen tomar a Julie, aquella noche, bromeando, unos polvos que le dan unos cólicos terribles; le dicen que está envenenada, lo cree, se desespera. Durante el espectáculo de sus convulsiones, el duque se hace masturbar delante de ella por Augustine. Tiene la desgracia de recubrirle el glande con el prepucio, que es una de las cosas que más disgustan al duque; iba a correrse, esto se lo impide. Dice que quiere cortarle un dedo a esta bribona, y se lo cortan de la mano con que ha cometido el error, mientras su hija Julie, que se cree envenenada, acude para hacerle correrse. Julie se cura aquella misma noche.
El 11. 55. Un sodomita solía ir a casas de conocidos o amigos, y jamás dejaba de envenenar a la criatura humana más querida por aquel amigo. Utilizaba unos polvos que le hacían reventar al cabo de dos días de terribles dolores.
56. Un hombre, cuyo gusto consistía en torturar el pecho, lo perfeccionaba envenenando a las criaturas en el mismo seno de las nodrizas.
57. Le gustaba recibir lavativas de leche en la boca, y, como segunda, las daba envenenadas que provocaban la muerte en medio de horribles cólicos de entrañas.
58. A un sodomita, del que tendrá ocasión de volver a hablar el 13 y el 26, le gustaba incendiar las casas de los pobres, y lo hacía de manera que siempre hubiera mucha gente abrasada, y sobre todo criaturas.
59. A otro sodomita le gustaba dar muerte a las mujeres parturientas; al visitarlas llevaba consigo unos polvos cuyo olor las llenaba de espasmos y de convulsiones cuyo resultado era la muerte.
60. Aquel de quien Duclos habla en su vigesimoctava velada quiere ver parir a una mujer; mata a la criatura al salir del vientre de su madre y ante sus ojos, y esto fingiendo acariciarla.
Aquella noche, comienzan por azotar a Aline con 100 latigazos cada amigo, hasta que sangra, después le piden mierda; se la ha dado por la mañana a Curval, que lo niega. En consecuencia, la queman en los dos senos, en cada palma de la mano; le hacen gotear cera de España en los muslos y en el vientre, le llenan de cera el agujero del ombligo, le queman el pelo del coño con alcohol. El duque provoca una discusión con Zelmire, y Curval le corta dos dedos, uno de cada mano. Augustine es azotada en el pubis y en el culo.
El 12. Los amigos se reúnen por la mañana, y deciden que, resultándoles las cuatro viejas inútiles y pudiéndolas sustituir fácilmente en sus funciones por las cuatro historiadoras, deben divertirse con ellas y martirizarlas una tras otra, comenzando desde aquella misma noche. Se propone a las historiadoras ocupar su lugar; aceptan, con la condición de que no sean sacrificadas. Se les promete.
61. Los tres amigos, D’Aucourt, el abate y Desprès, de quienes Duclos habló el 12 de noviembre, siguen divirtiéndose juntos con esta pasión: quieren a una mujer preñada de ocho a nueve meses, le abren el vientre, le arrancan la criatura, la queman ante los ojos de la madre, en su lugar colocan en el estómago un paquete de azufre mezclado con mercurio, lo encienden, luego cosen el vientre y la dejan morir así, delante de ellos y en medio de unos dolores atroces, haciéndose masturbar por una muchacha que les acompaña. (Comprobar el nombre.)
62. Le gustaba desvirgar, y lo perfecciona haciendo una gran cantidad de criaturas a varias mujeres; después, en cuanto cumplen cinco o seis años, las desvirga, sean niña o niño, y las arroja a un horno ardiente en cuanto las ha follado, en el mismo instante de la eyaculación.
