49

Cuando el coche sin identificación de la policía salió de Camino de pinos, Lash se concentró totalmente en la presencia de ese symphath que acababa de revelarse dentro del cementerio.

—Largaos de aquí ya —les gritó a sus hombres.

Cuando se desmaterializó, regresó a la tumba de la chica muerta, en la esquina del fondo de…

El grito que escuchó parecía provenir de una ópera desafinada, una soprano que no lograra controlar bien la voz y pasara fácilmente de los tonos altos a la estridencia. Cuando Lash volvió a tomar forma, maldijo al darse cuenta de que se había perdido la diversión… porque, sin duda, el espectáculo debía de haber valido la pena.

Grady estaba tumbado de espaldas en el suelo, con los pantalones bajados, sangrando por varias partes del cuerpo, pero en especial se veía una herida que le bajaba por todo el esófago. Estaba vivo, como una mosca en el alféizar de una ventana caliente, y sus brazos y sus piernas se sacudían con lentitud.

Al lado estaba su asesina: esa perra sanguinaria de ZeroSum. Y, a diferencia de la mosca moribunda, que sólo podía darse cuenta de que se estaba muriendo, ella percibió exactamente el momento en que Lash entró en escena. Dio media vuelta y adoptó la posición de combate, con la cara absolutamente concentrada, el cuchillo escurriendo sangre en una mano y las piernas tensas, listas para lanzarla hacia delante.

Estaba absolutamente sexy. En especial cuando frunció el ceño al reconocerlo.

—Pensé que estabas muerto —dijo—. Y pensé que eras un vampiro.

Lash sonrió.

—Sorpresa. Y tú también has estado ocultando un secreto, ¿no?

—No, nunca me gustaste y eso no ha cambiado.

Lash sacudió la cabeza y la miró con descaro.

—Te queda muy bien esa ropa de cuero, ¿lo sabías?

—Y tú estarías más guapo con un corsé de escayola.

Lash se rió.

—Mal chiste.

—Igual que mi oponente.

Lash sonrió y, mientras pensaba en algunas imágenes suficientemente vívidas, transformó su atracción sexual en una erección perfecta porque sabía que ella podía leer sus pensamientos: se la imaginó de rodillas frente a él, con su polla en la boca, mientras él le sostenía la cabeza con las manos, obligándola a chupársela hasta que ella tenía arcadas.

Xhex entornó los ojos.

—Eso es pornografía barata.

—No. Puro sexo en el futuro.

—Lo siento, no me gustan los actores porno.

—Eso ya lo veremos. —Lash hizo un gesto con la cabeza hacia el humano que había dejado de retorcerse, como si se estuviera congelando—. Me temo que me debes algo.

—Si es una puñalada, estoy a tus órdenes.

—Eso —dijo Lash y señaló a Grady— era mío.

—Deberías elegir mejor a tus amigos. Eso —dijo Xhex e imitó el gesto de Lash— es caca de perro.

—La mierda es buen fertilizante.

—Entonces déjame ponerte debajo de un rosal a ver cómo lo haces.

Grady dejó escapar un gemido y los dos lo miraron. El bastardo estaba en las últimas, tenía la cara del mismo color del suelo helado y la sangre brotaba lentamente de sus heridas.

De repente, Lash se dio cuenta de lo que tenía en la boca y miró a Xhex.

—Joder… De verdad que podría enamorarme de una hembra como tú, devoradora de pecados.

Xhex pasó la hoja del cuchillo por el borde de la lápida, y la sangre de Grady se transfirió del metal a la piedra como si estuviera efectuando un pago.

—De verdad que tienes cojones, restrictor, considerando lo que acabo de hacerle a él. O ¿tal vez no estás interesado en conservar tu dotación completa?

—Soy diferente.

—¿Más pequeño que él? Por Dios, qué desilusión. Ahora, si me disculpas, tengo que irme. —Levantó el cuchillo y se despidió con un gesto de la mano; luego desapareció.

