He empezado a leer el tercer acto de Hamlet, pero cuando llevaba unas dos páginas me he dado cuenta de que no tenía ningún sentido.
Nunca voy a volver al instituto.
Nunca voy a ir a la universidad.
Nunca voy a ver los lobos cazar por los bosques del norte, ni los elefantes pacer en la sabana. Nunca voy a tener relaciones sexuales, ni me casaré, ni formaré una familia. Nunca voy a tener mi primer apartamento, mi primera casa, mi primer coche. Nunca voy a