63. El mismo hombre de quien Duclos habló el 27 de noviembre, y Martaine el 15 de enero, y ella misma el 5 de febrero, cuyo gusto consistía en ahorcar de broma, en ver ahorcar, etcétera, el mismo, digo, oculta sus pertenencias en los cofres de sus servidores y dice que le han robado. Procura hacerlos ahorcar y, si lo consigue, va a disfrutar del espectáculo; si no, los encierra en una habitación y les da muerte estrangulándolos. Se corre durante la operación.
64. Un gran aficionado a la mierda, aquel de quien Duclos habló el 14 de noviembre, tiene en su casa un retrete preparado; hace que se siente encima la persona que quiere hacer morir y, tan pronto como se ha sentado, el asiento se hunde y arroja a la persona a una fosa de mierda muy profunda donde le deja perecer.
65. Un hombre de quien Martaine habló y que se divertía viendo caer a una muchacha de lo alto de una escalera perfecciona así su pasión (pero comprobar cuál). Hace colocar a la muchacha en un pequeño tablado, frente a una profunda charca, más allá de la cual hay un muro que le ofrece una retirada más segura puesto que hay una escalera adosada al muro. Pero es preciso arrojarse a la charca, y ella tiene mucha prisa porque, detrás del tablado donde está, hay un fuego lento que avanza poco a poco. Si el fuego la atrapa, será consumida, y, como no sabe nadar, si, para evitar el fuego, se arroja al agua, se ahogará. Alcanzada por el fuego, toma sin embargo la decisión de arrojarse al agua y de alcanzar la escalera que ve en el muro. Con frecuencia se ahoga: en tal caso no hay más que decir. Si es lo bastante afortunada como para alcanzar la escalera, trepa por ella, pero un peldaño, preparado en la parte superior, se rompe bajo sus pies cuando lo pisa y la precipita a un agujero recubierto de tierra que no había visto, y que, abriéndose bajo su peso, la arroja a una hoguera ardiente en la que perece. El libertino, cerca del espectáculo, se masturba observándolo.
66. El mismo de quien Duclos habló el 29 de noviembre, el mismo que desvirgó a la Martaine por el culo a los cinco años, y el mismo también de quien anuncia que volverá a hablar en la pasión con que cerrará sus relatos (la del infierno), ese mismo, digo, da por el culo a una muchacha de dieciséis a dieciocho años, la más bonita que han podido encontrarle. Un poco antes de su eyaculación, suelta un resorte que hace caer, sobre el cuello desnudo y despojado de la muchacha, una máquina de acero dentada, y que asierra poco a poco y minuciosamente el cuello de la muchacha, mientras que él suelta su eyaculación, la cual siempre es muy larga.
Descubren aquella noche los amoríos de uno de los folladores subalternos y de Augustine. Él todavía no se la había follado, pero, para lograrlo, le proponía una evasión y se la presentaba como muy fácil. Augustine confiesa que estaba a punto de concederle lo que le pedía, para escapar de un lugar donde cree su vida en peligro. Fanchon es la que lo descubre todo y lo cuenta. Los cuatro amigos se arrojan de improviso sobre el follador, lo atan, lo agarrotan y lo bajan a la bodega, donde el duque le encula a la fuerza, sin pomada, mientras Curval lo degüella y los otros dos lo abrasan con un hierro candente en todas las partes del cuerpo. Esta escena ha ocurrido al terminar la comida, en lugar del café; van al salón de historias, como de costumbre, y, en la cena, se preguntan entre ellos si gracias al descubrimiento de la conjura deben indultar a Fanchon que, a consecuencia de la decisión de la mañana, iba a ser maltratada aquella misma noche. El obispo se opone a que la perdonen, y dice que sería indigno de ellos ceder al sentimiento de la gratitud, y que siempre será partidario de las cosas que pueden aportar una mayor voluptuosidad a la sociedad, así como contrario a las que pueden privarla de un placer. En consecuencia, después de haber castigado a Augustine por haberse prestado a la conjura, primero haciéndola asistir a la ejecución de su amante, después enculándola y haciéndole creer que también la degollarían, y definitivamente arrancándole dos dientes, operación que realiza el duque mientras Curval da por el culo a la hermosa muchacha, y acabando por azotarla a fondo, después de todo esto, digo, hacen comparecer a Fanchon, la hacen cagar, cada amigo le da 100 latigazos, y el duque le corta la teta izquierda a ras de carne. Ella protesta mucho de la injusticia del procedimiento. «¡Si fuera justo», dice el duque, «no nos haría empalmar!» Después, la vendan, a fin de que pueda servir en otros suplicios. Descubren que había un leve comienzo de motín general entre los folladores subalternos, que el acontecimiento del sacrificio de uno de ellos ha calmado por completo. Al igual que la Fanchon, las otras tres viejas son destituidas de cualquier empleo, y sustituidas por las historiadoras y por Julie. Se estremecen, pero ¿cómo pueden evitar su suerte?