Lash se quedó mirando el aire donde ella estaba hacía un momento, hasta que Grady emitió un gorgoteo débil, como el de un desagüe cuando está terminando de absorber el agua de la bañera.

—¿La has visto? —le dijo Lash al idiota—. Vaya hembra. Cómo me gustaría tener algo de eso para mí.

Grady exhaló su último aliento a través del hueco de la garganta, dado que no tenía ninguna otra salida, pues su boca estaba ocupada mamándole la polla.

Lash se puso las manos en las caderas y observó el cuerpo.

Xhex… iba a tener que asegurarse de que sus caminos volvieran a cruzarse. Y esperaba que ella tratara de contarles a los hermanos que lo había visto: un enemigo nervioso era mejor que un enemigo tranquilo. Él sabía que la Hermandad se preguntaría cómo demonios había hecho el Omega para convertir a un vampiro en restrictor, pero eso sólo era una pequeña parte de la historia.

Todavía podría darles una buena sorpresa.

Cuando se alejó hacia la noche helada, Lash se acomodó los pantalones y decidió que necesitaba tener sexo. Dios sabía que lo necesitaba.

‡ ‡ ‡

Mientras iAm cerraba la puerta principal del restaurante de Sal, Rehvenge volvió a enfundar su espada roja y miró a Vishous. El hermano lo estaba mirando con el ceño fruncido.

—Entonces, ¿qué había en el sobre? —dijo Rehv.

—Tú.

—¿Montrag tratando de decir que yo era el responsable de la conspiración para matar a Wrath? —Aunque ya no importaba si eso era lo que había intentado. Rehv ya había demostrado de qué lado estaba al mandar matar a ese desgraciado.

Vishous negó con la cabeza lentamente y luego miró de reojo a iAm, cuando se reunió con su hermano.

Rehv dijo enseguida:

—No hay nada sobre mí que ellos no sepan.

—Bueno, entonces ahí tienes, devorador de pecados. —V lanzó el sobre a la mesa—. Al parecer Montrag sabía lo que eras. Lo cual, indudablemente, fue la razón para que recurriera a ti para tratar de matar a Wrath. Nadie creería que no había sido idea tuya y sólo idea tuya, si se sabía lo que eres.

Rehv frunció el ceño y sacó lo que parecía ser una declaración jurada acerca del asesinato de su padrastro. ¿Qué demonios? Rehv sabía que el padre de Montrag había estado en su casa después del crimen. Pero ¿el tipo no sólo había logrado que el hellren de su madre hablara sino que además le había hecho firmar una declaración jurada? ¿Y luego no había hecho nada con esa información?

Rehv pensó en esa reunión de hacía un par de días, en el estudio de Montrag… y en ese comentario acerca de que él sabía qué clase de macho era Rehv.

Claro, lo sabía, y no sólo que era traficante de drogas.

Rehv volvió a guardar el documento en el sobre. Mierda, si eso se sabía, la promesa que le había hecho a su madre volaría en pedazos.

—Entonces, ¿de qué se trata exactamente? —preguntó uno de los hermanos.

Rehv se metió el sobre en el bolsillo del abrigo de piel.

—Es una declaración jurada firmada por mi padrastro justo antes de morir, en la cual afirma que soy un symphath. Es original, a juzgar por la firma con sangre que se ve al final. Pero ¿cuánto os apostáis a que Montrag tenía otra copia?

—Tal vez es falsa —murmuró Wrath.

Era poco probable, pensó Rehv. Había demasiados detalles muy precisos sobre lo que había sucedido esa noche.

En un segundo, Rehv se transportó al pasado, a la noche en que había cometido el crimen. Su madre había tenido que ser llevada a la clínica de Havers porque había sufrido uno de sus múltiples «accidentes». Cuando fue evidente que la dejarían en observación durante el día, Bella se quedó con ella y Rehv tomó una decisión.

