Han muerto seis personas más. Los del Departamento de Sanidad han prohibido las visitas al hospital y también la admisión de pacientes que no se encuentren en situación crítica, a menos que presenten síntomas del virus misterioso. Papá dice que, de todos modos, el edificio está casi a tope. Y encima uno de los médicos ha pillado la enfermedad.
Ayer papá nos trajo una caja de mascarillas.
—Si tenéis que salir necesariamente de casa —nos dijo—, aseguraos de que os ponéis una de estas. Estamos casi seguros de que el virus se transmite por vía respiratoria.
—Entonces, estáis más cerca de descubrir cómo tratarlo, ¿no? —pregunté.
—No sé qué decirte, ahora que el Departamento de Sanidad se ocupa de todo —respondió mi padre—. Redactan historiales, pero no nos pasan copia; realizan pruebas, pero no comparten los resultados. No sé cómo esperan que trabajemos los demás… —Entonces soltó un suspiro—. La Organización Mundial de la Salud también ha empezado a tomar cartas en el asunto —añadió—. Solo espero que nos ayuden en lugar de crear aún más confusión.
Le he preguntado por la zona de contención que se suponía que tenían que montar en tierra firme, para que gente como el tío Emmett y Meredith pudieran marcharse, pero me ha dicho que aún no estaba a punto. Espero que no tarden mucho.
Mamá aún echa una mano en la cafetería, pero va a trabajar con mascarilla. Dice que hay mucha más gente de lo normal que va a llenar el depósito del coche.
—Creo que les da miedo que podamos cerrar pronto —dijo, aunque me temo que lo que hacen es coger el ferry y largarse tan lejos de la isla como pueden. Anoche recibí un e-mail de Mackenzie desde Los Ángeles. Al parecer cogieron el primer ferry por la mañana y se fueron directamente al aeropuerto.
Y esta mañana, justo cuando mamá iba a salir hacia el trabajo, una furgoneta blanca con el logo de Halifax TV ha cruzado nuestra calle y ha aparcado en la acera de enfrente. De dentro han salido dos tipos, uno con un micro y el otro con una cámara.
—Estos buitres de la prensa —ha murmurado mamá, mirando por la ventana de la sala—. Pretenden sacar una noticia del dolor de la gente.
Cuando han llamado a la puerta, nos hemos ido al comedor y hemos pasado de ellos. Mamá ha esperado quince minutos más antes de marcharse. Según dijo papá, tanto el Ayuntamiento como el Departamento de Sanidad prefieren que los medios no se hagan eco de la epidemia para evitar una situación de pánico total. Por lo que he podido ver, de momento las noticias tan solo han hablado de «problemas sanitarios» en la isla y han emitido breves entrevistas con habitantes locales que no sabían demasiado del tema. No sé si las emisoras estadounidenses están cubriendo la noticia.
Me pregunto si tus padres te habrán contado algo, Leo. Supongo que no querrán que te preocupes, más aún teniendo en cuenta que es tu primer mes en una nueva ciudad y en una nueva escuela. Probablemente no tengas idea de nada; eso hace que me sienta como si estuvieras todavía más lejos. Aunque, ahora mismo la verdad es que me alegro mucho de que estés lejos de aquí, a salvo.