El 13. 67. Un hombre a quien le gustaban mucho los culos atrae a una muchacha, a la que dice amar, a una excursión acuática; la barca está preparada, se parte, y la muchacha se ahoga. En ocasiones, el mismo lo hace de diferente manera: tiene un balcón preparado en una habitación muy elevada, la muchacha se apoya en él, el balcón cede, y ella se mata.
68. Un hombre, a quien le gustaba azotar y después dar por el culo, lo perfecciona atrayendo a una muchacha a una habitación preparada. Se abre una trampa, cae en una bodega en la que está el libertino; en el momento de su caída, le hunde un puñal en el pecho, en el coño y en el agujero del culo; después la arroja, muerta o no, a otra bodega, cuya entrada está cerrada con una piedra, y ella cae sobre un montón de otros cadáveres que la han precedido, donde expira rabiosa, si no ha muerto. Y él procura asestarle unas débiles puñaladas, a fin de no matarla y de que muera en la última bodega. Antes, siempre da por el culo, azota y se corre. Actúa con sangre fría.
69. Un sodomita hace montar a la muchacha en un caballo salvaje que la arrastra y la mata en unos precipicios.
70. Aquel de quien Martaine habló el 18 de febrero, y cuya primera pasión es quemar con fulminantes de pólvora, lo perfecciona haciendo colocar a la muchacha en una cama preparada. Tan pronto como se ha acostado, la cama se hunde en una hoguera ardiente, pero de la que puede salir. Él está allí y, cada vez que ella quiere salir, la empuja a golpes de espetón en el vientre.
71. Aquel de quien ella habló el 11, y al que le gustaba incendiar casas de pobres, intenta atraer a su casa a hombres o mujeres con la excusa de la caridad; los encula, hombre o mujer, les rompe los lomos, y los deja morir de hambre en un calabozo, así dislocados.
72. Aquel a quien le gustaba arrojar a una mujer por la ventana sobre un estercolero, y de quien habló Martaine, ejecuta lo que se verá, como segunda pasión. Deja acostar a la muchacha en una habitación que ella conoce y de la que se sabe que la ventana es muy baja; le da opio; tan pronto como está bien dormida, la traslada a una habitación idéntica a la suya, pero cuya ventana está muy alta y da encima de unas piedras puntiagudas. Después, entran precipitadamente en su habitación provocándole un gran terror; le dicen que van a matarla. Ella, que sabe que su ventana es baja, la abre y se arroja por ella sin mirar, pero cae sobre las piedras puntiagudas, desde más de treinta pies de altura, y se mata ella misma y sin que nadie la toque.
Aquella noche, el obispo se casa, como mujer, con Antinoüs en calidad de marido, y, como hombre, con Céladon en calidad de mujer, y aquel mismo día esta criatura es enculada por primera vez. Esta ceremonia celebra la fiesta de la decimoquinta semana. El prelado quiere que, para acabar de celebrarla, se maltrate duramente a Aline, contra la cual estalla sordamente su ira libertina. La cuelgan y la descuelgan rápidamente, y todo el mundo se corre al verla colgada. Una sangría, que le hace Durcet, la repone, y al día siguiente no se nota nada, pero ha crecido una pulgada. Cuenta lo que sintió durante el suplicio. El obispo, para quien todo es fiesta aquel día, corta un pecho a ras de piel a la vieja Louison: entonces las dos restantes ven claramente cual será su suerte.