Había regresado a casa, había reunido a los doggen en las habitaciones del servicio y había sido testigo del dolor colectivo de todos los que servían a la familia. Todavía recordaba con claridad lo que había sentido al mirar a todos esos machos y hembras a los ojos. Muchos habían llegado a la casa con su padrastro, pero se habían quedado porque se habían encariñado con su madre. Y lo estaban mirando con la esperanza de que él le pusiera fin a lo que llevaba pasando desde hacía demasiado tiempo.

Les había dicho que salieran de la mansión durante una hora.

Nadie había protestado ni se había negado y cada uno de ellos lo había abrazado al salir. Todos sabían lo que iba a hacer y ellos también lo deseaban.

Rehv esperó hasta que se marchó el último doggen y luego fue al estudio de su padrastro y lo encontró revisando documentos en su escritorio. En medio de la furia, se había encargado del macho a la manera antigua, cobrándole golpe por golpe, infligiéndole el mismo dolor que él le había causado a su madre, antes de entregarle a ese hijo de puta la recompensa inmerecida de la muerte.

Cuando sonó la campana de la puerta principal, Rehv había pensado que eran los criados, que estaban regresando y querían avisarle para poder decir después, con toda sinceridad, que no habían visto al asesino. Y como necesitaba propinarle un último desquite al maldito abusador, le había dado un puñetazo tan fuerte en el cráneo que le había dislocado la cabeza del lugar donde se encajaba en la columna vertebral.

Luego había abierto la puerta principal de la mansión con el pensamiento y había salido rápidamente por las puertas francesas del fondo. El hecho de que los doggen fueran los que «encontraran» el cadáver era perfecto, pues la subespecie era dócil por naturaleza y nunca quedarían implicados en el crimen. Además, para ese momento su naturaleza symphath ya estaba rugiendo por salir y necesitaba recuperar el control.

Lo cual, en aquella época, no incluía el uso de la dopamina. Por aquellos días Rehv tenía que usar el dolor para domar al devorador de pecados que llevaba dentro.

Todo pareció encajar perfectamente… hasta que se enteró en la clínica de que quien había hallado el cuerpo había sido el padre de Montrag. Pero eso tampoco fue problema. Según había declarado Rehm en esa época, al encontrarse con esa escena simplemente había llamado a Havers. Para cuando el doctor llegó, los criados ya habían regresado y justificaron su ausencia diciendo que estaban ocupados con los preparativos para las ceremonias del solsticio de verano que tendría lugar esa semana.

El padre de Montrag se la había jugado muy bien, al igual que el hijo. Todas las perturbaciones emocionales que Rehv había percibido entonces, y también durante la reunión que había tenido lugar hacía sólo un par de días, se las había atribuido a la cercanía de la muerte y la idea de cometer un asesinato, lo cual formaba parte del plan.

Dios, ahora resultaba muy claro lo que Montrag estaba tratando de hacer al pedirle a Rehv que organizara el asesinato de Wrath. Después de cometido el crimen, se presentaría con la declaración jurada para denunciar a Rehv como asesino y symphath y así, cuando Rehv fuese deportado, él podría asumir el control no sólo del consejo sino de toda la raza.

Perfecto.

¡Qué pena que las cosas no hubiesen resultado tal como las había planeado! ¡Daban ganas de llorar!

—Sí, debe de haber más declaraciones como ésta —murmuró Rehv—. Nadie envía por ahí su única copia.

—Valdría la pena echarle un vistazo a esa casa —dijo Wrath—. Si los herederos y descendientes de Montrag se apoderan de algo como eso, todos estaremos en problemas, ¿entendido?

—Murió sin descendencia, pero, sí, seguramente debe de haber algunos parientes por ahí. Y me voy a asegurar de que no averigüen nada de esto.

No había manera de que alguien le hiciera romper la promesa que le había hecho a su madre.

Eso no iba a suceder.