El 14. 73. Un hombre, cuyo gusto simple consistía en azotar a una muchacha, lo perfecciona, quitando todos los días un pedazo de carne del tamaño de un guisante del cuerpo de la muchacha; pero no la venda, y así va pereciendo poco a poco.
Desgranges advierte que hablará de asesinatos muy dolorosos, y que el tema principal será la extrema crueldad; entonces le recomiendan más que nunca los detalles.
74. Aquel a quien le gustaba sangrar quita todos los días media onza de sangre hasta la muerte. Es una historia muy aplaudida.
75. Aquel a quien le gustaba pinchar el culo con unos alfileres asesta cada día una leve puñalada. Detiene la sangre, pero no venda la herida, y así ella muere lentamente.
75 bis. Un fustigador sierra todos los miembros lentamente y uno tras otro.
76. El marqués de Mesanges, de quien Duclos habló en relación con la hija del zapatero Petignon que él había comprado a Duclos, y cuya primera pasión era la de hacerse azotar cuatro horas sin correrse, tiene como segunda colocar a una chiquilla en la mano de un coloso, que cuelga a la criatura por la cabeza sobre una gran hoguera que la abrasa con mucha lentitud; es preciso que las muchachas sean vírgenes.
77. Su primera pasión es la de quemar poco a poco las carnes del pecho y de las nalgas con una cerilla, y su segunda es mechar todo el cuerpo de una muchacha con unas pajuelas que enciende una tras otra, y la ve morir así.
«No existe muerte más dolorosa», dice el duque, que confiesa haberse entregado a esa infamia, y haberse corrido copiosamente; «se dice que la mujer vive de seis a ocho horas». Por la noche, Céladon es entregado por el culo; el duque y Curval se divierten con él. Curval quiere que sangren a Constance por su preñez, y la sangra él mismo corriéndose en el culo de Céladon; después corta un pecho a Thérèse mientras encula a Zelmire, y el duque encula a Thérèse mientras la intervienen.
El 15. 78. Le gustaba chupar la boca y tragar la saliva, y lo perfecciona haciendo tragar todos los días, durante nueve días, una pequeña dosis de plomo fundido, con un embudo; revienta al noveno.
79. Le gustaba retorcer un dedo, y, como segunda, rompe todos los miembros, arranca la lengua, saca los ojos, y deja vivir así, disminuyendo todos los días la alimentación.
80. Un sacrilego, el segundo de quien habló Martaine el 3 de enero, ata a un guapo muchachito, con unas cuerdas, a una cruz muy elevada, y lo deja allí para que se lo coman los cuervos.
81. Uno que olisqueaba los sobacos y se los follaba, y de quien habló Duclos, cuelga a una mujer por los sobacos, atada por todas partes, y la pincha todos los días en alguna parte del cuerpo, para que la sangre atraiga las moscas; la deja así morir poco a poco.
82. Un hombre, apasionado por el culo, rectifica enterrando a la muchacha en una bodega donde hay para vivir tres días; la hiere antes para hacer su muerte más dolorosa. Las quiere vírgenes, y les besa el culo durante ocho días antes de entregarlas a este suplicio.
83. Le gustaba follar bocas y culos muy jóvenes: lo perfecciona arrancando el corazón de una muchacha en vivo; hace en él un agujero, folla por el agujero caliente, devuelve el corazón a su sitio con su leche dentro; cose la herida, y deja a la muchacha acabar su suerte sin ayuda; la cual no dura mucho en este caso.
Aquella noche, Curval, siempre irritado contra la hermosa Constance, dice que se puede parir perfectamente con un miembro roto y, en consecuencia, parte el brazo derecho de esa infortunada. Durcet, la misma noche, corta un pecho a Marie, a la que antes han azotado y hecho cagar.
El 16. 84. Un fustigador se perfecciona descamando lentamente los huesos; sorbe la médula y en su lugar echa plomo fundido.
Aquí, el duque exclama que no volverá a dar por el culo en su vida si no es ése el suplicio que destina a Augustine. La pobre muchacha, a la que mientras tanto estaba enculando, lanza unos gritos y arroja un torrente de lágrimas. Y como, con esta escena, le ha hecho frustrar su eyaculación, le da, masturbándose y corriéndose solo, una docena de soplamocos que resuenan en toda la sala.
85. Un sodomita tritura, en una máquina preparada, a la muchacha en pedacitos; es una tortura china.
86. Le gustaban los virgos de las muchachas, y su segunda es ensartar a una virgen por el coño con una estaca puntiaguda; está allí como a caballo, se la hunden, con una bala de cañón en cada pie, y la dejan morir así poco a poco.
87. Un fustigador desuella a la muchacha tres veces; unta la cuarta piel con un cáustico devorador que la hace morir en medio de horribles dolores.
88. Un hombre, cuya primera pasión consistía en cortar un dedo, tiene, como segunda, agarrar un pedazo de carne con unas tenazas al rojo vivo; corta con unas tijeras el pedazo de carne, después cauteriza la herida. Pasa cuatro o cinco días descarnando así, poco a poco, todo el cuerpo, y ella muere en medio de los dolores de esta cruel operación.
Aquella noche, castigan a Sophie y Céladon, que han sido descubiertos divirtiéndose juntos. Los dos son azotados en todo el cuerpo por el obispo, a quien pertenecen. Cortan dos dedos a Sophie y otros tantos a Céladon, que cura enseguida. No por ello dejan, después, de servir a los placeres del obispo. Introducen de nuevo a Fanchon en escena, y, después de haberla azotado con un vergajo, la queman en la planta de los pies, en cada muslo por delante y por detrás, en la frente, en cada mano, y le arrancan los dientes que le quedan. El duque mantiene casi siempre la polla en su culo mientras la operan. (Decir que se ha prescrito por ley no estropear las nalgas hasta el día del último suplicio.)
El 17. 89. Aquel del 30 de enero, de Martaine, y de quien ella contó el 5 de febrero, corta las tetas y las nalgas de una muchacha, se las come, y coloca sobre las heridas unos emplastos que abrasan las carnes con tal violencia que muere. La obliga también a comer su propia carne, que acaba de cortar y que ha hecho asar.
90. Un sodomita hace hervir a una chiquilla en una marmita.
91. Un sodomita la hace asar en vivo ensartada en un espetón después de darle por el culo.
92. Un hombre, cuya primera pasión consistía en hacer encular delante de él a muchachos y muchachas por unas pollas enormes, empala por el culo, y la deja morir así, contemplando las contorsiones de la muchacha.
93. Un sodomita ata a una mujer a una rueda de tortura, y, sin haberle hecho ningún daño antes, la deja ahí hasta que fallece de muerte natural.
Aquella noche, el obispo, muy excitado, quiere que Aline sea torturada; su ira contra ella ha llegado a los últimos extremos. Aparece desnuda, la hace cagar y la encula, y después, sin correrse, saliendo lleno de furia del hermoso culo, le da una lavativa de agua hirviente que le obligan a devolver igual de hirviente en las narices de Thérèse. Después cortan a Aline los dedos de las manos y de los pies que le quedan, le parten los dos brazos, se los abrasan antes con un hierro al rojo vivo. Entonces la azotan y la abofetean, y después el excitadísimo obispo le corta un pecho y se corre. Pasan de allí a Thérèse, le abrasan el interior del coño, la nariz, la lengua, los pies y las manos, y le dan 600 vergajazos; le arrancan los dientes que le quedan y le abrasan la parte interior del gaznate. Augustine, testigo, se echa a llorar; el duque la azota en el vientre y en el coño, hasta que sangra.
El 18. 94. Tenía como primera pasión escarificar las carnes, y, como segunda, la descuartiza entre cuatro arbolillos.
95. Un fustigador cuelga a la muchacha de una máquina que la sumerge en una gran hoguera y la saca enseguida, y esto dura hasta que ella está completamente abrasada.
96. Le gustaba apagar velas en las carnes. La rodea de azufre y la hace servir de antorcha, procurando que el humo no la sofoque.
97. Un sodomita arranca las entrañas de un muchacho y de una muchacha, pone las entrañas del muchacho en el cuerpo de la muchacha y las de la muchacha en el cuerpo del muchacho, cose después las heridas, los ata por la espalda, con un pilar que los sostiene colocado en medio de los dos, y se les ve morir así.
98. Un hombre, a quien le gustaba quemar un poco, rectifica haciendo asar en una parrilla, dando vueltas y más vueltas.
Aquella noche, Michette es expuesta al furor de los libertinos. Primero es azotada por los cuatro, después cada uno de ellos le arranca un diente; le cortan cuatro dedos (cada uno de ellos corta uno); le abrasan los muslos por delante y por detrás, en cuatro lugares; el duque le manosea una teta, hasta que está completamente tumefacta, mientras da por el culo a Giton. Después aparece Louison. La hacen cagar, le dan 800 vergajazos, le arrancan todos los dientes, la queman en la lengua, en el agujero del culo, en el coño, en el pecho que le queda y en seis lugares de los muslos. Tan pronto como todo el mundo se ha acostado, el obispo va a buscar a su hermano. Se llevan con ellos a Desgranges y Duclos; los cuatro bajan a Aline a la bodega; el obispo la encula, el duque también, decretan su muerte, y se la dan en medio de tormentos excesivos y que duran hasta el alba. Al subir, se congratulan de las dos historiadoras y aconsejan a los otros dos que las utilicen siempre en los suplicios.
El 19. 99. Un sodomita: coloca a la mujer sobre una estaca con punta de diamante clavada en la rabadilla, sus cuatro miembros sujetos al aire sólo por cordeles; los efectos de este dolor son hacer reír y el suplicio es espantoso.
100. Un hombre, a quien le gustaba cortar un poco de carne en el culo, lo perfecciona haciendo serrar a la muchacha muy lentamente entre dos planchas.
101. Un sodomita con los dos sexos hace venir al hermano y a la hermana. Dice al hermano que lo hará morir en un suplicio espantoso cuyos preparativos le muestra, pero que, sin embargo, le perdonará la vida si quiere, primero, follar a su hermana, y estrangularla después delante de él. El joven acepta y, mientras se folla a su hermana, el libertino da por el culo a veces al muchacho y a veces a la muchacha. Después el hermano, por miedo a la muerte que le presentan, estrangula a su hermana, y en el momento en que acaba de matarla, se abre una trampa preparada, y los dos, ante los ojos del libertino, caen en una hoguera ardiente.
102. Un sodomita exige que un padre folie a su hija delante de él. Después da por el culo a la hija sujeta por el padre; luego dice al padre que es absolutamente necesario que su hija perezca, pero que tiene la opción de matarla él mismo estrangulándola, cosa que no la hará sufrir, o, si no quiere matar a su hija, la matará él mismo, pero será ante los ojos del padre y en medio de suplicios espantosos. El padre prefiere matar a su hija con un cordón anudado alrededor del cuello que verla soportar unos tormentos terribles, pero cuando se dispone a hacerlo, lo atan, lo agarrotan y despellejan a su hija delante de él, la rodean después con unos alambres espinados al rojo vivo, después la arrojan a una hoguera, y el padre es estrangulado para enseñarle, dice el libertino, a acceder a estrangular él mismo a su hija. Le arrojan, luego, a la misma hoguera de su hija.
103. Un gran aficionado a culos y a látigos junta a la madre y a la hija. Dice a la hija que, si no permite que le corten las dos manos, matará a su madre; la pequeña lo permite; él se las corta. Entonces separa a los dos seres, atan el cuello de la muchacha a una cuerda, los pies sobre un taburete; en el taburete hay otra cuerda cuyo cabo pasa a la habitación donde la sujeta la madre. Dice a la madre que tire de la cuerda: tira de ella sin saber lo que hace; la llevan inmediatamente a contemplar su obra, y, en el momento de su desesperación, la decapitan por detrás de un sablazo.
Aquella misma noche, Durcet, celoso del placer que, la pasada noche, tuvieron los dos hermanos, quiere que se maltrate a Adélaïde, cuyo turno asegura que está a punto de llegar. En consecuencia, Curval su padre y Durcet su marido le pellizcan los muslos con unas tenazas al rojo vivo, mientras el duque la encula sin pomada. Le agujerean la punta de la lengua, le cortan los dos lóbulos de las orejas, le arrancan cuatro dientes, después la azotan con toda la fuerza de sus brazos. Aquella misma noche, el obispo sangra a Sophie delante de Adélaïde, su querida amiga, hasta que se desmaya; le da por el culo mientras la sangra, y permanece todo el tiempo en su culo. Cortan dos dedos a Narcisse; mientras Curval le da por el culo; después hacen aparecer a Marie, le hunden un hierro al rojo vivo en el culo y en el coño, la queman con un hierro candente en seis lugares de los muslos, en el clítoris, en la lengua, en el pecho que le queda, y le arrancan los dientes restantes.
El 20 de febrero. 104. Aquel del 5 de diciembre, de Champville, cuyo gusto consistía en hacerse prostituir el hijo por la madre, para darle por el culo, rectifica juntando a la madre y al hijo. Dice a la madre que va a matarla, pero que la perdonará si mata a su hijo. Si no le mata, degüella a la criatura delante de ella, y, si le mata, la atan al cuerpo de su hijo, y la dejan perecer así, poco a poco, sobre el cadáver.
105. Un gran incestuoso junta a las dos hermanas después de haberlas enculado; las ata a una máquina, cada una de ellas con un puñal en la mano; la máquina parte, las muchachas chocan y así se matan mutuamente.
106. Otro incestuoso quiere a una madre y cuatro criaturas; las encierra en un lugar donde pueda observarlas; no les da alimento alguno, a fin de ver los efectos del hambre sobre la mujer y a cuál de sus criaturas se comerá en primer lugar.
107. Aquel del 29 de diciembre, de Champville, a quien le gustaba azotar mujeres preñadas, quiere a la madre y a la hija, ambas preñadas; ata a cada una de ellas en una placa de hierro, una encima de otra; se dispara un resorte, las dos placas se juntan estrechamente, y con tal violencia que las dos mujeres quedan pulverizadas, ellas y sus frutos.
108. Un hombre muy sodomita se divierte de la siguiente manera: reúne al amante y a la querida: «Hay un solo ser en el mundo», le dice al amante, «que se opone a tu felicidad; voy a ponerlo en tus manos». Le lleva a una habitación oscura en la que una persona duerme en una cama. Tremendamente excitado, el joven apuñala a esta persona. Tan pronto como lo ha hecho, se le hace ver que ha matado a su querida; desesperado, se mata a sí mismo. Si no lo hace, el libertino le mata a disparos de fusil, sin atreverse a entrar en la habitación donde está este joven furioso y armado. Antes, se ha follado al muchacho y a la muchacha, con la esperanza de servirles y de reunirles, y sólo después de haber disfrutado de ellos les hace la jugada.
Aquella noche, para celebrar la decimosexta semana, Durcet se casa, como mujer, con Bande-au-ciel en calidad de marido, y como hombre, con Hyacinthe en calidad de mujer; pero, para las nupcias, quiere torturar a Fanny, su esposa femenina. En consecuencia, la queman en los brazos y en los muslos en seis lugares, le arrancan dos dientes, la azotan, obligan a Hyacinthe, que la quiere y que es su marido por los acuerdos voluptuosos de que se ha hablado anteriormente, se le obliga, digo, a cagar en la boca de Fanny, y a ésta a comerlo. El duque arranca un diente a Augustine y la folla en la boca inmediatamente después. Reaparece Fanchon; la sangran y, mientras la sangre mana del brazo, se lo parten; después le arrancan las uñas de los pies y le cortan los dedos de las manos.
El 21. 109. Ella anuncia que los siguientes son unos sodomitas que sólo quieren asesinatos masculinos. Este hunde un cañón de fusil, cargado de metralla gruesa, en el culo del muchacho que se acaba de follar, y dispara al correrse.
110. Obliga al muchacho a ver mutilar a su querida ante sus ojos, y le hace comer la carne, y principalmente las nalgas, las tetas y el corazón. Tiene que comer estos manjares, o morirse de hambre. Tan pronto como ha comido, si ésa es la decisión que toma, le hace varias heridas en el cuerpo, y lo deja morir así desangrándose, y, si no come, se muere de hambre.
111. Le arranca los cojones y se los hace comer sin decírselo, después sustituye estos testículos por unas bolas de mercurio, y de azufre, que le producen unos dolores tan violentos que muere. Durante esos dolores, le da por el culo, y se los aumenta abrasándole por todas partes con unas pajuelas, arañándole y quemándole las heridas.
112. Lo clava por el agujero del culo en una estaca muy fina, y deja que acabe así.
113. Da por el culo y, mientras sodomiza, levanta el cráneo, retira el cerebro, y lo sustituye por plomo fundido.
Aquella noche, Hyacinthe es entregado por el culo y vigorosamente fustigado antes de la operación. Narcisse es presentado; le cortan los dos cojones. Hacen venir a Adélaïde; le pasan una pala al rojo vivo por la parte delantera de los muslos, le queman el clítoris, le atraviesan la lengua, le azotan el pecho, le cortan los dos pezones, le parten los dos brazos, le cortan los dedos que le quedan, le arrancan los pelos del coño, seis dientes y un mechón de cabellos. Todo el mundo se corre, a excepción del duque, que, empalmando furiosamente, pide ejecutar él solo a Thérèse. Se lo conceden: le arranca todas las uñas con un cortaplumas y le quema los dedos con una vela, poco a poco, después le parte un brazo, y, como todavía no se corre, folla a Augustine y le arranca un diente dejándole su leche en el coño.
El 22. 114. Quebranta a un muchachito, después lo ata a la rueda donde lo deja expirar; está colocado de manera que enseñe las nalgas de cerca, y el malvado que lo atormenta hace poner su mesa debajo de la rueda, y come allí todos los días, hasta que el paciente haya expirado.
115. Desuella a un muchacho, lo unta de miel, y deja que así lo devoren las moscas.
116. Le corta la polla, las tetillas, y lo coloca sobre una estaca a la que está clavado por un pie, sosteniéndose en otra estaca a la que está clavado por la mano; así le deja hasta que muere.
117. El mismo hombre que había hecho comer a Duclos con sus perros, hace que un león devore a un muchacho delante de él, dándole una ligera vara para defenderse, lo que sólo consigue excitar más al animal. Se corre cuando ha sido completamente devorado.
118. Entrega a un muchacho a un garañón adiestrado para eso, que le da por el culo y lo mata. La criatura está cubierta de una piel de yegua, y tiene el agujero del culo untado con flujo de yegua.